
La importancia de la conciencia, esa facultad eminentemente humana que nos permite tener conocimiento de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, fue ilustrada de forma literaria por el escritor español Benito Pérez Galdós (1843-1920).
En boca de Máximo, el protagonista de la novela El amigo Manso (1882), Galdós equipara la conciencia a un fructífero y generoso árbol que facilita que la vida en sociedad conserve su sentido.
«La conciencia es creadora, atemperante y reparadora. Si se la compara a un árbol, debe decirse que da flores preciosísimas, cuya fragancia trasciende a todo lo exterior. Sus frutos no son la desabrida poma del egoísmo, sino un rico manjar que se reparte a todo el que tiene hambre.
Estas flores y frutos suplen en la sociedad la falta de un principio de organización. Porque la sociedad actual sufre el mal del individualismo. No hay síntesis. La total ruina vendría pronto si no existiese el principio reconstructivo y vigilante de la conciencia…».
Para leer más:
Pérez Galdós, Benito: El amigo Manso. Cabildo Insular de Gran Canaria, 2007.