La generación de residuos municipales en la Unión Europea (2000-2021)

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La generación de residuos es uno de los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta la sociedad moderna. Son múltiples los impactos que producen sobre los ecosistemas, en especial cuando no son objeto de una adecuada gestión. Además, conlleva, como es el caso, por ejemplo, de los envases y embalajes, la utilización de materiales y recursos naturales, que en muchos casos podrían haberse evitado, y el empleo de significativos recursos económicos para su correcto tratamiento posterior.

Por lo tanto, para avanzar en la senda del desarrollo sostenible, en materia de residuos es prioritario, incluso antes que la reutilización y el reciclaje, procurar su no generación y, en todo caso, su minimización.

Son muy diversos los tipos de residuos que se generan tanto en la producción como el consumo de bienes y servicios por parte de los distintos agentes. Entre ellos se encuentran los denominados residuos municipales, que son los generados por los hogares y otras fuentes de residuos similares (comercio, oficinas e instituciones públicas) cuya recogida compete a las autoridades locales.

El objetivo de hacer sostenible la producción y el consumo (ODS 12 de la Agenda 2030) exige un esfuerzo por parte de todos los agentes económicos para generar la menor cantidad posible de residuos. Si queremos conocer si la sociedad transita por la senda de sostenibilidad, es de especial interés, entre otros aspectos, realizar evaluaciones periódicas de la evolución que sigue la generación de residuos.

En el contexto europeo, para evaluar los progresos de los países de la Unión Europea (UE-27) en materia de generación de residuos municipales se dispone de los datos que publica  Eurostat. De acuerdo con dicho organismo estadístico, en el año 2021 se generó un total de 237 millones de toneladas de residuos municipales en la UE. Esta cantidad supone aproximadamente el 10% del total de residuos en sus diferentes tipos generados en la UE. Teniendo un modesto peso relativo, esta clase de residuos nos puede aportar, no obstante, información sobre si el consumo se encamina o se aleja de la sostenibilidad.

Desde una aproximación dinámica una primera conclusión general a la que se llega tras el análisis de los datos nos revela que durante el periodo 2000-2021 la generación de residuos municipales en la UE ha aumentado un 7,6%, al pasar de 220 a 237 millones de toneladas.

Como se observa en el siguiente gráfico, la generación total de residuos municipales en la UE ha estado afectada por el ciclo económico. En épocas como la de la Gran Recesión (2008-2014) la caída de la producción y el consumo ha comportado una menor generación de residuos domésticos. No obstante, una vez que la economía entra en una fase de recuperación, a partir de 2015 la generación de residuos vuelve a tomar una senda claramente creciente que prosigue hasta hoy. Es de destacar asimismo que incluso en el año 2020, especialmente afectado por los impactos sobre la economía de la crisis de la pandemia del COVID-19, la producción de residuos continuó aumentando.

G_residuos UE_total_2000-2021

Si analizamos la generación de residuos en términos relativos, esto es, en kilogramos de residuos generados por persona, se constata una evolución similar. En promedio un ciudadano comunitario generaba en el año 2000 un total de 513 kilogramos de residuos municipales. Dos décadas después, el valor de dicha ratio se ha incrementado, si bien con altibajos, hasta cifrarse en 530 kg per cápita en 2021. Por lo tanto, los datos apuntan a que los patrones de consumo no se han reorientado hacia la sostenibilidad sino más bien al contrario.

G_residuos UE_per cápita_2000-2021

En un análisis más detallado por países, se encuentran notables diferencias en el seno de la UE-27. En términos absolutos, los países que generan más residuos domésticos son Alemania (con el 23% del total de la UE), Francia (16%), Italia (12%) y España (9%). Estos cuatro países concentran, por tanto, el 60% del total frente al 40% restante que es generado por los otros 23 países que también pertenecen a la UE.

Si consideramos la ratio de kilogramos de residuos generados por persona, las divergencias entre países son muy significativas. En el año 2021 el país con más generación de residuos casi triplicó la cifra del que menos.

Así, con un promedio de 530 kilogramos per cápita de la UE en 2021, los Estados miembros con mayores ratios fueron Austria (834), Luxemburgo (793), Dinamarca (786), Bélgica (759) y Alemania (646). Por el contrario, los Estados con menos residuos per cápita fueron Rumanía (302), Polonia (362), Estonia (395), Bulgaria (408), Hungría (416) y Suecia (418).

G_residuos UE_Países_2021

Para más información:

Eurostat

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Evolución del consumo por habitante en la UE (1995-2021)

Puerto Cruz, crisis, saldos, 2012.06.25

Para evaluar el progreso de los países el indicador del PIB per cápita ha ocupado hasta la actualidad un lugar privilegiado. Durante décadas se ha defendido el uso de esta ratio como la mejor aproximación sintética del bienestar de la población. Recordemos, no obstante, que dicha medida se refiere estrictamente a la actividad económica, es decir, al valor de todos los bienes y servicios producidos en la economía de un territorio (país, región, ciudad…) durante un periodo de tiempo (generalmente un año), relativizándolo por el número de habitantes. En consecuencia, por su propia naturaleza son múltiples las limitaciones que presenta para medir el bienestar de las personas.

Como medida alternativa al PIB per cápita se dispone del indicador de consumo individual efectivo (CIE) que se viene empleando por considerarse una medida más adecuada para evaluar el bienestar material de la población. Se define como el valor monetario del consumo de los bienes y servicios adquiridos directamente por los hogares, así como los servicios prestados por las organizaciones sin ánimo de lucro y el Estado para el consumo de los individuos (educación, sanidad…). Dicho consumo se valora en euros pps (estándar de poder de compra), con objeto de corregir las diferencias nacionales en los niveles de precios permitiendo las comparaciones entre países, y se relativiza por el número de habitantes.

Siendo un indicador más adecuado que el PIB per cápita para medir el bienestar material, no hay que olvidar que el CIE tampoco está exento de importantes limitaciones, en especial si lo que perseguimos es, en realidad, evaluar el desarrollo sostenible. Es evidente que el consumo de bienes, que satisfacen necesidades materiales (básicas y no básicas), conlleva el uso de recursos naturales (materiales, agua, energía), cuyo impacto sobre el medio ambiente puede ser muy diverso (pérdida de biodiversidad, residuos, contaminación…). Por lo tanto, el CIE no nos aporta información sobre la sostenibilidad ambiental, sobre si ese consumo es sostenible. De igual forma, este indicador de consumo medio por habitante, por su propia concepción, no nos aproxima a evaluar los avances en equidad, pilar fundamental del desarrollo sostenible.

En el contexto de la Unión Europea, para conocer la evolución de dicha medida de consumo per cápita se cuenta con la estadística que elabora la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). En un análisis de los datos disponibles para el periodo 1995-2021 se evidencia, como primera conclusión general, que el nivel de consumo individual efectivo por habitante de la UE-27 ha aumentado de forma prácticamente continuada, pasando de 10.100 a 21.100 euros (pps), esto es, el nivel de consumo se ha multiplicado por 2,1 en poco más de 25 años. Como se observa en el siguiente gráfico, cabe apuntar que en dicha tendencia de generalizado crecimiento hubo sólo dos años, 2009 (con la Gran Recesión) y 2020 (con la pandemia del COVID-19), en los que el consumo por habitante se contrajo.

G_Consumo UE_1995-2021

En un análisis por países, de acuerdo con los últimos datos correspondientes al año 2021, nueve Estados miembros de la UE-27 presentan un consumo por habitante superior a la media comunitaria.

Luxemburgo encabeza la UE-27 al presentar un CIE de 144, esto es, supera en un 44% el consumo por habitante medio de la Unión. Le siguen Alemania (120), Dinamarca (119), Austria (116), los Países Bajos (115), Bélgica (115), Finlandia (112), Suecia (110) y Francia (110).

Por el contrario, 18 países de la UE-27 presentan un CEI inferior a la media. El menor consumo per cápita lo registra en 2021 Bulgaria (64), con un 36% inferior a la media comunitaria. Le siguen, a continuación, Hungría (69), Eslovaquia (71), Croacia (72) y Grecia (75), con valores que no superan el 75% de la media de la Unión.

Existe, por tanto, una amplia variación entre el país de mayor consumo por habitante, Luxemburgo (144) y el de menor consumo, Bulgaria (64), esto es, una brecha de 79 puntos en 2021. No obstante, dicha divergencia ha disminuido con el transcurso de los años. En 1995, el país de mayor consumo era igualmente Luxemburgo (156) que contrastaba en el otro extremo con Rumanía (33), registrándose entonces un diferencial de 124 puntos entre ambos. Precisamente Rumanía, junto con Lituania, Estonia, Letonia y Polonia, son los países que más han visto aumentar en términos relativos sus niveles de consumo por habitante durante el periodo 1995-2021.

CIE_UE_2021

Para más información:

Eurostat

Evaluando el estado de los ecosistemas terrestres (ODS15) en 2022

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La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), que queda definido en los siguientes términos:

«Proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de diversidad biológica».

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas para:

  • Velar por la conservación de los bosques, humedales y ecosistemas montañosos.
  • Promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques y poner fin a la deforestación.
  • Luchar contra la desertificación y rehabilitar las tierras y los suelos degradados.
  • Proteger las especies amenazadas y evitar su extinción.
  • Poner fin a la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna.
  • Prevenir la introducción de especies exóticas invasoras.
  • Integrar los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad.

Los indicadores empleados en el informe elaborado por SDSN y Bertelsmann Stiftung, Sustainable Development Report 2022, permiten evaluar los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 OD. Los resultados obtenidos en su edición de 2022 nos aproximan a conocer cuál es la situación de los ecosistemas terrestres, país por país, y en qué grado se van alcanzando las metas establecidas en la Agenda 2030.

Para dicha evaluación se utiliza una metodología de índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

Respecto al ODS15 para el cálculo de su índice sintético se ha contado con los siguientes indicadores:

  • Área media protegida en sitios terrestres importantes para la biodiversidad (%).
  • Área media protegida en sitios de agua dulce importantes para la biodiversidad (%).
  • Índice de Lista Roja de supervivencia de especies (0-1, peor-mejor).
  • Deforestación permanente (% de área forestal, media de 3 años).
  • Amenazas a la biodiversidad terrestre y agua dulce incorporadas en las importaciones (por millón de especies).

Esta selección de indicadores ha dejado sin evaluar, por carecer de  estadísticas, como indica el propio Informe de 2022, otros aspectos importantes del ODS15: la salud de los ecosistemas, el comercio de especies en peligro de extinción y las áreas protegidas por nivel de protección.

Con las puntuaciones obtenidas para el índice del ODS15 (Vida de ecosistemas terrestres) se obtienen resultados que nos permiten conocer cuál es la posición relativa de cada uno de los 163 países para los que se dispone de datos, dos países menos que en 2021. A diferencia del año anterior, en esta edición 2022 del Informe no se ha contado con información estadística de Cabo Verde y Vanuatu.

Así, como se recoge en el siguiente cuadro, los países mejor situados en el cumplimiento del objetivo de preservar la vida de los ecosistemas terrestres, establecido en la Agenda 2030, son los países bálticos de Letonia (97,9), Estonia (96,0) y Lituania (95,1). Les siguen, a continuación, con puntuaciones también superiores a 90, otros países europeos: Bulgaria (93,7), Dinamarca (92,8), República Checa (92,4) y Polonia (92,3).

C_25 países más_ODS15_2022

El análisis realizado de los datos recogidos en el Informe de 2022 nos lleva a concluir que en la actualidad de un total de 163 países sólo los tres países bálticos están en condiciones de cumplir completamente con el ODS15 de aquí a 2030. Hace un año eran siete los países que se encontraban en dicha situación favorable.

 

Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al estado de los ecosistemas terrestres la presenta Mauricio (26,4), seguido de Singapur (31,6), Yibuti (38,1), Malasia (39,8), Iraq (40,4), Camboya (43,8) y Fiji (44,1).

C_25 países menos_ODS15_2022

 

Si nos centramos en cuatro países que tienen un peso económico y/o demográfico importante, es destacable que ocupan posiciones relativas rezagadas en cuanto al cumplimiento del ODS15: Federación Rusa presenta la posición 79 en el ranking mundial del cumplimiento del ODS15, seguido por Estados Unidos (122), India (141) y China (148). De estos cuatro países sobresale, principalmente, la pérdida de posiciones que experimenta Estados Unidos respecto al año anterior (22 puestos menos que en 2021).

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2022.

 

El consumo de agua en España (2000-2020)

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Desde hace ya varias décadas los científicos nos vienen advirtiendo de que con el calentamiento global de la Tierra la disponibilidad de recursos hídricos se está convirtiendo en un problema creciente en cada vez más países del mundo. Esta nueva realidad nos demanda que hagamos un uso más eficiente y responsable del agua, recurso imprescindible para la vida.

En el contexto europeo, España es un país que no es ajeno al estrés hídrico. Por ello es de especial interés analizar cómo se está distribuyendo y consumiendo el agua, teniendo en cuenta que del total de agua captada para el consumo en 2020 el 66,5% proviene de aguas superficiales, el 27,6% es de origen subterráneo y el 5,9% restante procede de la desalación.

Las estadísticas que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos permiten conocer la evolución del consumo del agua suministrada a la red de abastecimiento público desde el año 2000.

Así, durante el periodo de 2000-2020 en España el volumen de agua suministrada a la red de abastecimiento público ha seguido, en general, una tendencia descendente, desde los 4.782 hectómetros cúbicos consumidos en 2000 hasta los 4.244 en 2020, esto es, una reducción del 11,3%. No obstante, como se observa en la siguiente gráfica, el consumo hídrico ha pasado por etapas bien diferenciadas según el ciclo económico. En un primer periodo (2000-2007), de expansión económica, se ha tendido a un mayor consumo de agua, llegando a casi alcanzar los 5.000 hm³. Posteriormente, en una segunda fase (2008-2018), cuando la economía atraviesa años marcados por las consecuencias de la llamada Gran Recesión, el consumo de agua se modera en España de forma continuada hasta registrar su mínimo en 2018, para después inflexionar ligeramente al alza en 2020.

G_Consumo total de agua_2000_2020

Cuando evaluamos la eficiencia en el uso del agua hay que recordar que una parte importante del agua suministrada a la red de abastecimiento son pérdidas. En España, según el INE, en 2020 se perdió un total de 652 hm³ de agua a causa de fugas, roturas y averías, cifra equivalente a la que se contabilizó en el año 2014. En términos relativos las pérdidas reales de agua representan un significativo 15,4% del total de agua suministrada a la red en 2020, porcentaje no es muy diferente al cuantificado en el año 2007, que se cifró en 15,9%. G_Pérdidas de agua_2007_2020

Si descontamos al volumen total de agua suministrada a la red dichas pérdidas reales (por fugas, roturas y averías) más las pérdidas aparentes (volúmenes de agua no medidos), se concluye que el total de agua registrada y distribuida ascendió a 3.178 hm³ en 2020, es decir, un 16,0% menos que en el año 2000.

Otro punto de especial interés es conocer cuáles son los consumidores finales del agua registrada y cómo han evolucionado sus consumos. De acuerdo con los datos del INE, el agua registrada en España tiene como principal usuario los hogares, cuyo consumo concentró el 72,1% del total en 2020. Le siguen, a continuación, la industria, con el 10,1% del total de agua registrada; los consumos municipales (8,5%); los usos turísticos y recreativos (4,2%); otros servicios (comercio, transporte, oficinas…), con el 3,9%; la agricultura y ganadería (0,6%) y la construcción (0,5%).

Asimismo, desde una perspectiva temporal, los datos disponibles, correspondientes al periodo 2006-2020, indican que el volumen de agua consumida por los hogares se ha reducido un 12,4%. También han visto descender su consumo de agua durante dichos años los siguientes sectores: construcción (-63,8%), agricultura y ganadería (-61,3%), otros servicios (-37,3%), industria (-34,2%) y consumos municipales (-29,9%).

Finalmente, es significativo destacar que la actividad económica de usos turísticos y recreativos ha sido la única que ha incrementado el consumo de agua durante los años 2006-2020, en concreto un 5,7%.

C_Agua por usuario_2020

Para más información:

INE: Estadística sobre el suministro y saneamiento del agua.

Europa ante el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (2022)

21. Porvoo

En 2015 la ONU puso en marcha el ambicioso proyecto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una estrategia de alcance mundial, cuyo compromiso se concreta en lograr, durante la presente década, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS), que cubren las tres dimensiones del desarrollo: económica, social y medioambiental.

Para evaluar los progresos en la consecución de los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la fundación Bertelsmann Stiftung vienen publicando desde hace varios años diferentes informes periódicos que tratan de evaluar cómo están avanzando los países en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Para el caso de Europa, SDSN ha publicado hasta la fecha cuatro Informes que muestran los avances alcanzados respecto a los ODS por la Unión Europea y sus países socios  europeos desde 2015.

La metodología utilizada permite disponer de un índice ODS que resume en un único valor los resultados mostrados por la amplia batería de indicadores (un total de 110 para Europa) recabados para medir la totalidad de los 17 ODS (a los cuales se les otorga igual ponderación).

El índice ODS es, por tanto, un indicador sintético de desarrollo sostenible, cuyo valor puede oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación respecto al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030, y 100, cuando el país se sitúa en la mejor posición respecto a su cumplimiento.

Con la edición de 2022 del Informe de Desarrollo Sostenible en Europa se han podido evaluar, a través del índice ODS, los progresos en materia de desarrollo sostenible de los 27 Estados miembros de la UE, además de siete socios  o candidatos europeos (Noruega, Suiza, Islandia, Reino Unido, Macedonia del  Norte, Serbia y Turquía). Entre las conclusiones generales del Informe destacamos las siguientes:

  • Las múltiples crisis (sanitaria, de seguridad, climática y económica) que atraviesa Europa y el mundo están haciendo que los avances en el cumplimiento de los ODS se hayan estancado. En 2020, antes de la pandemia, los progresos en materia de desarrollo sostenible eran ya muy lentos y desiguales. A partir de entonces, con los impactos del COVID-19, la guerra en Ucrania y la intensificación de las crisis climática y de biodiversidad, el cumplimiento de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 está en tela de juicio y pone en riesgo los resultados alcanzados hasta ahora.
  • Muchos países europeos presentan retrocesos principalmente en los objetivos ODS1 (fin de la pobreza), ODS3 (salud y bienestar) y ODS8 (trabajo decente y crecimiento económico).
  • La UE ha alcanzado o está en la senda de alcanzar alrededor del 66% de los ODS. Sin embargo, el 20% de los ODS presenta un avance insuficiente y el 13% restante va en dirección equivocada.
  • Los mayores retos a lo que se enfrenta la UE están relacionados con los objetivos ODS2 (hambre cero) y ODS 12-15 (clima y biodiversidad). La pobre ejecución de estos objetivos proviene de la existencia de sistemas alimenticios y dietas insostenibles, las emisiones de gases de efecto invernadero y de las amenazas a la biodiversidad.
  • Las desigualdades se han incrementado en el interior de varios países europeos.
  • La UE sigue generando, debido a su consumo y comercio insostenibles, importantes efectos indirectos negativos sobre el resto del mundo. Por ejemplo, el 40% de los gases de efecto invernadero generados para satisfacer el consumo de bienes y servicios en la UE tiene lugar en otros países.

En un análisis más detallado por países, el Informe de 2022 nos revela que en Europa siguen existiendo diferencias muy importantes respecto al grado de consecución de los objetivos de la Agenda 2030.

Así, en esta edición, el país con un mayor valor del índice ODS es Finlandia (81,7), por tercer año consecutivo. Le siguen, a continuación, Suecia (80,6), Dinamarca (79,2), Austria (78,2,), Noruega (77,2), Alemania (74,8), República Checa (74,2), Eslovenia (74,0), Suiza (73,7) y Estonia (73,2). Todos ellos ocupan las primeras diez posiciones.

C_Europa_Index ODS2022

En el otro extremo, los diez menores valores del índice ODS los presentan los siguientes países: Turquía (56,7), Bulgaria (60,7), Chipre (60,7), Serbia (61,1), Macedonia del Norte (62,9), Rumanía (63,4), Malta (64,9), Grecia (65,7), Lituania (66,1) y Luxemburgo (68,7).

De cara al futuro, el Informe de 2022 formula diversas recomendaciones para impulsar el cumplimiento de los ODS, entre las que destacamos las siguientes:

  • Impulsar las seis transformaciones clave de los ODS propuestas en el Informe de 2020:

     1. Educación, formación, trabajo decente e innovación.
     2. Energía sostenible. 
     3. Vivienda, movilidad y ciudades y asentamientos sostenibles.
     4. Producción sostenible de alimentos, alimentación saludable y protección de la biodiversidad.
    5. Economía circular y limpia, con contaminación cero.
    6. Transformación digital.

  • Publicar una Declaración política conjunta de las instituciones comunitarias en la que la UE reafirme su compromiso con la Agenda 2030.
  • Preparar una Comunicación de la Comisión Europea que clarifique cómo la UE va a cumplir los ODS en Europa y en la se establezcan metas, calendarios y hojas de ruta.

Para más información:

SDSN: Europe Sustainable Development Report 2022.

La productividad energética en la economía de la UE (2000-2020)

En la transición hacia una economía sostenible un aspecto crucial a perseguir es la eficiencia energética. En el ámbito energético, junto al fomento de las energías renovables, el descenso del consumo de energía primaria y final y la reducción de la dependencia exterior, la eficiencia en el uso de la energía constituye para la Unión Europea un objetivo prioritario de su estrategia de desarrollo sostenible.

Avanzar en eficiencia energética significa aumentar la productividad, esto es, facilitar la sostenibilidad de la economía en tanto que se emplea menos energía por unidad de producto o lo que es lo mismo obtener más producción de bienes y servicios con la misma cantidad de energía.

Un indicador que nos aproxima a evaluar la productividad energética en la UE es el que publica la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). En concreto, se dispone del indicador de productividad energética, que queda definido por la división entre el Producto Interior Bruto (PIB, a precios constantes de 2010) y la energía bruta disponible para un año determinado.

Los datos estadísticos publicados hasta hoy nos permiten analizar cómo ha evolucionado la productividad energética de la economía comunitaria durante el periodo 2000-2020. Como primera conclusión se constata que la productividad energética en la UE-27 ha seguido una tendencia ascendente, al pasar de los 6,3 euros por kgep en 2000 a 8,6 en 2020. Es decir, si en el año 2000 por cada kilogramo equivalente de petróleo la economía de la UE produjo 6,3 euros de PIB, en el año 2020 alcanzó a obtener 8,6 euros.

Para un análisis comparativo por países, empleamos el indicador de Producto Interior Bruto en paridad de poder de compra (PIB pps) por kilogramo equivalente de petróleo (kgep). Este indicador, al igual que el anterior, nos mide la productividad energética por unidad de producción en una economía, si bien, en este caso, ajustando el PIB por las variaciones de precios nacionales.

En el último año de 2020 el Estado de la UE-27 con mayor productividad energética de su economía ha sido Irlanda, con 22,4 euros en pps por kgep, seguido de Dinamarca (14,3), Rumanía (12,9), Luxemburgo (12,5), Italia (11,6), Alemania (10,7), Portugal (10,7), Austria (10,3) y España, todos ellos con valores superiores a la media de la UE (9,7).

Por el contrario, como países con menor productividad energética figuran Malta (5,1), Finlandia (5,8), Bulgaria (6,4), Eslovaquia (7,0), Estonia (7,0), Bélgica (7,1) y República Checa (7,4), que anotaron valores inferiores a 8,0.

Para más información:

Eurostat.

El uso circular de los materiales en la UE (2000-2020)

Eurostat_Material_flow.EU.2020

La Comisión Europea adoptó en 2015 una Comunicación que daba pasos importantes en el camino hacia una economía más circular: «Cerrar el circulo: un plan de acción de la UE para la economía circular».

Con las medidas establecidas en dicho plan de acción se opta por una economía en la que se persiguen dos objetivos principales:

  1. Mantener durante el mayor tiempo posible el valor que poseen los productos, los materiales y los recursos, de modo que se ahorran materias primas al dejar de ser extraídas de la corteza terrestre.
  2. Reducir al mínimo posible la generación de todo tipo de residuos.

El cumplimiento de ambos objetivos facilitaría el desarrollo de una economía más eficiente en el uso de los recursos.

Para evaluar los avances alcanzados en la UE en su senda de fomento de la economía circular, se dispone, como indicador principal, de la tasa de uso de material circular (tasa de circularidad), que elabora la Oficina Estadística de la UE (Eurostat)

Dicha tasa, expresada en porcentaje, mide la proporción de materiales recuperados y reintroducidos en la economía sobre el total de materiales con uso general. La tasa de circularidad define, por tanto, la relación que existe entre el uso circular de materiales y el uso general de materiales(*).

Un valor de tasa de circularidad más alto indica que hay más materiales secundarios que sustituyen materias primas extraíbles, evitando así los impactos ambientales que supone la extracción de dichos materiales finitos de la naturaleza para fabricar productos o generar energía.

Según los datos de Eurostat, en el año 2020 (último dato disponible) la tasa de circularidad en la UE-27 fue del 12,8%. Ello significa que del total de los recursos materiales que se utilizaron en la UE en dicho año el 12,8% provino de productos reciclados y materiales que han sido recuperados.

Es destacable, además, que el valor que toma la tasa de circularidad difiere de forma significativa según el tipo de materiales considerados. Así, en 2020 los metales son los materiales que toman la mayor tasa de circularidad (25,3%), seguidos por los minerales no metálicos (15,8%). Por el contrario, las menores tasas de circularidad corresponden a los combustibles fósiles (3,2%) y a la biomasa (9,6%).

Desde una perspectiva temporal, durante el periodo 2004-2020 la tasa de circularidad se ha incrementado en el conjunto de la UE-27 desde el 8,3% hasta el 12,8%. Ello supone, por tanto, un avance de 4,5 puntos porcentuales (p.p.) en dicho periodo de tiempo, es decir, apenas casi 3 décimas porcentuales por año desde 2004.

G_Tasa Circularidad_UE_2004_2020

Por países se constata que la tasa de circularidad presenta diferencias muy significativas en el seno de la UE. Así, en el último año 2020 los mayores porcentajes se registraron en Países Bajos (30,9%), Bélgica (23,0%), Francia (22,2%), Italia (21,6%) y Estonia (17,3%).

Por el contrario, las menores tasas de circularidad correspondieron a Rumanía (1,3%), Irlanda (1,8%), Portugal (2,2%), Bulgaria (2,6%) y Chipre (3,4%).

Estas importantes divergencias entre los países de la UE-27 se deben, según Eurostat, a la cantidad de residuos que se recicla en cada país y a factores estructurales de las propias economías nacionales. Así, las economías que tienen mayores importaciones de materiales (incluyendo los combustibles fósiles) y mayores extracciones interiores de materiales (relacionadas con minería, construcción, etc.) son las que presentan menores tasas de circularidad.

G_Tasa circularidad_Países UE_2020

Además, la evolución de la tasa de circularidad de los países ha sido muy dispar durante el periodo 2004-2020. Por un lado, destacan por sus mayores avances países como Italia, que aumenta su tasa en 10,1 p.p., Bélgica (+10,0 p.p.), Estonia (8.5 p.p.) y República Checa (8,1 p.p.). Por el contrario, seis países de la UE han retrocedido en su tasa de circularidad durante dicho periodo, presentando los mayores descensos Luxemburgo (-10,5 p.p.), Finlandia (-7,3 p.p.) y Rumanía (-2,2 p.p.).

(*) El uso general de materiales se mide sumando el consumo agregado de materiales domésticos y el uso circular de materiales. El primero queda definido en las cuentas de flujos de materiales para toda la economía. Por su parte, el uso circular de materiales se aproxima por la cantidad de residuos reciclados en las plantas de recuperación doméstica, menos los residuos importados destinados a la recuperación, más los residuos exportados destinados a la recuperación en el extranjero.

Para más información:

Eurostat

La evolución de las aves en la UE (1990-2020)

Como expresa la Estrategia de la UE para la biodiversidad de aquí a 2030 “la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas se encuentran entre las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad ante la próxima década”.

Un magnífico indicador que nos alerta de cómo está evolucionando la calidad y cantidad de los ecosistemas son las aves. Gracias a la comunidad científica sabemos que la presencia de aves es un buen semáforo de la salud de los ecosistemas, de su diversidad e integridad.

La mayor o menor población de aves, así como su mayor o menor diversidad de especies, en un ecosistema determinado, nos permite conocer más sobre la calidad del propio ecosistema donde se alimentan, viven y respiran. En definitiva, las aves nos adelantan información valiosa sobre la calidad del medio ambiente y la sostenibilidad real del resultado final que originan las diversas actividades (producción, consumo…) que llevamos a cabo los humanos con nuestras metas de desarrollo.

En el contexto europeo, la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) viene publicando desde hace años el Índice de Aves Comunes, que nos informa desde un punto de vista cuantitativo sobre cómo ha evolucionado la presencia de aves en Europa. Dicho índice recoge las observaciones obtenidas en los 27 Estados miembros de la UE para un total de 167 especies de aves que viven en tierras de cultivo (39), en ecosistemas forestales (34) y en otros hábitats como parques y jardines (94).

Se cuenta con un amplio horizonte temporal (1990-2020) para dicho Índice de Aves Comunes de la UE, que toma como base de referencia el año 2000 (índice 2000=100). Y los resultados obtenidos hasta hoy no son satisfactorios, bien al contrario. Todo apunta que durante las tres últimas décadas hemos asistido a una continuada disminución de las poblaciones de aves en la Unión Europea y, por tanto, también al progresivo deterioro de nuestros espacios naturales. Como se observa en el siguiente gráfico, dicho índice de aves ha descendido desde un valor de 104,2 en el año 1990 a 90,4 en 2020, lo que supone una caída del 13,3%.

De forma complementaria al Índice de todas las Aves Comunes, Eurostat elabora otros dos índices compuestos. El primero, el índice de aves comunes de bosques, circunscrito a 34 especies, nos revela que se ha producido un descenso del 3,3% durante el periodo 1990-2020, al pasar de 106,7 a 103,3. Con este indicador se aprecia que solo durante la última década se ha logrado una mejoría, si bien paulatina, tras los sucesivos descensos registrados en los veinte años previos.

Por su parte, el segundo índice, el índice de aves comunes de tierras de cultivo, que comprende 39 especies, presenta una tendencia claramente descendente entre 1990 (119,8) y 2020 (75,6), habiéndose registrado, por tanto, una reducción del 36,9% en el periodo analizado. Como afirma la propia Estrategia para la biodiversidad 2030 las aves de hábitats agrícolas son indicadores clave de la salud de los agroecosistemas y vitales para la producción agrícola y la seguridad alimentaria, concluyendo que “su alarmante disminución tiene que invertirse”.

En el ámbito de las aves, cabe recordar asimismo lo que ya expresaba la Directiva comunitaria relativa a la conservación de las aves silvestres en el año 2009:

«En el territorio europeo de los Estados miembros, una gran cantidad de especies de aves que viven normalmente en estado salvaje padecen de una regresión en su población, muy rápida en algunos casos, y dicha regresión constituye un grave peligro para la conservación del medio natural, en particular debido a la amenaza que supone para el equilibrio biológico».

Para más información:

Eurostat

Directiva 2009/147/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de noviembre de 2009, relativa a la conservación de las aves silvestres

Estrategia de la UE para la biodiversidad de aquí a 2030

Evaluando la sostenibilidad de las ciudades (ODS11) en 2022

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Basilea, Suiza.

En 2015 las Naciones Unidas puso en marcha un ambicioso proyecto de carácter mundial: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este documento establece compromisos que se concretan en un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abordan las tres dimensiones del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS11 dedicado a Ciudades y comunidades sostenibles.

En la Agenda 2030 el ODS11 queda definido en los siguientes términos:

«Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles»

La consecución del ODS11 compromete a los países del planeta a adoptar medidas como las siguientes:

  • Asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales.
  • Proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público.
  • Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible.
  • Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural.
  • Reducir significativamente el número de muertes causadas por los desastres.
  • Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, con especial atención a la calidad del aire y la gestión de los residuos.
  • Proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, SDSN y Bertelsmann Stiftung han venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2015. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La última edición del Informe, Sustainable Development Report 2022, nos permite conocer de forma aproximada la situación más actual de las ciudades y comunidades del planeta, país por país, y en qué grado se va cumpliendo el ODS11 ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS11 se ha construido un índice sintético a partir de cuatro indicadores disponibles para un total de 162 países. Son los siguientes:

  • Porcentaje de población urbana que vive en barrios marginales.
  • Concentración anual media de partículas de menos de 2,5 micrones de diámetro en zonas urbanas (mg/m3).
  • Porcentaje urbana de población con acceso a agua potable.
  • Grado de satisfacción de la población con el transporte público.

En el Informe de 2022 se hace particular mención a los impactos que ha traído la pandemia del COVID-19. La crisis sanitaria ha afectado a las tres dimensiones del desarrollo sostenible (económica, social y medioambiental) y, por tanto, a varios de los 17 ODS. Por lo que se refiere al ODS11 se concluye que, de acuerdo con los datos disponibles, los impactos socioeconómicos y sanitarios de la pandemia han sido más intensos para las personas que viven en barrios marginales o zonas desfavorecidas de las ciudades.

En un análisis por países, los resultados obtenidos correspondientes al ODS11 (Ciudades y comunidades sostenibles) concluyen que de los 162 países evaluados el mejor situado es Brunéi (99,8). No obstante, es necesario destacar que este resultado debe de interpretarse con cautela ya que para el caso de Brunéi en dos de los cuatro indicadores que miden el ODS11, en concreto “población en barrios marginales” y “satisfacción del transporte público”, el Informe de 2022 no ha dispuesto de datos.

A continuación, se encuentra con el mayor valor del índice del ODS11, con una puntuación próxima a 100, es decir, el máximo cumplimiento del ODS11 de la Agenda 2030, Suiza (99,1). Le siguen también con altas puntuaciones Luxemburgo (97,1), Países Bajos (96,5), Dinamarca (95,1), República Checa (94,9), Singapur (94,7), Noruega (94,0), Fiyi (93,5) y España (93,1).

De este grupo de países tres presentan sus cuatro indicadores del ODS11 en color «verde», es decir, progresan satisfactoriamente en el cumplimiento de este objetivo: Suiza, Luxemburgo y Dinamarca.

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Por el contrario, los países con la situación relativa más desfavorable respecto al grado de sostenibilidad de sus ciudades y comunidades son Sudán del Sur (13,8) y República Centroafricana (16,2). Para ambos los cuatro indicadores del ODS11 permanecen «en rojo» (persisten grandes retos). Les siguen con bajas puntuaciones otros países también africanos: Nigeria (26,2), Chad (26,7), Liberia (28,2), Afganistán (29,3) y Sudán (30,3). Asimismo, con puntuaciones inferiores a 40 se encuentran Haití (31,7), Catar (35,7), Sierra Leona (35,9), Togo (37,2) y Mauritania (38,6). 

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Por su especial importancia económica y/o demográfica, cabe mencionar, en particular, a cuatro países: Estados Unidos, que ocupa la posición 19 en el ranking mundial del índice del ODS11, Federación Rusa (41), China (65)  y la India (133).

Finalmente, hay que destacar que las diferencias entre países son particularmente grandes en el ODS11, cifrándose una distancia de 86 puntos entre los países mejor y peor situados. Dicha brecha es muy superior a la que existe si utilizamos el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 47,5 puntos.

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2022.

Evaluando el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible en 2022

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Dinamarca.

En 2015 la ONU puso en marcha el ambicioso proyecto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una estrategia de alcance mundial, cuyo compromiso se concreta en lograr, durante la presente década, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS), que cubren las tres dimensiones del desarrollo: económica, social y medioambiental.

Para evaluar los progresos en la consecución de los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la fundación Bertelsmann Stiftung vienen publicando desde hace varios años diferentes informes periódicos que tratan de evaluar cómo están avanzando los países en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

Con carácter genérico, la metodología utilizada permite disponer de un índice ODS que resume en un único valor los resultados mostrados por la amplia batería de indicadores recabados (94 en la edición de 2022) para medir la totalidad de los 17 ODS (a los cuales se les otorga igual importancia).

El índice ODS es, por tanto, un indicador sintético de desarrollo sostenible, cuyo valor puede oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación respecto al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030, y 100, cuando el país se sitúa en la mejor posición respecto a su cumplimiento.

Con la edición de 2022 del Informe de Desarrollo Sostenible, la octava desde 2015, se han podido evaluar, a través del índice ODS, los progresos en materia de desarrollo sostenible de un total de 163 países. Entre las conclusiones generales del Informe podemos destacar las siguientes:

  • El índice ODS de 2022 no recoge aún el impacto total de la pandemia de COVID-19 ni los posibles efectos de la guerra de Ucrania, debido a los retrasos en la disponibilidad de los datos.
  • Así todo, por segundo año consecutivo el mundo no realiza progresos en el cumplimiento de los ODS. La actual crisis sanitaria y de seguridad, intensificada por las crisis climática y de biodiversidad, está poniendo en tela de juicio la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. El descenso del valor del índice ODS registrado desde 2019 se debe principalmente a un retroceso en dos objetivos socioeconómicos: ODS 1 (Fin de la pobreza) y ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico). La crisis múltiple ha hecho que la proporción de personas en situación de pobreza extrema haya aumentado significativamente durante los dos últimos años. También se han visto afectados el ODS 2 (Fin del hambre), el ODS 3 (Salud y bienestar) y el ODS 4 (Educación de calidad).
  • El éxito de los ODS se está viendo condicionado por las graves restricciones financieras a las que se enfrentan los países en desarrollo. Se hace necesario contar con un plan de financiación de la Agenda 2030 para todos los países.
  • Los países ricos generan efectos indirectos socioeconómicos  y ambientales negativos sobre los demás, principalmente a través de cadenas de suministro y comercio insostenibles. Aproximadamente el 40% de la huella de carbono de la Unión Europea relacionada con su consumo de bienes y servicios tiene lugar en otros países.

En un análisis más detallado por países, el informe de 2022 nos revela que siguen existiendo diferencias muy importantes respecto al grado de consecución de los objetivos de la Agenda 2030.

Así, los tres países que presentan un mayor valor del índice ODS son Finlandia (86,5), Dinamarca (85,6) y Suecia (85,2), al igual que ha venido ocurriendo en años anteriores. Les siguen otros países también de alta renta per cápita y del continente europeo: Noruega (82,3), Austria (82,3,), Alemania (82,2), Francia (81,2) y Suiza (80,8).

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En el otro extremo, los menores índices de desarrollo sostenible los presentan, al igual que en la edición de 2021, tres países africanos de baja renta: Sudán del Sur (39,0), República Centroafricana (39,3) y Chad (41,3). Les siguen, a continuación, varios países también del continente africano, que anotan índices ODS no superiores a 50: Somalia (45,6), Sudán (49,6), Liberia (49,9) y República Democrática del Congo (50,0).

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Finalmente, dentro del amplio grupo intermedio de 113 países, cabe destacar, dado su peso económico y/o demográfico, a Estados Unidos, que ocupa la posición 41, de modo que desciende nueve puestos respecto a 2021 en el ranking mundial del índice de desarrollo sostenible. Asimismo, en 2022 la Federación Rusa ocupa la posición 45 , China se sitúa en la 57 y la India en la 121.

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2022.