El dinero en palabras de Albert Einstein

1. Londres_Natural History Museum y The National Gallery_2019.04.27
The National Gallery, Londres

El célebre científico Albert Einstein (1879-1955) nos dejó un importante legado en el mundo de la física. Sin embargo, sus aportaciones como humanista, que no son tan conocidas, han resultado ser igualmente valiosas en campos tan diversos como la ética, la paz, la política, la educación, la economía

Sus reflexiones sobre el dinero y el progreso de la humanidad llevaron a Albert Einstein a escribir en 1934 estas palabras:

«Estoy absolutamente convencido de que no hay riqueza en el mundo que pueda ayudar a la humanidad a progresar, ni siquiera en manos del más devoto partidario de tal causa. Sólo el ejemplo de los individuos grandes y puros puede llevarnos a pensamientos y acciones nobles. El dinero sólo apela al egoísmo e invita irresistiblemente al abuso.

¿Puede alguien imaginarse a Moisés, Jesús o Gandhi armados con las bolsas de dinero de Carnegie

Para leer más:

Albert Einstein: Mis ideas y opiniones. Antoni Bosch, Barcelona, 2011.

 

 

Anuncio publicitario

El amor al campo del hombre moderno en la obra de Antonio Machado

_Z0B5811

La obra literaria de Antonio Machado (1875-1939) va más allá de la poesía y se extiende hasta los terrenos filosófico, moral y político en obras como la de Juan de Mairena. En este clásico de la literatura española del siglo XX las reflexiones de su protagonista ante sus alumnos nos invitan a meditar al tiempo que nos iluminan sobre la rotunda actualidad de muchos de los asuntos que trata.

En una de sus clases, el maestro Juan de Mairena centra su atención en la relación que mantenemos con la naturaleza. De esta forma responde Machado -el autor- a través de Mairena -su personaje- a la cuestión de si el hombre moderno posee un verdadero amor al campo:

“Pero no debemos engañarnos. Nuestro amor al campo es una mera afición al paisaje, a la Naturaleza como espectáculo. Nada menos campesino y, si me apuráis, menos natural que un paisajista. Después de Juan Jacobo Rousseau, el ginebrino, espíritu ahíto de ciudadanía, la emoción campesina, la esencialmente geórgica, de tierra que se labra, la virgiliana y la de nuestro gran Lope de Vega, todavía, ha desaparecido. El campo para el arte moderno es una invención de la ciudad, una creación del techo urbano y del terror creciente a las aglomeraciones urbanas.

¿Amor a la Naturaleza? Según se mire. El hombre moderno busca en el campo la soledad, cosa muy poco natural. Alguien dirá que se busca a sí mismo. Pero lo natural en el hombre es buscarse en su vecino, en su prójimo, como dice Unamuno, el joven y sabio rector de Salamanca. Más bien creo yo que el hombre moderno huye de sí mismo hacia las plantas y las piedras, por odio a su propia animalidad, que la ciudad exalta y corrompe. Los médicos dicen, más sencillamente, que busca la salud, lo cual, bien entendido, es indudable”.

Para leer más:

Antonio Machado (1936): Juan de Mairena.