
Cuando el dolor se instala en el alma la naturaleza puede aliviarlo.
Este pensamiento nos lo transmite el escritor canario Alonso Quesada (1886-1925) en un poema de su obra Los caminos dispersos.
El poeta, sumido en una nostalgia asolada, descubre cómo su ánimo pudo haber sido distinto si su conciencia hubiese captado todas las bondades de las retamas que aquella mañana primaveral se encontró en el camino.
¿El hogar laborado tiene un valor seguro? Yo tengo ahora una perspectiva de hogar en esta pura mañana. Pero como mi palabra es casi muda y cada vez más lejana, seguirá el camino sin la mano necesaria. ¡Ah, si hubiera puesto en mi conciencia alguna vez el olor y la alegría de estas maravillosas retamas y no el viento arenoso de una complicación disparatada! ¿Pues qué soy yo sino barro frágil, y qué es mi cuerpo sino orza de barro con miel de sueño en las entrañas...?
Para leer más:
Alonso Quesada: Poesía. Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2013.