Economía y naturaleza: la nave espacial Tierra de K. E. Boulding

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Ha transcurrido más de medio siglo desde que el economista británico Kenneth Ewart Boulding (1910-1993) publicara sus primeros escritos en los que interrelacionaba economía y naturaleza.  En especial, su aportación más conocida, publicada en 1966, en la que comparó la economía de nuestro planeta con un sistema cerrado, que denominó de forma muy ilustrativa «nave espacial Tierra», marcó un sólido antecedente teórico de lo que hoy entendemos por desarrollo sostenible.

En su célebre artículo de  1966, «The Economics of the Coming Spaceship Earth», Kenneth E. Boulding antepone dos concepciones de la economía. La primera, que debiera pertenecer al pasado, concibe a la Tierra como un sistema abierto, derrochador y explotador, al que denomina «economía del cowboy«:

«En la economía del cowboy el consumo se considera algo positivo y la producción también; el éxito de la economía se mide por el rendimiento de los factores de producción, una parte de los cuales es extraída en diferentes proporciones de las reservas de materias primas y objetos no económicos, mientras otra parte son residuos que se añaden a los sumideros».

Bajo esta concepción de la economía se descuidan «con asombrosa falta de visión» problemas graves, en tanto que se sigue pensando y actuando «como si la producción, el consumo, los flujos de recursos-residuos, y el PNB fueran la medida adecuada y suficiente del éxito económico».

Frente a esta economía del cowboy, Boulding propone la economía cerrada del futuro, a la que denomina «economía del astronauta«:

«la Tierra se ha convertido en una única nave espacial, sin reservas ilimitadas de nada, debido a su extracción y a la contaminación, y en la que, por tanto, el hombre debe hallar su lugar en un sistema ecológico cíclico que sea capaz de una reproducción continua de formas materiales, aún cuando no pueda evitar la utilización de inputs de energía».

En esta nueva concepción de la economía el objetivo no es aumentar el rendimiento:

«La medida fundamental del éxito de una economía no es en absoluto el consumo y la producción, sino la naturaleza, cantidad, calidad y complejidad del stock total de capital, incluyendo en dicho stock el estado de los cuerpos y las mentes humanas que componen el sistema. En la economía del astronauta, lo que nos preocupa primordialmente es la conservación de ese stock, y cualquier cambio tecnológico que consiga la conservación de un stock total dado con un nivel de actividad menor (esto es, con menos producción y menos consumo) es claramente un adelanto».

Con la «economía del astronauta», lo esencial, por tanto, es conservar, hacer perdurable las bases sobre las que se sustenta la sociedad, entre las que se encuentra el patrimonio natural. Lo importante no es consumir, gastar, ese patrimonio natural, sino conservarlo, hacerlo perdurable, mantener su valor. Es necesario, pues, priorizar el stock frente al flujo, el patrimonio frente al gasto.

De ahí que Boulding nos pregunte: «¿Qué es, por ejemplo, lo importante: comer o estar bien alimentado?». A lo que el economista británico responde: «Me inclino a considerar como más importante el concepto de stock, es decir, a pensar que estar bien alimentado es más importante que comer».

Fue un economista, asimismo, preocupado por el medio ambiente y la equidad intergeneracional:

«Puede objetarse, desde luego, que porqué preocuparnos de todo esto cuando la economía del astronauta queda todavía lejana (por lo menos, más allá de la esperanza de vida de cualquiera de nosotros), así que comamos, bebamos, gastemos, explotemos y contaminemos, y seamos felices como podamos, y que la posteridad se ocupe de la nave espacial Tierra».

Para Boulding la preocupación por el porvenir de la humanidad es una cuestión incluso de identidad individual:

«La única respuesta a esto, en mi opinión, consiste en señalar que el bienestar del individuo depende de la medida en que pueda identificarse a sí mismo con los demás, y que la identidad individual más satisfactoria es la que hace al individuo sentirse parte de una comunidad no sólo espacial, sino también temporal, que se extiende desde el pasado hasta el futuro».

Y, sin embargo, los hechos muestran que en muchos aspectos ese futuro ya está aquí. Somos testigos ya de problemas de agotamiento de recursos naturales y de generación de residuos y contaminación de la atmósfera:

«En realidad, la sombra de la futura nave espacial ya está proyectándose sobre nuestros espléndidos derroches. Aunque parezca extraño, el problema se presenta de modo más preocupante por el lado de la contaminación que por el agotamiento de los recursos. Los Ángeles se ha quedado sin aire, el lago Erie se ha convertido en una letrina, los océanos se están llenando de plomo y DDT, y la atmósfera puede convertirse en el mayor problema para el hombre en la próxima generación, dada la tasa a la que la estamos contaminando (…); y no se puede contemplar con indiferencia el ritmo actual de contaminación de todos los sumideros naturales, ya sean a la atmósfera, los lagos, o incluso los océanos».

También es valiosa su clarividencia sobre el problema energético al que se enfrenta la sociedad:

«Los inmensos inputs de energía que hemos obtenido de los combustibles fósiles son estrictamente temporales. Hasta las previsiones más optimistas creen que la disponibilidad de combustibles fósiles fácilmente asequibles se agotará en cuestión de pocos siglos con las actuales tasas de consumo. Si el resto del mundo alcanzara los niveles americanos de consumo de energía, y sobre todo, si la población mundial continúa aumentando, el agotamiento de los combustibles fósiles será aún más rápido».

De igual forma, vio con claridad el gran potencial que presentan las energías renovables:

«Hasta ahora, ciertamente, no hemos adelantado mucho en la tecnología para usar  la energía solar actual, pero hay grandes probabilidades de avances futuros».

En definitiva, Kenneth E. Boulding concibió ya en 1966 la economía del planeta como un sistema cerrado. En su opinión la concepción de la economía abierta con recursos naturales ilimitados y abundantes -la denominada economía del cow-boy– ha de pertenecer al pasado. La realidad del sistema social mundial ha cambiado. La economía moderna posee unos recursos limitados, que hay que conservar, y unos espacios para la contaminación y los residuos, que son finitos.

Para leer más:

Kenneth E. Boulding (1966): «The Economics of the Coming Spaceship Earth».

En español: La economía de la futura nave espacial Tierra.

E. J. Mishan y los costes del desarrollo

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Shanghai, China

El economista británico Edward J. Mishan (1917-2014) afirmaba en 1969, con su obra «Growth: the price we pay», que existen serias dudas de que haya una relación positiva clara entre bienestar social y desarrollo económico. Para este autor, que no se identificaba con la escuela de pensamiento económico convencional, los economistas, por lo general, no se preguntan en voz alta si el desarrollo material en Occidente está aumentando globalmente la felicidad de la humanidad.

El «desbocado» mundo moderno en que vivimos ha evolucionado, con su rápido e implacable progreso técnico, generando unos costes sociales que se vuelven excesivos en muchos ámbitos.

Mientras, los ciudadanos nos encontramos continuamente distraídos por «las maravillas de la técnica», de modo que no tenemos «ninguna noción de la amplitud y gravedad de la situación».

Para Mishan el crecimiento económico tiene unos costes sociales -que llamó efectos de rebosamiento– que «se distinguen por cuanto, injustificadamente, no son introducidos en el cálculo desde un comienzo». Entre dichos costes destaca los siguientes:

-La congestión del tráfico en nuestras ciudades.

-La limitada soberanía del consumidor.

-Las pérdidas de tiempo y la ansiedad que genera en el consumidor la creciente producción de mercancías.

-El «cosmopolitismo uniforme».

-La destrucción de la variedad que provoca el progreso tecnológico.

-Los daños al medio ambiente.

En concreto, respecto a los costes medioambientales que conlleva el crecimiento económico, este autor resalta los siguientes:

«(…) la erosión del campo; el afeamiento de nuestras ciudades costeras; la polución de la atmósfera y de los ríos mediante los desperdicios químicos; la acumulación de petróleo en las aguas de nuestras costas; el envenenamiento de nuestras playas por las aguas residuales; la destrucción de la vida silvestre por el uso indiscriminado de los insecticidas; el cambio del sistema de cría de los animales en el campo, al sistema de granjas industriales; y, lo que resulta evidente para todo quien tenga ojos para ver, la irreflexiva destrucción de una rica herencia de bellezas naturales, una herencia que no podrá restaurarse en vida de nuestra generación».

Para Mishan, pues, las principales fuentes del bienestar social no han de buscarse en el crecimiento económico per se, sino en una forma más selectiva de desarrollo. A modo de ejemplo, expone las siguientes sentencias:

«Resulta perfectamente posible arreglar las cosas de forma que se produzcan muchos menos bienes superfluos y, en cambio, se pueda disfrutar de un mayor tiempo libre».

«Podemos reducir la publicidad en los periódicos y, a cambio, conservar nuestros bosques».

«Podemos decidir reducir la lucha por la competencia y optar por una vida más fácil y reposada».

«Devolver la tranquilidad y dignidad a nuestras ciudades y hacer posible que la gente pueda vagar sin verse molestada por el tráfico y pueda gozar de nuevo del encanto de los pueblos y ciudades históricos».

«(…) Preservar para la posteridad aquellos recursos naturales limitados que, en ausencia de una legislación prohibitiva o en ausencia de controles, seguirían siendo deteriorados y malgastados».

Para leer más:

E. J. Mishan (1969): Growth: the price we pay. (En español: E. J. Mishan: Los costes del desarrollo económico. Oikos-tau, Barcelona, 1989, 2ª edición).

Los compromisos medioambientales de la Nueva Agenda Urbana (Hábitat III)

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Ciudad de Quito, Ecuador

En octubre de 2016 se celebró en Quito (Ecuador) la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III). Tras las Conferencias de Vancouver en 1976 (Hábitat I) y Estambul en 1996 (Hábitat II), en Quito (2016) la comunidad internacional proyecta una Nueva Agenda Urbana de alcance mundial para los próximos años.  Con ella se pretende revitalizar el compromiso en favor de la vivienda y el desarrollo urbano sostenible.

En materia medioambiental, la Nueva Agenda Urbana establece como guía el siguiente principio:

«Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, promoviendo el uso de la energía no contaminante y el uso sostenible de la tierra y los recursos en el desarrollo urbano; protegiendo los ecosistemas y la diversidad biológica, entre otras cosas alentando la adopción de estilos de vida saludables en armonía con la naturaleza; alentando modalidades de consumo y producción sostenibles; fortaleciendo la resiliencia urbana; reduciendo los riesgos de desastre; y mitigando el cambio climático y poniendo en práctica medidas de adaptación a este».

Entre los compromisos medioambientales recogidos en la Nueva Agenda Urbana destacamos los siguientes:

  • Facilitar la ordenación sostenible de los recursos naturales en las ciudades y los asentamientos humanos.
  • Adoptar un enfoque sobre ciudades inteligentes en el que se aprovechen energías y tecnologías no contaminantes.
  • Incrementar la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático y los desastres (inundaciones, sequías…).
  • Mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición, la salud física y mental y la calidad del aire en los hogares y el ambiente.
  • Reducir el ruido y promover ciudades y paisajes urbanos que sean atractivos y habitables.
  • Priorizar la conservación de especies endémicas.
  • Prestar especial atención a las zonas urbanas donde existen deltas fluviales, costas y otras áreas especialmente vulnerables desde el punto de vista ambiental.
  • Preservar y promover la función social y ecológica de las tierras, incluidas las zonas costeras que dan apoyo a las ciudades.
  • Fomentar soluciones que garanticen pautas de consumo y producción sostenibles.
  • Mantener unas densidades y una compacidad urbanas adecuadas para prevenir y contener el crecimiento incontrolado.
  • Promover el uso sostenible de la tierra y prevenir la pérdida de tierras productivas y ecosistemas frágiles e importantes.
  • Apoyar la prestación local de bienes y servicios básicos y aprovechar la proximidad de los recursos (energía, agua, alimentos y materiales).
  • Favorecer la gestión sostenible de los recursos (tierra, agua dulce, océanos, energía, materiales, bosques, alimentos).
  • Fomentar la reducción al mínimo de los residuos y contaminantes y luchar por lograr una transición hacia una economía circular.
  • Aplicar procesos de planificación urbana y territorial y prácticas de gestión y planificación integradas de los recursos hídricos, teniendo en cuenta la continuidad entre las zonas urbanas y las rurales.
  • Promover la conservación y la utilización sostenible del agua.
  • Favorecer la gestión racional de los desechos, mediante su reducción, reutilización y reciclaje, así como la reducción de la contaminación marina.
  • Alentar modos de construcción sostenibles, edificios eficaces desde el punto de vista energético y fuentes de energía renovables.
  • Fortalecer la resiliencia de las ciudades y los asentamientos humanos, mediante la adopción y aplicación de políticas y planes integrados, con un enfoque holístico.
  • Promover el desarrollo de infraestructuras resilientes y eficientes en el uso de los recursos.
  • Reducir los riesgos y los efectos de los desastres, mediante la rehabilitación y la mejora de los barrios marginales y asentamientos informales.
  • Promover la acción por el clima, incluida la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos.

La Nueva Agenda Urbana tendrá un seguimiento y examen periódicos. Para ello se realizará un informe cada cuatro años en el que se recoja un análisis cualitativo y cuantitativo de los progresos alcanzados así como de las dificultades encontradas durante su ejecución. Asimismo, dicho proceso de seguimiento y evaluación deberá tener vínculos efectivos con el de la Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible, a fin de asegurar la coordinación y coherencia  en su aplicación.

Para leer másHábitat III

El grado de satisfacción con la calidad del aire de los ciudadanos europeos

La calidad de vida en las ciudades depende de diversos factores, tales como las dotaciones de infraestructuras y equipamientos, las oportunidades de empleo, la situación de la vivienda, la seguridad y el estado del medio ambiente. Por lo que se refiere a este último la calidad del aire es, sin duda, un aspecto básico del bienestar en una ciudad.

Pero, ¿están los habitantes de las ciudades europeas satisfechos con el aire que respiran? ¿Se constatan progresos en este ámbito?

Centrándonos en las 28 ciudades capitales de la UE, los últimos Eurobarómetros permiten obtener conclusiones relevantes.

Así, en 2015 las urbes con mayor calidad del aire según sus ciudadanos son Helsinki, Viena y Dublín. En las tres el 88% de la población declara que está muy satisfecha o bastante satisfecha con la calidad del aire donde residen.

Helsinki, Finlandia
Helsinki, Finlandia

Les siguen, a continuación, las ciudades de Luxemburgo (83%), Estocolmo (77%), Liubliana (76%) y Tallin (75%).

Por el contrario, las ciudades donde los ciudadanos están más descontentos con la calidad del aire que respiran son Bucarest (28%), Sofía (22%), París (30%), Madrid (31%) y Roma (32%). En todas ellas solamente menos de un tercio de sus habitantes está muy satisfecho o bastante satisfecho  con el aire  de sus ciudades o, lo que es lo mismo, más de dos tercios está bastante insatisfecho o no del todo satisfecho.

Analizando el periodo 2012-2015, de las 28 ciudades capitales de la UE, 19 han mejorado en calidad del aire, 6 han empeorado y 3 se han mantenido, según las respuestas aportadas por sus ciudadanos.

Respecto a las ciudades donde sus habitantes perciben que ha aumentado más la calidad del aire entre 2012 y 2015 se sitúan en las primeras posiciones Praga, Liubliana y Tallin.

En el otro extremo durante los últimos años ha disminuido con mayor intensidad la satisfacción con la calidad del aire de los ciudadanos de las grandes urbes de París y Londres.

Finalmente, se mantiene entre 2012 y 2015 la misma percepción de la calidad del aire en las ciudades de La Valeta, Bruselas y Riga.

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Para más información:

Eurostat: Eurobarómetros, 2012 y 2015.

La situación medioambiental del mundo hoy ante la Agenda 2030

El pasado 1 de enero de 2016 entró en vigor la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas. Se trata de un ambicioso plan de acción que persigue 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 metas conexas que tienen como horizonte el año 2030.

Para avanzar por el camino del desarrollo sostenible se pretende integrar y conjugar las tres dimensiones que lo conforman: económica, social y medioambiental.

P. N. Oulanka, FInlandia

Sin duda para conocer el grado de cumplimiento de los objetivos marcados en la Agenda 2030 es esencial, en primer lugar, conocer cómo nos encontramos en la situación de partida, cómo está el planeta hoy desde el punto de vista económico, social y medioambiental. Es por ello que en julio de 2016 se publicó un primer informe de seguimiento de la Agenda 2030: el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2016.

A continuación exponemos las principales conclusiones recogidas en dicho Informe acerca de la situación actual del mundo respecto al medio ambiente y ante los siete ODS de carácter ambiental contenidos en la Agenda 2030.

Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad y la gestión del agua y el saneamiento para todos.

-El estrés por escasez de agua afecta a más de 2.000 millones de personas en el mundo.

-Se estima que 663 millones de personas todavía no cuentan con mejoras en el suministro de agua potable o usan aguas superficiales en 2015. Al menos 1.800 millones de personas estaban expuestas en 2012 a agua potable contaminada con materia fecal.

-Unas 2.4oo millones de personas no disponen de instalaciones de saneamiento adecuadas en 2015, de las cuales 946 millones no tienen instalación de saneamiento alguna, lo que constituye un riesgo para la salud pública y el medio ambiente.

Objetivo 7: Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.

-Unas 1.100 millones de personas continúan sin acceso a energía eléctrica, incluyendo el 65% de la población de África subsahariana y el 70% en Oceanía, en 2012.

-Se estima que 3.000 millones de personas dependen de combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar en 2014, el 40% de la población mundial.

-Las fuentes de energías renovables (que excluyen biocombustibles sólidos) aumentaron a una tasa del 4% anual entre 2010 y 2012. En 2014 el 60% de las nuevas capacidades de generación de energía fueron de fuentes renovables modernas.

-La intensidad energética (suministro energético primario total sobre el PIB) mejoró en un 1,3% por año entre 2000 y 2012. Aún así el progreso continúa solamente a dos tercios del ritmo requerido para duplicar la tasa mundial de aumento de eficiencia energética para el año 2030.

Objetivo 11: Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

-El crecimiento urbano descontrolado se puede encontrar en muchas regiones: Asia oriental y Oceanía tuvieron la mayor proporción entre consumo de tierra y crecimiento de población en el mundo entre los años 2000 y 2015.

-Se estima que la contaminación ambiental del aire (en exteriores) tanto en ciudades como en zonas rurales fue la causa de 3,7 millones de muertes prematuras en 2012.

-En 2014 alrededor de la mitad de la población urbana mundial estaba expuesta a niveles de contaminación del aire al menos 2,5 veces mayores a las normas establecidas por la OMS.

Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.

-La huella material por unidad del PIB (cantidad de materia prima utilizada) ha disminuido entre 2000 y 2010 en las regiones desarrolladas como resultado de una mayor eficiencia en los procesos industriales, al pasar de 25,9 kg por unidad de producto a 23,6 kg en dicho periodo.

-La huella material en las regiones desarrolladas (23,6 kg por unidad de PIB) se situó en 2010 muy por encima de los 14,5 kg por unidad de producto de las regiones en desarrollo.

-La huella material en las regiones en desarrollo ha aumentado de los 11,8 kg por unidad de PIB a los 14,5 kg entre 2000 y 2010. Los minerales no metálicos mostraron el mayor aumento (de 5,3 a 6,9 kg por unidad de PIB).

-El consumo nacional de materiales per cápita en las regiones desarrolladas (15,3 tn per cápita fue un 72% más alto que en las regiones en desarrollo (8,9 tn) en 2010.

Objetivo 13: Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

-En abril de 2016, 175 Estados miembros firmaron el Acuerdo de París que prepara el terreno para una ambiciosa acción mundial por el clima para asegurar que la temperatura del planeta no aumente más de 2ºC.

-Muchos de los desastres naturales se ven exacerbados por el cambio climático y están aumentando en frecuencia e intensidad. En promedio 83.000 personas murieron y 211 millones se vieron afectadas cada año como resultado de desastres naturales ocurridos entre los años 200o y 2013.

-En 2015 solo 83 países informaron contar con disposiciones legislativas y/o normativas establecidas para gestionar el riesgo de desastres.

Objetivo 14: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.

-El 37% de la población mundial habitaba en comunidades costeras en 2010.

-La proporción de poblaciones marinas de peces a nivel mundial dentro de niveles biológicamente sostenibles disminuyó del 90% en 1974 al 69% en 2013 y parece haberse estabilizado en los últimos años.

-En 2014 el 8,4% del ambiente marino bajo jurisdicción nacional (hasta 200 millas náuticas desde la costa) estaba bajo protección.

-Entre 2000 y 2016 la proporción de áreas clave de biodiversidad marina que estaban completamente cubiertas por zonas protegidas aumentó de 15% a 19%.

-Los cinco grandes ecosistemas marinos en mayor riesgo de eutrofización costera (exceso de nutrientes en el agua, que provoca por falta de oxígeno la muerte animal) son la Bahía de Bengala, el Mar de China oriental, el Golfo de México, la plataforma del norte de Brasil y el Mar de China meridional. Estas áreas proporcionaban en 2010 servicios derivados de los ecosistemas para una población costera de 781 millones de personas.

Objetivo 15: Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.

-Continúa la pérdida neta de superficie forestal. Se contabilizó en 3,3 millones de hectáreas anuales durante el periodo 2010-2015, cifra inferior a la pérdida neta producida en la década de 1990 (7,3 millones de hectáreas).

-En el periodo 2000-2016 ha aumentado el porcentaje de áreas que están cubiertas completamente por zonas protegidas: las áreas clave de biodiversidad terrestres (de 16,5% a 19,3%), interiores de agua dulce (de 13,8% a 16,6%) y de montañas (de 18,1% a 20,1%).

-En 2015 más de 23.000 especies de plantas, hongos y animales enfrentaban una alta probabilidad de extinción. Las actividades humanas están causando la extinción de especies a tasas tres veces más altas que las normales en toda la historia de la Tierra.

-Desde 1999 se han denunciado al menos 7.000 especies de animales y plantas por tráfico ilegal, lo que afecta a 120 países.

Fuente: ONU: Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2016