En octubre de 1982 vio la luz la Carta Mundial de la Naturaleza, un documento aprobado en en seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas que requiere un mayor compromiso por parte de los Estados y la sociedad en general. Hoy, casi cuatro décadas después, sigue siendo ineludible procurar la preservación de la Naturaleza ante las diversas y crecientes amenazas que atraviesa.
La Carta Mundial de la Naturaleza de 1982 nos aporta unas convicciones fundamentales sobre la necesaria armonía que ha de existir entre el hombre y la naturaleza, y una serie de principios generales de conservación. Para el adecuado cumplimiento de estos principios la Carta propone la aplicación de distintas medidas, entre las que se encuentran las siguientes:
1. Integrar la conservación de la naturaleza en la planificación y realización de las actividades del desarrollo social y económico.
2. Utilizar de forma eficiente los recursos naturales, evitar su despilfarro y fomentar el reaprovechamiento y el reciclaje.
3. Evitar la descarga de sustancias contaminantes en los sistemas naturales.
4. Incorporar los principios enunciados en la Carta, según corresponda, en el derecho y la práctica de cada Estado y adoptarlos también a nivel internacional.
5. Difundir ampliamente por todos los medios, en especial por la enseñanza ecológica, que será parte de la educación general, los conocimientos relativos a la naturaleza.
6. Incluir en toda planificación, entre sus elementos esenciales, la elaboración de estrategias de conservación de la naturaleza, el establecimiento de inventarios de los ecosistemas y la evaluación de los efectos que hayan de surtir sobre la naturaleza las políticas y actividades proyectadas, así como los procesos de información y participación de la población.
7. Asegurar la disponibilidad de los medios financieros, los programas y las estructuras administrativas necesarias para alcanzar los objetivos de la conservación de la naturaleza.
8. Trabajar para profundizar el conocimiento de la naturaleza mediante la investigación científica y divulgar ese conocimiento sin restricción alguna.
9. Seguir muy de cerca el estado de los procesos naturales, los ecosistemas y las especies a fin de que se pueda descubrir lo antes posible cualquier deterioro o amenaza, tomar medidas oportunas y facilitar la evaluación de las políticas y técnicas de conservación.
10. Evitar las actividades militares perjudiciales para la naturaleza.
11. Cooperar en la tarea de conservar la naturaleza con actividades conjuntas entre los distintos agentes (administraciones públicas, particulares, empresas…)
12. Establecer normas relativas a los productos y a los procedimientos de fabricación que puedan tener efectos perjudiciales sobre la naturaleza.
13. Aplicar las disposiciones jurídicas internacionales pertinentes que propendan a la conservación de la naturaleza o a la protección del medio ambiente.
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