Evaluando el objetivo energético (ODS7) de la Agenda 2030

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Central geotérmica, Islandia

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS7 (Energía asequible y no contaminante), que queda definido en los siguientes términos:

«Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos»

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar las siguientes medidas recogidas en la Agenda 2030:

  • Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos, de aquí a 2030.
  • Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas, de aquí a 2030.
  • Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética, de aquí a 2030.
  • De aquí a 2030, aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
  • De aquí a 2030, ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.

Los resultados recogidos en el informe SDG Index and Dashboards Report 2018, elaborado por  SDSN y Bertelsmann Stiftung, nos muestran los progresos alcanzados por los países respecto al cumplimiento de los 17 ODS de la Agenda 2030.

En dicha evaluación se utiliza una metodología de índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

En el caso del ODS7 el índice sintético se ha construido a partir de los tres indicadores siguientes para los que se dispone de datos:

  • Porcentaje de población total que tiene acceso a electricidad.
  • Porcentaje de población total que utiliza para cocinar combustibles y tecnologías limpios.
  • Emisiones de CO2 de combustibles fósiles por producción de electricidad.

Los resultados obtenidos para el ODS7 (Energía asequible y no contaminante) concluyen que de los 156 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Islandia (98,9), Suecia (97,7) y Noruega (97,4). Estos tres países de alto PIB per capita están en la senda de cumplir con este objetivo de la Agenda 2030 sin necesidad de afrontar mayores retos.

Les siguen, a continuación, en orden de puntuación Uruguay (94,9), Francia (94,6), Suiza (94,2), Finlandia (93,7), Armenia (93,6) y Nueva Zelanda (92,7), que también están cumpliendo favorablemente el ODS7, sin necesidad de retos adicionales que afrontar, a excepción de Francia ante el problema de las emisiones de CO2.

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Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al objetivo energético de la Agenda 2030 la presenta un amplio grupo de países pertenecientes al continente africano, que cuentan con un bajo PIB per capita, como son Liberia (0,0), Burundi (0,1), Chad (0,8), República Centroafricana (1,8), Malaui (2,1), Sierra Leona (2,2), Níger (2,3), Madagascar (4,2), Ruanda (5,9) y Uganda (6,2).

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Para más información:

2018 SDG Index and Dashboards

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Evaluando el estado de los ecosistemas terrestres (ODS15)

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Parque Nacional Pirin, Bulgaria

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), que queda definido en los siguientes términos:

«Proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de diversidad biológica».

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas como las siguientes para:

  • Velar por la conservación de los bosques, humedales y ecosistemas montañosos.
  • Promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques y poner fin a la deforestación.
  • Luchar contra la desertificación y rehabilitar las tierras y los suelos degradados.
  • Proteger las especies amenazadas y evitar su extinción.
  • Poner fin a la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna.
  • Prevenir la introducción de especies exóticas invasoras.
  • Integrar los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad.

Para evaluar los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, disponemos de la amplia batería de indicadores empleados en el informe elaborado por  SDSN y Bertelsmann Stiftung: SDG Index and Dashboards Report 2018. Los resultados obtenidos en su edición de 2018 nos aproximan a conocer cuál es la situación de los ecosistemas terrestres del planeta, país por país, y en qué grado se van alcanzando las metas establecidas en la Agenda 2030.

Para dicha evaluación se utiliza una metodología de índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

Así, respecto al ODS15 (Vida de ecosistemas terrestres) los resultados obtenidos concluyen que de los 156 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Bulgaria (90,7), República del Congo (90,4), República Centroafricana (89,3) y Gabón (85,2). Los cuatro están en condiciones de cumplir completamente con el ODS15 en 2030. Les siguen, a continuación, cinco países del continente europeo: República Checa (83,8), Polonia (83,8), Rumanía (80,6), Italia (80,5) y Eslovenia (79,8), que han de afrontar algunos retos si quieren cumplir con la Agenda 2030 en este objetivo.

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Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al estado de los ecosistemas terrestres la presenta Mauricio (25,7), seguido de Montenegro (27,6) y Uruguay (31,7).

A continuación se sitúan dos países que disfrutan de unas altas rentas per cápita y grandes valores naturales, pero que, sin embargo, presentan un estado de sus ecosistemas terrestres claramente insuficiente. Son Islandia (33,4) y Nueva Zelanda (34,2).

En el caso de Islandia, ha de afrontar una mayor protección de sus ecosistemas terrestres y de agua dulce importantes para la biodiversidad y también combatir las amenazas a la biodiversidad que les llegan del exterior. Nueva Zelanda, por su parte, principalmente ha de mejorar, y en gran medida, su índice de Lista Roja de supervivencia de especies, así como aumentar la protección de sus ecosistemas de agua dulce importantes para la biodiversidad. Ambos países, necesitan, por tanto, realizar mayores esfuerzos si pretenden cumplir el ODS15 de la Agenda 2030.

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Para más información:

2018 SDG Index and Dashboards

Suecia, referente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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Fuente: SDN y Bertelsmann Stiftung: SDG Index and Dashboards Report 2018.

En el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, la elaboración de un índice ODS permite evaluar los progresos en la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que van alcanzando los países del planeta.

En su edición de 2018 el Informe de SDN y Bertelsmann Stiftung (SDG Index and Dashboards Report 2018) nos revela que de un total de 156 países del mundo para los que se ha contado con datos suficientes, Suecia es el país del planeta que más está cumpliendo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en su conjunto, establecidos en la Agenda 2030.  Para dicho año 2018 el valor del índice ODS de Suecia se cifra en 85 sobre un máximo de 100.

En una análisis más pormenorizado del índice ODS, los resultados obtenidos por objetivos muestran que para 12 de los 17 ODS Suecia se sitúa entre los 25 países del planeta con mejor puntuación.

Así, los mejores resultados relativos, en un contexto mundial, los alcanza Suecia en los siguientes ODS:

  • Reducción de las desigualdades (ODS10), para el que Suecia alcanza el máximo valor de 100, lo que hace que se sitúe, junto con Noruega y Eslovenia, en la primera posición de los 156 países.
  • Energía asequible y no contaminante (ODS7), para el que se sitúa en la segunda mejor posición tras Islandia.
  • Igualdad de género (ODS5), también en segunda posición tras Islandia.
  • Industria, innovación e infraestructura (ODS9), para el que toma la posición segunda tras Suiza.
  • Salud y bienestar (ODS3), objetivo para el que Suecia se encuentra en tercer lugar tras Noruega y Suiza.

Por el contrario, los objetivos para los que Suecia toma los peores resultados relativos son los siguientes:

  • Producción y consumo responsables (ODS12) que, con un valor de 56,8 sobre 100, hace que Suecia se sitúe en la posición 123 a nivel mundial respecto a este ODS.
  • Acción por el clima (ODS13), objetivo para el que toma la posición 86.
  • Vida de ecosistemas terrestres (ODS15), para el que sitúa en la posición 74.

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De forma complementaria al índice ODS, del que se desprende que Suecia se encuentra en una situación privilegiada en el contexto mundial, convirtiéndose en un referente de desarrollo sostenible para otros países, el informe de 2018 aporta también un análisis de panel de los ODS para cada uno de los países analizados.

De la evaluación del panel de los ODS de Suecia, se pueden extraer las siguientes conclusiones principales:

  • Para dos Objetivos de Desarrollo Sostenible (en color verde) Suecia ya ha alcanzado los umbrales deseados en 2030: Fin de la pobreza (ODS1) y Energía asequible y no contaminante (OD7).
  • Para nueve objetivos (en color amarillo), Suecia tiene aún algunos retos que resolver, si bien, en general, se encuentra en la senda de alcanzar los valores deseados para 2030.
  • Para cuatro ODS (en naranja), permanecen en este país retos significativos para llegar a cumplir con la Agenda 2030: Hambre cero -que abarca también lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover una agricultura sostenible- (ODS2); Educación de calidad (ODS4); Vida submarina (OD14) y Vida de ecosistemas terrestres (ODS15).
  • Finalmente, en dos ODS (en rojo) Suecia se enfrenta a los mayores retos para cumplir con la Agenda 2030: Producción y consumo responsables (ODS12) y Acción por el clima (ODS13).
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Fuente: SDN y Bertelsmann Stiftung: SDG Index and Dashboards Report 2018.

Para más información:

2018 SDG Index and Dashboards

La Cumbre de Río+20 y sus principales conclusiones para el desarrollo sostenible

P. N. de Pirin, Bulgaria

Veinte años después de la Cumbre de la Tierra se celebró en junio de 2012, nuevamente en Río de Janeiro, una Cumbre de las Naciones Unidas sobre medio ambiente. En esta ocasión, la Conferencia tomó la denominación de Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible, conocida también como Río +20.

Uno de los principales resultados de Río+20 fue el documento «El futuro que queremos«. En él los Estados proclaman, al igual que en la Declaración de Johannesburgo de 2002, una renovación del compromiso en favor del desarrollo sostenible, ya expresado en anteriores documentos de las Naciones Unidas (Declaración de Río, Programa 21, Declaración de Johannesburgo, etc.) y reafirman la necesidad de promover una ordenación integrada y sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas.

Los Estados reunidos en Río +20 reconocen expresamente que desde Río 92 los progresos han sido insuficientes y es necesario acelerar los avances en la protección del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático para la que se requieren «medidas urgentes y ambiciosas».

Se insiste en que es fundamental, para la sostenibilidad ambiental y la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica y los ecosistemas, la adopción de medidas urgentes en relación con las modalidades insostenibles de producción y consumo.

En la sección V, Marco para la acción y el seguimiento, del documento «El futuro que queremos» se establecen objetivos en áreas temáticas relacionadas con la sostenibilidad como las siguientes: energía, turismo sostenible, transporte sostenible, ciudades y asentamientos humanos sostenibles, océano y mares, cambio climático, bosques, biodiversidad, desertificación, degradación de la tierra y sequía, montañas, productos químicos y desechos, consumo y producción sostenibles y minería.

Otros aspectos destacables de Río+20 fue la introducción del concepto de «economía verde», que se considera que es uno de los instrumentos disponibles más importantes para lograr el desarrollo sostenible. Las políticas de economía verde deberán ponerse en práctica siguiendo la Declaración de Principios y el Programa 21 aprobados en Río 92 y el Plan de Aplicación de las Decisiones de Johannesburgo aprobado en 2002.

También en Río+20 se invita a la Asamblea General de la ONU para que apruebe una resolución que fortalezca el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como principal autoridad ambiental mundial.

Destacamos a continuación algunas de las principales conclusiones recogidas en el documento «El futuro que queremos», que resultan fundamentales para la sostenibilidad ambiental:

Otras medidas de prosperidad.

«Reconocemos la necesidad de establecer formas más variadas de medir los avances que complementen al producto interno bruto, con el fin de informar mejor las decisiones de política…» (párrafo 38).

Madre Tierra.

«Reconocemos que el planeta Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar y que “Madre Tierra” es una expresión común en muchos países y regiones, y observamos que algunos países reconocen los derechos de la naturaleza en el contexto de la promoción del desarrollo sostenible. Estamos convencidos de que, para lograr un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armonía con la naturaleza» (párrafo 39).

Enfoque global e integrado.

«Pedimos que se adopten enfoques globales e integrados del desarrollo sostenible que lleven a la humanidad a vivir en armonía con la naturaleza y conduzcan a la adopción de medidas para restablecer el estado y la integridad del ecosistema de la Tierra» (párrafo 40).

Economía verde.

«Afirmamos que cada país dispone de diferentes enfoques, visiones, modelos e instrumentos, en función de sus circunstancias y prioridades nacionales, para lograr el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones, que es nuestro objetivo general. A este respecto, consideramos que la economía verde en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza es uno de los instrumentos más importantes disponibles para lograr el desarrollo sostenible y que podría ofrecer alternativas en cuanto a formulación de políticas, pero no debería consistir en un conjunto de normas rígidas» (párrafo 56).

Producción y consumo insostenibles.

«Reconocemos que la adopción de medidas urgentes en relación con las modalidades insostenibles de producción y consumo, cuando ocurran, sigue siendo fundamental para ocuparse de la sostenibilidad ambiental y promover la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica y los ecosistemas, la regeneración de los recursos naturales y la promoción de un crecimiento mundial inclusivo y equitativo» (párrafo 61).

Objetivos para la acción.

«También subrayamos que los objetivos de desarrollo sostenible deben estar orientados a la acción, ser concisos y fáciles de comunicar, limitados en su número y ambiciosos, tener un carácter global y ser universalmente aplicables a todos los países, teniendo en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo nacionales y respetando las políticas y prioridades nacionales» (párrafo 247).

Evaluar el progreso.

«Reconocemos la necesidad de evaluar el progreso hacia la consecución de los objetivos y de establecer metas e indicadores conexos, teniendo en cuenta las diferentes circunstancias, capacidad y niveles de desarrollo nacionales» (párrafo 250).

Para más información:

Naciones Unidas: Río +20

 

 

 

 

El desarrollo sostenible en la Declaración de Johannesburgo de 2002

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En 2002, diez años después de Río 92 y treinta años desde Estocolmo 1972, las Naciones Unidas celebran en Johannesburgo (Sudáfrica) la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Con esta Cumbre los Estados en ella representados reafirman su compromiso en pro del desarrollo sostenible y se comprometen a verificar regularmente los avances hacia los objetivos y metas de desarrollo sostenible.

Uno de los resultados de dicha Cumbre fue la conocida Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible, que consta de 37 principios, de los cuales destacamos aquí los siguientes:

Las generaciones futuras:

«…actuemos de manera tal que ellos [los niños] puedan heredar un mundo libre de las indignidades y los ultrajes que engendran la pobreza, la degradación ambiental y el desarrollo insostenible» (Principio 3).

El desarrollo sostenible:

«…promover y fortalecer, en los planos local, nacional, regional y mundial, el desarrollo económico, desarrollo social y la protección ambiental, pilares interdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible» (Principio 5).

Los objetivos primordiales:

«…la erradicación de la pobreza, la modificación de pautas insostenibles de producción y consumo y la protección y ordenación de la base de recursos naturales para el desarrollo social y económico son objetivos primordiales y requisitos fundamentales de un desarrollo sostenible» (Principio 11).

El deterioro del medio ambiente:

«El medio ambiente mundial sigue deteriorándose. Continúa la pérdida de biodiversidad; siguen agotándose las poblaciones de peces; la desertificación avanza cobrándose cada vez más tierras fértiles; ya se hacen evidentes los efectos adversos del cambio del clima; los desastres naturales son más frecuentes y más devastadores, y los países en desarrollo se han vuelto más vulnerables, en tanto que la contaminación del aire, el agua y los mares sigue privando a millones de seres humanos de una vida digna» (Principio 13).

Los servicios básicos:

«…aumentar rápidamente el acceso a los servicios básicos, como el suministro de agua potable, el saneamiento, una vivienda adecuada, la energía, la atención de la salud, la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad» (Principio 18).

Los medios:

«…la sociedad mundial tiene los medios y los recursos para responder a los retos de la erradicación de la pobreza y el logro del desarrollo sostenible que enfrenta toda la humanidad. Unidos redoblaremos nuestros esfuerzos para que esos recursos disponibles sean aprovechados en beneficio de todos» (Principio 21).

La unión:

«…aunar esfuerzos, resueltos a salvar nuestro planeta, promover el desarrollo humano y lograr la prosperidad y la paz universales». (Principio 35).

 

Con el fin de poner en práctica los compromisos asumidos se aprueba también en Johannesburgo el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Este Plan, que consolida los principios de la Declaración de Río, la aplicación del Programa 21 y su plan de ejecución, y la Declaración del Milenio, entre otros documentos, expone un listado de objetivos de carácter medioambiental en diversas áreas (energía, recursos hídricos, residuos, productos químicos, diversidad biológica, océanos, zonas costeras, cambio climático, desertificación, bosques…).

Otro de los aspectos en lo que se incide en Johannesburgo 2002 es en la necesaria integración medioambiental en todas las actividades económicas (turismo, agricultura, transporte, etc.).

Asimismo, se aboga por reforzar la aplicación del Programa 21, que fue uno de los principales resultados de Río 92.

Como en Cumbres anteriores se deja constancia nuevamente de la necesidad de modificar los modos de producir y consumir, que siguen siendo insostenibles. Textualmente, se expresa que «para lograr el desarrollo sostenible a nivel mundial es indispensable introducir cambios fundamentales en la forma en que producen y consumen las sociedades». Para contribuir a la modificación de estos patrones de producción y consumo imperantes, se propone la elaboración de planes nacionales y regionales de diez años de duración. De esta forma se aumentaría la eficiencia y la sostenibilidad de la utilización de recursos y los procesos de producción, y se reduciría la degradación de los recursos, la contaminación y los residuos, procurándose la desvinculación entre crecimiento económico y degradación del medio ambiente.

 

Para más información:

ONU: Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002)

El Convenio sobre la Diversidad Biológica de 1992

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en el año 1992, marcó un punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. En Río 92 se constató la especial preocupación por los impactos graves que las actividades humanas han ido produciendo sobre el medio ambiente, en especial dos: el aumento sustancial de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y la considerable reducción de la diversidad biológica. 

Ante el problema de la progresiva pérdida de biodiversidad en nuestro planeta, los Estados reunidos en dicha Cumbre internacional sacaron adelante un importante tratado, jurídicamente vinculante, que más de 25 años después sigue siendo trascendental: el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que entró en vigor el 29 de diciembre de 1993, lo conforman un Preámbulo, 42 artículos y dos anexos. Destacamos aquí algunos de sus puntos más relevantes.

En su Preámbulo se pone de manifiesto:

  • La toma de consciencia por «el valor intrínseco de la diversidad biológica y de los valores ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos de la diversidad biológica y sus componentes».
  • La preocupación por «la considerable reducción de la diversidad biológica como consecuencia de determinadas actividades humanas».
  • Que «es vital prever, prevenir y atacar en su fuente las causas de reducción o pérdida de la diversidad biológica».
  • Que «la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica tienen importancia crítica para satisfacer las necesidades alimentarias, de salud y de otra naturaleza de la población mundial en crecimiento…».
  • La necesidad de «conservar y utilizar de manera sostenible la diversidad biológica en beneficio de las generaciones actuales y futuras».

De su articulado destacamos los siguientes puntos:

El CDB tiene tres objetivos principales (artículo 1):

  • La conservación de la diversidad biológica.
  • La utilización sostenible de sus componentes.
  • La participación justa y equilibrada en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

Se entiende por «diversidad biológica» (artículo 2):

«la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres, marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas».

Se entiende por «utilización sostenible» (artículo 2):

«la utilización de componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las necesidades y las aspiraciones de las generaciones actuales y futuras».

En materia de planificación (artículo 6), el CDB establece  que cada Parte Contratante:

«a) Elaborará estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adoptará para ese fin las estrategias, planes o programas existentes, que habrían de reflejar, entre otras cosas, las medidas establecidas en el presente Convenio que sean pertinentes para la Parte Contratantes interesada.

b) Integrará, en la medida de lo posible y según proceda, la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica en los planes, programas y políticas sectoriales o intersectoriales».

Asimismo, el CDV invoca a los Estados a que adopten también otras medidas de especial importancia para el mantenimiento de la diversidad biológica (artículos 11-14), como las siguientes:

-Medidas económica y socialmente idóneas que incentiven la conservación y la utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica.

-Programas de educación y capacitación científica y técnica para la identificación, conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Fomento de la investigación que contribuya a la conservación y a la utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Promoción de la comprensión de la importancia de la conservación de la diversidad biológica, a través de los medios de información y de los programas educativos.

-Establecer procedimientos apropiados por los que se exija la evaluación de impacto ambiental de proyectos que puedan tener efectos adversos sobre la diversidad biológica.

Para más información:

ONU: Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992).

 

 

Principales conclusiones de Río 92 para la sostenibilidad

8. Cañón de las Cataratas_Smolyan. Bulgaria

Se cumplen veinticinco años desde que se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (junio de 1992). Esta Conferencia marcó un importante punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. A partir de Río 92 el concepto de desarrollo sostenible adquiere una proyección internacional hasta entonces desconocida.

Analizando los principales documentos aprobados, de principios (Declaración de Río), de carácter programático (Agenda 21) y de carácter ejecutivo (Convenios sobre el Cambio Climático y sobre la Diversidad Biológica), destacamos las siguientes conclusiones más relevantes para la sostenibilidad del desarrollo:

1. Entre los grandes desafíos a los que ha de enfrentarse la humanidad en el siglo XXI se encuentra el continuo empeoramiento de los ecosistemas de los que depende nuestro bienestar.

2. Se expresa el compromiso de luchar por el desarrollo sostenible. La protección del medio ambiente ha de ser una parte integrante del proceso de desarrollo de una sociedad.

3. Para alcanzar el desarrollo sostenible los Estados deben reducir y eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles, que son las principales causas del deterioro del medio ambiente.

4. Se han de promover modalidades de consumo y producción que reduzcan las tensiones sobre el medio ambiente al mismo tiempo que se satisfagan las necesidades básicas de la humanidad. Se han de considerar fórmulas que permitan compatibilizar el crecimiento económico con la reducción del uso de energía, materiales y de recursos naturales y con la mínima generación de residuos.

5. Hay que prestar especial atención a recursos críticos como el agua y la tierra, y a factores ambientales como el estado de los ecosistemas y la diversidad biológica.

6. La diversidad biológica presenta un valor intrínseco. Es importante para el mantenimiento de los sistemas necesarios para la vida, por lo que su conservación es un objetivo común de toda la humanidad. Se hace necesaria una utilización sostenible de la biodiversidad y evitar las causas de su reducción.

7. Se reconoce expresamente que las actividades humanas, principalmente de los países desarrollados, están haciendo aumentar sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero, lo que provocará un calentamiento adicional de la superficie y el clima de la Tierra, con potenciales consecuencias adversas para los ecosistemas naturales y la humanidad.

8. Debe procurarse la aplicación amplia del principio de precaución, principalmente cuando, en situaciones de falta de certeza científica, exista un peligro de daño grave o irreversible del medio ambiente.

9. Desde el punto de vista metodológico, se expresa la necesidad de fomentar la utilización de indicadores de desarrollo sostenible y de los sistemas de contabilidad ecológica y económica integrada, considerados estos últimos un complemento de los sistemas tradicionales de contabilidad nacional.

Para más información:

ONU (1992):

 

El desarrollo sostenible en la Declaración de Río 1992

27. S. Juan y  S. Pedro Atitlán. S. Pedro La Laguna. Guatemala

Hace 25 años, en el año 1992, se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Esta Conferencia marcó un punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. Fue la Cumbre sobre medio ambiente que reunió a un mayor número de Estados para debatir sobre los principales retos medioambientales del planeta. A partir de Río 92 el concepto de desarrollo sostenible adquiere una proyección internacional hasta entonces desconocida.

Uno de sus principales frutos de la Conferencia fue la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Declaración de Río), un documento de referencia clave para establecer las bases operacionales del concepto de desarrollo sostenible. De su Preámbulo y 27 principios que lo componen pueden extraerse las siguientes ideas fundamentales:

La Tierra (Preámbulo).

Se reconoce «la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar».

Los seres humanos (Principio 1):

«Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza».

Equidad intergeneracional (Principio 3):

«El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras».

Protección medioambiental (Principio 4):

«A fin de alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo».

Sostenibilidad (Principio 8).

“Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas”.

Criterio de precaución (Principio 15).

«Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberían aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente”

Criterio de quien contamina, paga (Principio 16).

«Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internacionalización de los costos ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el criterio de que el que contamina debería, en principio, cargar con los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés público sin distorsionar el comercio ni las inversiones internacionales».

Junto con la Declaración de Río se aprobaron en la misma Conferencia otros tres documentos de especial interés: el Programa 21 (Agenda 21) y los Convenios sobre el Cambio Climático y sobre la Diversidad Biológica.

Para más información:

ONU: Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo 1992.