
En un pequeño pueblo de la Isla de La Gomera (Canarias, España) nació el poeta Pedro García Cabrera (1905-1981). Allí, el escritor canario sintió durante sus primeros años de vida toda la fuerza del paisaje insular: sus barrancos, sus palmeras, sus roques, sus cumbres y el sonido de las olas del océano Atlántico.
Setenta años después de su nacimiento el reconocido poeta escribió, bajo el título Paisaje nativo, los siguientes versos que homenajean sus raíces:
Cualquiera de estas piedras
-chácaras del silencio-
puede croar la hoguera de mi infancia
mirarme desde atrás, desde un barranco
o de una sombra de palmera.
Son cimientos lejanos de otros días,
bultos de la ternura,
dureza que humaniza mis palabras.
Ninguna de estas piedras
sabe herir por sí misma.
Pulen su soledad, duermen y velan
su imposible esperanza
de volver a los hombros de las cumbres.
Y si en ellas me siento,
badajos del camino,
resueno como el mar.
Como dejó escrito el propio García Cabrera en su obra ensayística, “el medio imprime al hombre un símbolo primario, un determinado modo de ser. Símbolo primo que irá arrastrando a lo largo de su vida”.
Para leer más:
García Cabrera, P.: Antología Poética. Centro de la Cultura Popular Canaria, 2005.