Evaluando el objetivo energético (ODS7) en 2025

Islandia

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS7 (Energía asequible y no contaminante), que queda definido en los siguientes términos:

«Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos«

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas para de aquí a 2030:

  • Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
  • Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
  • Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
  • Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
  • Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) ha venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2016. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La edición del Informe de Desarrollo Sostenible 2025 de SDSN nos revela de forma aproximada cuál es la situación más actual del cumplimiento del objetivo de Energía asequible y no contaminante, país por país, y en qué grado se va alcanzando ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS7 se ha construido un índice sintético a partir de los cuatro indicadores siguientes, que están disponibles para un total de 167 países:

  • Porcentaje de población que tiene acceso a electricidad.
  • Porcentaje de población que utiliza para cocinar combustibles y tecnologías limpios.
  • Emisiones de CO2 de la quema de combustibles fósiles para electricidad y calefacción por producción total de electricidad (MtCO2/TWh).
  • Participación de las energías renovables en consumo total de energía final (%).

En términos generales, según los datos del Informe de 2025, el índice del ODS7 del mundo toma un valor de 64,5, cifra que se sitúa por debajo de la puntuación media (68,6) correspondiente a los 17 ODS en dicho año.

De acuerdo con el Panel de control de los ODS, el objetivo energético de la Agenda 2030 presenta en la actualidad retos significativos (color naranja), registrando una moderada tasa de crecimiento que es aún insuficiente para lograr su total cumplimiento en 2030.

En un análisis por países los resultados obtenidos para el ODS7 (Energía asequible y no contaminante) muestran que de los 167 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Islandia (99,2) y Suecia (99,1). Les siguen, a continuación, Noruega (98,9), Finlandia (96,0), Uruguay (95,5), Letonia (90,4), Brasil (90,3) y Dinamarca (89,1). Estos países, a excepción de Letonia, se encuentran en la senda de cumplir completamente con este objetivo energético de la Agenda 2030 sin necesidad hasta el momento de afrontar mayores retos.

Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al cumplimiento del objetivo energético la presenta un amplio grupo de países pertenecientes al continente africano que cuentan con bajos niveles de renta per cápita, como son Chad (2,6), Sudán del Sur (13,6), Níger (15,1), Burundi (16,6), Sierra Leona (17,5), República Centroafricana (18,4) y Guinea-Bisáu (20,7). Para todos ellos siguen existiendo grandes desafíos para alcanzar las metas energéticas del ODS7 de aquí a 2030.

Si nos centramos en cuatro países que destacan por su peso económico y/o demográfico, observamos que Estados Unidos ocupa la posición 54 en el ranking mundial del cumplimiento del ODS7, seguido por China (76), la India (87) y Federación Rusa (88).

Finalmente, hay que remarcar que en el ODS7 las diferencias entre países continúan siendo considerables, llegando a ser extremas entre el país mejor situado (Islandia, con 99,2) y el peor (Chad, con 2,6). Dicha brecha es muy superior a la que existe con el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 45,5 puntos.

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2025.

La participación de las energías renovables en la UE (2004-2023)

En el ámbito de las energías renovables, la Estrategia Europa 2020 y la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo dejaron fijado como objetivo estratégico que para el año 2020 el 20% del consumo final de energía de la UE debe tener su origen en fuentes renovables (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, geotérmica, biomasa…). De acuerdo con los datos de Eurostat dicho objetivo del 20% se cumplió en el horizonte marcado de 2020, al registrase una cuota de participación del 22,0% en dicho año.

De cara al futuro, los nuevos objetivos de lucha contra el cambio climático han conducido a la Unión Europea a revisar su objetivo general de participación de las energías renovables para acelerar su implantación, de modo que se fuerce el desplazamiento del consumo de los combustibles fósiles que propician el calentamiento global.

Así, la Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023 establece que los Estados miembros velarán conjuntamente por que en el año 2030 la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 42,5% del consumo final bruto de energía de la Unión, y deberán esforzarse por alcanzar el 45%.

Los últimos datos de Eurostat nos informan que en el año 2023 el consumo final de energía en la UE-27 ascendió a 960 millones de toneladas equivalentes de petróleo. De este total el 24,6% provino de fuentes de energía renovables, porcentaje que desde 2004 se ha venido incrementado de forma continuada año tras año, a excepción de 2021, año marcado por los impactos de la pandemia de la COVID-19.

Se concluye, por tanto, que el ambicioso objetivo fijado para 2030 implica que la cuota de las energías renovables ha de registrar un crecimiento medio entre 2023 y 2030 de 2,9 puntos porcentuales cada año, lo que supone un ritmo muy superior al registrado en el decenio anterior (0,8 p.p.).

En un análisis por países, entre 2004 y 2023 la participación de la energía de fuentes renovables en el consumo final de energía se ha incrementado en todos los Estados miembros. Los mayores avances relativos se han dado en Dinamarca (29,6 puntos porcentuales más) y Suecia (+28,0 p.p.), y los menores en Croacia (+4,6 p.p) y Eslovenia (+6,7 p.p.), si bien estos dos últimos países ya partían en 2004 con altos porcentajes de introducción de renovables.

Asimismo, se sigue observando, de acuerdo con los últimos datos publicados por Eurostat, que persiste la disparidad en el grado de implantación de las energías renovables dentro de la Unión.

En 2023 Suecia, con el 66,4%, es el país con el mayor porcentaje de energía de fuentes renovables en su consumo final bruto energético. Le siguen, a cierta distancia, los mayores porcentajes de Finlandia (50,8%), Dinamarca (44,4%), Letonia (43,2%), Estonia (41,0%), Austria (40,8%) y Portugal (35,2%).

Por el contrario, las menores participaciones de energías renovables sobre el consumo energético final se registraron en Luxemburgo (14,4%), Bélgica (14,7%), Malta (15,1%), Irlanda (15,3%), Polonia (16,6%), Eslovaquia (17,0%), Hungría (17,1%) y Países Bajos (17,4%).

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023

El transporte y las energías renovables en la Unión Europea (2004-2023)

La Unión Europea se ha marcado el propósito de potenciar que la energía consumida por el sector del transporte provenga de biocombustibles líquidos, hidrógeno, biometano y electricidad verde (a partir de energías renovables como la eólica, solar e hidráulica), en lugar de los tradicionales combustibles fósiles.

Por tal motivo, en un principio, con la Comunicación de la Comisión, de 10 de enero de 2007 («Programa de trabajo de la energía renovable – Las energías renovables en el siglo XXI: Construcción de un futuro más sostenible»), la UE estableció como objetivo para el sector del transporte de los Estados miembros que en el año 2020 el 10% de la energía consumida proceda de fuentes de energía renovables.

Posteriormente, la Directiva 2023/2413 sobre fuentes de energía renovables, que modifica la Directiva de 2018, estableció nuevos objetivos más ambiciosos para el sector del transporte. En concreto fija los siguientes objetivos obligatorios para los países:

i) una cuota de energía renovable en el consumo final de energía en el sector del transporte de al menos el 29 % a más tardar en 2030, o

ii) una reducción de la intensidad de gases de efecto invernadero de al menos el 14,5 % a más tardar en 2030, en comparación con la base de referencia establecida…

Atendiendo a los datos disponibles elaborados por la Oficina Estadística de la UE (Eurostat), es posible y pertinente realizar evaluaciones periódicas para conocer el grado de cumplimiento de los objetivos marcados en el sector del transporte, en aras de potenciar la senda hacia una economía sostenible y baja en carbono en todos los países de la Unión.

Según dicho organismo estadístico europeo, en el año 2004 el porcentaje de energía consumida en el sector del transporte procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía al 1,4%, porcentaje muy alejado del objetivo del 10% marcado para 2020.

Durante el periodo 2004-2020, la participación de la cuota de energía renovable en el transporte, que partió de un registro muy bajo, ha tomado una senda ascendente año a año, con la excepción de 2011 cuando se redujo, en un contexto de grave crisis económica. Finalmente, en el año 2020 los datos de Eurostat nos indican que la UE como conjunto logró que el 10,3% del consumo final de energía en el sector del transporte proceda de energías renovables, superando el objetivo del 10% inicialmente marcado para dicho año.

No obstante, dicho cumplimiento del objetivo necesita ser matizado. Antes de 2020, esto es, durante el periodo 2004-2019 la participación de las energías renovables en el sector del transporte se incrementó a un ritmo de 0,5 p.p. al año. Por lo tanto, resulta un hecho extraordinario que en 2020 dicha cuota de participación haya aumentado en 1,5 p.p. respecto a 2019, permitiendo superar el objetivo del 10%. Cabe pensar que estos resultados favorables vienen explicados en buena parte por tratarse de un año 2020 muy marcado por los efectos de la crisis del COVID-19. En dicho año las necesarias medidas de restricción de la movilidad y la actividad aplicadas en Europa para frenar la pandemia tuvieron su reflejo en una caída brusca del consumo de energía.

En los años siguientes, tras el extraordinario repunte de 2020 y posterior retroceso en 2021, se observa que la participación de las energías renovables en el sector del transporte retorna a su tendencia normal. Se llega así al año 2023 con una ratio del 10,8% para el conjunto de la UE, porcentaje que se encuentra muy alejado del nuevo objetivo del 29% para 2030 establecido en la Directiva.

En un análisis por países, cabe destacar que se siguen observando diferencias importantes en el grado de penetración de las energías renovables en el sector del transporte.

Así, en 2023 Suecia, con el 33,6%, fue el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energía de fuentes renovables en el transporte sobre el consumo final bruto de energía. Le siguen, a distancia, Finlandia (20,6%), los Países Bajos (13,4%), Austria (13,2%), Bélgica (12,1%), España (12,0%), Alemania (11,9%) y Portugal, todos ellos superando la media de la UE (10,8%).

En el otro extremo, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el transporte correspondieron en 2023 a Croacia (0,9%), Letonia (1,4%), Grecia (3,9%), República Checa (5,7%), Polonia (6,0%) y Lituania (7,2%). Es significativo que en dicho año 2023, 14 países de los 27 de la UE presentaron porcentajes inferiores al objetivo del 10% que había marcado la Unión Europea para el año 2020.

Para más información:

Eurostat

El destino de la energía de la economía española (2015-2022)

El análisis de una economía quedaría incompleto si se circunscribe al enfoque que se centra en la cuantificación monetaria de su PIB. Porque no hay producción, consumo y distribución posibles si no se dispone de recursos materiales y energéticos.

En el caso de la economía española la Cuenta de los Flujos Físicos de la Energía, que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos disponibles para el periodo 2015-2022, nos permite conocer, además de su origen, cuál es el destino de la energía de España y cómo ha evolucionado su composición por sectores económicos.

De acuerdo con el INE, en el último año de 2022 el total de flujos energéticos de España ascendió a 18.238.970 terajulios (TJ), esto es, un 0,3% más que en 2015. Como se observa en el siguiente gráfico, durante el periodo 2015-2022 la evolución de los flujos energéticos ha estado marcada durante los últimos años por la irrupción de la pandemia del COVID-19 que los contrajo de forma muy significativa, para después en 2022 alcanzar unos niveles que se aproximan al de 2019.

Analizando la composición del destino de la oferta energética de España en 2022, se concluye que el principal destinatario es el tejido productivo, es decir, el conjunto de ramas de actividad que conforman la economía española, que demandó el 54,6% de la energía total. A continuación, un 26,3% de los flujos energéticos lo recibe el medioambiente, en forma de pérdidas de energía (calor disipado) como resultado de los procesos productivos y las actividades de consumo final. El tercer destino de la energía, con un 10,1% del total, es el exterior de España vía exportaciones de bienes energéticos a otros países. Por su parte, los hogares españoles, como consumidores de productos energéticos, emplearon el 7,2% de la energía total. El 1,7% restante de los flujos energéticos de 2022 corresponde a variación de existencias y ajustes.

Desde una perspectiva temporal, cabe destacar que durante el periodo 2015-2022 la energía que ha recibido el conjunto de ramas de actividad de la economía española se ha reducido ligeramente (un -0,8%), al pasar de 10,04 millones a 9,96 millones de TJ, frente al ligero aumento de la energía total (0,3%).

Por su parte, el sector de los hogares también ha visto descender el consumo de productos energéticos durante el periodo (un -1,5%), pasando de 1,34 millones a 1,32 millones de TJ.

Las pérdidas de energía también han disminuido, en este caso un -3,7%, desde 4,99 millones de TJ en 2015 a 4,80 millones en 2022.

Por el contrario, las exportaciones energéticas de la economía española han aumentado un 5,4% (de 1,74 millones a 1,84 millones de TJ).

G_Principales destinos de nergía_2015_2022

Centrándonos en el tejido productivo, principal destino de la energía con el 54,6% del total de flujos energéticos en 2022, presenta la siguiente distribución por grandes sectores económicos: Industria manufacturera (55,7%), Industria no manufacturera (29,5%), Servicios (10,2%), Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (3,4%) y Construcción (1,2%).

G_Destino energía_sectores_2022

Finalmente, en un análisis más detallado, se identifican como ramas de actividad más consumidoras de energía de la economía española las siguientes:

  1. Coquerías y refino de petróleo: 4,5 millones de TJ en 2022, es decir, el 45,3% de la energía total destinada a las ramas económicas. El consumo de energía de esta rama ha experimentado un incremento del 0,5% durante el periodo 2015-2022.
  2. Suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado: 2,2 millones de TJ (el 22,5% de la energía). Su consumo energético ha disminuido un 6,7% durante el periodo.
  3. Industrias extractivas: 654.560 TJ (el 6,6% de la energía). El consumo de energía en esta rama se ha reducido un 7,0% entre 2015 y 2022.
  4. Industria química: 341.473 TJ (el 3,4% de la energía), con un incremento del 10,7% durante el periodo 2015-2022.
  5. Transporte terrestre y por tubería: 312.740 TJ en 2022 (el 3,1% de la energía), esto es, se ha incrementado un 12,2% respecto a 2015.
  6. Transporte aéreo: 197.367 TJ, que representa el 2,0% de la energía destinada al tejido productivo de la economía española. En este caso, los flujos de energía que ha recibido esta rama del transporte se han acrecentado un 11,3% durante el periodo analizado.

Para más información:

Instituto Nacional de Estadística

El origen de la energía de la economía española (2015-2022)

Toda economía depende, con mayor o menor intensidad, de la energía disponible, ya sea de producción propia o importada. Sin las dotaciones suficientes de energía, las empresas, familias y administraciones públicas se ven sujetas a serias restricciones para llevar a cabo sus habituales actividades de producción, consumo y distribución. Desde este punto de vista, para cualquier país o territorio del mundo, el asegurar sus fuentes de abastecimiento energético se convierte en un factor estratégico.

En el caso de la economía española, los últimos datos de la Cuenta de los Flujos Físicos de la Energía, que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), nos permiten analizar cuál es el origen de la energía en España y cómo ha evolucionado su composición por tipos durante el periodo 2015-2022.

De acuerdo con el INE, en el último año de 2022 el total de flujos energéticos de España ascendió a 18.238.970 terajulios (TJ). Desde una perspectiva temporal, se constata que los flujos totales de energía que ha recibido la economía española se han incrementado un 5,9% respecto al año 2021, cuando aumentó un 4,7%.  No obstante, hay que anotar que estos significativos crecimientos suceden a la fuerte caída del -11,8% registrada en 2020, año marcado por la crisis sanitaria del COVID-19. Para el conjunto del periodo 2015-2022 los flujos energéticos han anotado un ligero crecimiento del 0,3%

Analizando con mayor detalle estos flujos se concluye que en 2022 el origen de la energía total procede de tres fuentes básicas: productos energéticos (64,4% del total), residuos energéticos (27,8%) y recursos naturales energéticos (7,8%).

Centrándonos, en primer lugar, en la principal fuente energética de España, en el año 2022 los productos energéticos se cuantifican en 11,74 millones de TJ, es decir, un 11,8% más que en 2015. Su peso sobre el total de flujos energéticos ha aumentado ligeramente, desde el 63,9% hasta el 64,4% durante el periodo analizado.

En 2022 la oferta total de productos energéticos de la economía española (11,74 millones de TJ) correspondió en un 53,5% a producción interior, completándose el 46,5% restante vía importaciones, peso que se ha incrementado en 0,2 puntos durante el periodo 2015-2022.

Por tipos de productos energéticos, los mayores flujos provienen de los combustibles fósiles, destacando el petróleo crudo, líquidos de gas natural (GNL) y otros hidrocarburos (sin biocomponentes), con el 23,2% del total de productos energéticos. Les siguen el gas natural (12,3%), el gasóleo de calefacción y otros gasóleos (9,2%), la energía eléctrica (9,2%), los gasóleos de transporte (9,0%), los carburantes para aviones de reacción (6,4%), la combustión nuclear (5,4%), fueloil (5,3%) y gasolina (4,0%), principalmente.

Durante el periodo 2015-2022 cabe resaltar, asimismo, varios hechos relevantes respecto a los productos energéticos de la economía española:

  1. El continuado crecimiento de los productos petrolíferos, cuya participación relativa ha crecido desde el 76,4% hasta el 77,9% del total de productos energéticos.
  2. La pérdida de participación que ha tenido el carbón, desde el 5,1% al 2,7% del total de productos energéticos.
  3. El significativo incremento de los biocarburantes líquidos (73,5% entre 2005 y 2024), si bien su peso fue del 1,7% en 2022.
  4. El aumento de los flujos procedentes de la combustión nuclear (2,4% durante 2015-2022), cuya participación relativa se ha mantenido por encima del 5,0%.

El segundo origen de la energía de España en importancia corresponde a los residuos energéticos (el 27,8% del total), que se producen, principalmente, como calor disipado en los procesos de combustión. Esta fuente de energía se cuantifica en 5,08 millones de TJ, habiendo registrado un descenso del 2,6% durante el periodo 2015-2022. Su peso relativo se sitúa en el 27,8% del total.

Finalmente, la oferta energética de la economía española se completa con los flujos que provienen de los recursos naturales energéticos, es decir, aquellos extraídos directamente del medioambiente. Estos se cifraron en 1,42 millones de TJ en 2022, habiendo aumentado un 4,7% respecto al año 2015.

Diferenciando por grandes grupos, en el año 2022 los recursos energéticos renovables (biomasa, eólico, solar e hidráulico) se cuantifican en 787.267 TJ y los no renovables (combustibles fósiles y nucleares), en 634.244 TJ. Durante el periodo 2015-2022 los recursos renovables se han incrementado un 16,5% frente al descenso del 7,1% anotado por los recursos no renovables. Dicho crecimiento de los recursos energéticos renovables ha permitido que su peso relativo sobre el total de flujos energéticos de España haya avanzado ligeramente desde el 3,7% en 2015 al 4,3% en 2022, a pesar de los retrocesos de los dos últimos años.

G_recursos renovables_2015-22

Para más información:

Instituto Nacional de Estadística

Las energías renovables en el sector eléctrico de la UE (2004-2022)

Entre los objetivos principales de la política energética de la Unión Europea ha tomado especial protagonismo durante los últimos años el fomento del uso de las energías renovables. 

Como establece la Directiva (UE) 2018/2001 en su artículo 3.1, la Unión Europea tiene un compromiso vinculante para cumplir a más tardar en 2030 en relación con la cuota general de energía procedente de fuentes renovables en el consumo final de energía:

«Los Estados miembros velarán conjuntamente por que la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 32% del consumo final bruto de energía de la UE en 2030».

Posteriormente, la Directiva (UE) 2023/2413 revisó dicho objetivo para 2030, incrementándolo desde el 32% hasta un mínimo del 42,5%, con la aspiración de alcanzar el 45%.

Dicha cuota de energías renovables se calcula como la suma, por un lado, del consumo final bruto de electricidad generada por fuentes renovables y, por otro, del consumo final bruto de energía procedente de fuentes renovables en los sectores de calefacción y refrigeración y del transporte.

Para facilitar el cumplimiento del objetivo del 42,5% la UE se ha propuesto, en el ámbito de la generación de electricidad, reducir el empleo de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural…), responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera que provocan el calentamiento global del planeta, para ser sustituidos por fuentes energéticas renovables (solar, eólica, hidráulica…).

Como expresa el Pacto Verde Europeo de 2019:

«Proseguir el proceso de descarbonización del sistema energético es esencial para la consecución de los objetivos climáticos de 2030 y 2050 (…) Ha de desarrollarse un sector eléctrico basado en gran medida en fuentes renovables, completado con un rápido proceso de eliminación del carbón y con la descarbonización del gas».

Los datos disponibles en Eurostat nos permiten evaluar la intensidad de los avances logrados en la introducción de las fuentes renovables en sector eléctrico de la UE desde 2004.

Según dicho organismo estadístico europeo, el porcentaje de consumo final bruto de electricidad procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía en el año 2004 al 15,9% del total, porcentaje que ha ido aumentando paulatinamente en el transcurso de los años de forma ininterrumpida. En 2012 se logra que la cuarta parte de la electricidad consumida (el 25,1%) sea de origen renovable y en 2018, con un 32,1%, se llega a duplicar el porcentaje de 2004. 

G_Renovables_electricidad_UE_2004-2022

Finalmente, en el último año con datos disponibles, en 2022, la participación de las energías renovables alcanza el 41,2%, tras un año 2021 (37,7%), marcado por la crisis sanitaria del COVID-19, en el que el avance fue sólo de cuatro décimas porcentuales.

Por tipos de energías, según Eurostat la electricidad generada a partir de energías renovables procede principalmente de dos fuentes: energía eólica (37,5%) y energía hidráulica (29,9%), aportando entre ambas más de dos tercios del total. En tercer lugar, la energía solar, que es la fuente que ha tenido una implantación más rápida, participa con el 18,2%. Le siguen los biocombustibles sólidos (6,9%) y otras energías renovables (7,5%).

En un análisis por países, continúan apreciándose diferencias notables respecto al grado de implantación de la «electricidad verde».

En 2022 Suecia, con el 83,3%, fue el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energías renovables en el consumo final bruto de electricidad. Le siguen Dinamarca (77,2%), Austria (74,7%), Portugal (61,0%), Croacia (55,5%), Letonia (53,3%) y España (50,9%), todos ellos con porcentajes superiores al 50%.

A continuación, otros países que también superan la media de la Unión Europea (41,2%) son Finlandia (47,9%), Alemania (47,6%), Rumanía (43,7%) y Grecia (42,4%).

G_Renovables_electricidad_países_UE-2022

Por el contrario, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el sector eléctrico correspondieron en 2022 a Malta (10,1%), Hungría (15,3%), República Checa (15,5%), Luxemburgo (15,9%), Chipre (17,0%) y Bulgaria (20,2%).

Para más información:

Eurostat

Evaluando la productividad energética en la economía de la UE (2000-2022)

En la transición hacia una economía sostenible un aspecto crucial a perseguir es la eficiencia energética. En el ámbito energético, junto al fomento de las energías renovables, el descenso del consumo de energía primaria y final y la reducción de la dependencia exterior, la eficiencia en el uso de la energía constituye para la Unión Europea un objetivo prioritario de su estrategia de desarrollo sostenible.

Avanzar en eficiencia energética significa aumentar la productividad, esto es, facilitar la sostenibilidad de la economía en tanto que se emplea menos energía por unidad de producto o lo que es lo mismo obtener más producción de bienes y servicios con la misma cantidad de energía.

Un indicador que nos aproxima a evaluar la productividad energética en la UE es el que publica la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). En concreto, se dispone del indicador de productividad energética, que queda definido por la división entre el Producto Interior Bruto (PIB, a precios constantes de 2010) y la energía bruta disponible.

Los datos estadísticos publicados hasta hoy nos permiten analizar cómo ha evolucionado la productividad energética de la economía comunitaria durante el periodo 2000-2022. Como primera conclusión se constata que la productividad energética en la UE-27 ha seguido una tendencia ascendente, al pasar de los 6,3 euros por kgep en 2000 a los 9,3 en 2022. Es decir, si en el año 2000 por cada kilogramo equivalente de petróleo la economía de la UE produjo 6,3 euros de PIB, en el año 2022 alcanzó a obtener 9,3 euros.

Para un análisis comparativo por países, empleamos el indicador de Producto Interior Bruto en paridad de poder de compra (PIB pps) por kilogramo equivalente de petróleo (kgep). Este indicador, al igual que el anterior, nos mide la productividad energética por unidad de producción en una economía, si bien, en este caso, ajustando el PIB por las variaciones de precios nacionales.

En el último año de 2022 el país de la Unión Europea con mayor productividad energética de su economía ha sido Irlanda, con 28,8 euros en pps por kgep, seguido de Dinamarca (16,6), Rumanía (16,0), Luxemburgo (15,5), Italia (13,6), Portugal (12,3), Lituania (12,3), Austria (10,3), Alemania (12,2) y Croacia (11,9), todos ellos con valores superiores a la media de la UE (11,4).

Por el contrario, como países con menor productividad energética figuran Malta (6,4), Finlandia (6,6), Bulgaria (7,3), Estonia (7,8), República Checa (8,2), Bélgica (8,3), Eslovaquia (8,3) y Suecia (9,3), que anotaron valores inferiores a 10,0.

Para más información:

Eurostat.

Evaluando el objetivo energético (ODS7) en 2024

Islandia.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS7 (Energía asequible y no contaminante), que queda definido en los siguientes términos:

«Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos«

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas para de aquí a 2030:

  • Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
  • Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
  • Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
  • Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
  • Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) ha venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2016. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La edición del Informe de Desarrollo Sostenible 2024 de SDSN nos revela de forma aproximada cuál es la situación más actual del cumplimiento del objetivo de Energía asequible y no contaminante, país por país, y en qué grado se va alcanzando ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS7 se ha construido un índice sintético a partir de los cuatro indicadores siguientes, que están disponibles para un total de 167 países:

  • Porcentaje de población que tiene acceso a electricidad.
  • Porcentaje de población que utiliza para cocinar combustibles y tecnologías limpios.
  • Emisiones de CO2 de la quema de combustibles fósiles para electricidad y calefacción por producción total de electricidad.
  • Participación de las energías renovables en consumo total de energía final.

En términos generales, según los datos del Informe de 2024, el índice del ODS7 del mundo toma un valor de 63,4, cifra que se sitúa por debajo de la puntuación media correspondiente a los 17 ODS en dicho año. De acuerdo con el Panel de control de los ODS, el objetivo energético de la Agenda 2030 presenta en la actualidad retos significativos, registrando una tasa de crecimiento que es aún insuficiente para lograr su total cumplimiento en 2030.

En un análisis por países los resultados obtenidos para el ODS7 (Energía asequible y no contaminante) muestran que de los 167 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Islandia (99,2) y Suecia (99,1). Les siguen, a continuación, Noruega (98,8), Uruguay (97,7), Finlandia (94,2), Brasil (91,8) y Dinamarca (89,0). Estos países se encuentran, según el índice empleado, en la senda de cumplir con este objetivo de la Agenda 2030 sin necesidad hasta el momento de afrontar mayores retos.

Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al cumplimiento del objetivo energético la presenta un amplio grupo de países pertenecientes al continente africano que cuentan con bajos niveles de renta per cápita, como son Chad (2,1), Burkina Faso (5,2), Níger (11,4), Benín (12,1), Sudán del Sur (12,5), Burundi (15,8), Sierra Leona (16,4), Guinea-Bisáu (18,6) y República Centroafricana (20,5). Para todos ellos siguen existiendo grandes desafíos para alcanzar las metas energéticas del ODS7 de aquí a 2030.

Si nos centramos en cuatro países que destacan por su peso económico y/o demográfico, observamos que Estados Unidos ocupa la posición 52 en el ranking mundial del cumplimiento del ODS7, seguido por China (82), India (92) y Federación Rusa (105).

Finalmente, hay que remarcar que en el ODS7 las diferencias entre países continúan siendo considerables, llegando a ser extremas entre el país mejor situado (Islandia, con 99,2) y el peor (Chad, con 2,1). Dicha brecha es muy superior a la que existe con el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 46 puntos.

Para más información:

SDSN: Sustainable Development Report 2024.

El consumo de energía final en la Unión Europea (1990-2022)

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La Unión Europea en su hoja de ruta medioambiental y de lucha contra el cambio climático establece en sus Directivas comunitarias de eficiencia energética objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía, que han sido revisados en diversas ocasiones con el fin de impulsar la meta prioritaria de la eficiencia.

Para evaluar los avances en el cumplimiento de los compromisos asumidos en materia de eficiencia energética, se dispone, entre otros, del indicador del consumo de energía final. Este tipo de consumo energético se refiere a la energía total consumida por los usuarios finales (hogares, administración pública, agricultura, ganadería, pesca, industria, transporte, comercio y demás servicios). De acuerdo con la definición de Eurostat, excluye la energía utilizada por el sector energético, incluso para entregas y transformación.

La actual Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023 ha fijado que “Los Estados miembros garantizarán colectivamente una reducción del consumo de energía de al menos el 11,7 % en 2030 en comparación con las previsiones de la hipótesis de referencia de 2020, de modo que el consumo de energía final de la Unión no supere los 763 Mtep”.

Analizando los últimos datos publicados por Eurostat, se concluye que el consumo total de energía final de la Unión Europea ascendió a 940 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) en 2022, de modo que se redujo un 2,8% respecto al año anterior. No obstante, dicho consumo sigue siendo claramente superior al objetivo marcado para 2030, en concreto un 23,3% por encima.

Desde una perspectiva temporal amplia, periodo 1990-2020, se observa que el consumo de energía final, que se cifró en 952 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.046 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 marcados por la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando incluso a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie. A continuación, la reactivación de la economía europea supuso un retorno al incremento del consumo de energía, hasta verse contraído de forma significativa en 2020 con la irrupción de la pandemia del COVID-19. Las necesarias medidas restrictivas sobre la movilidad y la actividad económica para afrontar la crisis sanitaria en los países de la UE explican el atípico descenso del 8,1% del consumo de energía final en dicho año (907 Mtep). A partir de entonces el consumo de energía final, tras reactivarse en 2021 después de la fuerte contracción del año anterior, podría estar iniciando una nueva senda de moderación, que, sin duda, tendrá que acelerar su ritmo de descenso si realmente se desea alcanzar el objetivo comprometido para el año 2030 (763 Mtep).

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En un análisis por países, considerando el periodo 1990-2022, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía final se ha incrementado en 15 de los 27 Estados miembros, mientras que en los 12 países restantes se ha reducido.

Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Malta (105,9%), Chipre (65,5%), Irlanda (62,9%), España (41,8%), Portugal (40,1%), Austria (36,1%), Eslovenia (26,5%) y Polonia (21,0%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Estonia (-47,7%), Rumanía (-45,8%), Lituania (-44,3%), Bulgaria (-38,7%), Letonia (-38,3%), Eslovaquia (-29,1%) y República Checa (-23,6%).

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Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023

El consumo de energía primaria en la Unión Europea (1990-2022)

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Ante los grandes retos medioambientales y de lucha contra el cambio climático, una de las metas energéticas principales que tiene fijadas la Unión Europea es la de avanzar en el campo de la eficiencia.

Para evaluar los progresos en eficiencia energética se dispone, entre otros, del indicador del consumo de energía primaria. Este tipo de consumo energético se refiere a la demanda total de energía procedente de fuentes primarias (petróleo, gas natural, carbón, nuclear, renovables…) de un país. De acuerdo con Eurostat incluye el consumo del propio sector energético, las pérdidas producidas durante la transformación (por ejemplo, de petróleo o gas a electricidad) y distribución de energía, así como el consumo de los usuarios finales. Quedan excluidos los consumos sin fines energéticos, por ejemplo, el petróleo no utilizado para combustión sino para la producción de plásticos.

Desde hace años sucesivas Directivas comunitarias vienen estableciendo y revisando objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía. Así, la Directiva 2012/27/UE determinó el objetivo de reducir un 20% el consumo total de energía primaria de la UE en 2020 respecto a su proyección base, esto es, no superar el nivel de 1.312 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep). Habiéndose cumplido dicho objetivo, la actual Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023 ha fijado que “los Estados miembros se esforzarán por contribuir colectivamente a que el objetivo orientativo de consumo de energía primaria de la Unión no supere los 992,5 Mtep en 2030”. Ello supondría, de cumplirse, una disminución del consumo energético del 27% respecto al año 1990.

Analizando los últimos datos publicados por Eurostat, se concluye que el consumo total de energía primaria de la Unión Europea ascendió a 1.257 Mtep en 2022, de modo que se redujo un 4,1% respecto al año anterior. No obstante, dicho consumo sigue siendo claramente superior al objetivo marcado para 2030, en concreto un 26,7% por encima.

Como puede observarse en el siguiente gráfico referido al periodo 1990-2022, el consumo de energía primaria, que se cifró en 1.368 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.511 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 con la irrupción de la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando incluso a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie en 1990. A continuación, la reactivación de la economía conllevó de nuevo una tendencia ascendente del consumo de energía hasta 2018. A partir de entonces el consumo ha tendido a moderarse, apoyado por los efectos de la irrupción de la pandemia del COVID-19.

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En un análisis por países, considerando el amplio periodo de 1990-2022, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía primaria se ha reducido en 17 de los 27 Estados miembros, mientras que en los diez países restantes se ha incrementado.

Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Chipre (56,0%), Irlanda (48,8%), España (37,4%), Portugal (37,4%), Austria (27,2%) y Malta (1719%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Lituania (-58,9%), Estonia (-55,0%), Rumanía (-50,3%), Letonia (-45,2%) y Bulgaria (-29,3%).

G_Energía primaria_1990_2022_países

La lectura de los resultados hallados hasta ahora induce a pensar que solo la aplicación de medidas más decididas y extensivas de ahorro energético por parte de todos los agentes económicos de la UE y sus Estados miembros puede hacer que la senda de consumo de energía primaria dibuje una senda claramente descendente, tan necesaria en un contexto actual de crisis climática y medioambiental, de problemas de agotamiento de combustibles fósiles y de falta de soberanía energética.

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023