
En la novela La isla, Aldous Huxley (1894-1963) nos presenta la realidad utópica del pequeño Estado insular de Pala, donde el Gobierno prioriza la calidad de vida de sus habitantes. Entre otros rasgos de la sociedad de la isla, la salud es una cuestión primordial, de modo que consiguen registrar unas tasas muy reducidas de neurosis y enfermedades cardiovasculares.
De esta situación es testigo excepcional Will Farnaby, el protagonista principal de la obra, un periodista que logra llegar hasta Pala y conocer en primera persona cómo viven sus habitantes.
Con el diálogo que entabla el doctor Robert con Will, al que explica las diferencias de los dos estilos de desarrollo, la literatura de Aldous Huxley nos devuelve una realidad verosímil: el objetivo ciego de la comodidad material en la sociedad occidental puede traernos consecuencias perniciosas.
“Los intelectuales de Occidente son todos aficionados a la silla. Por eso la mayoría de ustedes son tan repulsivamente malsanos. En el pasado hasta un duque tenía que caminar mucho; hasta un usurero, hasta un metafísico. Y cuando no usaban las piernas sacudían sobre el caballo. En tanto que ahora, desde el magnate hasta su mecanógrafa, desde el positivista lógico hasta el pensador positivo, se pasan las nueve décimas partes del tiempo envueltos en espuma de goma. Asientos esponjosos para traseros esponjosos… en casa, en la oficina, en los automóviles y en los bares, en los aviones, los trenes y los autobuses. Nada de mover las piernas, nada de luchar contra la distancia y la gravedad… Nada más que ascensores y aviones y automóviles, nada más que espuma de goma y una eternidad de estar sentados. La fuerza vital que solía encontrar su salida a través de los músculos desnudos se vuelve contra las vísceras y el sistema nervioso, y los destruye lentamente”.
Y continúa interpelando Will Farnaby al doctor Robert:
“-¿De modo que ustedes se dedican a cavar y remover la tierra como una forma de terapéutica?
-Como una prevención… para que la terapéutica resulte innecesaria. En Pala incluso los profesores, incluso los funcionarios del gobierno se dedican durante dos horas diarias a cavar y remover la tierra.
-¿Cómo parte de sus obligaciones?
-Y como parte de su placer.”
Para leer más:
Huxley, A.: La isla. Edhasa, Barcelona, 2009.