
La ciencia económica tiene como principal máxima el propósito de gestionar de forma eficiente recursos, como el trabajo y el capital, que son considerados limitados, para producir bienes y servicios que permitan satisfacer las necesidades materiales de las personas.
Sin embargo, tal consideración no ha sido otorgada con la misma atención a los recursos naturales. El desarrollo de la disciplina económica durante las últimas décadas ha terminado por implantar un enfoque hegemónico de la economía que soslaya toda relación con la naturaleza, más allá de percibirla como un campo ilimitado de extracción de recursos materiales y de sumidero de residuos.
Como expresó en las siguientes líneas el economista español José Luis Sampedro (1917-2013), si queremos disponer de un futuro sostenible para nuestro planeta, el criterio ecológico de preservar la naturaleza no puede estar eclipsado por el criterio del lucro inmediato.
«Por otra parte, la economía se ocupa de recursos limitados y, dada nuestra dependencia de la naturaleza, no cabe olvidar la exigencia de respetar el medio ambiente. El criterio ecológico se impone cada día más, ante las destrucciones ya realizadas por haberse actuado pensando solamente en los beneficios monetarios inmediatos, sin advertir las ventajas futuras que quedaban destruidas para siempre con la operación. Las talas en la selva amazónica, que continúan sin interrupción, son un impresionante ejemplo de los daños que nos estamos causando y los graves perjuicios para el futuro, si se dejan en libertad ciertas actividades, a merced únicamente de criterios lucrativos inmediatos”.
Para leer más:
Sampedro, José Luis: El mercado y la globalización. Ediciones Destino, Madrid, 2003.


