El cocodrilo: una cita con Dostoievski

Un animal como el cocodrilo puede inspirar a escritores para que la lectura de su obra nos adentre en un mundo de enseñanzas sobre la condición humana y los valores de una sociedad. 

El mejor ejemplo es el del novelista ruso Fiódor Dostoievski (1821-1881) que en 1865 publicó El cocodrilo, un relato lleno de humor satírico en el que el autor nos adelanta la crisis que atraviesa la sociedad rusa de su época ante el advenimiento de los nuevos principios económicos del sistema capitalista que se extiende por Europa.

En el desarrollo de este cuento de Dostoievski, el cocodrilo, que es considerado como un “pérfido monstruo”, se convierte en toda una novedad en Rusia, gracias a que su dueño, un alemán, lo había traído para su exhibición comercial, bajo entrada de 25 kopeks, en un local de El Pasaje en San Petersburgo.

Un día, por accidente, el animal engulle completamente a un visitante, Iván Matveich, lo que provocará diversidad de reacciones. Entre ellas la de su amigo y acompañante que, desesperado, acudirá al despacho de Timotei Seminoch para solicitarle consejo antes de que Iván se asfixie allí dentro. Sin embargo, el apoyo que esperaba recibir del compañero de trabajo será, en realidad, una fría respuesta economicista: “Pero lo que hay tener presente, ante todo, es que el cocodrilo es una propiedad y que, por tanto, anda por medio el principio económico. ¡El principio económico es lo primero!”.

Más adelante, Timotei Seminoch, el colega del desafortunado accidentado, refuerza su postura con las siguientes palabras:

“Que qué hemos de hacer por Iván Matveich? ¡Pues si todo lo que acabo de decir se refiere a él! Estamos haciendo cuanto podemos por atraernos capitales extranjeros, y apenas cuando la fortuna del dueño del cocodrilo ha aumentado el doble en razón del percance de Iván Matveich, ¿quiere usted que le abramos la barriga a su bicho? ¿Es eso lo que dicta el sentido común? A mi juicio, Iván Matveich, a fuer de buen patriota, debe alegrase y enorgullecerse de haber podido duplicar, con sólo su intervención, el valor de un cocodrilo extranjero. ¿Qué digo duplicar? ¡Triplicar! Visto el éxito logrado por el dueño de ese cocodrilo, no tardará en venir otro con otro cocodrilo y luego otro con dos o tres. Alrededor de ellos se agruparán los capitales, y ahí tiene usted el comienzo de una burguesía. Todo cuanto hagamos para fomentar este movimiento será poco”.

Chéjov, Dostoievski, Gógol, Gorki, Korolenko, Pushkin, Tolstói: Cuentos rusos clásicos. Ediciones Akal, Madrid, 2023.

Autor: ECOPALABRAS

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