El Archipiélago Chinijo: una cita con Ángel Guerra

El Archipiélago Chinijo desde los riscos de Famara (Lanzarote)

El Archipiélago Chinijo es un lugar perteneciente a las Islas Canarias (España) que goza de una singularidad digna de preservarse. Por ello, ha sido declarado espacio natural protegido, con la categoría de Parque Natural, por la legislación medioambiental de 1987 y 1994.

Actualmente lo conforman parte de la costa occidental de la Isla de Lanzarote -con su macizo de Famara-, la Isla de La Graciosa, los islotes de Montaña Clara y Alegranza, dos roques y toda la extensión marina que existe entre estos puntos.

Esta superficie, terrestre y marina, de unas 46.000 hectáreas reúne altos valores ambientales, ecológicos y científicos que la hacen singular: animales y plantas endémicos, áreas de nidificación de aves amenazadas, estructuras geomorfológicas únicas, paisajes naturales de gran belleza, yacimientos de gran interés científico…

Pero el Archipiélago Chinijo, además de valioso espacio natural, ha sido fuente de inspiración para los literatos. Ya en 1907 el escritor canario Ángel Guerra (1874-1950), en su relato titulado Al jallo, desarrolla en este lugar la acción de sus personajes. Con el siguiente fragmento traemos hasta aquí su personal descripción creativa del lugar:

“En sitio asaz solitario estaba situada aquella ranchería de pescadores, bulliciosa solo en verano, abandonada casi por completo en invierno. A un lado corríase la playa inmensa, que haciendo un enorme recodo, iba a perderse en el extremo Este de la isla; por el otro, formando caletones, las restingas, restos de viejas erupciones volcánicas, ocupaban la costa occidental, inhabilitada y trágica; a espaldas de la ranchería, remedo del sahárico desierto, del que debe ser una prolongación, comenzaba la llanura estéril, de movedizas arenas, tierras estériles y casi sin término que van de mar a mar; delante ábrese la gran ensenada de aguas turbulentas, entre las que se alzan allá, enfrente desiertas pero sugestivamente poéticas, como invitando las almas a una vida de descansos y de olvidos, las islas menores: Alegranza, lejana, medio esfumada en su bruma; Montaña Clara, ingente, granítica, de cantiles bravíos, como un templo, y más cerca La Graciosa, como hija cariñosa, pobre de hermosura, que se acoge al regazo maternos y cobija al abrigo de los grandes riscos de Lanzarote”.

Para leer más:

Ángel Guerra: La Lapa y otros relatos seleccionados. Ediciones Remotas, 2020.

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La lluvia: una cita con Ángel Guerra

Isla de La Graciosa (Canarias, España).

El agua es un bien especialmente preciado en aquellos hábitats donde la geografía impone su cruda aridez. La llegada de las lluvias puede cambiarlo todo, porque con ellas la vida tendría otro sustento, a la vez que invitarían a disfrutar de otros colores y olores.

El escritor Ángel Guerra (1874-1950), en su relato de 1907 titulado Al jallo, desarrolla la acción de sus personajes en la pequeña isla de La Graciosa (Canarias, España). Se trata de un territorio insular árido y sediento. De sus páginas extraemos el siguiente fragmento con el novelista concede a la lluvia el máximo protagonismo.

“Bien vendría la lluvia que se anunciaba. Fecundaría la tierra, daría pastos en abundancia y pronto llegarían los pastores al frente de sus rebaños. Además, la islilla perdería su aspecto desolado, de color rojizo la tierra, verdeando hermosamente transformada. Sobre todo, ¡con qué fruición todos olfateaban el vaho de la tierra mojada! Acostumbrados a la sedienta sequedad de los campos, durante años y años, no ya el esplendor de la hierba verdeante y fresca, sino el perfume acre y húmedo de la tierra que la lluvia refrescara, daba a sus rostros un viso de alegría y a sus espíritus un ímpetu de contento instintivo e inexplicable”.

Para leer más:

Ángel Guerra: La Lapa y otros relatos seleccionados. Ediciones Remotas, 2020.