La ciudad de Auckland, referente en gestión de residuos

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Ciudad de Auckland, Nueva Zelanda

La ciudad de Auckland, con una población de 1,6 millones de habitantes, equivalente al 35% de la población total de Nueva Zelanda, ha tomado la decisión de dar un gran salto en la resolución del problema de los residuos urbanos. Para ello ha puesto en marcha durante estos últimos años una ambiciosa planificación de minimización y gestión de los desperdicios generados en la urbe.

Su buen hacer en el ámbito de los residuos ha hecho que la ciudad de Auckland haya sido distinguida en 2017 con un premio internacional: The C40 Cities Bloomberg Philanthropies Award 2017, en la categoría Cities4ZeroWaste.

Una planificación integral en materia de residuos está permitiendo que Auckland se convierta en un buen referente a nivel internacional en este ámbito. Tras un primer plan que comenzó en 2012, esta ciudad neozelandesa está implementando en la actualidad un segundo plan: el Auckland Waste Management and Minimisation Plan 2018.

Los objetivos del Plan

Con el primer Plan de Minimización y Gestión de Residuos de Auckland de 2012 se obtuvieron importantes resultados. Se consiguió reducir la generación de residuos domésticos en un 10%, al pasar de 160 kg/persona en 2010 a 144 kg/persona en 2016. Por su parte, los residuos de la administración municipal cayeron un 30%. Además, se comenzó a estandarizar los servicios de reciclaje para crear un servicio de recogida eficiente.

Ahora, con el Plan de Minimización y Gestión de Residuos de Auckland de 2018, se pretende hacer frente también a todos los residuos que genera la actividad económica (inertes, orgánicos y plásticos, principalmente), que suponen más del 80% de todos los residuos que van a los vertederos.

La meta final es conseguir un futuro sin residuos para la ciudad Auckland: «ningún residuo con destino a los vertederos o incineradoras en 2040». La visión expresada en el  propio Plan de 2018 queda sintetizada en los siguientes términos:

«Auckland aspira a ser Zero Waste en 2040, teniendo en cuenta a la gente y el medio ambiente, y convirtiendo los residuos en recursos».

Esta visión se traduce en las siguientes prioridades:

  • Integrar la minimización de los residuos en el diseño, la fabricación, el comercio y las decisiones del consumidor
  • Usar los materiales de tal forma que se preserve su valor, minimice los impactos medioambientales y conserve los recursos  naturales
  • Diseñar y usar los productos de acuerdo con la jerarquía de los residuos: 1. Reducción,  2. Reutilización, 3. Reciclaje, 4. Recuperación, 5. Tratamiento y 6. Eliminación
  • Eliminar algunos residuos incluso antes de que se hagan, mediante el diseño de los productos y procesos
  • Usar y reutilizar los recursos, a través de mejores sistemas para reutilizar y refabricar materiales en otros bienes

Para su consecución el Plan establece los siguientes objetivos concretos:

  • Reducir los residuos totales de la ciudad, privados y públicos, que van al vertedero en un 30% en 2027, esto es, desde 832 kg a 582 kg per cápita/año
  • Reducir la basura doméstica en un 30% en 2021
  • Después de 2021 reducir la basura doméstica en un 20% adicional en 2028
  • Reducir los propios residuos públicos del Consejo de Auckland en un 60% en 2024

Los beneficios del Plan

El Plan de Minimización y Gestión de Residuos de Auckland de 2018 pone de relieve que la generación de residuos comporta diferentes y cuantiosos costes que repercuten sobre la sociedad y el medio ambiente. Son costes tanto tangibles como intangibles. Respecto a los primeros se estima que se gastan cada año unos 120 millones de dólares en la recogida y tratamiento de los residuos de la ciudad.  Además, a estos costes económicos hay que sumarles otros, de carácter medioambiental y social, que son poco visibles: pérdida de recursos naturales, gastos energéticos, riesgos, pérdidas laborales… Los residuos llegan a ser también parte de otros problemas como la contaminación marina, el cambio climático y la desigualdad social.

Por lo tanto, son evidentes los beneficios potenciales que supone la implementación de un Plan que se centra en promover la minimización de la generación de residuos y en llevar a cabo una gestión adecuada de los mismos

El Plan de 2018 destaca, además, los siguientes beneficios económicos, sociales, culturales y medioambientales que conlleva abogar por una visión Zero Waste:

  • Las empresas que auditan sus procesos bajo el prisma de Zero Waste pueden impulsar la eficiencia de los recursos, la innovación y las ganancias de productividad.
  • Los hogares pueden generar cambios en sus compras, reduciendo gastos y residuos.
  • Los residuos pasan a convertirse en materias primas y recursos con valor económico. Se estima que en 2016 la cantidad de material reciclable enviado a vertederos procedente de fuentes domésticas y comerciales podría haber generado entre 15 y 73 millones de dólares.

Para más información:

Auckland Waste Management and Minimisation Plan 2018

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Economía y planificación, en palabras del físico Albert Einstein

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Albert Einstein (1879-1955), además de célebre científico, fue un gran humanista preocupado por el porvenir de la sociedad. No sólo se ocupó de la ciencia sino que, como plasmó en sus escritos, la curiosidad intelectual lo llevó a reflexionar sobre temas diversos, entre ellos, la economía,  el progreso y la justicia social.

Como expresó en el discurso que pronunció ante una asamblea de estudiantes pacifistas alemanes hacia el año 1930, la planificación es necesaria si queremos resolver el problema de la pobreza y alcanzar una sociedad más justa.

«Hoy podemos producir, con muchísimas menos horas de trabajo, el suministro necesario de alimentos y bienes de consumo. En cambio, se ha hecho mucho más difícil el problema de la distribución del trabajo y de los bienes manufacturados. Todos creemos que el libre juego de las fuerzas económicas, el afán individual incontrolado de riqueza y de poder, ya no conducen automáticamente a una solución aceptable de estos problemas. Hay que organizar la producción, el trabajo y la distribución, siguiendo un plan definido, para evitar que se pierdan valiosas energías productivas y que grandes sectores de la población se empobrezcan y desmoralicen».

Igualmente, sensibilizado como estaba con el grave problema del paro que sacudía a Estados Unidos en los años 30 del siglo pasado, Albert Einstein llegó a pronunciar las siguientes palabras:

«Pero el libre juego de las fuerzas económicas no vencerá por sí solo automáticamente estas dificultades. La comunidad ha de aplicar normas que impongan una distribución razonable del trabajo y de los bienes de consumo entre todos los seres humanos. Sin esto, la asfixia alcanzará hasta a los habitantes del país más rico. El hecho es que, dado que el volumen de trabajo necesario para cubrir las necesidades de todos es menor gracias a la mejora de los métodos técnicos, el libre juego de las fuerzas económicas ya no genera una situación en la que pueda encontrar empleo todo el trabajo disponible. Son necesarias una organización y una legislación adecuadas para que los resultados del progreso técnico beneficien a todos».

Para leer más:

Albert Einstein: Mis ideas y opiniones. Antoni Bosch, Barcelona, 2011.