Fruto de la primera Conferencia Mundial de Turismo Sostenible que se celebró en Lanzarote (Islas Canarias) en abril de 1995, nació la Carta del Turismo Sostenible.
Es una Carta de 18 principios que se alinean con los objetivos de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992.
Reconociendo el potencial valor que posee la actividad turística para el desarrollo de los territorios, la Carta del Turismo Sostenible de 1995 nos alerta de la necesidad de comprometernos con el cumplimiento de una serie de principios básicos como son la conservación medioambiental, el respecto a la identidad sociocultural de los pueblos y el reparto equitativo de los beneficios y costes del turismo.
Un cuarto de siglo después urge recordar y tener muy presente su contenido para pasar a revisar si nuestro actual modelo de desarrollo turístico sigue la senda de la sostenibilidad. Para muchos expertos los pasos dados hasta hoy son aún muy tenues.
Por su especial interés para el desarrollo sostenible destacamos a continuación seis principios básicos de la Carta:
Sostenibilidad.
1. El desarrollo turístico sostenible deberá fundamentarse sobre criterios de sostenibilidad, es decir, ha de ser soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo desde una perspectiva ética y social para las comunidades locales.
El desarrollo sostenible es un proceso orientado que contempla una gestión global de los recursos con el fin de asegurar su durabilidad, permitiendo conservar nuestro capital natural y cultural, incluyendo las áreas protegidas. Siendo el turismo un potente instrumento de desarrollo, puede y debe participar activamente en la estrategia de desarrollo sostenible. Una buena gestión del turismo exige garantizar la sostenibilidad de los recursos de los que depende.
Impactos ambientales.
2. El turismo ha de contribuir al desarrollo sostenible, garantizando su integración en el entorno natural, cultural y humano, debiendo respetar los frágiles equilibrios que caracterizan a muchos destinos, en particular las pequeñas islas y áreas ambientalmente sensibles. La actividad turística deberá prever una evolución aceptable respecto a su incidencia sobre los recursos naturales, la biodiversidad y la capacidad de asimilación de los impactos y residuos producidos.
Respeto a la cultura local.
3. La actividad turística ha de considerar los efectos inducidos sobre el patrimonio cultural y los elementos, actividades y dinámicas tradicionales de las comunidades locales. El reconocimiento de estos factores locales y el apoyo a su identidad, cultura e intereses, deben ser referentes obligados en la formulación de las estrategias turísticas, especialmente en los países en vías de desarrollo.
Calidad de vida.
8. Toda opción de desarrollo turístico debe repercutir de forma efectiva en la mejora de la calidad de vida de la población y contemplar una incidencia e interrelación positiva respecto a la identidad sociocultural.
Planificación participativa.
9. Los gobiernos y autoridades competentes, con la participación de las ONGs y las comunidades locales, deberán acometer acciones orientadas a la planificación integrada del turismo como contribución al desarrollo sostenible.
Reparto equitativo de beneficios y cargas.
10. Reconociendo que la cohesión social y económica entre los pueblos del mundo es un principio fundamental del desarrollo sostenible, urge impulsar medidas que permitan un reparto más equitativo de los beneficios y cargas producidos por el turismo. Ello implica un cambio en los modelos de consumo y la introducción de métodos de fijación de precios que permitan la internacionalización de los costes medioambientales.
Por parte de los gobiernos y las organizaciones multilaterales urge reorientar las ayudas relacionadas con el turismo, en especial aquellas que impliquen efectos negativos sobre el medioambiente. En este marco, es necesario investigar en profundidad sobre la aplicación de instrumentos económicos, jurídicos y fiscales internacionalmente armónicos que aseguren el uso sostenible de los recursos en materia turística.
Para más información:
Carta Mundial del Turismo Sostenible (1995)