La superficie de paneles solares instalados en la UE (1990-2021)

La Unión Europea, para intentar hacer frente a la dependencia energética de los combustibles fósiles y cumplir con sus compromisos climáticos, ha venido desarrollando durante las últimas décadas una política de fomento de las energías renovables. Entre éstas se encuentra la energía solar, cuya superficie instalada ha aumentado de forma continuada desde 1990.

Según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), en la UE-27 la superficie total de paneles solares ascendió en el año 1990 a 3,64 millones de metros cuadrados, cifra que casi se triplicó diez años después (10,76 millones en 2000). Es en la primera década del siglo XX cuando se produce el mayor avance en la implantación de la energía solar en Europa, llegándose a contabilizar un total de 34,43 millones de m2 en 2010. Los datos más recientes apuntan que en 2021 hay un total de 57 millones de m2 de paneles solares instalados en el conjunto de los veintisiete países de la Unión Europea, es decir, 15,7 veces la cantidad registrada en 1990.

Si realizamos un análisis por países, es destacable el papel prioritario que ha venido tomando la política de implantación de energías renovables en Alemania. En este país se contabiliza en 2021 una superficie de 21,79 millones de m2 de paneles solares instalados, cifra que contrasta con los apenas 348.000 m2 registrados en 1990, que ya era superada por países como Grecia, Francia y Austria.

Es a partir del año 1999 cuando Alemania se convierte, con diferencia, en el país de la UE con mayor superficie de paneles solares instalados. En el último año de 2021 el país germano llega a concentrar el 38,2% de la superficie total de paneles solares de la UE.

Tras Alemania le siguen, a distancia, en el año 2021 los siguientes países: Grecia (con el 9,1 % del total de la UE-27), Austria (8,4%), Italia (8,2%), España (7,6%), Francia (6,1%) y Polonia (5,6 %), con pesos relativos superiores al 5%.

Durante el presente siglo XXI Alemania es el país que ha alcanzado un mayor avance en la instalación de este tipo de energías renovables, con un aumento de su participación en la UE de 8,0 puntos porcentuales entre los años 2000 y 2021. Por el contrario, es en Grecia donde se ha registrado una mayor pérdida de su peso relativo en la UE durante dicho periodo (18,3 puntos menos), si bien se mantiene como el segundo país con mayor superficie de energía solar instalada.

En el otro extremo, en los países bálticos de Estonia, Lituania y Letonia la presencia de paneles solares es nula o marginal. A ellos les siguen con bajos porcentajes de participación Malta, Luxemburgo y Finlandia (los tres con pesos relativos que no superan el 0,2 % del total de la UE en 2021).

Para más información:

Eurostat

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La productividad energética en la economía de la UE (2000-2020)

En la transición hacia una economía sostenible un aspecto crucial a perseguir es la eficiencia energética. En el ámbito energético, junto al fomento de las energías renovables, el descenso del consumo de energía primaria y final y la reducción de la dependencia exterior, la eficiencia en el uso de la energía constituye para la Unión Europea un objetivo prioritario de su estrategia de desarrollo sostenible.

Avanzar en eficiencia energética significa aumentar la productividad, esto es, facilitar la sostenibilidad de la economía en tanto que se emplea menos energía por unidad de producto o lo que es lo mismo obtener más producción de bienes y servicios con la misma cantidad de energía.

Un indicador que nos aproxima a evaluar la productividad energética en la UE es el que publica la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). En concreto, se dispone del indicador de productividad energética, que queda definido por la división entre el Producto Interior Bruto (PIB, a precios constantes de 2010) y la energía bruta disponible para un año determinado.

Los datos estadísticos publicados hasta hoy nos permiten analizar cómo ha evolucionado la productividad energética de la economía comunitaria durante el periodo 2000-2020. Como primera conclusión se constata que la productividad energética en la UE-27 ha seguido una tendencia ascendente, al pasar de los 6,3 euros por kgep en 2000 a 8,6 en 2020. Es decir, si en el año 2000 por cada kilogramo equivalente de petróleo la economía de la UE produjo 6,3 euros de PIB, en el año 2020 alcanzó a obtener 8,6 euros.

Para un análisis comparativo por países, empleamos el indicador de Producto Interior Bruto en paridad de poder de compra (PIB pps) por kilogramo equivalente de petróleo (kgep). Este indicador, al igual que el anterior, nos mide la productividad energética por unidad de producción en una economía, si bien, en este caso, ajustando el PIB por las variaciones de precios nacionales.

En el último año de 2020 el Estado de la UE-27 con mayor productividad energética de su economía ha sido Irlanda, con 22,4 euros en pps por kgep, seguido de Dinamarca (14,3), Rumanía (12,9), Luxemburgo (12,5), Italia (11,6), Alemania (10,7), Portugal (10,7), Austria (10,3) y España, todos ellos con valores superiores a la media de la UE (9,7).

Por el contrario, como países con menor productividad energética figuran Malta (5,1), Finlandia (5,8), Bulgaria (6,4), Eslovaquia (7,0), Estonia (7,0), Bélgica (7,1) y República Checa (7,4), que anotaron valores inferiores a 8,0.

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Eurostat.

La dependencia energética exterior de la UE (1990-2020)

Procurar el máximo grado de soberanía energética se convierte en una cuestión cada vez más estratégica de la política energética de los países. Una baja dependencia de las importaciones contribuye a que las economías sean menos vulnerables a problemas de provisión de recursos energéticos y a imprevistas fluctuaciones alcistas de los precios que derivan, en última instancia, en un deterioro de la capacidad adquisitiva de la población y del saldo comercial del país importador, entre otros efectos. Al mismo tiempo, una menor dependencia de las importaciones de productos energéticos (que son combustibles fósiles, principalmente) se alinea con la sostenibilidad, en tanto que de fomentarse en su lugar el empleo de energías renovables se apoya la transición hacia una economía baja en carbono.

Para evaluar el mayor o menor grado de soberanía energética, la Oficina de Estadística de la Unión Europea (Eurostat) publica el indicador de dependencia de las importaciones de energía que queda definido en los siguientes términos:

la proporción de las necesidades energéticas totales de un país satisfechas por las importaciones de otros países, esto es, el porcentaje de importaciones netas (importaciones menos exportaciones) sobre la energía bruta disponible.

De acuerdo con los datos disponibles de Eurostat, el consumo de energía en la UE continúa dependiendo en gran medida de su abastecimiento exterior. Entre 1990 y 2020 el conjunto de la UE ha visto aumentar su grado de dependencia energética desde el 50,0% hasta el 57,5%.

Como se observa en el siguiente gráfico, la evolución seguida por el indicador de dependencia energética en la UE ha estado muy condicionada por la naturaleza del ciclo que atraviesa la economía, ya sea expansivo o contractivo. Durante los años de la Gran Recesión el valor del indicador de dependencia energética se redujo, interrumpiendo de forma clara la tendencia ascendente que venía registrando desde 1990, para, después, a partir de 2014, una vez pasados los años de crisis económica, retomar su senda creciente. Más recientemente, en el último año 2020, con la irrupción de la pandemia del COVID-19, el grado de dependencia energética vuelve a retroceder, unos tres puntos porcentuales respecto a 2019, como consecuencia de las medidas de restricciones a la actividad y movilidad adoptadas para hacer frente a la crisis sanitaria.

En un análisis por tipos, el petróleo y sus derivados, que son los productos energéticos más demandados, presentan la mayor tasa de dependencia exterior. En 2020 el 97% de su demanda ha tenido que ser importado de terceros países, porcentaje que supera el 93,1% registrado en 1990.

A continuación, para el gas natural, el segundo producto energético más demandado, la tasa de dependencia exterior es del 83,6% en 2020, muy superior a la que tenía en 1990 (51,8%).

Respecto a los combustibles fósiles sólidos, el tercer producto energético más demandado, en 2020 el 35,8% de su consumo ha sido cubierto a través de importaciones. Este porcentaje también supera el registrado en 1990 (18,7%).

Atendiendo a un análisis por países, los últimos datos disponibles de Eurostat nos confirman que el grado de dependencia de las importaciones de productos energéticos continúa siendo elevado en la mayoría de los países de la UE. Un total de 17 de los 27 Estados actuales de la Unión Europea tenían un grado de dependencia energética exterior superior al 50% de su energía bruta disponible en 2020.

Los países más dependientes energéticamente del exterior son tres pequeñas economías: Malta, con un porcentaje de importaciones netas sobre su energía bruta disponible del 97,6%, Chipre (93,1%) y Luxemburgo (92,5%). A continuación les siguen Grecia (81,4%), Bélgica (78,1%), Lituania (74,9%), Italia (73,5%) e Irlanda (71,3%), entre otros.

Por el contrario, los países con un grado de dependencia exterior menor son Estonia (10,5%), Rumanía (28,2%), Suecia (33,5%), Bulgaria (35,9%) y República Checa (38,9%)

Desde una perspectiva temporal amplia, que abarca las tres últimas décadas (1990-2020), los Estados que más han aumentado su tasa de dependencia energética exterior han sido Países Bajos (de 23,7% a 68,1%), Polonia (de 0,9% a 42,8%) y República Checa (de 15,2% a 38,9%). En sentido contrario, tres países han destacado por ser los que han logrado reducir más su dependencia energética exterior durante el periodo analizado: Letonia (de 89,0% a 45,5%), Estonia (de 41,0% a 10,5%) y Bulgaria (de 63,4% a 37,9%).

Para más información:

Eurostat.

El transporte y las energías renovables en la Unión Europea (2004-2020)

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La Unión Europea estableció en la Comunicación de la Comisión, de 10 de enero de 2007 («Programa de trabajo de la energía renovable – Las energías renovables en el siglo XXI: Construcción de un futuro más sostenible») como objetivo para el sector del transporte que en el año 2020 el 10% de la energía consumida proceda de fuentes de energía renovables.

El propósito de la UE es, por tanto, potenciar que la energía consumida por el sector del transporte provenga de biocombustibles líquidos, hidrógeno, biometano y electricidad verde (a partir de energías renovables como la eólica, solar e hidráulica), en lugar de los tradicionales combustibles fósiles.

Atendiendo a los últimos datos disponibles elaborados por la Oficina Estadística de la UE (Eurostat), estamos en condiciones de realizar una primera evaluación del grado de cumplimiento de los objetivos marcados en la Comunicación de la Comisión en este ámbito, quince años después de su aprobación.

Según dicho organismo estadístico europeo, en el año 2004 el porcentaje de energía consumida en el sector del transporte procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía al 1,6%, porcentaje muy alejado del objetivo del 10% marcado para 2020.

Durante el periodo 2004-2020, la participación de la cuota de energía renovable en el transporte, que partió de un registro muy bajo, ha tomado una senda ascendente año a año, con la excepción de 2011 cuando se redujo. Finalmente, los últimos datos publicados nos indican que la UE como conjunto ha logrado que en 2020 el 10,2% del consumo final de energía en el sector del transporte proceda de energías renovables. De este modo se logra cumplir con el compromiso del objetivo del 10% marcado para dicho año.

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No obstante, dicho cumplimiento del objetivo necesita ser matizado. Antes de 2020, esto es, durante el periodo 2004-2019 la participación de las energías renovables en el sector del transporte aumentó a un ritmo de 0,5 p.p. al año. Por lo tanto, resulta un hecho extraordinario que en 2020 dicha cuota de participación haya aumentado en 1,4 p.p. respecto a 2019, permitiendo superar el objetivo del 10%.

Muy posiblemente estos resultados favorables vienen explicados en buena parte por tratarse de un año 2020 muy marcado por los efectos de la crisis del COVID-19. En dicho año las necesarias medidas de restricción de la movilidad y la actividad aplicadas en Europa para frenar la pandemia tuvieron su reflejo en una caída brusca del consumo de energía. De acuerdo también con los últimos datos de Eurostat, el consumo total de energía en la UE se redujo un 6% en 2020 respecto al año anterior, descenso que fue muy superior en el sector del transporte (-13%).

Además, en un análisis por países, cabe destacar que se observan diferencias importantes en el grado del cumplimiento de los objetivos, según los datos disponibles de Eurostat. Recordemos que el compromiso del 10% para 2020 es extensible a cada uno de los Estados miembros de la UE-27 por igual.

Así, en 2020 Suecia, con el 31,9%, fue, con diferencia, el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energía de fuentes renovables en el transporte sobre el consumo final bruto de energía. Le siguen, a distancia, los siguientes países que también han conseguido alcanzar el objetivo del 10% programado para el año 2020: Finlandia (13,4%), los Países Bajos (12,6%), Luxemburgo (12,6%), Estonia (12,2%), Hungría (11,6%), Bélgica (11,0%), Eslovenia (10,9%), Italia (10,7%), Malta (10,6%), Austria (10,3%) e Irlanda (10,2%)

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En el otro extremo, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el transporte correspondieron en 2020 a Grecia (5,3%), Lituania (5,5%), Polonia (6,6%), Croacia (6,6%) y Letonia (6,7%).

En suma, la mayoría de los países, un total de 15, presentaron porcentajes inferiores al objetivo del 10% marcado por la Unión Europea para el año 2020.

Para más información:

Eurostat

Electricidad y energías renovables en la Unión Europea (2004-2020)

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Entre los objetivos principales de la política energética de la Unión Europea ha tomado especial protagonismo durante los últimos años el fomento del uso de las energías renovables. 

Como establece la Directiva (UE) 2018/2001 en su artículo 3.1, la Unión Europea tiene un compromiso vinculante para cumplir a más tardar en 2030 en relación con la cuota general de energía procedente de fuentes renovables en el consumo final de energía:

«Los Estados miembros velarán conjuntamente por que la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 32% del consumo final bruto de energía de la UE en 2030».

Dicha cuota de energías renovables se calcula como la suma, por un lado, del consumo final bruto de electricidad generada por fuentes renovables y, por otro, del consumo final bruto de energía procedente de fuentes renovables en los sectores de calefacción y refrigeración y del transporte.

Para facilitar el cumplimiento del objetivo del 32% la UE se ha propuesto, en el ámbito de la generación de electricidad, reducir el empleo de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural…), responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera que provocan el calentamiento global del planeta, para ser sustituidos por fuentes energéticas renovables (solar, eólica, hidráulica…).

Como expresa el Pacto Verde Europeo de 2019:

«Proseguir el proceso de descarbonización del sistema energético es esencial para la consecución de los objetivos climáticos de 2030 y 2050 (…) Ha de desarrollarse un sector eléctrico basado en gran medida en fuentes renovables, completado con un rápido proceso de eliminación del carbón y con la descarbonización del gas».

Los datos disponibles en Eurostat nos permiten evaluar la intensidad de los avances logrados en la introducción de las fuentes renovables en sector eléctrico de la UE desde 2004.

Según dicho organismo estadístico europeo, el porcentaje de consumo final bruto de electricidad procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía en el año 2004 al 15,9% del total, porcentaje que ha ido aumentando paulatinamente en el transcurso de los años de forma ininterrumpida. En el año 2012 se logra que la cuarta parte de la electricidad consumida (el 25,2%) sea de origen renovable; en 2018, con un 32,2%, se llega a duplicar el porcentaje de 2004. 

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Finalmente, en el último año de 2020 el porcentaje de la media de la UE-27 asciende a 37,5%, esto es, 3,4 puntos porcentuales más que en el año anterior.

Por tipos de energías, según Eurostat la electricidad generada a partir de energías renovables procedió principalmente de dos fuentes: energía eólica (36%) y energía hidráulica (33%), aportando entre ambas más de dos tercios del total. En tercer lugar, la energía solar, que es la fuente que ha tenido una implantación más rápida, participa con el 14%. Le siguen los biocombustibles sólidos (8%) y otras energías renovables (8%).

En un análisis por países, continúan apreciándose diferencias notables respecto al grado de implantación de la «electricidad verde».

En 2020 Austria, con el 78,2%, fue el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energías renovables en el consumo final bruto de electricidad. Le siguen Suecia (74,5%), Dinamarca (65,3%), Portugal (58,0%), Croacia (53,8%) y Letonia (53,4%), todos ellos con porcentajes superiores al 50%.

A continuación, otros países que también superan la media de la Unión Europea (37,5%) son Alemania (44,7%), Rumanía (43,4%), España (42,9%), Finlandia (39,6%), Irlanda (39,1%) e Italia (38,1%).

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Por el contrario, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el sector eléctrico correspondieron en 2020 a Malta (9,5%), Hungría (11,9%), Chipre (12,0%), Luxemburgo (13,9%), República Checa (14,8%) y Polonia (16,2%), con valores inferiores al 20%.

Para más información:

Eurostat

El consumo de energía final en la Unión Europea (1990-2020)

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La Unión Europea en su hoja de ruta medioambiental y de lucha contra el cambio climático establece en las actuales Directivas comunitarias de eficiencia energética dos objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía en el seno de la UE, que quedan fijados en un 20% para 2020 y un 32,5% para 2030 respecto a sus proyecciones de base.

Para evaluar los avances en el cumplimiento de dichos compromisos se propuso el seguimiento de dos indicadores principales: reducción del consumo de energía primaria y reducción del consumo de energía final.

Los últimos datos de 2020 publicados por Eurostat, que analizamos a continuación, nos permiten valorar si se están produciendo los avances programados en el cumplimiento de dichos objetivos energéticos, en especial el fijado para el primer horizonte temporal.

Respecto al segundo de los indicadores, el consumo de energía final mide la energía total consumida por los usuarios finales (hogares, administración pública, agricultura, ganadería, pesca, industria, transporte, comercio y demás servicios). De acuerdo con la definición de Eurostat, excluye la energía utilizada por el sector energético, incluso para entregas y transformación.

En términos cuantitativos, se ha establecido que para el conjunto de la UE-27 el total de consumo de energía final no supere los 959 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) en 2020 ni los 846 Mtep en 2030.

A la luz de los últimos datos disponibles de Eurostat se constata que el consumo total de energía final fue de 906,8 Mtep en 2020. Ello supone, por tanto, que con dicho nivel de consumo energético la UE ha cumplido su primer objetivo de eficiencia energética establecido para 2020, incluso sobrepasándolo en un 5,4%. Respecto a 2030 el nivel de consumo de energía final se encuentra aún distanciado en un 7,2%.

Con un análisis más detallado referido al periodo 1990-2020 puede observarse que el consumo de energía primaria, que se cifró en 952 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.046 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 con la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie en 1990. A continuación, la reactivación de la economía europea supuso un retorno al incremento del consumo de energía, que solo se ha visto moderado durante los últimos dos años, en especial en 2020.

El año 2020 estuvo marcado por la irrupción de la pandemia del COVID-19 que en términos de consumo energético trajo consigo un nivel extraordinariamente bajo. Las necesarias medidas restrictivas sobre la movilidad y la actividad económica para afrontar la crisis sanitaria en los países de la UE explican el atípico descenso del 8,1% del consumo de energía final en dicho año (907 Mtep). Ello exige, por tanto, mucha cautela a la hora de concluir que la UE ha logrado alcanzar el objetivo energético fijado para el horizonte temporal de 2020 (959 Mtep).

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Además, como se ha analizado, la evolución que muestran los datos de consumo energía final (al igual que los de energía primaria) durante todo el periodo 1990-2020 nos revela que el consumo de energía sigue siendo muy sensible al ciclo, expansivo o recesivo, que presente la actividad económica, no alcanzándose el deseado desacoplamiento entre crecimiento económico y consumo energético. Todo parece indicar que, con la reactivación de la economía en los años posteriores a la pandemia, si no se implementan medidas más ambiciosas, el consumo de energía volverá a inflexionar a alza.

En un análisis por países, considerando el amplio periodo de 1990-2020, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía final se ha reducido en 15 de los 27 Estados miembros, mientras que en los 12 países restantes se ha incrementado.

Sin embargo, si tomamos los años 1990-2019 (excluyendo, por tanto, el año del COVID-19) los resultados son bien diferentes: ha aumentado el consumo de energía final en 18 países frente a los 9 restantes que han conseguido reducir su consumo energético. Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Malta (105,9%), Chipre (72,7%), Irlanda (68,9%), España (51,0%), Austria (46,3%), Portugal (43,3%), Luxemburgo (33,7%) y Eslovenia (31,4%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Estonia (-46,9%), Rumanía (-46,0%), Lituania (-42,1%), Bulgaria (-39,5%) y Letonia (-36,1%).

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Para más información:

Eurostat

Directiva 2012/27 UE de eficiencia energética

Directiva (UE) 2018/2002 de eficiencia energética revisada

El consumo de energía primaria en la Unión Europea (1990-2020)

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La eficiencia energética constituye uno de los principales compromisos asumidos por la Unión Europea en su hoja de ruta medioambiental y de lucha contra el cambio climático. Por tal motivo, las actuales Directivas comunitarias de eficiencia energética contemplan objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía en el seno de la UE, que quedan fijados en un 20% para 2020 y un 32,5% para 2030 respecto a sus proyecciones de base.

Los últimos datos de 2020 publicados por Eurostat, que analizamos a continuación, nos permiten valorar si se están produciendo los avances programados en el cumplimiento de dichos objetivos energéticos, en especial el fijado para el primer horizonte temporal.

El propósito de aumentar la eficiencia energética se viene evaluando a través del seguimiento de dos indicadores principales: reducción del consumo de energía primaria y reducción del consumo de energía final.

Respecto al primero de los indicadores, el consumo de energía primaria mide la demanda total de energía de un país procedente de fuentes primarias (petróleo, gas natural, carbón, nuclear, renovables…). De acuerdo con Eurostat incluye el consumo del propio sector energético, las pérdidas producidas durante la transformación (por ejemplo, de petróleo o gas en electricidad) y distribución de energía, y el consumo de los usuarios finales. Asimismo, excluye los consumos sin fines energéticos (por ejemplo, el petróleo no utilizado para combustión sino para la producción de plásticos).

En términos cuantitativos, se ha establecido que para el conjunto de la UE-27 el total de consumo de energía primaria no supere los 1.312 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) en 2020 ni los 1.128 Mtep en 2030.

Analizando los últimos datos disponibles de Eurostat, se constata que el consumo total de energía primaria fue de 1.236 Mtep en 2020. Ello supone, por tanto, que con dicho nivel de consumo energético la UE ha cumplido su primer objetivo de eficiencia energética establecido para 2020, incluso sobrepasándolo en un 5,8%. Respecto a 2030 el nivel de consumo de energía primaria se encuentra aún distanciado en un 9,6%.

Un análisis más detallado se puede obtener a partir del siguiente gráfico referido al periodo 1990-2020. Como puede observarse el consumo de energía primaria, que se cifró en 1.367 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.511 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 con la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie en 1990. A continuación, la reactivación de la economía europea conllevó de nuevo una tendencia a aumentar el consumo de energía, que solo se ha visto moderado durante los últimos tres años, en especial en 2020.

La irrupción de la pandemia del COVID-19 ha marcado, sin duda, el nivel de consumo energético registrado en 2020. Las necesarias medidas restrictivas sobre la movilidad y la actividad económica para afrontar la crisis sanitaria en los países de la UE explican el atípico descenso del 8,7% del consumo de energía primaria en dicho año (1.236 Mtep). Ello exige, por tanto, mantener mucha cautela a la hora de concluir que la UE ha logrado alcanzar el objetivo energético marcado para el horizonte temporal de 2020 (1.312 Mtep).

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Además, como se ha analizado, la evolución que muestran los datos de consumo energía primaria durante todo el periodo 1990-2020 nos revela que el consumo de energía sigue siendo muy sensible al ciclo, expansivo o recesivo, que presente la actividad económica, no alcanzándose el deseado desacoplamiento entre crecimiento económico y consumo energético. Todo parece indicar que, con la reactivación de la economía en los años posteriores a la pandemia, si no se implementan medidas más ambiciosas, el consumo de energía volverá a inflexionar al alza.

En un análisis por países, considerando el amplio periodo de 1990-2020, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía primaria se ha reducido en 19 de los 27 Estados miembros, mientras que en los ocho países restantes se ha incrementado.

Sin embargo, si tomamos los años 1990-2019 (excluyendo, por tanto, el año del COVID-19) los resultados son bien diferentes: ha aumentado el consumo de energía primaria en 16 países frente a los 11 restantes que han conseguido reducir su consumo energético. Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Chipre (57,2%), Irlanda (52,5%), España (46,2%), Portugal (46,2%), Austria (36,3%) y Luxemburgo (28,9%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Lituania (-58,9%), Estonia (-50,0%), Rumanía (-48,5%), Letonia (-41,6%) y Bulgaria (-32,1%).

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La lectura de los resultados hallados hasta ahora induce a pensar que solo la aplicación de medidas más decididas y extensivas de ahorro energético por parte de todos los agentes económicos de la UE y sus Estados miembros puede hacer que la senda de consumo de energía primaria dibuje una senda claramente descendente, tan necesaria en un contexto actual de crisis climática y medioambiental, de problemas de agotamiento de combustibles fósiles y de falta de soberanía energética.

Para más información:

Eurostat

Directiva 2012/27 UE de eficiencia energética

Directiva (UE) 2018/2002 de eficiencia energética revisada

La producción de energía nuclear en los países de la Unión Europea (1996-2020)

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La producción de energía nuclear en la Unión Europea (UE-27) ascendió  en el año 2020 a 175,2 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). Su destino principal es la generación de electricidad.

De acuerdo con los datos publicados por Eurostat, durante los años 1990-2020 la producción de energía nuclear se ha reducido un 7,1% en la UE.

En dicho periodo de tiempo cabe diferenciar dos fases. En un primer subperiodo 1990-2004 la producción de este tipo de energía traza una senda de continuo aumento hasta llegar a su nivel máximo de 240 millones de tep en el año 2004. A esta primera fase, en la que se incrementó un 27,2%, sigue una segunda en la que se va recortando la producción de energía nuclear hasta alcanzar su valor mínimo en el año 2020.

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En un análisis por países, son trece los Estados miembros de la UE que tienen operativos reactores nucleares para la producción de energía.

En el año 2020 Francia continúa siendo, con diferencia, el mayor productor de energía nuclear de la Unión Europea. Su peso se ha situado durante todo el periodo (1990-2020) por encima del 39% del total de energía nuclear de la UE. De hecho, la participación francesa se ha incrementado desde el 43,0% en 1990 hasta el 52,6% en 2020.

Les siguen, a distancia, las participaciones de Alemania (9,5% del total en 2020), España (8,7%), Suecia (6,9%), Bélgica (4,8%), República Checa (4,3%), Finlandia (3,2%), Bulgaria (2,5%), Hungría (2,3%), Eslovaquia (2,3%), Rumanía (1,6%), Eslovenia (0,9%) y los Países Bajos (0,5%).

En cuatro países (Francia, Alemania, España y Suecia) se concentra, por tanto, más del 77% de la producción total de energía nuclear de la Unión Europea.

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Desde una perspectiva temporal, es destacable la evolución diferenciada que se ha dado entre países durante el periodo 1990-2020. Así, Alemania ha decidido tomar el camino de reducir su producción de energía nuclear, hecho que empieza a observarse en el año 2007 siendo más palpable a partir de 2011. Entre 1990-2020 este país ha visto descender su producción de energía nuclear en un 58,2%, de modo que su peso sobre el total de la UE disminuye desde el 21,0% hasta el 9,5%.

Asimismo, Lituania, cuya producción energética nuclear representaba el 2,2% de la UE en 1990, decidió cesar esta actividad en 2009, de modo que anotó la mayor reducción relativa (-100%) en el periodo analizado.

Junto a estos dos países se une también Suecia, cuya producción de energía nuclear registró un descenso del 31,6% entre 1990-2020, hasta tener una participación del 6,9% en el último año 2020 frente al 9,3% en 1990. Y, finalmente, Bélgica también reduce su producción nuclear durante el periodo analizado, en este caso un 24,0%, que propicia el descenso de su participación relativa en total de la UE.

En sentido contrario, nueve países de la UE han incrementado su producción de energía nuclear durante los años 1990-2020. Los mayores aumentos se han registrado en la República Checa (+130,9) y Eslovaquia (+30,3%), seguidos de Eslovenia (+25,5%), Bulgaria (+14,6%), Hungría (+14,4%), Francia (13,8%), Finlandia (+11,9%), España (+8,4%), los Países Bajos (+5,8%) y Rumanía, que comenzó su producción en 1996.

Para más información:

Eurostat: Datos

Evaluando el objetivo de energías renovables en la UE (2020)

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El consumo final de energía en la UE-27 ascendió a 949,2 millones de toneladas equivalentes de petróleo en 2020. De este total el 22,1% provino de fuentes de energías renovables (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, geotérmica, biomasa…), porcentaje que se ha venido incrementado de forma continuada desde el año 2004.

Como se establece en la Estrategia Europa 2020 y en la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, el 20% del consumo final de energía total ha de provenir en el año 2020 de fuentes renovables

Por lo tanto, según los últimos datos de Eurostat, la UE-27 cumplió con el objetivo global que tenía marcado para 2020 que persigue el aumento de la implantación de las energías renovables para desplazar el consumo de  los combustibles fósiles que propician el calentamiento global. El logro de este objetivo probablemente se ha visto impulsado por el menor consumo de carburantes de origen fósil durante un año 2020 marcado por los impactos de la crisis del COVID-19. No obstante, no queda ahí, ya que la UE ha acordado ampliar dicho objetivo del 20% hasta al menos el 32% para 2030 (que podría llegar al 40% en una próxima revisión).

G_UE_2004_2020

En un análisis por países, entre 2004 y 2020 la participación de la energía de fuentes renovables en el consumo final de energía se ha incrementado en todos los países. Los mayores avances relativos se han dado en Suecia (21,7 puntos porcentuales más) y Dinamarca (+16,8 p.p.), y los menores, en Eslovenia (+6,6 p.p.) y Croacia (+7,6 p.p.), si bien en estos dos últimos casos partían con altos porcentajes de introducción de renovables.

Asimismo, se observa que en 2020 persiste la disparidad en el grado de implantación de las energías renovables, según los últimos datos publicados por Eurostat.

En 2020 Suecia, con el 60,1%, es el país con el mayor porcentaje de energía de fuentes renovables en su consumo final bruto energético. Le siguen, a cierta distancia, los mayores porcentajes de Finlandia (43,8%), Letonia (42,1%), Austria (36,5%), Portugal (34,0%), Dinamarca (31,6%), Croacia (31,0%), y Estonia (30,2%).

Por el contrario, las menores participaciones de energías renovables sobre el consumo energético final se registraron en Malta (10,7%), Luxemburgo (11,7%), Bélgica (13,0%), Hungría (13,9%), Países Bajos (14,0%), Polonia (16,1%), Irlanda (16,2%) y Chipre (16,9%).

Si bien el objetivo del 20% recién alcanzado en el año 2020 se ha establecido para el conjunto de la UE, de acuerdo con la Directiva europea cada país ha de cumplir un objetivo individualizado, que varía entre el 49% de Suecia y el 10% establecido para Malta.

G_Países_2020

Evaluando el cumplimiento de los objetivos nacionales, se constata que en 2020 todos los países de la UE, a excepción de Francia, han alcanzado sus objetivos individualizados de participación de energías renovables en su consumo energético final. Destacan como países que han sobrepasado favorablemente sus metas Suecia (11,1 p.p. más que su objetivo), Croacia (+11,0 p.p.), Bulgaria (+7,3 p.p.), Finlandia (+5,8 p.p.) y Estonia (5,2 p.p.).

Por el contrario, Francia es el único país que no ha alcanzado su compromiso, ya que con un objetivo nacional del 23% para 2020, en este año la participación de su consumo de energías renovables se cifró en 19,1%.

Para más información:

Eurostat

Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2009.

Directiva (UE) 2018/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de diciembre de 2018.

El destino de la energía de la economía española (2014-2019)

El análisis de una economía quedaría incompleto si se circunscribe al enfoque que se centra en la cuantificación monetaria de su PIB. Porque no hay producción, consumo y distribución posibles si no se dispone de recursos materiales y energéticos.

En el caso de la economía española la Cuenta de los Flujos Físicos de la Energía, que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos para el periodo 2014-2019, nos permite conocer, además de su origen, cuál es el destino de la energía de España y cómo ha evolucionado su composición por sectores durante el periodo 2014-2019.

De acuerdo con el INE, en el último año de 2019 el total de flujos energéticos de España ascendió a 19.907.400 terajulios (TJ), esto es, un 6,8% más que en 2014.

Analizando la composición del destino de la oferta energética de España en 2019, se concluye que el principal destinatario es el conjunto de ramas de actividad que conforman la economía española, que concentró el 58,3% de la energía total. A continuación, un 25,2% de los flujos energéticos lo recibe el medioambiente, en forma de pérdidas de energía (calor disipado) como resultado de los procesos productivos y las actividades de consumo final. El tercer destino de la energía, con un 8,8% del total, es el exterior vía exportaciones de bienes energéticos a otros países. Por su parte, los hogares españoles, como consumidores de productos energéticos, emplearon el 6,5% de la energía. El 1,2% restante de los flujos energéticos de 2019 corresponden a variación de existencias y ajustes.

Desde una perspectiva temporal, cabe destacar que durante el periodo 2014-2019 la energía que ha recibido el conjunto de ramas de actividad de la economía española se ha incrementado un 8,9%, esto es, más que la media (6,8%), al pasar de 10,65 millones a 11,60 millones de TJ.

Por su parte, el sector de los hogares ha visto aumentar el consumo de productos energéticos durante el periodo, en este caso, un 4,1% (menos que la media), pasando de 1,25 millones a 1,30 millones de TJ.

Las pérdidas de energía también se han intensificado, en este caso un 5,0%, desde 4,79 millones de TJ en 2014 a 5,02 millones en 2019.

Por el contrario, las exportaciones energéticas de la economía española han descendido un 4,6% (de 1,83 millones a 1,75 millones de TJ).

G_Origen energía España

Centrando el análisis en el principal destino de la energía (el conjunto de ramas económicas, que recibe el 58,3% de la energía en 2019), resulta la siguiente distribución por grandes sectores económicos: Industria manufacturera (48,9%), Industria no manufacturera (38,1%), Servicios (8,9%), Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (3,3%) y Construcción (0,9%).

G_Destino energía_sectores_2019

Finalmente, en un análisis más detallado, se identifican como las ramas de actividad más consumidoras de energía de la economía española en 2019 las siguientes:

  1. Coquerías y refino de petróleo: 4,67 millones de TJ en 2019, es decir, el 40,3% de la energía total destinada a las ramas económicas. El consumo de energía de esta rama ha experimentado un incremento del 11,0% durante el periodo 2014-2019.
  2. Suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado: 3,52 millones de TJ (el 30,4% de la energía). Su consumo energético ha aumentado un 6,5% durante el periodo.
  3. Industrias extractivas: 666.876 TJ (el 5,7% de la energía). El consumo de energía en esta rama se ha reducido un 8,5% entre 2014 y 2019.
  4. Transporte terrestre y por tubería: 406.247 TJ en 2019 (el 3,5% de la energía), esto es, se ha incrementado un 14,5% respecto a 2014.
  5. Industria química: 391.506 TJ (el 3,4% de la energía), con un incremento del 18,8% durante el periodo 2014-2019.
  6. Transporte aéreo: 211.858 TJ, que representa el 1,8% de la energía destinada al tejido productivo de la economía española. En este caso, los flujos de energía que ha recibido esta rama del transporte se han acrecentado un 42,3% durante el periodo analizado.

Para más información:

Instituto Nacional de Estadística