La superficie de los espacios protegidos marinos en la UE (2022)

La pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas se encuentran entre las mayores amenazas a las que se enfrenta la humanidad ante la próxima década. Así lo afirma la Estrategia sobre Biodiversidad de la UE para 2030.

En el caso de los ecosistemas marinos, en particular, la biodiversidad se encuentra afectada por múltiples prácticas insostenibles (sobrepesca, vertidos, contaminación…), a las que se suman los graves impactos del calentamiento del planeta.

La protección de los espacios marinos se convierte, por tanto, en una herramienta política y legal de primer orden para garantizar la biodiversidad y el pleno funcionamiento de los ecosistemas y especies, así como los servicios medioambientales que ofrecen, sin olvidar los beneficios sanitarios, sociales y económicos que proporcionan a la población.

Con la designación de espacios marinos protegidos y su eficaz gestión se persigue preservar la biodiversidad marina, al mismo tiempo que se procura la seguridad alimentaria de la población y los medios de subsistencia a largo plazo de los pescadores y agentes del sector de la pesca y el marisco de un modo sostenible. En el marco de la UE, la citada Estrategia sobre Biodiversidad establece expresamente un compromiso cuantitativo fundamental: Conferir protección jurídica al 30% de la superficie marina de la UE, como mínimo, de aquí a 2030. Este claro compromiso obliga, en primer lugar, a conocer en qué situación de protección se encuentran hoy los ecosistemas marinos de la Unión y, en segundo lugar, a realizar evaluaciones periódicas sobre el grado de cumplimiento de dicho objetivo hasta 2030.

De acuerdo con los últimos datos de 2022 publicados por Eurostat, en el conjunto de la Unión Europea los espacios naturales marinos que están sujetos a protección comprenden una superficie de 628.749 km2. Ello equivale al 12,3% de la superficie marina de la UE.

Desde un enfoque temporal, el porcentaje de superficie marina protegida ha aumentado desde 4,2% en el año 2012 hasta el 12,3% en 2022. Este aumento se ha debido a los avances en la protección de nuevas áreas marinas, ya sea dentro de la Red Natura 2000 o mediante designaciones nacionales complementarias como bajo el paraguas de los Convenios Internacionales de Mares Regionales.

Sin embargo, con este porcentaje del 12,3% la Unión Europea queda muy lejos de poder alcanzar el objetivo de proteger al menos el 30% de sus mares en el año 2030, establecido en la vigente Estrategia sobre Biodiversidad. En los próximos años se requieren esfuerzos extraordinarios de los países para no incumplir dicho objetivo de conservación natural, a la vez que se hace necesario implementar una gestión eficaz de todas las áreas marinas protegidas.

En un análisis por países, de los 22 Estados miembros de la UE-27 que tienen mar, el que presenta una mayor superficie de espacios naturales marinos protegidos en 2022 es Francia, con 168.577 km2. Le siguen, a continuación, España (132.934), Portugal (78.364) e Italia (56.957), principalmente.

En términos relativos, si tenemos en cuenta la superficie marina total de cada país, Francia y Alemania, ambos con el 45,3% cada uno, presentan el mayor porcentaje de superficie marina protegida nacional en 2022. Seguidamente, los países con los mayores porcentajes son Bélgica (37,8%), Países Bajos (26,8%), Lituania (22,8%), Polonia (21,9%), Rumanía (21,4%) y Grecia (19,8%). Por lo tanto, en 2022, sólo tres países (Francia, Alemania y Bélgica) ya han conseguido proteger el 30% de la superficie de sus espacios marinos.

En el otro extremo, los menores porcentajes de protección de áreas marinas corresponden a Irlanda (2,1%), Portugal (4,5%), Eslovenia (5,0%), Malta (5,5%), Bulgaria (8,0%) y Chipre (8,6%).

Para más información:

Eurostat

European Environment Agency

La superficie de los espacios protegidos terrestres en la UE (2022)

Los ecosistemas y la diversidad de especies que habitan el planeta desempeñan funciones ecológicas que guardan un intrincado equilibrio que hace posible la continuidad de la vida en la Tierra. Son áreas de un gran valor intrínseco que proporcionan importantes beneficios medioambientales, sociales, culturales y económicos, además de contribuir a la salud y bienestar del ser humano.

Sin embargo, los espacios naturales terrestres se encuentran sometidos a intensas presiones como las derivadas del desarrollo urbano, la intensificación agrícola, la extensión de la red de transporte, la contaminación y el cambio climático. Es por ello que su protección se convierte en una herramienta política y legal de primer orden. En el contexto actual de pérdida de biodiversidad y de crisis climática que atraviesa el planeta se vuelve inexcusable la preservación de las áreas naturales que poseen un gran valor, cuya pérdida sería irreversible.

En la Unión Europea los espacios naturales terrestres que están sujetos a protección comprenden una superficie de 1.079.412 km2, de acuerdo con los últimos datos de 2022 publicados por Eurostat. Ello equivale al 26,1% del territorio total de la UE: un 18,6% designado como espacios de la Red Natura 2000 (áreas protegidas por las Directivas de Aves y Hábitats) y un 7,5% como otras designaciones nacionales complementarias.

Desde un enfoque temporal, el porcentaje de superficie protegida ha aumentado desde el año 2011, cuando se cifró en el 24,3%, hasta el último dato del 26,1% en 2022. Sin embargo, como se observa en el siguiente gráfico, durante los últimos años no se han producido avances en la superficie protegida, ya que dicho porcentaje ha permanecido prácticamente estancado. Este hecho está provocando una mayor incertidumbre en el cumplimiento del objetivo de alcanzar el 30% en el año 2030, establecido en la vigente Estrategia sobre Biodiversidad de la UE.

Además, hay que tener en cuenta que para garantizar la biodiversidad no es suficiente con aumentar la cobertura de los espacios naturales protegidos. Es igualmente necesario que, al mismo tiempo, los países apliquen sistemas eficaces de gestión en sus áreas de gran valor natural.

En un análisis por países, en 2022 el país de la Unión Europea con mayor superficie de espacios naturales terrestres protegidos es Francia, con 154.571 km2, reflejando el alto grado de biodiversidad que se concentra en este territorio europeo. Le siguen, a continuación, España (142.152), Alemania (137.704) y Polonia (123.491), principalmente.

En términos relativos, si tenemos en cuenta el tamaño de los países, Bulgaria, con el 41,0%, presenta el mayor porcentaje de superficie protegida sobre el total del territorio nacional. Tras Bulgaria los países con mayor porcentaje de superficie de espacios naturales protegidos son Eslovenia (40,5%), Polonia (39,6%), Alemania (38,5%), Croacia (38,2%), Luxemburgo (37,9%), Chipre (37,8%) y Eslovaquia (37,3%).

Por el contrario, los menores porcentajes de protección corresponden a Finlandia (13,4%), Irlanda (13,9%), Bélgica (14,7%), Suecia (15,0%), Dinamarca (15,1%), Lituania (17,8%) y Letonia (18,1%).

Para más información:

Eurostat

European Environment Agency

El paisaje de Tejeda: una cita con Domingo Doreste

El escritor canario Domingo Doreste Rodríguez (1868-1940) dedica unas sentidas palabras a la isla que le vio nacer: Gran Canaria, su «continente en miniatura».

En este territorio atlántico de las Islas Canarias sobresale el paisaje singular de Tejeda, donde se vuelve sublime la tempestad petrificada que dijera Miguel de Unamuno.

Con el siguiente pasaje traemos hasta aquí la descripción entusiasta que en 1932 hizo Domingo Doreste de la cuenca de Tejeda, hoy espacio natural protegido y Reserva Mundial de la Biosfera:

“Si Gran Canaria merece ser visitada, lo es singularmente por contemplar, desde una altura de 1.500 metros, el cañón del barranco de Tejeda, sobre todo en un ocaso de verano, bañado de oro fundido. Ancho panorama de rocas, profuso en formas que parecen arquitectónicas, encajado entre cordilleras indomables, cresteadas de agudos pinos, perfiladas de fantásticas líneas. En el punto más alto, como si lo hubiera colocado la mano de un esceanógrafo, el Nublo, monolito de 60 metros, uno de los grandes del globo. Más abajo el Bentaiga, otra mole poderosa que se asienta sobre el abismo. Lejano, el macizo de Tamadaba, de anchura imponente. Y en último término, el mar de Occidente, tablón azul en que aparece como pintada toda la isla de Tenerife bajo la majestad del Teide. Al caer de la tarde la orgía de las sombras enriquece el paisaje de fantasmas que se despiertan”.

Para leer más:

Armas Ayala, A.: Ensayistas canarios. Gobierno de Canarias, 1990.

El Archipiélago Chinijo: una cita con Ángel Guerra

El Archipiélago Chinijo desde los riscos de Famara (Lanzarote)

El Archipiélago Chinijo es un lugar perteneciente a las Islas Canarias (España) que goza de una singularidad digna de preservarse. Por ello, ha sido declarado espacio natural protegido, con la categoría de Parque Natural, por la legislación medioambiental de 1987 y 1994.

Actualmente lo conforman parte de la costa occidental de la Isla de Lanzarote -con su macizo de Famara-, la Isla de La Graciosa, los islotes de Montaña Clara y Alegranza, dos roques y toda la extensión marina que existe entre estos puntos.

Esta superficie, terrestre y marina, de unas 46.000 hectáreas reúne altos valores ambientales, ecológicos y científicos que la hacen singular: animales y plantas endémicos, áreas de nidificación de aves amenazadas, estructuras geomorfológicas únicas, paisajes naturales de gran belleza, yacimientos de gran interés científico…

Pero el Archipiélago Chinijo, además de valioso espacio natural, ha sido fuente de inspiración para los literatos. Ya en 1907 el escritor canario Ángel Guerra (1874-1950), en su relato titulado Al jallo, desarrolla en este lugar la acción de sus personajes. Con el siguiente fragmento traemos hasta aquí su personal descripción creativa del lugar:

“En sitio asaz solitario estaba situada aquella ranchería de pescadores, bulliciosa solo en verano, abandonada casi por completo en invierno. A un lado corríase la playa inmensa, que haciendo un enorme recodo, iba a perderse en el extremo Este de la isla; por el otro, formando caletones, las restingas, restos de viejas erupciones volcánicas, ocupaban la costa occidental, inhabilitada y trágica; a espaldas de la ranchería, remedo del sahárico desierto, del que debe ser una prolongación, comenzaba la llanura estéril, de movedizas arenas, tierras estériles y casi sin término que van de mar a mar; delante ábrese la gran ensenada de aguas turbulentas, entre las que se alzan allá, enfrente desiertas pero sugestivamente poéticas, como invitando las almas a una vida de descansos y de olvidos, las islas menores: Alegranza, lejana, medio esfumada en su bruma; Montaña Clara, ingente, granítica, de cantiles bravíos, como un templo, y más cerca La Graciosa, como hija cariñosa, pobre de hermosura, que se acoge al regazo maternos y cobija al abrigo de los grandes riscos de Lanzarote”.

Para leer más:

Ángel Guerra: La Lapa y otros relatos seleccionados. Ediciones Remotas, 2020.