El arte y la naturaleza según César Manrique

Mirador de La Peña_2015.04.02: El Hierro

César Manrique (1919-1992) fue pintor, arquitecto, escultor, urbanista…, pero  ante todo se consideraba artista. Su obra, en las diversas dimensiones del arte que abordó, encontró en la naturaleza su principal fuente de inspiración, como la del paisaje volcánico de Lanzarote, su isla natal.

Fruto de ese vínculo vital y artístico con la Naturaleza, pronunció estas palabras que muestran su reconocimiento y gratitud por el inestimable valor que posee:

“Mi gran maestra ha sido mi continuado asombro por la observación de la Naturaleza en donde nunca pude entender su gran secreto creativo. Mi asombro continúa cada vez con mayor intensidad, comprendiendo cada vez con mayor claridad de su infinita sabiduría”.

“Mi alegría de vivir y de crear continuamente me la ha dado el haber estudiado, contemplado y amado la gran sabiduría de la naturaleza”.

Devolver a la Naturaleza lo que la Naturaleza te ha dado, como artista y ser humano, constituyó uno de los principios de la obra de César Manrique. Su compromiso conservacionista quedó patente en los siguientes fragmentos:

“Ante el exterminio suicida de nuestro planeta, la intervención de los artistas en defensa de la conservación del medio se convierte en una cuestión urgente, de máxima responsabilidad, ya que es hora de traspasar las fronteras y ampliar los ambiguos límites del Arte”.

“El papel que juegan los artistas como portadores de la cultura con intervenciones de diseños totalizadores, para la programación de un nuevo concepto de vida, es con una mayor aproximación a la Naturaleza, creando obras emocionales y cautivadoras que levanten el alma, ya que tanta falta hace, ante la triste y devastadora panorámica de nuestro deteriorado mundo contemporáneo”.

“Creo sinceramente que el Arte tiene una misión más cósmica y totalizadora, puesto que los artistas tenemos la misión moral de aplicar el talento a la vida y al desarrollo de ésta.”

“Todos los artistas contemporáneos, si realmente son receptivos, tenemos la obligación moral de colocar todos los conocimientos del arte al servicio del freno, en lo posible, ante las barbaridades de todo tipo que se están llevando a cabo”.

«No se trata de parar el progreso, sino todo lo contrario. Pedimos que el progreso sea armónico. Más cualitativo y por tanto más productivo a la larga…»

 

Para leer más:

César Manrique (1988): Escrito en el fuego.

Autor: ECOPALABRAS

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