Naturaleza y alma: una cita con Hermann Hesse

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Formamos parte de una sociedad que tiende sepultar su relación ancestral con la naturaleza. En su afán de dominarla para su explotación utilitarista, el ser humano moderno es propenso a infravalorar el medio natural. Olvida que es parte intrínseca de la naturaleza, no sólo desde una dimensión ecológica, sino incluso desde un punto espiritual. Somos, en el fondo, almas bañadas de naturaleza primigenia.

La lectura reposada de la obra de escritor Herman Hesse (1877-1962), merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1946, nos sigue aportando valiosas enseñanzas. Algunas de ellas parten de nuestra particular relación con la naturaleza, de la que tanto aprendía y a la que tanto agradecía, como vino a expresar en el siguiente pasaje extraído de su novela Demian:

“…ya desde niño me había gustado contemplar las formas extrañas de la naturaleza, no observándolas simplemente sino entregándome a su propia magia, a su profundo y barroco lenguaje. Las raíces largas y fosilizadas de los árboles, las vetas coloreadas de la piedra, las manchas de aceite flotando sobre el agua, las grietas en el cristal: todas estas cosas habían ejercido antaño una gran fascinación sobre mí, sobre todo, el agua y el fuego, el humo, las nubes, el polvo y, especialmente las manchas de colores que veía girar al cerrar los ojos”.

Para leer más:

Hermann Hesse: Demian. Alianza Editorial, Madrid, 2023.

Una cita con el jardín y la naturaleza de Hermann Hesse

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Al escritor Hermann Hesse (1877-1962), merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1946, le debemos una extensa obra, traducida a múltiples idiomas. En esta ocasión nos detenemos en un fragmento de uno de los artículos que escribió en 1908 donde expresa su experiencia personal sobre la vida en el jardín.

«En la jardinería late algo de placer y orgullo creador; uno puede configurar un trocito de tierra a su gusto y antojo, puede producir para el verano sus frutos preferidos, sus colores preferidos, sus aromas preferidos. Se puede convertir un pequeño bancal, unos metros cuadros de suelo desnudo, en sinfonía de colores, en delicia visual y en minúsculo paraíso. Pero todo esto tiene sus estrictos límites. En fin de cuentas sólo podemos querer, con todos nuestros caprichos y nuestra fantasía, lo que la naturaleza quiere, y no hay más remedio que dejarla hacer. Y la naturaleza es inexorable. Se la puede camelar un poco, se la puede engañar en apariencia, pero luego reclama con tanto mayor rigor sus derechos».

Para leer más:

Hermann Hesse: «En el jardín». Artículo publicado en 1908 y compilado en el libro Pequeñas alegrías (2010).

Una cita con la naturaleza en la obra de Hemann Hesse

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«Lo visible es expresión, la naturaleza es imagen, lenguaje y jeroglífico en color. Actualmente, a pesar de una ciencia natural altamente desarrollada, no estamos bien formados para lo que es la auténtica visión, y nos encontramos más bien en pie de guerra con la naturaleza. Otros tiempos, tal vez todos los tiempos, todas las épocas anteriores a la conquista de la tierra por la técnica y la industria, han poseído una sensibilidad y un entendimiento para el lenguaje mágico de la naturaleza y han sabido interpretarla en una forma más pura e inocente que nosotros. Esta sensibilidad no era una actitud sentimental, la relación sentimental del hombre con la naturaleza es de fecha bastante reciente, y tal vez haya nacido sólo de nuestra mala conciencia frente a la naturaleza».

Fuente: Hermann Hesse: «Sobre mariposas». Artículo publicado en 1935 y compilado en el libro Pequeñas alegrías (2010).