El divorcio entre el hombre y la naturaleza, en palabras de Max-Neef

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El economista chileno Manfred Max-Neef (1932-2019), defensor de una economía alternativa a la actualmente imperante, que prioriza el crecimiento, nos legó unas interesantes reflexiones sobre la necesidad de reorientar la educación hacia la solución de problemas concretos del mundo real.

Max-Neef nos propone una educación de la economía que procure la integración sinérgica entre el mundo humano y el mundo natural; una educación que tenga presente la importancia de conservar la integridad de la Tierra porque, a fin de cuentas, nuestro bienestar depende del bienestar de ella. La respuesta pasa por avanzar hacia el ineludible enfoque transdisciplinar.

«Todos los grandes problemas que estamos destinados a enfrentar en este nuevo siglo, tales como: disponibilidad de agua, migraciones forzosas, pobreza, violencia y  terrorismo, agotamiento de recursos, extinción de especies y de culturas, desastres ambientales, y otros, son todos el resultado del largamente mantenido divorcio entre lo humano y lo distinto a lo humano. Hoy nos toca pagar la cuenta de esa artificial pero poderosa discontinuidad impuesta por la revolución científica del siglo XVII. Pero hay algo más que, si adecuadamente tratado, puede servirnos para orientar nuestra acción. Todos los problemas enumerados son, además, indiscutiblemente transdisciplinarios. Vale decir, que ninguno de ellos puede ser abordado en plenitud a partir de disciplinas específicas e individuales».

Para leer más:

Manfred Max-Neef: Economía herética. Icaria, Barcelona, 2017.

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Maria Montessori: la naturaleza en la educación

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En 1909 la educadora y científica Maria Montessori (1870-1952) publicó, en su primera edición italiana, El método de la Pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia. Este libro constituye su obra principal, que, con el tiempo, ha llegado a convertirse en un clásico del pensamiento pedagógico. En él Montessori da a conocer los resultados de sus experiencias pedagógicas y sus teorías educativas aplicadas a la educación preescolar.

Una de las ideas centrales del pensamiento pedagógico de Maria Montessori es el importante papel que ha jugar la naturaleza en la educación de los niños.

La evolución del hombre ha ido paralela al abandono progresivo de su vida natural salvaje para pasar a conquistar el progreso y la «civilización como premio» en su nueva vida social. El ser humano en su etapa civilizadora ha venido sustituyendo los productos de la naturaleza por los de la industria. Sin embargo, Maria Montessori nos recuerda lo necesario que es que los seres humanos no pierdan sus vínculos ancestrales con la naturaleza.

«Sin duda alguna el hombre ha creado fuentes de placer con la vida social que además ha dado origen al amor humano; pero sigue formando parte de la naturaleza, especialmente cuando es todavía niño, y de ella ha de sacar fuerzas para el desarrollo de su cuerpo y de su espíritu».

En edades tempranas la educación del niño debe orientarse a ayudarlo en su desarrollo psico-físico como individuo. Es por ello que el cultivo de las plantas y la cría de animales son «medios preciosos de educación moral».

«Lo que mejor desarrolla el sentimiento de la naturaleza es el cultivo de seres vivos, porque éstos, en su desarrollo, restituyen mucho más de lo que les damos en su infinita variedad y belleza».

Para leer más:

Maria Montessori: El método de la Pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia. Biblioteca Nueva, Madrid, 2017 (7ª edición).

 

La educación y la naturaleza para Wangari Maathai

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La keniana Wangari Maathai (1940-2011) luchó por la defensa del medio ambiente y los derechos humanos, por lo que fue reconocida en 2004 con el Premio Nobel de la Paz. Su mayor legado es posiblemente la existencia hasta hoy del Movimiento Cinturón Verde.

Firme defensora de los árboles, promulgó una educación apegada a la tierra.

«Aun teniendo estudios superiores, jamás se me hizo extraño trabajar con las manos, a menudo de rodillas, junto a aquellas mujeres campesinas. Durante los años ochenta y noventa, hubo políticos y otros personajes públicos que trataron de ridiculizarme por ello; sin embargo, yo jamás di ninguna importancia a aquellas críticas. Además, las mujeres valoraban que estuviera dispuesta a trabajar con ellas para mejorar sus vidas y el medio ambiente. A fin de cuentas, yo también era hija de aquella tierra.

La educación, para que realmente sirva de algo, no debe alejar a la gente de la tierra sino enseñarle a respetarla, puesto que la gente con educación está en disposición de entender lo mucho que hay en juego. El futuro del planeta es un asunto que nos concierne a todos y debemos hacer cuanto esté en nuestras manos por protegerlo. Como les dije a los arboricultores y a las mujeres, nadie necesita un diploma para plantar un árbol».

Para leer más:

Wangari Maathai: Con la cabeza bien alta. Editorial Lumen, Barcelona, 2007.