El pensador inglés Tomás Moro (1478-1535) reflexionó, en su célebre obra Utopía, sobre cómo debería ser la organización de la sociedad para que sus habitantes vivieran felices. Uno de los requisitos que habría que reunir toda sociedad para ser feliz es la limitación del uso del dinero.
Según Moro, los hechos demuestran que la tenencia del dinero lo que promueve no es precisamente el humanismo y el cultivo de las virtudes, sino que, por el contrario, propicia la extensión de la codicia y otros males sociales.
«…estos hombres funestísimos, que lo que sería suficiente para todos se lo reparten todo entre ellos con insaciable codicia, ¡qué lejos están de la felicidad de la república de los utopienses! De la cual, al haber abolido enteramente, junto con su uso, toda codicia por el dinero, ¡qué mole de molestias tan grande se ha cercenado!, ¡qué semillero tan grande de crímenes se ha arrancado de raíz! Porque, ¿quién no sabe que los fraudes, los robos, las rapiñas, las riñas, los tumultos, las disensiones, las sediciones, las muertes, las traiciones, los envenenamientos, refrendados más que refrenados por los castigos cotidianos, desaparecerían al mismo tiempo que se acabase con el dinero? A más de esto, perecerían en el mismo instante que el dinero el miedo, la preocupación, los cuidados, las fatigas, las vigilias. Más aún, la pobreza misma, única que parece necesitar de los dineros, disminuiría también al punto si se aboliese el dinero por completo.»
Por eso, en la república de Utopía, donde sus ciudadanos viven felices, no existe el dinero; sólo aquel estrictamente necesario para sufragar los gastos del ejército en caso de agresión externa.
«Efectivamente, puesto que ellos no utilizan dinero sino que lo reservan para aquella eventualidad que igual que puede presentarse puede no ocurrir nunca, emplean mientras el oro y la plata (de los que aquél se hace) de manera que nadie los estime más de lo que merece su naturaleza, la cual ¿quién no ve lo muy inferior que es al hierro? Porque sin ése, a fe que los mortales no pueden vivir más que sin el fuego y el agua, mientras que al oro y a la plata no les ha dado la naturaleza uso alguno del que no podamos prescindir fácilmente, si no fuera que la necedad de los hombres ha puesto precio a lo raro. Muy al contrario, como madre indulgentísima ha dejado al descubierto todo lo mejor, como el aire, el agua, y la tierra misma, y ha apartado a lo más recóndito las cosas vanas y que no sirven para nada».
Porque «donde todos miden todo con el dinero, apenas si es posible obrar justa o provechosamente…»
Para leer más:
Tomás Moro: Utopía. Taurus, Barcelona, 2016.