Evaluando el objetivo energético (ODS7) en 2021

Madagascar.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS7 (Energía asequible y no contaminante), que queda definido en los siguientes términos:

«Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos«

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas para de aquí a 2030:

  • Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
  • Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
  • Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética.
  • Aumentar la cooperación internacional para facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
  • Ampliar la infraestructura y mejorar la tecnología para prestar servicios energéticos modernos y sostenibles para todos en los países en desarrollo.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, SDSN y Bertelsmann Stiftung han venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2016. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La última edición del Informe, SDG Index and Dashboards Report 2021, nos revela de forma aproximada cuál es la situación más actual del cumplimiento del objetivo de Energía asequible y no contaminante, país por país, y en qué grado se va alcanzando ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS7 se ha construido un índice sintético a partir de los tres indicadores siguientes, que están disponibles para un total de 165 países:

  • Porcentaje de población que tiene acceso a electricidad.
  • Porcentaje de población que utiliza para cocinar combustibles y tecnologías limpios.
  • Emisiones de CO2 de la quema de combustibles fósiles para electricidad y calefacción por producción total de electricidad.

En un análisis por países los resultados obtenidos para el ODS7 (Energía asequible y no contaminante) muestran que de los 165 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Barbados (99,7) e Islandia (99,4). Les siguen, a continuación, Noruega (98,9), Suecia (98,9), Suiza (97,0), Francia (97,0), Uruguay (96,9), Maldivas (96,9), Finlandia (96,5) y Nueva Zelanda (95,8). Estos países y los diez siguientes, que en general poseen un alto nivel de renta per capita, se encuentran, según el índice empleado, en la senda de cumplir con este objetivo de la Agenda 2030 sin necesidad hasta el momento de afrontar mayores retos.

Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al cumplimiento del objetivo energético la presenta un amplio grupo de países pertenecientes al continente africano que cuentan con bajos niveles de renta per capita, como son Burundi (1,1)Chad (2,0), Malaui (5,2), Burkina Faso (6,5), Madagascar (9,2), Liberia (9,3) y Sierra Leona (9,4). Les siguen, a continuación, República Centroafricana (12,8), Benín (13,4), Níger (14,0), Ruanda (14,1) y Somalia (14,6). Para todos ellos siguen existiendo grandes desafíos para alcanzar las metas energéticas del ODS7 de aquí a 2030.

Si nos centramos en cuatro países que destacan por su peso económico y/o demográfico, observamos que Estados Unidos ocupa la posición 29 en el ranking mundial del cumplimiento del ODS7, seguido por Federación Rusa (56), China (102) y la India (110).

Finalmente, hay que remarcar que en el ODS7 las diferencias entre países son considerables, llegando a ser extremas entre el país mejor situado (Barbados, con 99,7) y el peor (Burundi, con 1,1). Dicha brecha es muy superior a la que existe con el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 48 puntos.

Para más información:

2021 SDG Index and Dashboards

Evaluando el objetivo de Acción por el clima (ODS13) en 2021

Madagascar.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, puesta en marcha por Naciones Unidas en 2015, establece compromisos concretos para un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan la triple dimensión del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS13 (Acción por el clima), que queda definido en los siguientes términos:

«Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, reconociendo que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es el principal foro intergubernamental internacional para negociar la respuesta mundial al cambio climático»

Este objetivo compromete a los países del planeta a adoptar medidas como las siguientes que están recogidas en la Agenda 2030:

  • Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales.
  • Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales.
  • Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto a la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, SDSN y Bertelsmann Stiftung han venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2016. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La última edición del Informe, SDG Index and Dashboards Report 2021, nos da a conocer de forma aproximada la situación más actual del cumplimiento del objetivo de Acción por el clima, país por país, y en qué grado se va alcanzando el ODS13 ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS13 se ha construido un índice sintético a partir de tres indicadores disponibles para un total de 165 países. Son los siguientes:

  • Emisiones de CO2 de la combustión de combustibles fósiles y producción de cemento (t CO2/capita).
  • Emisiones de CO2 incorporadas en las importaciones de bienes y servicios (t CO2/capita).
  • Emisiones de CO2 incorporadas en las exportaciones de combustibles fósiles (kg/capita).

No hay que olvidar, y así también lo expresa el Informe de 2021, que la mayoría de los países “más desarrollados” (OCDE) generan impactos medioambientales negativos fuera de sus fronteras como consecuencia de sus altos niveles de producción y consumo, y a través del comercio internacional, que terminan afectando a otros países y al planeta en su conjunto.

Analizando los datos aportados en el Informe, una primera conclusión que merece ser destacada es que existe una correlación inversa entre nivel de desarrollo (medido tanto en ingresos/per capita como con el índice de los 17 ODS) y grado de cumplimiento del ODS13. En otras palabras, son los países de ingresos altos (y también con mayor IDS general) los que menos están cumpliendo con el objetivo de Acción por el clima. Por el contrario, los países “menos desarrollados” son los que cumplen más con el ODS13 de la Agenda 2030.

En segundo lugar, en un análisis por países los resultados obtenidos para el ODS13 (Acción por el clima) muestran que de los 165 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Somalia (99,9) y Burundi (99,8). Les siguen, a continuación, Chad (99,7), República Centroafricana (99,7), República Democrática del Congo (99,7), Sudán del Sur (99,6) y Etiopía (99,5). Como se puede observar en el siguiente Cuadro, 23 de los 25 países con mayor valor del índice ODS13 se encuentran en el continente africano.

Por el contrario, la situación relativa más desfavorable respecto al cumplimiento del objetivo de Acción por el clima corresponde a Australia (10,0), seguido de Brunéi (14,1), Catar (15,1) y Noruega (20,2). Les siguen, a continuación, Trinidad y Tobago (29,1), Emiratos Árabes (29,2), Kuwait (33,3) y Luxemburgo (40,2). Son países que, en su mayoría, pertenecen al grupo de países que disfrutan de altos niveles de ingresos.

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Centrándonos en cuatro países que destacan por su peso económico y/o demográfico se nos revela que Estados Unidos ocupa la posición 152 en el ranking mundial del índice del ODS13, seguido por Federación Rusa (123), China (90) y la India (46).

Finalmente, hay que destacar que las diferencias entre países son particularmente grandes en el ODS13, cifrándose una distancia de 90 puntos entre el país mejor situado (Somalia) y el peor (Australia). Dicha brecha es muy superior a la que existe con el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 48 puntos, resultante de los valores máximo y mínimo que corresponden a Finlandia y República Centroafricana, respectivamente.

Para más información:

2021 SDG Index and Dashboards

Evaluando la sostenibilidad de las ciudades y comunidades (ODS11) en 2021

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En 2015 las Naciones Unidas puso en marcha un ambicioso proyecto de carácter mundial: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este documento establece compromisos que se concretan en un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que abordan las tres dimensiones del desarrollo: social, económica y medioambiental. Uno de esos objetivos es el ODS11 dedicado a Ciudades y comunidades sostenibles.

En la Agenda 2030 el ODS11 queda definido en los siguientes términos:

«Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles»

La consecución del ODS11 compromete a los países del planeta a adoptar medidas como las siguientes:

  • Asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales.
  • Proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público.
  • Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible.
  • Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural.
  • Reducir significativamente el número de muertes causadas por los desastres.
  • Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, con especial atención a la calidad del aire y la gestión de los residuos.
  • Proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles.

Para conocer los progresos que van alcanzando los países respecto a los 17 ODS, SDSN y Bertelsmann Stiftung han venido elaborando periódicamente Informes de evaluación desde 2016. Su metodología utiliza índices sintéticos, cuyos valores pueden oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación, y 100, cuando, por el contrario, el país se encuentra en la mejor posición respecto al cumplimiento de los ODS.

La última edición del Informe, SDG Index and Dashboards Report 2021, nos permite conocer de forma aproximada la situación más actual de las ciudades y comunidades del planeta, país por país, y en qué grado se va cumpliendo el ODS11 ante el horizonte temporal fijado para 2030.

En el caso del ODS11 se ha construido un índice sintético a partir de cuatro indicadores disponibles para un total de 163 países. Son los siguientes:

  • Porcentaje de población urbana que vive en barrios marginales.
  • Concentración anual media de partículas de menos de 2,5 micrones de diámetro en zonas urbanas (mg/m3).
  • Porcentaje urbana de población con acceso a agua potable.
  • Grado de satisfacción de la población con el transporte público.

El primero de estos indicadores se utiliza por primera vez en esta edición 2021 del Informe.

Asimismo, hay que tener en cuenta que los datos disponibles presentan desfases temporales. De hecho el único indicador con datos de 2020 es el correspondiente al grado de satisfacción de la población con el transporte público. Ello implica que no podamos analizar aún el impacto total que ha tenido la pandemia del COVID-19 sobre el cumplimiento de este ODS.  No obstante, como apunta el Informe, se evidencia que con la crisis sanitaria se han amplificado los impactos en la salud y socioeconómicos para las personas que viven en barrios marginales, zonas desfavorecidas y asentamientos superpoblados.

Los resultados obtenidos correspondientes al ODS11 (Ciudades y comunidades sostenibles) concluyen que de los 163 países para los que se dispone de datos, los mejor situados en el cumplimiento de dicho objetivo son Suiza (99,1) y Luxemburgo (97,6), con puntuaciones próximas a 100, es decir, el máximo cumplimiento del ODS11 de la Agenda 2030. Estos dos países son los dos únicos países del mundo para los que sus cuatro indicadores del ODS11 están «en verde» (mejoran adecuadamente). En el caso de Suiza tres de los cuatro indicadores han alcanzado ya el valor de 100, y en el de Luxemburgo, en dos.

Les siguen, a continuación, con altas puntuaciones, Países Bajos (96,5), Suecia (95,3), Singapur (94,7), Costa Rica (93,5), Reino Unido (93,3), Fiyi (93,2) y Noruega (93,2).

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Por el contrario, los países con la situación relativa más desfavorable respecto al grado de sostenibilidad de sus ciudades y comunidades son Sudán del Sur (13,1) y República Centroafricana (19,2). Para ambos los cuatro indicadores del ODS11 permanecen «en rojo» (persisten grandes retos). Les siguen con las más bajas puntuaciones, otros países también africanos: Nigeria (26,7), Chad (26,8), Liberia (27,5) y Sudán (30,7).

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Asimismo, cabe mencionar a cuatro países, dado su peso económico y/o demográfico: Estados Unidos, que ocupa la posición 13 en el ranking mundial del índice del ODS11, Federación Rusa (40), China (75) e India (133).

Finalmente, hay que destacar que las diferencias entre países son particularmente grandes en el ODS11, cifrándose una distancia de 86 puntos entre los países mejor y peor situados. Dicha brecha es muy superior a la que existe si utilizamos el índice general de los 17 ODS, que se cuantifica en 48 puntos.

Para más información:

2021 SDG Index and Dashboards

Evaluando el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible en 2021

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Madagascar.

En 2015 la ONU puso en marcha el ambicioso proyecto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una estrategia de alcance mundial, cuyo compromiso se concreta en lograr, durante la presente década, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS), que cubren las tres dimensiones del desarrollo: económica, social y medioambiental.

Para evaluar los progresos en la consecución de los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la fundación Bertelsmann Stiftung vienen publicando desde hace varios años diferentes informes periódicos que tratan de evaluar cómo están avanzando los países en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

Con carácter genérico, la metodología utilizada permite disponer de un índice ODS que resume en un único valor los resultados mostrados por la amplia batería de indicadores recabados (91 en la edición de 2021) para medir la totalidad de los 17 ODS (a los cuales se les otorga igual importancia).

El índice ODS es, por tanto, un indicador sintético de desarrollo sostenible, cuyo valor puede oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación respecto al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030, y 100, cuando el país se sitúa en la mejor posición respecto a su cumplimiento.

En la edición de 2021 del Informe de Desarrollo Sostenible, la sexta desde 2016, el índice ODS se ha podido calcular para un total de 165 países. Asimismo, el 11% de los indicadores empleados para su cálculo tiene datos del año 2020 para la mayoría de los países. Este desfase temporal en la recogida de información estadística ha hecho que los impactos producidos por la pandemia (COVID-19) no hayan sido aún captados totalmente por el índice ODS.

Entre las conclusiones principales obtenidas de la evaluación realizada en el informe de 2021 podemos destacar las tres siguientes:

  1. A la luz de los primeros datos disponibles, la irrupción de la pandemia del COVID-19 ha producido impactos negativos sobre el desarrollo sostenible (tasas de pobreza, desempleo…). Por primera vez desde 2015 el promedio mundial del índice ODS para 2020 ha disminuido respecto al año anterior.
  2. Existen fundados riesgos de que las diferencias entre los países de altos y bajos ingresos se amplíen dada su desigual posición para hacer frente a los impactos de la crisis sanitaria.
  3. Los países con mayores valores del índice ODS corresponden a países de niveles de renta altos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que estos países ricos generan efectos secundarios internacionales negativos (socioeconómicos y medioambientales) que socavan la capacidad de otros países para alcanzar los ODS.

En un análisis más detallado por países, el informe de 2021 nos revela que existen diferencias muy importantes respecto al grado de consecución de los objetivos de la Agenda 2030.

Así, los países que presentan un mayor valor del índice ODS son Finlandia (85,9), Suecia (85,6) y Dinamarca (84,9), al igual que ha venido ocurriendo en años anteriores. Les siguen otros países también de alta renta per cápita y del continente europeo: Alemania (82,5), Bélgica (82,2), Austria (82,1,) Noruega (82,0), Francia (81,7), Eslovenia (81,6), Estonia (81,6), Países Bajos (81,6).

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En el otro extremo, los menores índices de desarrollo sostenible se registran, a gran distancia, en tres países de baja renta pertenecientes al continente africano: República Centroafricana (38,3), Sudán del Sur (38,9) y Chad (40,9). Les siguen otros países también africanos, que anotan índices de ODS igualmente inferiores a 50: Somalia (45,6), Liberia (48,6), Nigeria (48,9), Madagascar (49,0), República Democrática del Congo (49,3), Sudán (49,5), Níger (49,5) y Benín (49,9).

25 Países menos_2021

Finalmente, dentro del amplio grupo intermedio de 115 países, cabe destacar, dado su peso económico y/o demográfico, a Estados Unidos, que ocupa la posición 32 en el ranking mundial del índice de desarrollo sostenible, Federación Rusa (46), China (57)  e India (120).

Para más información:

2021 SDG Index and Dashboards

El parque automovilístico de la Unión Europea (2012-2019)

Una de las principales fuentes de contaminación atmosférica y de emisiones de gases de efecto invernadero, que propician el calentamiento global del planeta, se encuentra en el sector del transporte. Y, dentro de este, el transporte urbano, sustentado en coches de pasajeros de propulsión convencional, adquiere una importancia destacable.

Son diversos los problemas que acarrea el uso del coche privado: mala calidad del aire, cambio climático, congestión, accidentes de tráfico, deterioro de la salud, contaminación acústica, dependencia del petróleo, extracción de materiales, ocupación de suelo, generación de residuos, etc., cuyos costes medioambientales y sociales no han sido tradicionalmente valorados en su justa medida.

Para hacer frente a la insostenibilidad del transporte la Unión Europea cuenta desde 2011 con la Hoja de ruta hacia un espacio único europeo de transporte: por una política de transportes competitiva y sostenible, conocido como Libro Blanco del transporte.

Como expresa este documento estratégico, es clave afrontar la gran dependencia actual del petróleo y sus derivados en el sector del transporte y transitar hacia una economía descarbonizada. Se hace necesario fomentar la movilidad sostenible, como ir a pie o en bicicleta, además de dar un mayor impulso al transporte público no contaminante.

Asimismo, la estrategia del Libro Blanco establece entre sus objetivos que el uso de los automóviles de propulsión convencional en el transporte urbano habrá de verse reducido en un 50% en el año 2030, antes de su eliminación total en las ciudades en 2050.

Sin embargo, según los datos disponibles de Eurostat, el parque automovilístico no ha hecho más que crecer dentro de los límites físicos de los 4,2 millones de km2 de la UE-27. Centrándonos en los coches de pasajeros, que son el tipo de vehículos de mayor uso, su número no ha abandonado la senda del continuo crecimiento. Si en 2012 existía un total de 216,1 millones de turismos, en 2019 el parque de estos vehículos asciende a 241,4 millones. Por lo tanto, se ha producido un incremento acumulado del 11,7% en dicho periodo.

Asimismo, hay que anotar que, paralelamente, no se ha llevado a cabo la deseada implantación de coches eléctricos que facilite la eliminación de los coches convencionales dependientes de los combustibles fósiles. En 2019 el número total de coches eléctricos o híbridos (con motores eléctrico y de combustión interna) asciende a solo unos 2,8 millones de unidades, es decir, apenas el 1,15% del parque total de turismos de la UE-27.

Además, durante el periodo analizado (2012-2019) dicho crecimiento del parque de coches de pasajeros ha sido superior al experimentado por la población de la UE-27. Como se observa en el siguiente gráfico, si tomamos como año base 2012, en 2019 el parque de turismos presenta un valor índice de 111,7, que supera el 101,3 registrado por la población.

Como consecuencia, la ratio de número de coches de pasajeros por 1.000 habitantes ha aumentado desde 491 en 2012 a 541 en 2019.

En un análisis por países, en el año 2019 los países de la UE con mayor número de coches de pasajeros son Alemania (47,7 millones), Italia (39,5 mill.), Francia (32,4 mill.), España (24,6 mill.) y Polonia (24,4 mill.). Estos cinco países concentran, por tanto, el 70% del total de coches de la UE.

En un análisis temporal, durante el periodo 2012-2019 en todos los países de la UE se ha incrementado el parque automovilístico de turismos, a excepción de Lituania, donde se redujo un 14,5%. Asimismo, destacan los significativos incrementos de la motorización que han anotado en estos años Rumanía (53,8%), Estonia (32%), Eslovaquia (31,2%) y Polonia (30%).

En términos relativos, la ratio de número de coches de pasajeros por 1.000 habitantes revela diferencias entre países. Los mayores valores se alcanzan en Luxemburgo (694), Italia (661), Chipre (654), Finlandia (643), Polonia (642), Malta (622) y Estonia (600). Por el contrario, los menores parques de coches de pasajeros por 1.000 habitantes se registran en Rumanía (356), Letonia (379), Hungría (390) y Bulgaria (404).

Para más información:

Eurostat

Comisión Europea: Libro Blanco del transporte, 2011

El parque de coches eléctricos en la Unión Europea (2013-2019)

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Una de las principales fuentes de contaminación atmosférica y calentamiento global del planeta reside en el sector del transporte. Para hacer frente a este serio problema medioambiental y de salud la Unión Europea cuenta desde 2011 con la Hoja de ruta hacia un espacio único europeo de transporte: por una política de transportes competitiva y sostenible, conocido como Libro Blanco del transporte.

En su estrategia el Libro Blanco establece diez objetivos cuantificados para alcanzar «un sistema de transporte competitivo y sostenible», entre los que se encuentra el siguiente:

«Reducir a la mitad el uso de automóviles de «propulsión convencional» en el transporte urbano para 2030; eliminarlos progresivamente en las ciudades para 2050; lograr que la logística urbana de los principales centros urbanos en 2030 esté fundamentalmente libre de emisiones de CO2″.

Además, se afirma que «el transporte individual ha de utilizarse preferentemente para los últimos kilómetros del viaje y realizarse con vehículos no contaminantes».

En definitiva, la política europea de transporte aboga por la progresiva implantación de los vehículos eléctricos en detrimento de los automóviles de propulsión convencional. Sin embargo, los avances alcanzados hasta la fecha se presentan claramente escasos.

Según Eurostat, en 2019 se contabilizó en la UE-27 un total de 2,8 millones coches eléctricos e híbridos (con motores eléctrico y de combustión interna). Por tipos, este parque automovilístico presenta la siguiente distribución: el 21,8% pertenece a la categoría de vehículos eléctricos, un 60,5% corresponde a vehículos híbridos «tradicionales» y, finalmente, el 11,5%% de los coches son vehículos híbridos «enchufables».

Desde una perspectiva temporal, se constata que el parque de coches eléctricos e híbridos ha seguido una senda creciente en la UE, desde los apenas 300.000 registrados en 2013 hasta los 2,8 millones de 2019.

G_UE_2013 Y 2019

Durante este periodo el crecimiento medio anual de coches eléctricos e híbridos ha sido superior al registrado por el parque total de coches de pasajeros, de modo que ha aumentado su porcentaje de participación. Sin embargo, hay que resaltar que el número de este tipo de coches «sostenibles o menos contaminantes» tan sólo representa un 1,15% del total de coches de pasajeros en 2019, un porcentaje ciertamente exiguo que contrasta con los objetivos marcados en el Libro Blanco.

En un análisis por países se detectan diferencias relevantes, si bien ningún país presenta porcentajes de participación de estos vehículos superiores al 5%.

En términos absolutos, en 2019 los mayores parques de coches eléctricos e híbridos se encuentran en Francia, Países Bajos, España, Italia y Suecia, que tienen entre 750.000 y 200.000 vehículos. Por el contrario, se registran los menores parques de coches de esta categoría en países como Croacia, Letonia y Eslovenia.

En términos relativos, los países que presentan las mayores participaciones de coches eléctricos e híbridos sobre el parque total de coches de pasajeros en 2019 son los siguientes: Países Bajos (4,6%), Suecia (4,3%), Finlandia (2,4%), Francia (2,3%) y Bélgica (2,1%).

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Para más información:

Eurostat

Comisión Europea: Libro Blanco del transporte, 2011

Evaluando la sostenibilidad de las ciudades europeas (2020)

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En 2015 las Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un ambicioso plan de acción para los próximos 15 años que, a través de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas conexas, persigue el desarrollo de todos los países del planeta en sus tres dimensiones económica, social y ambiental.

Uno de los 17 ODS de la Agenda 2030, en concreto el ODS 11, se focaliza en la sostenibilidad de las ciudades y comunidades locales: «Ayudar a que las ciudades y los asentamientos humanos sean más incluyentes, seguros, resilientes y sostenibles». La evaluación del ODS 11 es de especial interés porque es en las áreas urbanas donde se concentra la mayor parte de la población y de la riqueza, y donde con mayor intensidad se producen y consumen bienes y servicios, que provocan múltiples impactos.

En el contexto europeo, la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) evalúa de forma periódica, mediante el empleo de una amplia batería de indicadores, los progresos respecto a los ODS que han alcanzado los actuales 27 países miembros de la UE. En su edición del año 2020, el informe ‘Sustainable Development in the European Union – Monitoring report on progress towards the SDGs in an EU context’ nos aporta una evaluación actualizada del ODS 11, es decir, de las tendencias que están siguiendo las ciudades y asentamientos humanos de la UE respecto a los compromisos fijados en la Agenda 2030.

Como apunta el citado informe, casi las tres cuartas partes de la población de la UE reside en áreas urbanas y se prevé que para 2050 la población urbana sobrepase el 80%. Estos hechos conllevan importantes retos económicos, sociales y medioambientales, que habrá que afrontar en el seno de las propias ciudades y asentamientos humanos. Entre dichos desafíos el ODS 11 delimita tres ámbitos de actuación que son objeto de evaluación: calidad de vida, movilidad sostenible e impactos medioambientales.

A continuación se exponen las principales conclusiones recogidas respecto al ODS 11 en el citado informe de seguimiento realizado por Eurostat:

a) Calidad de vida. Se evalúa a partir de indicadores relativos a la calidad de la vivienda, la contaminación acústica, la contaminación atmosférica y la seguridad.

  • El 13,6% de la población de la UE residía en viviendas con déficits habitacionales básicos (goteras, humedades…) en 2018. Este porcentaje ha disminuido en 2,7 p.p. respecto al registrado en 2010.
  • El 17,1% de la población vive en hogares hacinados, es decir, 2 p.p. menos que en 2010.
  • El 18,2% de la población declara que vive con molestias de ruido en 2018, frente al 20,6% en 2010.
  • El 11,5% de la población percibe en su localidad que existen crimen, violencia y vandalismo, un porcentaje que ligeramente inferior al de 2010 (13,1%).
  • La concentración media anual ponderada por población de partículas finas (PM2,5) en las áreas urbanas ha disminuido desde 17,5 μg/m3 en 2012 a 15,0 μg/m3 en 2017. Sin embargo, de acuerdo con la OMS el 77% de los habitantes de las ciudades de la UE viven expuestos a niveles de concentración de PM2,5 que se consideran nocivos para la salud humana.
  • El grado de urbanización afecta al nivel de hacinamiento de los hogares y a la percepción de contaminación acústica e inseguridad ciudadana, siendo estos problemas mayores en las grandes ciudades que en las ciudades pequeñas y áreas rurales.

b) Movilidad sostenible. En este ámbito se evalúan los avances alcanzados en materia de transporte sostenible y seguro.

  • La participación de transporte público (autobuses y trenes) en el transporte total de pasajeros se ha estancado, representando solo el 17,1% en 2017, porcentaje inferior al de 2012, frente a la mayor proporción de los turismos.
  • Si bien se han reducido las víctimas mortales de accidentes de tráfico durante los últimos quince años (de 47.331 personas en 2003 a 23.339 en 2018), se ha producido un estancamiento desde 2013 que aleja a la UE de sus objetivos iniciales.

c) Impactos medioambientales. Diversos son los impactos medioambientales que tienen su origen en las ciudades. Se evalúan los progresos alcanzados en materia de gestión de los residuos, tratamiento de las aguas residuales y ocupación del suelo.

  • La tasa de reciclaje de residuos municipales alcanzó el 47,4% en 2018. Dicha tasa ha aumentado de forma continuada desde el 27,3% del año 2000, si bien aún se encuentra distante del objetivo del 60% para 2030.
  • Entre 2014 y 2017 en quince Estados de la UE el 80% o más de su  población estaba conectada al menos a plantas de tratamiento secundario de aguas residuales, y en nueve Estados miembros, más del 90% de su población. Estos porcentajes han aumentado respecto al año 2002, si bien se viene manifestando como tarea compleja y costosa el objetivo de cubrir al 100% de la población.
  • Con la extensión de las ciudades la degradación del suelo y la pérdida de ecosistemas se convierten en un desafío medioambiental principal. El área de asentamiento (edificios, áreas industriales y comerciales, infraestructuras…) per cápita fue de 703,4 m2 en 2018, esto es, un 3,3% más que en 2015.

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Fuente: Eurostat: Sustainable development in the European Union. Monitoring report on progess towards the SDGs in an EU context, 2020 edition.

Para más información:

Eurostat

El reciclaje en la Unión Europea (2000-2019)

Eslovenia

Uno de los principales frentes de las políticas medioambientales es el de la gestión de los residuos producidos por la actividad humana. Aplicando el principio de las 3R (reducir, reutilizar y reciclar), cuando no es posible evitar la generación de los residuos procedentes de nuestras actividades de producción y consumo, ni tampoco promover su reutilización, la respuesta ha de centrarse en maximizar el reciclaje.

Durante las dos últimas décadas el tratamiento de los residuos se ha venido consolidando en la Unión Europea, a la luz de la evolución que han seguido indicadores como la tasa de reciclaje de residuos municipales.

De acuerdo con Eurostat, dicha tasa de reciclaje se define como el porcentaje de residuos municipales, generados por los hogares y por fuentes de residuos similares (comercio, oficinas e instituciones públicas) sobre el total de residuos generados. El reciclaje de este tipo de residuos comprende el reciclaje de materiales, el compostaje y la digestión anaeróbica.

En un análisis temporal amplio, en el promedio de la UE-27 la tasa de reciclaje de residuos municipales ha mostrado de forma continuada una senda ascendente durante el periodo 2000-2019 .

En el año 2000 el 27,3% de los residuos municipales generados en el conjunto de la UE-27 se reciclaban. Veinte años más tarde dicha tasa de reciclaje ascendía a 47,7%, como se observa en el siguiente gráfico.

G_UE27_Reciclaje_2000-2019

Estos resultados positivos, si bien no suficientes, presentan diferencias por países muy marcadas.

De los 27 Estados de la Unión Europea, nueve superaron en 2019 la tasa media comunitaria (47,7%). La tasa de reciclaje más elevada la alcanzó Alemania (66,1%), a la que sigue, a distancia, Eslovenia (59,2%), Austria (58,2%), Países Bajos (56,9%) y Bélgica (54,7%), con las mayores tasas. 

Por el contrario, los países europeos que presentan en 2019 las tasas de reciclaje más bajas fueron Malta (8,9%), Rumanía (11,5%), Chipre (15,0%) y Grecia (21,0%).

G_Países_Reciclaje_2019

Hay que significar, asimismo, los notables progresos que han logrado algunos países europeos durante los últimos años. En el transcurso del periodo 2000-2019 cabe destacar los mayores avances relativos alcanzados por Eslovenia, cuya tasa de reciclaje de residuos municipales ha aumentado desde el 6,0% en 2000 hasta el 59,2% en 2019 (la segunda más alta de la UE-27), y por Lituania (desde el 0,0% al 49,4%). Por el contrario, Austria y Malta han reducido su tasa de reciclaje durante el periodo 2000-2019, en 5,2 y 1,2 puntos porcentuales, respectivamente.

Para más información:

Eurostat

El índice de progreso social de la UE (2020)

Porvoo, Finlandia

Tradicionalmente la evaluación del progreso o desarrollo de los países ha estado vinculada al análisis de una única variable: el valor monetario de la producción de bienes y servicios, esto es, el conocido PIB (Producto Interior Bruto), bien en su versión de tasas de crecimiento, bien en términos relativos (PIB per cápita).

Existen, no obstante, enfoques alternativos, más recientes y menos conocidos, que, desde una visión holística y menos productivista, persiguen conocer de forma más realista la evolución del progreso de las sociedades, como el que promueve desde 2014 Social Progress Imperative, con su Índice de Progreso Social (IPS) a nivel mundial.

Tomando como marco general el IPS global, en el contexto europeo la Comisión ha liderado el Índice de Progreso Social Europeo (IPS-UE) que mide el progreso social de los países y regiones de la Unión. Para ello se ha valido de una amplia batería de indicadores sociales y medioambientales (55 en 2020), provistos en su mayoría por Eurostat.

Al igual que el IPS global, el IPS-UE parte de la siguiente definición de progreso social: «la capacidad de una sociedad para satisfacer las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos, establecer los pilares que permitan a los ciudadanos y las comunidades mejorar y mantener la calidad de sus vidas y crear las condiciones para que todas las personas alcancen sus máximo potencial».

Esta definición de progreso se sustenta, por tanto, en tres dimensiones principales: las necesidades humanas básicas, los fundamentos del bienestar y las oportunidades. Cada una de estas tres dimensiones del progreso social se concreta en cuatro componentes.

Fuente: European Commission

A partir de los indicadores simples seleccionados, que evalúan los doce componentes del progreso social, se construye el indicador compuesto del IPS-UE, cuyo valor oscila entre 0 (el peor resultado) y 100 (el resultado ideal). De esta forma, se consigue conocer la posición relativa del progreso social, y de sus tres dimensiones, que tiene un país o región europea respecto a los demás.

Tras una primera edición de 2016, los últimos datos del Índice de Progreso Social de la UE son los publicados en el año 2020. En una primera valoración de los resultados por países del IPS-UE de 2020, destacamos, a continuación, las siguientes conclusiones:

-El IPS para el conjunto de la UE-27 toma un valor de 66,7 en 2020.

-Por dimensiones del progreso social, los mejores resultados se obtienen en Necesidades humanas básicas (80,0). Le siguen, a continuación, las dimensiones de Fundamentos del bienestar (63,9) y Oportunidades (57,5).

-Existen diferencias marcadas en el progreso social entre los países de la UE. Las mayores divergencias se constatan en la dimensión de Oportunidades: 43,30 puntos separan el país mejor valorado del peor situado. La menor divergencia entre países se registra en la dimensión de Necesidades humanas básicas, con una distancia de 25,4o puntos.

-Por países, Finlandia, con 82,8, es el país de la UE con un Índice de Progreso Social más alto en 2020, seguido por Suecia (82,4) y Dinamarca (81,7).

-A continuación los siguientes siete países europeos también anotan valores del IPS superiores a 70: los Países Bajos, Irlanda, Luxemburgo, Austria, Francia, Alemania y Estonia.

-En el extremo contrario, el menor nivel de progreso social dentro de la UE lo presenta Rumanía (47,9), seguido de Bulgaria (50,1).

-A continuación los cinco países siguientes también obtienen valores del IPS inferiores a 60: Grecia, Croacia, Hungría, Italia y Eslovaquia.

Para más información:

European Social Progress Index

El índice de progreso social mundial (2020)

Ha sentado cátedra, desde hace ya varias décadas, la corriente económica que defiende que la evaluación de los avances en el desarrollo de las naciones o territorios queda sintetizada en una única variable: el valor monetario de la producción de bienes y servicios, con sus diferentes versiones técnicas.

Bajo este pensamiento económico y político hegemónico se infiere que el indicador más adecuado para medir el desarrollo de un país o región es el PIB (Producto Interior Bruto), ya sea en forma dinámica (a través de sus tasas de crecimiento), ya sea en términos relativos (PIB per cápita).

Sin embargo, existen enfoques alternativos, más recientes y menos conocidos, que desde una visión holística y menos productivista incorporan en su medición del desarrollo otros indicadores más centrados en el bienestar, como el del Índice de Desarrollo Humano, que desde 1990 publica la ONU.

Otra de esas aproximaciones alternativas de evaluación del desarrollo más allá del PIB, es la que desde 2014 promueve Social Progress Imperative, con su Índice de Progreso Social (IPS).

El enfoque del IPS persigue conocer mejor el bienestar real de las sociedades; dar respuestas a las preguntas que importan a la gente, pero que el PIB no puede responder, como son las relacionadas, por ejemplo, con la satisfacción de las necesidades básicas, la calidad del medio ambiente y la justicia.

El punto de partida del IPS es la definición de progreso social que queda expresada en los siguientes términos: «la capacidad de una sociedad para satisfacer las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos, establecer los pilares que permitan a los ciudadanos y las comunidades mejorar y mantener la calidad de sus vidas y crear las condiciones para que todas las personas alcancen sus máximo potencial». Esta definición de progreso se sustenta, por tanto, en tres dimensiones principales: las necesidades humanas básicas, los fundamentos del bienestar y las oportunidades.

IPS_componentes
Fuente: socialprogress.org

Cada una de estas tres dimensiones del progreso social se materializa en cuatro componentes. Así, la dimensión de Necesidades humanas básicas incluye los componentes de nutrición y atención médica básica, agua y saneamiento, vivienda y seguridad personal. La segunda dimensión de Fundamentos del bienestar queda definida por los componentes de acceso al conocimiento, acceso a la información y comunicaciones, salud y calidad medioambiental. Finalmente, la dimensión de Oportunidades contiene los cuatro componentes siguientes: derechos personales, libertad y elección personal, inclusión y acceso a la educación superior.

A su vez los doce componentes del progreso social se concretan y evalúan mediante un conjunto de indicadores de resultados (unos 50 en 2020). A partir de estos indicadores simples se construye el indicador compuesto del IPS, cuya metodología se basa en el análisis de componentes principales. El valor del IPS abarca una escala de 0 a 100, permitiendo conocer la posición relativa del progreso social y sus tres dimensiones que tiene un país respecto a los demás. Asimismo, el IPS nos informa sobre si ha habido avances o retrocesos en cada país a lo largo del tiempo.

Los últimos datos del Índice de Progreso Social, publicados en el año 2020, nos aportan varias conclusiones generales relevantes:

-En promedio, el mundo ha mejorado en progreso social desde 2011 hasta 2020, (al pasar el valor del IPS de 60,63 a 64,24). Sin embargo, dicho progreso ha sido lento y desigual.

-Entre 2011 y 2020 el mundo ha mejorado en acceso a la información y comunicaciones, acceso a educación superior, vivienda y agua y saneamiento. Por el contrario, la población mundial ha retrocedido en derechos personales e inclusión, y se ha estancado en seguridad personal y calidad medioambiental.

-De los doce componentes del IPS de 2020 (64,24) el que obtiene una mayor puntuación es el de nutrición y atención médica básica (84,63), mientras que el peor resultado es el registrado por el componente de calidad medioambiental (36,87).

Finalmente, con una cobertura geográfica de 163 países del IPS, se concluye que en 2020 Noruega es el país que, con un IPS igual a 92,73, encabeza el ranking mundial. Le siguen, a continuación, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, Canadá, Australia, Islandia y los Países Bajos, en décimo lugar.

IPS_25 países más_2020

Por el contrario, en el otro extremo del ranking se sitúan países del continente africano como Sudán del Sur, Chad, República Centroafricana, Somalia, Burundi, Níger y República Democrática del Congo, con valores de IPS que no alcanzan a la mitad de los valores obtenidos por el grupo de países más aventajados en progreso social.

IPS_25 países menos_2020

La relación que existe entre Índice de Progreso Social y el PIB per cápita es fuerte y positiva. Sin embargo, un análisis más detallado de dicha correlación nos muestra que el PIB per cápita no explica completamente el progreso social. Los países obtienen niveles dispares de progreso social a niveles similares de PIB per cápita. Asimismo, como expresa el informe de IPS 2020, para los países con niveles de PIB per cápita más bajos, pequeñas diferencias en este indicador se asocian con grandes mejoras en progreso social. Por el contrario, a medida que los países alcanzan altos niveles de PIB per cápita la tasa de cambio se ralentiza.

Para más información:

Social Progress Index