El poeta canario Pedro García Cabrera (1905-1981) nos confiesa que una copla popular muy escuchada en La Gomera, isla donde nació, le dejó una honda huella en su memoria.
Su obsesión por aquel canto tal vez se deba a que aúna en unos pocos versos dos elementos de la naturaleza bien diferentes que están cargados de gran simbolismo. Por un lado, el extenso y misterioso mar; por otro, el fruto tangible del naranjo, muchas veces deseado.
«A la mar fui por naranjas cosa que la mar no tiene, metí la mano en el agua: la esperanza me mantiene»
(Copla popular)
El influjo de esta copla le sirvió a Pedro García Cabrera como punto de partida para escribir un sentido poemario que, precisamente, tituló La esperanza me mantiene.
La mar es pródiga en peces, pero inhóspita para el cultivo de naranjas, que son de tierra adentro. Sin embargo, los versos del poeta nos invitan a no desistir en la búsqueda de lo que parece imposible, a mantener viva la esperanza de alcanzar lo que anhelamos.
Traemos hasta aquí, como muestra representativa, uno de los diez poemas centrales, A la mar voy todavía, perteneciente al citado poemario publicado en 1959.
“Dime, tú, mar, ahora ¿a qué naranja
he de tender mi frente?
¿Debo arrancar de cuajo tus arenas,
golpear tus rumores,
esculpir tus espumas,
matar tus olas de gallina de oro
que sólo ponen huevos de esperanza?
La paz te he suplicado y me la niegas,
mi ternura te ofrezco y no la quieres.
Pero algo he de pedirte todavía:
que no hagas naufragar a mi palabra
ni apagar el amor que la mantiene.
Aún mi mano en la mar, así lo espero”.
Para leer más:
Pedro García Cabrera: Antología Poética. Centro de la Cultura Popular Canaria, 2005.