
El escritor británico Charles Dickens (1812-1870) describe como pocos, de forma magistral, la vida en una gran ciudad, el Londres del siglo XIX, que conoció muy bien.
El siguiente fragmento extraído del relato El corazón de Londres (1841) recoge un día cualquiera en la ciudad de Londres. La pluma de Dickens, como podemos advertir, atestigua de forma realista que entre las grandezas de la gran urbe existen también barrios donde prevalecen el hambre y la miseria.
«El día empieza a romper, y enseguida llegan el zumbido y el ruido de la vida. Aquellos que han pasado la noche en portales y frías piedras se arrastran para mendigar; los que han dormido en camas salen también en pos de sus ocupaciones y el bullicio se pone en marcha. La niebla del sueño se disipa lentamente y Londres brilla despierta. Las calles están llenas de carruajes y gente alegremente vestida. Las cárceles están llenas también, hasta arriba; tampoco a los asilos o a los hospitales les queda mucho espacio libre.
Los tribunales están atestados. Las tabernas reciben en este momento a sus parroquianos, y cada puesto de comercio tiene delante su tropel. Cada uno de estos lugares es un mundo y tiene sus propios habitantes; cada uno es distinto y casi inconsciente de la existencia de cualquier otro. Hay unas pocas personas acomodadas que recuerdan haber oído decir que hombres y mujeres -miles, creen recordar- se levantan en Londres cada día, sin saber dónde reposarán sus cabezas por la noche; y que hay barrios de la ciudad donde siempre hay miseria y hambre. No se lo acaban de creer: puede que tenga algo de cierto, pero es, sin duda, una exageración. Así, cada uno de estos mil mundos sigue adelante, concentrado en sí mismo, hasta que llega de nuevo la noche, primero con sus luces y placeres, y sus calles bulliciosas; después, con su culpa y oscuridad».
Para leer más:
Dickens, Charles: Relatos londinenses. Gadir Editorial, Madrid, 2018.