Lucro y medio ambiente: una cita con José Luis Sampedro

La ciencia económica tiene como principal máxima el propósito de gestionar de forma eficiente recursos, como el trabajo y el capital, que son considerados limitados, para producir bienes y servicios que permitan satisfacer las necesidades materiales de las personas.

Sin embargo, tal consideración no ha sido otorgada con la misma atención a los recursos naturales. El desarrollo de la disciplina económica durante las últimas décadas ha terminado por implantar un enfoque hegemónico de la economía que soslaya toda relación con la naturaleza, más allá de percibirla como un campo ilimitado de extracción de recursos materiales y de sumidero de residuos.

Como expresó en las siguientes líneas el economista español José Luis Sampedro (1917-2013), si queremos disponer de un futuro sostenible para nuestro planeta, el criterio ecológico de preservar la naturaleza no puede estar eclipsado por el criterio del lucro inmediato.

«Por otra parte, la economía se ocupa de recursos limitados y, dada nuestra dependencia de la naturaleza, no cabe olvidar la exigencia de respetar el medio ambiente. El criterio ecológico se impone cada día más, ante las destrucciones ya realizadas por haberse actuado pensando solamente en los beneficios monetarios inmediatos, sin advertir las ventajas futuras que quedaban destruidas para siempre con la operación. Las talas en la selva amazónica, que continúan sin interrupción, son un impresionante ejemplo de los daños que nos estamos causando y los graves perjuicios para el futuro, si se dejan en libertad ciertas actividades, a merced únicamente de criterios lucrativos inmediatos”.

Para leer más:

Sampedro, José Luis: El mercado y la globalización. Ediciones Destino, Madrid, 2003.

Ejecutivos y naturaleza: una cita con Pedro Lezcano

En el seno de la sociedad moderna, que tiende a equiparar éxito con maximización de beneficios y acumulación de riqueza, se ha desarrollado un estilo de vida cada vez más urbano en el que la aceleración y el dinero alcanzan a penetrar en la población como elementos intrínsecos de su día a día. La contrapartida de este modelo de vida competitivo es que ha llevado a que un segmento más o menos amplio de la colectividad se haya distanciado de la naturaleza y no llegue nunca a experimentar lo que significa el contacto con las plantas y los animales, siquiera los domésticos.

Traemos hasta aquí las palabras del escritor Pedro Lezcano (1920-2002) que, con su artículo literario Ejecutivos, nos ofrece una reflexión crítica sobre el modo de vida actual, representado por este grupo de la sociedad, para el que la insensibilidad con la naturaleza, y también con sus semejantes, puede llegar a dominarlo.

Hay personas que pasan por la vida sin aprenderse el nombre de los árboles, sin escuchar el trino de un pájaro en su casa, sin conocer la grata compañía de un animal amigo.

Muchos ejecutivos importantes ignoran o desdeñan la ternura de un animal doméstico que ama a los niños de la casa más tiernamente que su propio padre. Como dioses de altísimos Olimpos, jamás se arrodillaron en su vida para jugar con un cachorro.

Nunca conocerán que hay otros seres vivos que dedican su vida a buscar la caricia, a celebrar con gestos la alegría de otros, a entristecerse por la pena de quienes les rodean.

Aquel que haya pasado por la vida tan insensiblemente como un glaciar humano, difícilmente pudo amar al hombre y sus desdichas, y en mínima porción se amó a sí mismo, puesto que despreció la amistad de los más fieles amantes de la Tierra”.

Para leer más:

Lezcano, Pedro: Narraciones. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2016.

La especie humana, el lobo y el microbio: una cita con Pedro Lezcano

La especie humana, en su afán de diferenciarse de los demás seres vivientes del planeta Tierra, ha decidido autodenominarse Homo Sapiens. Nos presentamos como seres racionales y superiores. Y, aun reconociendo que no somos perfectos, desde un punto de vista ético, para justificar nuestras imperfecciones hemos llegado a equipararnos, injustamente, con los lobos por la discutible amenaza que infunden estos animales allá por donde pisan.

Traemos hasta aquí las palabras del escritor Pedro Lezcano (1920-2002) que, con su artículo literario Microbios, nos ofrece una reflexión crítica sobre el papel de la especie humana en su relación con el medio ambiente. Desde el punto de vista ecológico, para Lezcano, la vida del ser humano, dados sus crecientes impactos sobre los ecosistemas y las especies, realmente se aproximaría más a la del microbio que a la del lobo.

“Faltando a la verdad y a la modestia, la especie humana gusta situarse en la cúspide de la escala biológica. El hombre se proclama detentador de todos los derechos, racional exclusivo, favorito de la divinidad. En ocasiones el filósofo cuestiona tanta perfección llamándose a sí mismo “homini lupus”, como si el calumniado lobo fuera capaz, como el hombre, de practicar en su manada el expolio, la esclavitud y el exterminio.

Pero es fuera del campo de la ética social donde el hombre desmiente su mitológica superioridad. Es en la ecología donde la especie humana desciende, no ya al peldaño de la fiera con honesta hambre, sino al más ínfimo escalón zoológico de la naturaleza: al nivel del bacilo.

(…) Este abyecto y minúsculo ser vivo, en un alarde inconcebible de estupidez, enfanga, caseifica, infecta y asesina al único sostén de su propia vida. Y acaba sin remedio pereciendo con la putrefacción de su propia víctima.

Ignoramos si los bacilos destructores de su único medio ambiente también se llaman a sí mismos microbios racionales”.

Para leer más:

Lezcano, Pedro: Narraciones. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2016.