Inyección de naturaleza: una cita con Dostoievski

Cuando la vida en la urbe se vuelve inquietante, el ser humano tiene la opción de encontrar momentos de alegría y felicidad si vuelve sus pasos hacia la naturaleza, su hogar primigenio.

Traemos hasta aquí un pasaje de la obra Noches blancas (1849), del célebre novelista ruso Fiódor Dostoievski (1821-1881), donde el protagonista, un joven soñador atormentado por la soledad en una ciudad como Petersburgo, nos relata las siguientes sensaciones: 

“Anduve mucho, de suerte que, siguiendo mi costumbre, había olvidado dónde estaba, cuando, de repente, noté que había llegado a una de las puertas de la ciudad. Lleno de súbita alegría, atravesé la barrera y eché a andar entre prados y tierras de labranza. Lejos de sentirme fatigado, pareció quitárseme un peso de encima. Los viandantes me miraban con tal simpatía, que les faltaba poco para hacerme una reverencia. Todos se mostraban contentos, y todos fumaban cigarros puros. Yo me puse tan alegre como no había estado nunca. Me creí transportado a Italia: ¡tanta fue la impresión que me causó la naturaleza a mí, un enfermizo habitante de la ciudad que estaba a punto de asfixiarse entre las paredes de las casas”.

Para leer más:

Fiódor M. Dostoievski: Noches blancas. El pequeño héroe. Austral, Barcelona, 2025.

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Autor: ECOPALABRAS

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