
El poeta Manuel Padorno (1933-2002), originario de las Islas Canarias (España), nos legó una obra creativa que abandera como pocos esa conjunción de mar y luz que caracterizan a su archipiélago atlántico.
Mar y luz son dos elementos de la naturaleza que Padorno sintió profundamente como propios, pues los percibía desde la casa canaria donde habitó, a un paso de la arena de la playa que sus pies descalzos pisaban cada día.
SEXTINA del mar mi casa
Cuando bajo a la playa cada día
curvado recipiente, el oleaje
invisible del mar, luz transparente
ocupa el exterior, vaso de luz;
la mirada se adentra por la playa
a contemplar aquel incendio azul.
Al abrir los cristales el azul
invadirá mi casa, blanco día
el espacio que media entre la playa
y el horizonte, bulle el oleaje
entre los muros, casa de la luz
la misma playa: el vaso transparente.
Y mi ventana, sima transparente
me deja ver el mar, la luz azul
pero también el árbol de la luz
(que no se ve) bullente, claro día
encima de mi casa el oleaje
de la celeste abovedada playa.
Piso el cristal tendido de la playa
en donde vivo, espejo transparente
contra los muros bate el oleaje,
luna del mediodía el techo azul,
alto cielo estrellado, pasa el día
invisibles gaviotas de la luz.
Cuando miro las llamas de la luz,
oh claridad del día de la playa,
mientras bajo descalzo cada día
a la arena, de fuego transparente
todo germina en la llanura azul
sobre la orilla dulce del oleaje.
Habitación azul del oleaje,
adentro del cristal fluye la luz,
invisible fermenta el día azul
acabado a las puertas de la playa
donde mi casa alberga transparente
la llamarada viva cada día.
En Punta Brava crece el día azul,
en la playa invisible, transparente
reside el oleaje de la luz.
Para leer más:
Manuel Padorno: Éxtasis [1973-1993]. Pre-Textos, Valencia, 1993.

