Evaluando el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible en 2022

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Dinamarca.

En 2015 la ONU puso en marcha el ambicioso proyecto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una estrategia de alcance mundial, cuyo compromiso se concreta en lograr, durante la presente década, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS), que cubren las tres dimensiones del desarrollo: económica, social y medioambiental.

Para evaluar los progresos en la consecución de los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la fundación Bertelsmann Stiftung vienen publicando desde hace varios años diferentes informes periódicos que tratan de evaluar cómo están avanzando los países en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

Con carácter genérico, la metodología utilizada permite disponer de un índice ODS que resume en un único valor los resultados mostrados por la amplia batería de indicadores recabados (94 en la edición de 2022) para medir la totalidad de los 17 ODS (a los cuales se les otorga igual importancia).

El índice ODS es, por tanto, un indicador sintético de desarrollo sostenible, cuyo valor puede oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación respecto al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030, y 100, cuando el país se sitúa en la mejor posición respecto a su cumplimiento.

Con la edición de 2022 del Informe de Desarrollo Sostenible, la octava desde 2015, se han podido evaluar, a través del índice ODS, los progresos en materia de desarrollo sostenible de un total de 163 países. Entre las conclusiones generales del Informe podemos destacar las siguientes:

  • El índice ODS de 2022 no recoge aún el impacto total de la pandemia de COVID-19 ni los posibles efectos de la guerra de Ucrania, debido a los retrasos en la disponibilidad de los datos.
  • Así todo, por segundo año consecutivo el mundo no realiza progresos en el cumplimiento de los ODS. La actual crisis sanitaria y de seguridad, intensificada por las crisis climática y de biodiversidad, está poniendo en tela de juicio la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. El descenso del valor del índice ODS registrado desde 2019 se debe principalmente a un retroceso en dos objetivos socioeconómicos: ODS 1 (Fin de la pobreza) y ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico). La crisis múltiple ha hecho que la proporción de personas en situación de pobreza extrema haya aumentado significativamente durante los dos últimos años. También se han visto afectados el ODS 2 (Fin del hambre), el ODS 3 (Salud y bienestar) y el ODS 4 (Educación de calidad).
  • El éxito de los ODS se está viendo condicionado por las graves restricciones financieras a las que se enfrentan los países en desarrollo. Se hace necesario contar con un plan de financiación de la Agenda 2030 para todos los países.
  • Los países ricos generan efectos indirectos socioeconómicos  y ambientales negativos sobre los demás, principalmente a través de cadenas de suministro y comercio insostenibles. Aproximadamente el 40% de la huella de carbono de la Unión Europea relacionada con su consumo de bienes y servicios tiene lugar en otros países.

En un análisis más detallado por países, el informe de 2022 nos revela que siguen existiendo diferencias muy importantes respecto al grado de consecución de los objetivos de la Agenda 2030.

Así, los tres países que presentan un mayor valor del índice ODS son Finlandia (86,5), Dinamarca (85,6) y Suecia (85,2), al igual que ha venido ocurriendo en años anteriores. Les siguen otros países también de alta renta per cápita y del continente europeo: Noruega (82,3), Austria (82,3,), Alemania (82,2), Francia (81,2) y Suiza (80,8).

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En el otro extremo, los menores índices de desarrollo sostenible los presentan, al igual que en la edición de 2021, tres países africanos de baja renta: Sudán del Sur (39,0), República Centroafricana (39,3) y Chad (41,3). Les siguen, a continuación, varios países también del continente africano, que anotan índices ODS no superiores a 50: Somalia (45,6), Sudán (49,6), Liberia (49,9) y República Democrática del Congo (50,0).

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Finalmente, dentro del amplio grupo intermedio de 113 países, cabe destacar, dado su peso económico y/o demográfico, a Estados Unidos, que ocupa la posición 41, de modo que desciende nueve puestos respecto a 2021 en el ranking mundial del índice de desarrollo sostenible. Asimismo, en 2022 la Federación Rusa ocupa la posición 45 , China se sitúa en la 57 y la India en la 121.

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2022.

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El consumo de agua en España (2000-2018)

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El agua, un recurso imprescindible para la vida del ser humano, nos demanda un uso cada vez más eficiente. Sabemos, desde hace ya mucho tiempo, que los científicos nos vienen advirtiendo que el contrastado calentamiento global de la Tierra trae, entre otras consecuencias, mayores problemas de disponibilidad hídrica en muchos países del planeta.

En el contexto europeo, para el caso de España, país que no es ajeno al estrés hídrico, es de especial interés centrar la atención en cómo está siendo consumida el agua por los distintos actores económicos. Previamente hay que subrayar que en 2018 solo un 4,8% del agua captada procedió de desalación, siendo el origen principal el de las aguas superficiales (64,3%), seguido de las aguas subterráneas (30,9%).

Las estadísticas que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos permiten analizar cómo ha sido el consumo del agua suministrada a la red de abastecimiento público desde el año 2000.

Así, durante el periodo de 2000-2018 en España el volumen de agua suministrada a la red de abastecimiento público ha seguido, en general, una tendencia descendente, desde los 4.782 hectómetros cúbicos consumidos en 2000 hasta los 4.236 en 2018, esto es, una reducción del 11,4%. No obstante, como se observa en la siguiente gráfica, el consumo hídrico ha pasado por dos etapas bien diferenciadas según el ciclo económico. En un primer periodo (2000-2007), de expansión económica, se ha tendido a un mayor consumo de agua, llegando a casi alcanzar los 5.000 hm³. Posteriormente, en una segunda fase (2008-2018), cuando la economía atraviesa años marcados por las consecuencias de la llamada Gran Recesión, el consumo de agua se modera en España de forma continuada hasta registrar su mínimo en 2018.

Consumo total de agua_2000_2018

A la hora de aproximarnos a evaluar la eficiencia en el uso del agua no hay que desdeñar que una parte importante del agua suministrada a la red de abastecimiento son pérdidas. En España, según el INE, en 2018 se perdió un total de 653 hm³ de agua a causa de fugas, roturas y averías, es decir, un significativo 15,4% del total de agua suministrada a la red. Dicho porcentaje no es muy diferente al cuantificado en 2007, que se cifró en 15,9%. 

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Si descontamos al volumen total de agua suministrada a la red dichas pérdidas reales por fugas más otras pérdidas de agua que no han sido registradas (volúmenes no medidos), se obtiene el total de agua registrada y distribuida, que en 2018 ascendió a 3.188 hm³, un 15,7% menos que en el año 2000.

Es de especial importancia evaluar cuáles son los consumidores finales del agua registrada y cómo han evolucionado sus consumos. Así, según el INE, el agua registrada en España toma como principal usuario a los hogares, que en 2018 consumieron el 71,2% del total. Le siguen, a continuación, la industria, con el 10,3% del total de agua registrada; los consumos municipales (9,0%); usos turísticos y recreativos (4,3%); servicios (comercio, transporte, oficinas…), con el 3,8%; agricultura y ganadería (0,7%) y construcción (0,6%).

Asimismo, desde un punto de vista temporal, los datos disponibles, correspondientes al periodo 2006-2018, indican que el volumen de agua consumida por los hogares se ha reducido un 13,2%. También han visto descender su consumo de agua durante dichos años los siguientes sectores: construcción (-60,0%), agricultura y ganadería (-57,1%), servicios (-39,2%), industria (-32,3%) y consumos municipales (-25,5%).

Finalmente, es significativo que el sector económico de usos turísticos y recreativos ha sido el único que ha incrementado el consumo de agua durante los años 2006-2018, en concreto un 8,4%.

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Para más información:

INE: Estadística sobre el suministro y saneamiento del agua.

La felicidad en los países del mundo (2022)

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Conocer el grado de felicidad de que disfrutan, o carecen, los países del mundo es una cuestión que despierta tanto interés como complejidad implica su análisis. Son diversas las investigaciones que se han desarrollado en este campo. Entre ellas se encuentra la aproximación a la felicidad evaluada aportada por el Informe de Felicidad Mundial, que, desde 2012, viene publicando anualmente Sustainable Development Solutions Network.

Se trata de una medida de felicidad de las personas que se basa en tres indicadores principales de bienestar subjetivo: evaluaciones de vida (calidad de vida), emociones positivas (risa, disfrute, interés en aprender…) y emociones negativas (preocupación, tristeza, ira) en las experiencias diarias. La fuente principal de datos es la Encuesta Mundial Gallup.

Según la metodología empleada en su Informe de 2022 (WHR2022) la felicidad de los países viene explicada por los siguientes factores principales:

  • El PIB per cápita. Es el Producto Interior Bruto por habitante en paridad de poder de compra (ajustado en dólares de 2017).
  • El apoyo social. Se mide según la respuesta dada por los ciuddanos a la pregunta siguiente: «Si usted se encuentra con problemas, ¿tiene familiares o amigos con los que puede contar para que lo ayuden cuando los necesite, o no?».
  • La esperanza de vida saludable al nacer. Se basa en los datos de la Organización Mundial de la Salud.
  • La libertad para tomar decisiones de vida. Se mide según la respuesta dada por los ciudadanos a la pregunta: «¿Está satisfecho o insatisfecho con su libertad para elegir qué hacer con su vida?».
  • La generosidad. Se mide según la respuesta dada a la pregunta: «¿Ha donado dinero a una organización benéfica en el último mes?».
  • La percepción de corrupción. Se mide según las respuestas dadas a dos preguntas: «¿Está la corrupción generalizada en el gobierno o no?» y «¿Está la corrupción generalizada en las empresas o no?».
  • El afecto positivo. Se define como el promedio de medidas del efecto del día anterior para la risa, disfrute y hacer o aprender algo interesante.
  • El afecto negativo. Se define como el promedio del día anterior afectan las medidas de preocupación, tristeza e ira.

El indicador de felicidad que se presenta en el Informe de 2022 se obtiene a partir de las evaluaciones de la vida que efectúan los ciudadanos de los 146 países del mundo para los que se ha contado con datos, a través de encuestas realizadas durante el periodo 2019-2021.

Las puntuaciones resultantes son promedios que están en función de las respuestas que han dado las personas encuestadas en cada país para que evalúen la calidad de sus vidas en una escala de 0 a 10.

Como se observa en el siguiente cuadro las ocho primeras posiciones en cuanto a nivel de felicidad las ocupan países europeos: Finlandia (por quinto año consecutivo), Dinamarca, Islandia, Suiza, Países Bajos, Luxemburgo, Suecia y Noruega. A ellos les siguen países como Israel, Nueva Zelanda, Austria, Australia, Irlanda, Alemania y Canadá.

WHR2022_25 países más felices

En otro extremo, se concluye que los países menos felices se encuentran principalmente en los continentes africano, en mayor medida, y asiático. Las últimas posiciones en la medida de felicidad corresponden a Afganistán, Líbano, Zimbabue, Ruanda, Botsuana, Lesoto, Sierra Leona, Tanzania, Malaui, Zambia, India, Togo, Jordania, Mauritania, Yemen, Etiopia y Chad.

Existe, por tanto, una gran brecha entre los países más felices y menos felices del mundo, que llega a ser de 3,3 veces entre Finlandia y Afganistán.

Según los resultados del WHR2022, los niveles generales de evaluación de la vida se han mantenido bastante estables durante los dos años de COVID-19, acompañados de cambios modestos en las clasificaciones globales.

Además, en un análisis temporal más amplio el Informe nos revela que entre 2008-2012 y 2019-2021 los diez países que han conseguido las mayores ganancias de felicidad son Serbia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Togo, Baréin, Letonia, Benín, Guinea y Armenia. Por el contrario, las mayores pérdidas de felicidad corresponden a Líbano, Venezuela, Afganistán, Lesoto, Zimbabue, Jordania, Zambia, India, México y Botsuana.

Finalmente, es destacable que, según WHR2022, en general, la desigualdad de bienestar ha aumentado desde 2011, especialmente en África subsahariana, MENA (Oriente Medio y Norte de África), América Latina y el sur y sureste de Asia.

Para más información:

Helliwell, J. F., Layard, R., Sachs, J. D., De Neve, J.-E., Aknin, L. B., & Wang, S. (Eds.). (2022). World Happiness Report 2022. New York: Sustainable Development Solutions Network.

El Índice del Planeta Feliz (2021)

Costa Rica.

El Índice del Planeta Feliz (IPF), publicado en octubre de 2021 por Wellbeing Economy Alliance (WEALL), es un índice que persigue evaluar el nivel de bienestar sostenible global de los países del mundo.

Se postula como una medida alternativa al crecimiento del Producto Interior Bruto, ya que este objetivo, tan presente en la agenda de la mayoría de los gobiernos, adolece de serias carencias: no garantiza una vida mejor para todos; no refleja las desigualdades materiales; no valora correctamente aspectos importantes para las personas como son las relaciones sociales, la salud o el tiempo de ocio y, en absoluto, tiene en cuenta los límites físicos del planeta Tierra.

En suma, el IPF, como indicador del bienestar sostenible, trata de apoyar un cambio de paradigma en la forma de entender el “progreso”. Con el IPF los países han de ser capaces de responder mejor a la pregunta de si es posible vivir una buena vida sin necesidad de deteriorar el planeta.

El Índice de Planeta Feliz de la edición de 2021 se construye a partir de la combinación de tres componentes básicos que permiten conocer en qué medida los ciudadanos de los países del mundo están llevando una vida feliz, larga y sostenible. Son los siguientes:

Bienestar. El grado de satisfacción que sienten los ciudadanos con su vida. Toma un valor entre 0 y 10 de acuerdo con la Encuesta Mundial Gallup.

Esperanza de vida. El número de años que en promedio se espera que vivan las personas de cada país. Se basa en PNUD.

Huella ecológica. El impacto medio que cada ciudadano produce sobre el medio ambiente. Se expresa en hectáreas globales por persona, de acuerdo con Global Footprint Network.

Por lo tanto, tenderán a tener los IPF más altos aquellos países en los que sus ciudadanos declaran tener un mayor grado de bienestar, en los que la esperanza de vida es mayor y donde la huella ecológica por habitante es inferior.

Los resultados correspondientes al informe del año 2021, con datos de 2019 relativos a un total de 152 países del mundo evaluados, reflejan una significativa diferencia entre el IPF más alto (62,1) y el más bajo (24,3).

En la primera posición se sitúa Costa Rica (con un valor del IPF de 62,1). Con un nivel de bienestar y una esperanza de vida relativamente altos, que superan incluso a los de algunas naciones «ricas», y una huella ecológica inferior a la media, Costa Rica ha conseguido mantener su destacada posición a lo largo del tiempo.

A continuación, se encuentran como países con mayor Índice del Planeta Feliz los siguientes: Vanuatu, Colombia, Suiza, Ecuador, Panamá, Jamaica, Guatemala, Honduras, Uruguay, Nueva Zelanda y Filipinas.

En el otro extremo Catar es el país con menor valor del IPF (24,3). Se trata de un país que teniendo un PIB per capita muy superior al de Costa Rica, presenta una esperanza de vida similar y un nivel de bienestar algo inferior, además de ostentar la mayor huella ecológica de los 152 países del planeta evaluados.

Les siguen a Catar, como países con menores valores del índice, los siguientes: Mongolia, República Centroafricana, Lesoto, Zimbabue, Sierra Leona, Afganistán, Chad, Luxemburgo, Botsuana, Turkmenistán, Kuwait y Baréin.

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Es de destacar, asimismo, que países llamados desarrollados como Islandia (puesto 52), Japón (58), Dinamarca (70), Australia (88), Canadá (105), Estados Unidos (122) o Luxemburgo (143) se encuentren alejados de las primeras posiciones del Índice del Planeta Feliz. En todos ellos los valores relativos al componente de huella ecológica resultaron ser significativamente altos (entre 4,7 y 12,6).

Para más información:

happyplanetindex.org

El gasto en protección medioambiental en España (2010-2020)

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Para garantizar la calidad y perdurabilidad de los ecosistemas y las especies se requieren políticas de prevención y cambios profundos en los modos de producción, consumo y distribución. Con el tiempo la protección del medio ambiente se ha convertido en una preocupación creciente de la sociedad.

La puesta en práctica de todas aquellas medidas que permitan preservar la calidad de nuestro medio ambiente implica necesariamente responder con medios económicos. Cabe preguntarse, por tanto, cuánto se gastan los países en la protección medioambiental a través de sus empresas, Administraciones Públicas y hogares, lo que permitirá aproximarnos a conocer en qué grado están comprometidos en proteger el medio ambiente.

En España, de acuerdo con los últimos datos avance del año 2020, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el gasto total en protección medioambiental asciende a 19.160 millones de euros. Este gasto ha sido sufragado, con diferente proporción, por los siguientes sectores institucionales: el 48,0% por las Sociedades, el 35,5% por las Administraciones Públicas (e instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares) y el 16,4% restante por los Hogares.

En dicho año 2020 el gasto en protección medioambiental se destinó a cinco grandes ámbitos de protección. En primer lugar, el 63,8% del gasto se concentró para financiar la gestión de residuos. Seguidamente, y a distancia, la gestión de aguas residuales recibió el 18,2% del gasto medioambiental.

Por lo tanto, en España más de ocho de cada diez euros del gasto destinado a la protección del medio ambiente se dedican a financiar la gestión de los residuos y las aguas residuales que generan las actividades de empresas, hogares y Administraciones Públicas. El 18,0% restante del gasto en protección medioambiental fue para un conjunto variado de ámbitos.

Como puede observarse en el siguiente Cuadro, el ámbito de protección del aire y del clima, protección y descontaminación de suelos, disminución de ruidos, etc. recibe el 7,3% del gasto medioambiental, y la I+D sobre medio ambiente se financia con el 6,2%.

En último lugar se sitúa el gasto en protección de la biodiversidad y el paisaje, que se cuantifica en 861 millones, esto es, el 4,5% del gasto medioambiental total.

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Desde una perspectiva temporal, durante el periodo 2010-2020, según los datos disponibles del INE, se constata que en España el gasto en protección medioambiental ha pasado de 18.639 a 19.160 millones de euros. Es decir, en una década el gasto dedicado a la protección medioambiental en este país ha aumentado solo un 2,8%.

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La irrupción de la crisis económica en 2008, que devino en Gran Recesión en los años posteriores, ha repercutido de forma palpable sobre las políticas medioambientales, al ver mermados sus recursos de financiación. El gasto medioambiental en España tocó fondo en el año 2014, cuando se cifró en 16.281 millones de euros, es decir, un 12,6% menos que en 2010. A partir de 2015 el gasto sigue una senda de recuperación hasta 2019, cuando se consolida un nivel  en euros que supera el anotado en el año 2010. Finalmente, en 2020 el inicio de la pandemia del COVID-19, que ha traído graves impactos sanitarios y socioeconómicos en todos los países, ha derivado también en un descenso del gasto destinado a la protección medioambiental, que en el caso de la economía española ha supuesto una reducción del 3,7% respecto a 2019.

Para el conjunto del periodo 2010-2020, el gasto en protección medioambiental, si bien se ha recuperado respecto al año 2010 en niveles (euros corrientes, sin descontar la inflación), no ha sido así en términos relativos, esto es, en comparación con la evolución de la economía.

Así, el porcentaje de gasto medioambiental sobre el Producto Interior Bruto (PIB) a precios de mercado, se observa que se ha reducido desde el 1,74% de 2010 hasta el 1,71% de 2020. Es decir, la producción de bienes y servicios de la economía española se ha incrementado en mayor medida (o se ha reducido en menor medida, en los años de recesión) que lo ha hecho el gasto destinado a proteger el medio ambiente de los efectos nocivos de las actividades económicas.

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La evolución que toma dicha ratio apunta que la importancia otorgada a las políticas medioambientales vía gasto ha presentado dos etapas diferenciadas. En un primer periodo 2010-2016, los gastos medioambientales han perdido presencia de forma continuada año tras año en relación con la evolución de la actividad económica. A esta etapa le sigue un periodo 2017-2020 bien diferente, donde el porcentaje de gastos medioambientales sobre el PIB se ha ido recuperando. Así todo, no se ha alcanzado aún el registro de 2010, a pesar de que persisten los acuciantes problemas medioambientales que preocupan a la sociedad y ponen en riesgo la perdurabilidad de los ecosistemas y especies de la geografía española.

Para más información:

INE: Cuentas Medioambientales.

La producción de energía nuclear en los países de la Unión Europea (1996-2020)

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La producción de energía nuclear en la Unión Europea (UE-27) ascendió  en el año 2020 a 175,2 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). Su destino principal es la generación de electricidad.

De acuerdo con los datos publicados por Eurostat, durante los años 1990-2020 la producción de energía nuclear se ha reducido un 7,1% en la UE.

En dicho periodo de tiempo cabe diferenciar dos fases. En un primer subperiodo 1990-2004 la producción de este tipo de energía traza una senda de continuo aumento hasta llegar a su nivel máximo de 240 millones de tep en el año 2004. A esta primera fase, en la que se incrementó un 27,2%, sigue una segunda en la que se va recortando la producción de energía nuclear hasta alcanzar su valor mínimo en el año 2020.

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En un análisis por países, son trece los Estados miembros de la UE que tienen operativos reactores nucleares para la producción de energía.

En el año 2020 Francia continúa siendo, con diferencia, el mayor productor de energía nuclear de la Unión Europea. Su peso se ha situado durante todo el periodo (1990-2020) por encima del 39% del total de energía nuclear de la UE. De hecho, la participación francesa se ha incrementado desde el 43,0% en 1990 hasta el 52,6% en 2020.

Les siguen, a distancia, las participaciones de Alemania (9,5% del total en 2020), España (8,7%), Suecia (6,9%), Bélgica (4,8%), República Checa (4,3%), Finlandia (3,2%), Bulgaria (2,5%), Hungría (2,3%), Eslovaquia (2,3%), Rumanía (1,6%), Eslovenia (0,9%) y los Países Bajos (0,5%).

En cuatro países (Francia, Alemania, España y Suecia) se concentra, por tanto, más del 77% de la producción total de energía nuclear de la Unión Europea.

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Desde una perspectiva temporal, es destacable la evolución diferenciada que se ha dado entre países durante el periodo 1990-2020. Así, Alemania ha decidido tomar el camino de reducir su producción de energía nuclear, hecho que empieza a observarse en el año 2007 siendo más palpable a partir de 2011. Entre 1990-2020 este país ha visto descender su producción de energía nuclear en un 58,2%, de modo que su peso sobre el total de la UE disminuye desde el 21,0% hasta el 9,5%.

Asimismo, Lituania, cuya producción energética nuclear representaba el 2,2% de la UE en 1990, decidió cesar esta actividad en 2009, de modo que anotó la mayor reducción relativa (-100%) en el periodo analizado.

Junto a estos dos países se une también Suecia, cuya producción de energía nuclear registró un descenso del 31,6% entre 1990-2020, hasta tener una participación del 6,9% en el último año 2020 frente al 9,3% en 1990. Y, finalmente, Bélgica también reduce su producción nuclear durante el periodo analizado, en este caso un 24,0%, que propicia el descenso de su participación relativa en total de la UE.

En sentido contrario, nueve países de la UE han incrementado su producción de energía nuclear durante los años 1990-2020. Los mayores aumentos se han registrado en la República Checa (+130,9) y Eslovaquia (+30,3%), seguidos de Eslovenia (+25,5%), Bulgaria (+14,6%), Hungría (+14,4%), Francia (13,8%), Finlandia (+11,9%), España (+8,4%), los Países Bajos (+5,8%) y Rumanía, que comenzó su producción en 1996.

Para más información:

Eurostat: Datos

Evaluando el objetivo de energías renovables en la UE (2020)

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El consumo final de energía en la UE-27 ascendió a 949,2 millones de toneladas equivalentes de petróleo en 2020. De este total el 22,1% provino de fuentes de energías renovables (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, geotérmica, biomasa…), porcentaje que se ha venido incrementado de forma continuada desde el año 2004.

Como se establece en la Estrategia Europa 2020 y en la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, el 20% del consumo final de energía total ha de provenir en el año 2020 de fuentes renovables

Por lo tanto, según los últimos datos de Eurostat, la UE-27 cumplió con el objetivo global que tenía marcado para 2020 que persigue el aumento de la implantación de las energías renovables para desplazar el consumo de  los combustibles fósiles que propician el calentamiento global. El logro de este objetivo probablemente se ha visto impulsado por el menor consumo de carburantes de origen fósil durante un año 2020 marcado por los impactos de la crisis del COVID-19. No obstante, no queda ahí, ya que la UE ha acordado ampliar dicho objetivo del 20% hasta al menos el 32% para 2030 (que podría llegar al 40% en una próxima revisión).

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En un análisis por países, entre 2004 y 2020 la participación de la energía de fuentes renovables en el consumo final de energía se ha incrementado en todos los países. Los mayores avances relativos se han dado en Suecia (21,7 puntos porcentuales más) y Dinamarca (+16,8 p.p.), y los menores, en Eslovenia (+6,6 p.p.) y Croacia (+7,6 p.p.), si bien en estos dos últimos casos partían con altos porcentajes de introducción de renovables.

Asimismo, se observa que en 2020 persiste la disparidad en el grado de implantación de las energías renovables, según los últimos datos publicados por Eurostat.

En 2020 Suecia, con el 60,1%, es el país con el mayor porcentaje de energía de fuentes renovables en su consumo final bruto energético. Le siguen, a cierta distancia, los mayores porcentajes de Finlandia (43,8%), Letonia (42,1%), Austria (36,5%), Portugal (34,0%), Dinamarca (31,6%), Croacia (31,0%), y Estonia (30,2%).

Por el contrario, las menores participaciones de energías renovables sobre el consumo energético final se registraron en Malta (10,7%), Luxemburgo (11,7%), Bélgica (13,0%), Hungría (13,9%), Países Bajos (14,0%), Polonia (16,1%), Irlanda (16,2%) y Chipre (16,9%).

Si bien el objetivo del 20% recién alcanzado en el año 2020 se ha establecido para el conjunto de la UE, de acuerdo con la Directiva europea cada país ha de cumplir un objetivo individualizado, que varía entre el 49% de Suecia y el 10% establecido para Malta.

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Evaluando el cumplimiento de los objetivos nacionales, se constata que en 2020 todos los países de la UE, a excepción de Francia, han alcanzado sus objetivos individualizados de participación de energías renovables en su consumo energético final. Destacan como países que han sobrepasado favorablemente sus metas Suecia (11,1 p.p. más que su objetivo), Croacia (+11,0 p.p.), Bulgaria (+7,3 p.p.), Finlandia (+5,8 p.p.) y Estonia (5,2 p.p.).

Por el contrario, Francia es el único país que no ha alcanzado su compromiso, ya que con un objetivo nacional del 23% para 2020, en este año la participación de su consumo de energías renovables se cifró en 19,1%.

Para más información:

Eurostat

Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2009.

Directiva (UE) 2018/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de diciembre de 2018.

La eficiencia en el consumo de materiales de la economía española (2008-2020)

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Circunscribir el análisis de una economía, como la española, a la evolución monetaria de su Producto Interior Bruto es, sin duda, un enfoque muy limitante. Entre otras razones porque se ocultan los fundamentos físicos (agua, energía, materiales…) que hacen posibles todos los procesos de producción, consumo y distribución de bienes y servicios que generan los diferentes agentes económicos.

La existencia de una Contabilidad Medioambiental es una valiosa herramienta para conocer con qué intensidad una economía emplea los recursos materiales que proceden del medio natural para el desarrollo de todas sus actividades. Así, como expresa el Instituto Nacional de Estadística (INE), la Cuenta de flujos de materiales «muestra los inputs físicos de materiales que entran en el sistema económico nacional y los outputs a otras economías o al medio natural», expresados en unidades físicas (toneladas).

Los datos disponibles para la economía de España nos dan luz sobre cómo ha evolucionado este país durante el periodo 2008-2020 respecto al consumo y extracción de materiales, así como a la intensidad o productividad de los recursos (ecoeficiencia) en términos de PIB y número de habitantes.

A continuación se exponen los principales resultados obtenidos para los años 2008-2020 (con datos provisionales de 2020), periodo marcado por la Gran Recesión y, más recientemente, por la pandemia del COVID-19.

1. El consumo nacional de materiales, esto es, la cantidad total empleada directamente por la economía española, ascendió a 424,8 millones de toneladas en 2020. Ello supone una reducción del 47,7% respecto al año 2008 (811,9 Mt). La mayor parte de esta reducción se ha producido durante los años 2008-2013 de la Gran Recesión, a la que sigue otra etapa de mayor estabilidad.

2. El principal origen del consumo nacional de materiales es la extracción nacional, con 368,0 millones de toneladas en 2020, es decir, el 86,6% del total. Este porcentaje ha aumentado respecto al de 2008 (81,5%). El resto del consumo de materiales corresponde al balance comercial físico (importaciones menos exportaciones).

G_Consumo y Extracción_2008_2020

3. Por tipos de materiales extraídos en España, destaca el protagonismo que toman los minerales no metálicos (piedra caliza, yeso, arenas, grava…), que en el año 2008 representaban el 78,3% del total, si bien su peso se ha reducido hasta el 57,3% en 2020, en consonancia con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el declive del sector de la construcción.

A continuación se encuentra la extracción de biomasa (cereales, frutas, hortalizas, biomasa pastada…), cuya participación porcentual, en cambio, ha aumentado desde el 19,8% en 2008 hasta el 37,2% en 2020.

A distancia se sitúan los minerales metálicos (cobre, níquel…), cuyo peso se ha incrementado, desde el 0,3% hasta el 5,5%, y los combustibles fósiles (hulla, antracita, petróleo, gas natural licuado…) que, por el contrario, han perdido importancia relativa, desde el 1,6% al 0,04% en 2020.

G_Extracción_2008-2020

4. El balance comercial físico de la economía española fue de 56,5 millones de toneladas en 2020. Esta cifra es el resultado de unas importaciones de materiales (225,6 Mt) que superan a las exportaciones (168,8 Mt).

Durante el periodo analizado dicho balance comercial físico ha sido siempre deficitario, si bien lo ha sido cada vez menos como consecuencia de la dispar evolución mostrada por las importaciones, que han descendido un 18,3%, frente a las exportaciones de materiales, que han aumentado un 34,4% durante el periodo 2008-2020.

5. Si consideramos, para evaluar la ecoeficiencia, la intensidad del consumo de materiales en la economía española, en primer lugar, en términos de PIB, se observa que se ha reducido desde las 725,4 toneladas por millón de euros en 2008 hasta las 399,0 en 2020, habiéndose concentrado la mayor reducción en los primeros años del periodo (2008-2013), para a partir de entonces presentarse años de intensidad relativa en promedio más estable.

6. Complementariamente, analizando la intensidad del consumo nacional de materiales, medida en términos poblacionales, se observa que también ha descendido: desde las 17,7 toneladas por habitante en 2008 hasta las 9,0 en 2020.

7. El Input Directo de Materiales (IDM) constituye un indicador también relevante para aproximarnos a evaluar la senda hacia la sostenibilidad de una economía. Este indicador contabiliza la entrada directa de materiales en el sistema económico procedente del medio natural nacional y del resto del mundo, es decir, extracción nacional e importaciones, quedando expresado en términos de toneladas por millón de euros de PIB.

Así, para el periodo analizado se concluye que el IDM de la economía española se ha reducido desde las 837,6 toneladas por millón euros de PIB en 2008 hasta las 557,6 en 2020.

Como ha sucedido con el consumo nacional de materiales, el periodo de crisis económica que irrumpió en 2008 ha ido acompañado de un proceso de menor intensidad del empleo de los materiales requeridos por la economía. En el caso del IDM ha descendido un 33,4% durante el periodo 2008-2020, si bien a partir de 2013 ya no se observa una tendencia clara de ganancias de ecoeficiencia.

G_Indic. intensidad_2008-2020

8. Finalmente, los últimos datos provisionales disponibles apuntan que, durante el año 2020, marcado por los fuertes impactos de la pandemia del COVID-19, paralelamente a la brusca caída de la producción de bienes y servicios se ha producido también un descenso significativo del consumo de materiales.

Sin embargo, este «ahorro de materiales» ha sido proporcionalmente menor a la fuerte caída mostrada por el PIB, de modo que los dos indicadores de intensidad de materiales, CNM e IDM, han repuntado en 2020 respecto a 2019: 9,1% y 7,1%, respectivamente. Son resultados, por tanto, que nos alejan también de poder confirmar que la economía española se encuentra en un proceso cierto de desmaterialización y de mayor sostenibilidad.

Para más información:

INE: Cuenta de flujos de materiales (2008-2020)

Las emisiones de gases de efecto invernadero de la economía española (2008-2020)

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La economía española sigue siendo muy dependiente de los combustibles fósiles, de modo que no es neutral ante la crisis climática que atraviesa nuestro planeta. Según los últimos registros publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), España emitió a la atmósfera gases de efecto invernadero (GEI) por un total de 274,5 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2020. 

Por tipos de gases, el 77,7% de todas las emisiones generadas en 2020 en España corresponden a dióxido de carbono, al que sigue el metano (14,0%), óxido nitroso (6,4%) y otros GEI (1,9%).

Por origen económico de las emisiones, la actividad que ha emitido más GEI a la atmósfera ha sido la industria manufacturera que, con 70,9 millones de toneladas de CO2 emitidas en 2020, concentra el 25,8% del total de GEI. Asimismo, el 83% del total de emisiones de gases de efecto invernadero generadas dentro de este sector económico durante 2020 procedió de cuatro ramas de actividad principales: 1) Fabricación de otros productos minerales no metálicos; 2) Coquerías y refino de petróleo; 3) Metalurgia, fabricación de productos de hierro, acero y ferroaleaciones, y 4) Industria química.

Tras la industria manufacturera le siguen como fuentes de emisión más importantes el consumo final de los hogares, con el 20,9% del total de GEI; la agricultura, ganadería, selvicultura y pesca (18,2%); el suministro de energía eléctrica, gas, vapor, aire acondicionado y agua (16,2%); transporte y almacenamiento (11,9%); otros servicios (5,2%); construcción (1,1%) e industrias extractivas (0,6%).

GEI 2020_por origen_España

Desde una perspectiva temporal, durante el periodo 2008-2020 en España las emisiones totales de GEI han presentado una tendencia descendente. A pesar de los incrementos registrados en los años 2014, 2015 y 2017, para el conjunto del periodo analizado las emisiones se han reducido un 34,6%, al pasar de 419,8 millones de toneladas de 2008 a 274,6 millones de 2020.

GEI 2008-2020_España

Por ramas de actividad, las reducciones de emisiones de GEI más destacadas se han producido en términos porcentuales en las industrias extractivas, con un descenso del 68,6% durante el periodo 2008-2020, y en el suministro de energía eléctrica, gas, vapor, aire acondicionado y agua (-58,8%). Por el contrario, el sector primario ha incrementado sus emisiones de GEI en un 6,6% durante los años 2008-2020, esto es, 3,1 millones de toneladas de CO2 más.

En términos absolutos, las mayores reducciones de emisiones se han anotado en la rama de suministro de energía eléctrica, gas, vapor, aire acondicionado y agua (63,4 millones de toneladas de CO2 menos) y en la industria manufacturera (-37,4 millones).

Es de especial importancia conocer si la economía española se encuentra inmersa en el necesario proceso de desacoplamiento entre producción y emisiones de GEI. Del análisis de los datos publicados hasta la fecha por el INE, se concluye que durante el periodo 2008-2020 la reducción del 34,6% experimentada por las emisiones de GEI ha sido en paralelo al descenso registrado por economía española, cuyo PIB real se ha reducido un 4,9% en dicho periodo. Por lo tanto, el descenso de la actividad económica ha conllevado una disminución, de mayor intensidad, de las emisiones de GEI.

GEI y PIB_España

No hay que olvidar que el año 2020 estuvo marcado por la pandemia del COVID-19, cuyos impactos sociales son incalculables. Desde el punto de vista medioambiental, la menor actividad económica que supuso la crisis sanitaria se ha traducido en una reducción de las emisiones de GEI. En el caso de España la fuerte contracción del PIB real del 10,8% en 2020 conllevó, al mismo tiempo, un descenso inédito de las emisiones de GEI a la atmósfera del 15,6%. Nótese que en el año anterior (2019), cuando el PIB de España se incrementó un 2,1%, las emisiones de GEI solo se redujeron un 5,2%.

Por tanto, estos datos nos muestran al menos dos hechos importantes. En primer lugar, que la ratio de emisiones de GEI por unidad de producto ha mejorado durante el periodo 2008-2020, si bien se han registrado años (como 2011, 2012 y 2017) en los que  dicha ratio ha empeorado. Y, en segundo lugar, se constata que sigue existiendo una clara correlación entre la producción de bienes y servicios y las emisiones de GEI, que provocan el calentamiento global.

Nos queda por comprobar si, finalmente, el proceso de desacoplamiento entre PIB y emisiones se consolida en los próximos años, siendo imprescindible para ello el impulso de medidas más ambiciosas para contener los modos de producción y consumo actuales, que se mantienen aún en niveles insostenibles, para convertirlos en modos no dependientes de los combustibles fósiles.

GEI_España_ratio_2008_2020

Para más información:

INE: Cuenta de emisiones a la atmósfera

El destino de la energía de la economía española (2014-2019)

El análisis de una economía quedaría incompleto si se circunscribe al enfoque que se centra en la cuantificación monetaria de su PIB. Porque no hay producción, consumo y distribución posibles si no se dispone de recursos materiales y energéticos.

En el caso de la economía española la Cuenta de los Flujos Físicos de la Energía, que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos para el periodo 2014-2019, nos permite conocer, además de su origen, cuál es el destino de la energía de España y cómo ha evolucionado su composición por sectores durante el periodo 2014-2019.

De acuerdo con el INE, en el último año de 2019 el total de flujos energéticos de España ascendió a 19.907.400 terajulios (TJ), esto es, un 6,8% más que en 2014.

Analizando la composición del destino de la oferta energética de España en 2019, se concluye que el principal destinatario es el conjunto de ramas de actividad que conforman la economía española, que concentró el 58,3% de la energía total. A continuación, un 25,2% de los flujos energéticos lo recibe el medioambiente, en forma de pérdidas de energía (calor disipado) como resultado de los procesos productivos y las actividades de consumo final. El tercer destino de la energía, con un 8,8% del total, es el exterior vía exportaciones de bienes energéticos a otros países. Por su parte, los hogares españoles, como consumidores de productos energéticos, emplearon el 6,5% de la energía. El 1,2% restante de los flujos energéticos de 2019 corresponden a variación de existencias y ajustes.

Desde una perspectiva temporal, cabe destacar que durante el periodo 2014-2019 la energía que ha recibido el conjunto de ramas de actividad de la economía española se ha incrementado un 8,9%, esto es, más que la media (6,8%), al pasar de 10,65 millones a 11,60 millones de TJ.

Por su parte, el sector de los hogares ha visto aumentar el consumo de productos energéticos durante el periodo, en este caso, un 4,1% (menos que la media), pasando de 1,25 millones a 1,30 millones de TJ.

Las pérdidas de energía también se han intensificado, en este caso un 5,0%, desde 4,79 millones de TJ en 2014 a 5,02 millones en 2019.

Por el contrario, las exportaciones energéticas de la economía española han descendido un 4,6% (de 1,83 millones a 1,75 millones de TJ).

G_Origen energía España

Centrando el análisis en el principal destino de la energía (el conjunto de ramas económicas, que recibe el 58,3% de la energía en 2019), resulta la siguiente distribución por grandes sectores económicos: Industria manufacturera (48,9%), Industria no manufacturera (38,1%), Servicios (8,9%), Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (3,3%) y Construcción (0,9%).

G_Destino energía_sectores_2019

Finalmente, en un análisis más detallado, se identifican como las ramas de actividad más consumidoras de energía de la economía española en 2019 las siguientes:

  1. Coquerías y refino de petróleo: 4,67 millones de TJ en 2019, es decir, el 40,3% de la energía total destinada a las ramas económicas. El consumo de energía de esta rama ha experimentado un incremento del 11,0% durante el periodo 2014-2019.
  2. Suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado: 3,52 millones de TJ (el 30,4% de la energía). Su consumo energético ha aumentado un 6,5% durante el periodo.
  3. Industrias extractivas: 666.876 TJ (el 5,7% de la energía). El consumo de energía en esta rama se ha reducido un 8,5% entre 2014 y 2019.
  4. Transporte terrestre y por tubería: 406.247 TJ en 2019 (el 3,5% de la energía), esto es, se ha incrementado un 14,5% respecto a 2014.
  5. Industria química: 391.506 TJ (el 3,4% de la energía), con un incremento del 18,8% durante el periodo 2014-2019.
  6. Transporte aéreo: 211.858 TJ, que representa el 1,8% de la energía destinada al tejido productivo de la economía española. En este caso, los flujos de energía que ha recibido esta rama del transporte se han acrecentado un 42,3% durante el periodo analizado.

Para más información:

Instituto Nacional de Estadística