La participación de las energías renovables en la UE (2004-2023)

En el ámbito de las energías renovables, la Estrategia Europa 2020 y la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo dejaron fijado como objetivo estratégico que para el año 2020 el 20% del consumo final de energía de la UE debe tener su origen en fuentes renovables (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, geotérmica, biomasa…). De acuerdo con los datos de Eurostat dicho objetivo del 20% se cumplió en el horizonte marcado de 2020, al registrase una cuota de participación del 22,0% en dicho año.

De cara al futuro, los nuevos objetivos de lucha contra el cambio climático han conducido a la Unión Europea a revisar su objetivo general de participación de las energías renovables para acelerar su implantación, de modo que se fuerce el desplazamiento del consumo de los combustibles fósiles que propician el calentamiento global.

Así, la Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023 establece que los Estados miembros velarán conjuntamente por que en el año 2030 la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 42,5% del consumo final bruto de energía de la Unión, y deberán esforzarse por alcanzar el 45%.

Los últimos datos de Eurostat nos informan que en el año 2023 el consumo final de energía en la UE-27 ascendió a 960 millones de toneladas equivalentes de petróleo. De este total el 24,6% provino de fuentes de energía renovables, porcentaje que desde 2004 se ha venido incrementado de forma continuada año tras año, a excepción de 2021, año marcado por los impactos de la pandemia de la COVID-19.

Se concluye, por tanto, que el ambicioso objetivo fijado para 2030 implica que la cuota de las energías renovables ha de registrar un crecimiento medio entre 2023 y 2030 de 2,9 puntos porcentuales cada año, lo que supone un ritmo muy superior al registrado en el decenio anterior (0,8 p.p.).

En un análisis por países, entre 2004 y 2023 la participación de la energía de fuentes renovables en el consumo final de energía se ha incrementado en todos los Estados miembros. Los mayores avances relativos se han dado en Dinamarca (29,6 puntos porcentuales más) y Suecia (+28,0 p.p.), y los menores en Croacia (+4,6 p.p) y Eslovenia (+6,7 p.p.), si bien estos dos últimos países ya partían en 2004 con altos porcentajes de introducción de renovables.

Asimismo, se sigue observando, de acuerdo con los últimos datos publicados por Eurostat, que persiste la disparidad en el grado de implantación de las energías renovables dentro de la Unión.

En 2023 Suecia, con el 66,4%, es el país con el mayor porcentaje de energía de fuentes renovables en su consumo final bruto energético. Le siguen, a cierta distancia, los mayores porcentajes de Finlandia (50,8%), Dinamarca (44,4%), Letonia (43,2%), Estonia (41,0%), Austria (40,8%) y Portugal (35,2%).

Por el contrario, las menores participaciones de energías renovables sobre el consumo energético final se registraron en Luxemburgo (14,4%), Bélgica (14,7%), Malta (15,1%), Irlanda (15,3%), Polonia (16,6%), Eslovaquia (17,0%), Hungría (17,1%) y Países Bajos (17,4%).

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023

La dependencia energética exterior de la UE (1990-2023)

El objetivo de la soberanía energética adquiere cada vez más significado para convertirse en una cuestión estratégica de la política energética de los países. Una baja dependencia de las importaciones posibilita que las economías sean menos vulnerables a problemas de provisión de recursos energéticos y a imprevistas fluctuaciones alcistas de los precios que derivan, en última instancia, en un deterioro de la capacidad adquisitiva de la población y en una merma del saldo comercial del país importador.

Al mismo tiempo, el procurar una menor dependencia de las importaciones de productos energéticos, que fundamentalmente son combustibles fósiles, viene a apuntar en la práctica que se han podido implementar medidas de eficiencia energética y/o se está produciendo un mayor empleo de las energías renovables. De esta forma se consigue actuar a favor de la sostenibilidad y del tránsito hacia una economía baja en carbono, al propiciarse la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que provocan el calentamiento climático.

En el marco de la Unión Europeo, para evaluar el mayor o menor grado de soberanía energética, la Oficina de Estadística de la Unión Europea (Eurostat) publica el indicador de dependencia de las importaciones de energía que queda definido en los siguientes términos:

la proporción de las necesidades energéticas totales de un país satisfechas por las importaciones de otros países, esto es, el porcentaje de importaciones netas (importaciones menos exportaciones) sobre la energía bruta disponible.

De acuerdo con los datos disponibles de Eurostat, el consumo de energía en la UE continúa dependiendo en gran medida de su abastecimiento exterior. Entre 1990 y 2023 el conjunto de la UE ha visto aumentar su grado de dependencia energética desde el 50,0% hasta el 58,3%.

Como se observa en el siguiente gráfico, la evolución seguida por el indicador de dependencia energética en la UE ha estado muy condicionada por la naturaleza del ciclo que atraviesa la economía, ya sea expansivo o contractivo. Durante los años de la Gran Recesión el valor del indicador de dependencia energética se redujo, interrumpiendo de forma clara la tendencia ascendente que venía registrando desde 1990, para, después, a partir de 2014, una vez pasados los años de crisis económica, retomar su senda creciente hasta alcanzar un máximo en 2019, con el 60,5%. Más recientemente, con la irrupción de la pandemia del COVID-19, que conllevó fuertes impactos sociales y económicos, el grado de dependencia energética vuelve a retroceder. La contracción de la economía de la UE, en buena medida por las necesarias medidas de restricción a la actividad y la movilidad adoptadas para hacer frente a la crisis sanitaria, derivó en menores requerimientos energéticos que hicieron descender el grado de dependencia del exterior hasta el 57,5% en 2020 y el 55,5% en 2021.

A continuación, en el 2022, con la finalización de la pandemia, el grado de dependencia energética de la UE retoma su senda ascendente, repuntando hasta el 62,5%, en un contexto internacional marcado por la fuerte inflexión al alza de los precios energéticos. A ello hay que añadir los impactos de la guerra en Ucrania iniciada en marzo con la invasión rusa. Finalmente, en 2023 la ratio de dependencia energética de la UE se modera hasta situarse en el 58,3%, si bien se consolida en un nivel que sólo ha sido superado en los años 2019 y 2022 en toda la serie histórica.

En un análisis por tipos, el petróleo y sus derivados, que son los productos energéticos más demandados, presentan la mayor tasa de dependencia exterior. En 2023 el 94,5% de su demanda ha tenido que ser importado de terceros países. Este porcentaje supera en 1,4 puntos el registrado en 1990 (93,1%).

A continuación, para el gas natural, el segundo producto energético más demandado, la tasa de dependencia exterior es del 90,0% en 2023. En este caso continúa siendo muy superior al 51,8% de 1990.

Respecto a los combustibles fósiles sólidos, el tercer producto energético más demandado, en 2023 el 40,8% de su consumo ha sido cubierto a través de importaciones. Este porcentaje también supera el registrado en 1990 (18,7%).

Atendiendo a un análisis por países, los últimos datos disponibles de Eurostat nos confirman que el grado de dependencia de las importaciones de productos energéticos continúa siendo elevado en la mayoría de los países de la UE. Un total de 16 de los 27 Estados actuales de la Unión Europea tenían un grado de dependencia energética exterior superior al 50% de su energía bruta disponible en 2023.

Los países más dependientes energéticamente del exterior son tres pequeñas economías: Malta, con un porcentaje de importaciones netas sobre su energía bruta disponible del 97,6%, Chipre (92,2%) y Luxemburgo (90,6%). A continuación, les siguen Irlanda (77,9%), Bélgica (76,1%), Grecia (75,6%), Italia (74,8%), Países Bajos (70,4%), España (68,4%) y Lituania (68,4%), entre otros.

Por el contrario, el país con un grado de dependencia exterior menor es Estonia (3,5%), al que siguen, a distancia, Suecia (26,4%), Rumanía (27,9%), Dinamarca (32,3%), Finlandia (29,6%), Letonia (32,7%) y Dinamarca (38,9%). Desde una perspectiva temporal amplia, que abarca el periodo 1990-2023, los Estados que más han aumentado su tasa de dependencia energética exterior han sido Polonia (de 0,9% a 48,0%), Países Bajos (de 23,7% a 70,4%) y República Checa (de 15,2% a 41,7%). En sentido contrario, tres países han destacado por ser los que han logrado reducir más su dependencia energética exterior durante el periodo analizado: Letonia (de 89,0% a 32,7%), Estonia (de 41,0% a 3,5%) y Finlandia (de 61,0% a 29,6%), entre 1990 y 2023.

Para más información:

Eurostat.

El transporte y las energías renovables en la Unión Europea (2004-2023)

La Unión Europea se ha marcado el propósito de potenciar que la energía consumida por el sector del transporte provenga de biocombustibles líquidos, hidrógeno, biometano y electricidad verde (a partir de energías renovables como la eólica, solar e hidráulica), en lugar de los tradicionales combustibles fósiles.

Por tal motivo, en un principio, con la Comunicación de la Comisión, de 10 de enero de 2007 («Programa de trabajo de la energía renovable – Las energías renovables en el siglo XXI: Construcción de un futuro más sostenible»), la UE estableció como objetivo para el sector del transporte de los Estados miembros que en el año 2020 el 10% de la energía consumida proceda de fuentes de energía renovables.

Posteriormente, la Directiva 2023/2413 sobre fuentes de energía renovables, que modifica la Directiva de 2018, estableció nuevos objetivos más ambiciosos para el sector del transporte. En concreto fija los siguientes objetivos obligatorios para los países:

i) una cuota de energía renovable en el consumo final de energía en el sector del transporte de al menos el 29 % a más tardar en 2030, o

ii) una reducción de la intensidad de gases de efecto invernadero de al menos el 14,5 % a más tardar en 2030, en comparación con la base de referencia establecida…

Atendiendo a los datos disponibles elaborados por la Oficina Estadística de la UE (Eurostat), es posible y pertinente realizar evaluaciones periódicas para conocer el grado de cumplimiento de los objetivos marcados en el sector del transporte, en aras de potenciar la senda hacia una economía sostenible y baja en carbono en todos los países de la Unión.

Según dicho organismo estadístico europeo, en el año 2004 el porcentaje de energía consumida en el sector del transporte procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía al 1,4%, porcentaje muy alejado del objetivo del 10% marcado para 2020.

Durante el periodo 2004-2020, la participación de la cuota de energía renovable en el transporte, que partió de un registro muy bajo, ha tomado una senda ascendente año a año, con la excepción de 2011 cuando se redujo, en un contexto de grave crisis económica. Finalmente, en el año 2020 los datos de Eurostat nos indican que la UE como conjunto logró que el 10,3% del consumo final de energía en el sector del transporte proceda de energías renovables, superando el objetivo del 10% inicialmente marcado para dicho año.

No obstante, dicho cumplimiento del objetivo necesita ser matizado. Antes de 2020, esto es, durante el periodo 2004-2019 la participación de las energías renovables en el sector del transporte se incrementó a un ritmo de 0,5 p.p. al año. Por lo tanto, resulta un hecho extraordinario que en 2020 dicha cuota de participación haya aumentado en 1,5 p.p. respecto a 2019, permitiendo superar el objetivo del 10%. Cabe pensar que estos resultados favorables vienen explicados en buena parte por tratarse de un año 2020 muy marcado por los efectos de la crisis del COVID-19. En dicho año las necesarias medidas de restricción de la movilidad y la actividad aplicadas en Europa para frenar la pandemia tuvieron su reflejo en una caída brusca del consumo de energía.

En los años siguientes, tras el extraordinario repunte de 2020 y posterior retroceso en 2021, se observa que la participación de las energías renovables en el sector del transporte retorna a su tendencia normal. Se llega así al año 2023 con una ratio del 10,8% para el conjunto de la UE, porcentaje que se encuentra muy alejado del nuevo objetivo del 29% para 2030 establecido en la Directiva.

En un análisis por países, cabe destacar que se siguen observando diferencias importantes en el grado de penetración de las energías renovables en el sector del transporte.

Así, en 2023 Suecia, con el 33,6%, fue el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energía de fuentes renovables en el transporte sobre el consumo final bruto de energía. Le siguen, a distancia, Finlandia (20,6%), los Países Bajos (13,4%), Austria (13,2%), Bélgica (12,1%), España (12,0%), Alemania (11,9%) y Portugal, todos ellos superando la media de la UE (10,8%).

En el otro extremo, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el transporte correspondieron en 2023 a Croacia (0,9%), Letonia (1,4%), Grecia (3,9%), República Checa (5,7%), Polonia (6,0%) y Lituania (7,2%). Es significativo que en dicho año 2023, 14 países de los 27 de la UE presentaron porcentajes inferiores al objetivo del 10% que había marcado la Unión Europea para el año 2020.

Para más información:

Eurostat

Evolución del consumo por habitante en la UE (1995-2023)

Para evaluar el progreso de los países el indicador del PIB per cápita ha ocupado hasta la actualidad un lugar privilegiado. Durante décadas se ha defendido el uso de esta ratio como la mejor aproximación sintética del bienestar de la población. Recordemos, no obstante, que dicha medida se refiere estrictamente a la actividad económica, es decir, al valor de todos los bienes y servicios producidos en la economía de un territorio (país, región, ciudad…) durante un periodo de tiempo (generalmente un año), relativizándolo por el número de habitantes. En consecuencia, por su propia naturaleza son múltiples las limitaciones que presenta para medir el bienestar de las personas.

Como medida alternativa al PIB per cápita se dispone del indicador de consumo individual efectivo (CIE) por considerarse una medida más adecuada para evaluar el bienestar material de la población. Se define como el valor monetario del consumo de los bienes y servicios adquiridos directamente por los hogares, así como los servicios prestados por las organizaciones sin ánimo de lucro y el Estado para el consumo de los individuos (educación, sanidad…). Dicho consumo se valora en euros pps (estándar de poder de compra), con objeto de corregir las diferencias nacionales en los niveles de precios permitiendo las comparaciones entre países, y se relativiza por el número de habitantes.

Siendo un indicador más adecuado que el PIB per cápita para medir el bienestar material, no hay que olvidar que el CIE tampoco está exento de importantes limitaciones, en especial si lo que perseguimos es, en realidad, evaluar el desarrollo sostenible. Es evidente que el consumo de bienes, que satisfacen necesidades materiales (básicas y no básicas), conlleva la extracción y el uso de recursos naturales (materiales, agua, energía), cuyo impacto sobre el medio ambiente puede ser muy diverso (pérdida de biodiversidad, residuos, contaminación, cambio climático…). Por lo tanto, a la hora de analizar el CIE hay que tener en cuenta que no nos aporta información sobre la sostenibilidad ambiental, sobre si ese consumo es sostenible. De igual forma, este indicador de consumo medio por habitante, por su propia concepción, no nos aproxima a evaluar los avances en equidad, pilar fundamental del desarrollo sostenible.

En el contexto de la Unión Europea, para conocer la evolución de dicha medida de consumo per cápita se cuenta con la estadística que elabora la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). En un análisis de los datos disponibles para el periodo 1995-2023 se evidencia, como primera conclusión general, que el nivel de consumo individual efectivo por habitante de la UE-27 ha aumentado de forma prácticamente continuada, pasando de 10.100 a 25.200 euros (pps), esto es, el nivel de consumo se ha multiplicado por 2,5 en 28 años. Como se observa en el siguiente gráfico, cabe apuntar que en dicha tendencia de generalizado crecimiento hubo sólo dos años, 2009 (con la Gran Recesión) y 2020 (con la pandemia del COVID-19), en los que el consumo por habitante se contrajo. Superada la última crisis sanitaria, el CIE por habitante repunta, hasta anotar en 2023 un crecimiento del 21% respecto a 2019.

En un análisis por países, de acuerdo con los últimos datos correspondientes al año 2023, diez Estados miembros de la UE-27 presentan un consumo por habitante superior a la media comunitaria.

Luxemburgo encabeza la UE-27 al presentar un CIE de 136, esto es, supera en un 36% el consumo por habitante medio de la Unión. Le siguen los Países Bajos (119), Alemania (119), Austria (114), Bélgica (112), Dinamarca (108), Suecia (106), Francia (106) y Finlandia (105).

Por el contrario, 18 países de la UE-27 presentan un CEI inferior a la media. El menor consumo per cápita lo registra en 2023 Hungría y Bulgaria (70), con un 30% inferior a la media comunitaria. Le siguen, a continuación, Letonia (73), Estonia (75), Croacia (75) y Eslovaquia (77), con valores que no superan el 80% de la media de la Unión.

Existe, por tanto, una amplia variación entre el país de mayor consumo por habitante, Luxemburgo (136) y los de menor consumo, Hungría y Bulgaria (70), esto es, una brecha de unos 66 puntos en 2023. No obstante, dicha divergencia ha disminuido con el transcurso de los años. En 1995, el país de mayor consumo era igualmente Luxemburgo (156) que contrastaba en el otro extremo con Rumanía (33), registrándose entonces un diferencial de 124 puntos entre ambos. Precisamente Rumanía, junto con Lituania, Letonia, Estonia y Polonia, son los países que más han visto aumentar en términos relativos sus niveles de consumo por habitante durante el periodo 1995-2023.

Para más información:

Eurostat

Europa ante el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (2025)

En 2015 la ONU puso en marcha el ambicioso proyecto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una estrategia de alcance mundial, cuyo compromiso se concreta en lograr, durante la presente década, diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (17 ODS), que cubren las tres dimensiones del desarrollo: económica, social y medioambiental.

Para evaluar los progresos en la consecución de los 17 ODS, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) viene publicando desde hace varios años diferentes informes periódicos que tratan de evaluar cómo están avanzando los países en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Para el caso de Europa, SDSN ha publicado hasta la fecha seis Informes que muestran los avances alcanzados desde 2015 respecto a los ODS por los 27 Estados miembros de la Unión Europea y otros países europeos más.

La metodología utilizada permite disponer de un índice ODS que resume en un único valor los resultados mostrados por la amplia batería de indicadores (un total de 111 para Europa) recabados para medir la totalidad de los 17 ODS (a los cuales se les otorga igual ponderación).

El índice ODS es, por tanto, un indicador sintético de desarrollo sostenible, cuyo valor puede oscilar entre 0, cuando el país se encuentra en la peor situación respecto al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030, y 100, cuando el país se sitúa en la mejor posición respecto a su cumplimiento.

Con la edición de 2025 del Informe de Desarrollo Sostenible en Europa se han podido evaluar, a través del índice ODS, los progresos en materia de desarrollo sostenible de los 27 Estados miembros de la UE, además de otros siete países europeos (Noruega, Suiza, Islandia, Reino Unido, Macedonia del Norte, Serbia y Turquía).

Entre las conclusiones generales del Informe destacamos las siguientes:

  • A nivel mundial 19 de los 20 países con mayor índice de los ODS son europeos. Sin embargo, se constata un retraso general en el progreso de los ODS en Europa. El avance en el cumplimiento de la Agenda 2030 es cada vez menor: +0,8 puntos durante el periodo 2020-2023 frente a +1,9 puntos del periodo 2016-2019.
  • El informe destaca especialmente el reto del ODS 2 y los sistemas agroalimentarios sostenibles. Es prioritario promover la transición hacia dietas sanas para transformar los sistemas agroalimentarios y alcanzar otros objetivos de salud, clima y biodiversidad. Asimismo, se enfatiza la necesidad de aplicar políticas que salvaguarden los medios de subsistencia de los agricultores y los pequeños productores de alimentos.
  • Estancamiento e incluso retroceso del progreso en los indicadores de “No dejar a nadie atrás desde 2020, que miden las desigualdades dentro de los países en materia de oportunidades, bienestar y equidad en el acceso a los servicios y su calidad.
  • Persisten los desafíos relacionados con los objetivos medioambientales y de biodiversidad, incluyendo los sistemas alimentario y terrestre sostenibles (ODS 2, ODS 12 a 15).
  • Europa genera importantes efectos indirectos medioambientales y sociales incorporados al comercio. Se estima que estos efectos negativos representan con frecuencia entre el 20% y el 30% de la huella total en muchos Estados miembros de la UE.
  • Progreso lento e incluso retroceso en el progreso en algunos indicadores del ODS 16 (Paz, Justicia e Instituciones Sólidas) y el ODS 17 (Alianzas para lograr los Objetivos).
  • Persisten grandes brechas y un ritmo lento de convergencia en los resultados de los ODS entre los países europeos.

En un análisis más detallado por países, el Informe de 2025 nos sigue revelando que en Europa persisten diferencias muy importantes respecto al grado de consecución de los objetivos de la Agenda 2030.

Así, en esta edición de 2025, el país con un mayor valor del índice ODS sigue siendo, como en los últimos años, Finlandia (81,1). Le siguen, a continuación, Dinamarca (79,7), Suecia (79,4), Austria (77,3), Noruega (76,2), Alemania (75,0), Francia (73,9), Eslovenia (73,8), República Checa (73,7) e Islandia (73,4). Todos ellos ocupan las diez primeras posiciones.

En el otro extremo, los diez menores valores del índice ODS los presentan los siguientes países: Turquía (59,1), Macedonia del Norte (62,5), Chipre (62,7), Bulgaria (62,9), Serbia (63,2), Rumanía (64,2), Grecia (66,5), Luxemburgo (67,6), Lituania (67,8) y Hungría (68,8).

De cara al futuro, el Informe de 2025 postula que la Unión Europea debe emprender cuatro prioridades generales para impulsar el cumplimiento de los ODS. Son las siguientes:

1. Aumentar las inversiones en energías limpias y tecnologías digitales, con la adopción de un ambicioso Clean Industrial Deal (acuerdo industrial limpio) y del Marco Financiero Plurianual 2028-2035.

2. Reforzar las medidas prosociales para hacer frente a las consecuencias de la inflación y del aumento de las tensiones geopolíticas.

3. Abordar las repercusiones negativas para la salud y el medio ambiente del consumo insostenible, mediante una transición justa hacia dietas más sanas y sostenibles.

4. Aprovechar la diplomacia de los ODS y el Pacto Verde con todas las regiones, defender los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas y apoyar una reforma ambiciosa del sistema de las Naciones Unidas y de la arquitectura financiera mundial.

Finalmente, el Informe de 2025 hace un llamamiento la nueva dirección de la UE para que lance una declaración política conjunta en la que reafirme el compromiso de la UE con la consecución de los ODS.

Para más información:

SDSN: Europe Sustainable Development Report 2025.

Las energías renovables en el sector eléctrico de la UE (2004-2022)

Entre los objetivos principales de la política energética de la Unión Europea ha tomado especial protagonismo durante los últimos años el fomento del uso de las energías renovables. 

Como establece la Directiva (UE) 2018/2001 en su artículo 3.1, la Unión Europea tiene un compromiso vinculante para cumplir a más tardar en 2030 en relación con la cuota general de energía procedente de fuentes renovables en el consumo final de energía:

«Los Estados miembros velarán conjuntamente por que la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 32% del consumo final bruto de energía de la UE en 2030».

Posteriormente, la Directiva (UE) 2023/2413 revisó dicho objetivo para 2030, incrementándolo desde el 32% hasta un mínimo del 42,5%, con la aspiración de alcanzar el 45%.

Dicha cuota de energías renovables se calcula como la suma, por un lado, del consumo final bruto de electricidad generada por fuentes renovables y, por otro, del consumo final bruto de energía procedente de fuentes renovables en los sectores de calefacción y refrigeración y del transporte.

Para facilitar el cumplimiento del objetivo del 42,5% la UE se ha propuesto, en el ámbito de la generación de electricidad, reducir el empleo de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural…), responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera que provocan el calentamiento global del planeta, para ser sustituidos por fuentes energéticas renovables (solar, eólica, hidráulica…).

Como expresa el Pacto Verde Europeo de 2019:

«Proseguir el proceso de descarbonización del sistema energético es esencial para la consecución de los objetivos climáticos de 2030 y 2050 (…) Ha de desarrollarse un sector eléctrico basado en gran medida en fuentes renovables, completado con un rápido proceso de eliminación del carbón y con la descarbonización del gas».

Los datos disponibles en Eurostat nos permiten evaluar la intensidad de los avances logrados en la introducción de las fuentes renovables en sector eléctrico de la UE desde 2004.

Según dicho organismo estadístico europeo, el porcentaje de consumo final bruto de electricidad procedente de fuentes renovables en la UE-27 ascendía en el año 2004 al 15,9% del total, porcentaje que ha ido aumentando paulatinamente en el transcurso de los años de forma ininterrumpida. En 2012 se logra que la cuarta parte de la electricidad consumida (el 25,1%) sea de origen renovable y en 2018, con un 32,1%, se llega a duplicar el porcentaje de 2004. 

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Finalmente, en el último año con datos disponibles, en 2022, la participación de las energías renovables alcanza el 41,2%, tras un año 2021 (37,7%), marcado por la crisis sanitaria del COVID-19, en el que el avance fue sólo de cuatro décimas porcentuales.

Por tipos de energías, según Eurostat la electricidad generada a partir de energías renovables procede principalmente de dos fuentes: energía eólica (37,5%) y energía hidráulica (29,9%), aportando entre ambas más de dos tercios del total. En tercer lugar, la energía solar, que es la fuente que ha tenido una implantación más rápida, participa con el 18,2%. Le siguen los biocombustibles sólidos (6,9%) y otras energías renovables (7,5%).

En un análisis por países, continúan apreciándose diferencias notables respecto al grado de implantación de la «electricidad verde».

En 2022 Suecia, con el 83,3%, fue el país de la UE-27 con el mayor porcentaje de participación de energías renovables en el consumo final bruto de electricidad. Le siguen Dinamarca (77,2%), Austria (74,7%), Portugal (61,0%), Croacia (55,5%), Letonia (53,3%) y España (50,9%), todos ellos con porcentajes superiores al 50%.

A continuación, otros países que también superan la media de la Unión Europea (41,2%) son Finlandia (47,9%), Alemania (47,6%), Rumanía (43,7%) y Grecia (42,4%).

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Por el contrario, los menores porcentajes de implantación de las energías renovables en el sector eléctrico correspondieron en 2022 a Malta (10,1%), Hungría (15,3%), República Checa (15,5%), Luxemburgo (15,9%), Chipre (17,0%) y Bulgaria (20,2%).

Para más información:

Eurostat

La generación de residuos municipales en la Unión Europea (1995-2022)

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La generación de residuos es uno de los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta nuestra sociedad. Son múltiples los impactos que producen sobre los ecosistemas, en especial cuando no son objeto de una adecuada gestión. Además, conlleva, como es el caso, por ejemplo, de los envases y embalajes, la utilización de materiales y recursos naturales, que en muchos casos podrían haberse evitado, y el empleo de significativos recursos económicos para su correcto tratamiento posterior.

Por lo tanto, para avanzar en la senda del desarrollo sostenible, en materia de residuos es prioritario, incluso antes que la reutilización y el reciclaje, procurar su no generación y, en todo caso, su minimización.

Son muy diversos los tipos de residuos que se generan tanto en la producción como el consumo de bienes y servicios por parte de los distintos agentes. Entre ellos se encuentran los denominados residuos municipales, que son los generados por los hogares y otras fuentes de residuos similares (comercio, oficinas e instituciones públicas) cuya recogida compete a las autoridades locales.

El objetivo de hacer sostenible la producción y el consumo (ODS 12 de la Agenda 2030) exige un esfuerzo por parte de todos los agentes económicos para generar la menor cantidad posible de residuos. Si queremos conocer si la sociedad transita por la senda de la sostenibilidad, es de especial interés, entre otros aspectos, realizar evaluaciones periódicas de la evolución que sigue la generación de residuos.

En el contexto europeo, para evaluar los progresos de los países de la Unión Europea (UE-27) en materia de generación de residuos municipales se dispone de los datos que publica  Eurostat. De acuerdo con dicho organismo estadístico, en el año 2022 se generó un total de 229 millones de toneladas de residuos municipales en la UE. Esta cantidad supone sólo una parte del total residuos generados en sus diferentes tipos en la UE, pero nos aporta señales sobre si nuestros modos de producción y consumo se encaminan o alejan de la sostenibilidad.

Desde una aproximación temporal, una primera conclusión general que nos revela el análisis de los datos es que la generación de residuos municipales ha seguido una tendencia creciente desde 1995. Durante el periodo 1995-2022 la generación de residuos municipales en la UE ha aumentado un 16%, al pasar de 198 a 229 millones de toneladas.

Como se observa en el siguiente gráfico, la generación total de residuos municipales en la UE ha estado afectada por el ciclo económico. En épocas como la de la Gran Recesión (2008-2014) la caída de la producción y el consumo ha comportado una menor generación de residuos domésticos. No obstante, una vez que la economía entra en una fase de recuperación, a partir de 2015 la generación de residuos vuelve a tomar una senda claramente creciente que prosigue hasta hoy. Es de destacar asimismo que incluso en el año 2020, especialmente afectado por los impactos sobre la economía de la crisis de la pandemia del COVID-19, la producción de residuos continúo aumentando. Sólo en el último añ0 2022 se aprecia una ligera disminución anual del -3,4%.

G_residuos UE_total_1995-2022

Si analizamos la generación de residuos en términos relativos, esto es, en kilogramos de residuos generados por persona, se constata una evolución similar. En promedio un ciudadano comunitario generaba en el año 1995 un total de 467 kilogramos de residuos municipales. Más de cinco lustros después, el valor de dicha ratio se ha incrementado, si bien con altibajos, hasta cifrarse en 513 kg per cápita en 2022. Por lo tanto, los datos indican que los patrones de producción y consumo siguen sin reorientarse hacia la sostenibilidad, a pesar del descenso puntual del último año 2022.

G_residuos UE_per cápita_1995-2022

En un análisis más detallado por países, se encuentran notables diferencias en el seno de la UE-27. En términos absolutos, los países que generan más residuos domésticos son Alemania (con el 22% del total de la UE), Francia (16%), Italia (13%) y España (10%). Estos cuatro países concentran, por tanto, el 60% del total frente al 40% restante que es generado por los otros 23 países miembros de la Unión.

Si consideramos la ratio de kilogramos de residuos generados por persona, las divergencias entre países son muy marcadas. En el año 2022 el país con más generación de residuos casi triplicó la cifra del que menos.

Así, con un promedio de 513 kilogramos per cápita de la UE en 2022, los Estados miembros con mayores ratios fueron Austria (835), Dinamarca (787), Luxemburgo (721), Bélgica (677) y Chipre (646). Por el contrario, los Estados con menos residuos municipales generados per cápita fueron Rumanía (301), Polonia (364), Estonia (373), Suecia (395) y Hungría (406).

G_residuos UE_Países_2022

Para más información:

Eurostat

El consumo de energía final en la Unión Europea (1990-2022)

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La Unión Europea en su hoja de ruta medioambiental y de lucha contra el cambio climático establece en sus Directivas comunitarias de eficiencia energética objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía, que han sido revisados en diversas ocasiones con el fin de impulsar la meta prioritaria de la eficiencia.

Para evaluar los avances en el cumplimiento de los compromisos asumidos en materia de eficiencia energética, se dispone, entre otros, del indicador del consumo de energía final. Este tipo de consumo energético se refiere a la energía total consumida por los usuarios finales (hogares, administración pública, agricultura, ganadería, pesca, industria, transporte, comercio y demás servicios). De acuerdo con la definición de Eurostat, excluye la energía utilizada por el sector energético, incluso para entregas y transformación.

La actual Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023 ha fijado que “Los Estados miembros garantizarán colectivamente una reducción del consumo de energía de al menos el 11,7 % en 2030 en comparación con las previsiones de la hipótesis de referencia de 2020, de modo que el consumo de energía final de la Unión no supere los 763 Mtep”.

Analizando los últimos datos publicados por Eurostat, se concluye que el consumo total de energía final de la Unión Europea ascendió a 940 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) en 2022, de modo que se redujo un 2,8% respecto al año anterior. No obstante, dicho consumo sigue siendo claramente superior al objetivo marcado para 2030, en concreto un 23,3% por encima.

Desde una perspectiva temporal amplia, periodo 1990-2020, se observa que el consumo de energía final, que se cifró en 952 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.046 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 marcados por la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando incluso a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie. A continuación, la reactivación de la economía europea supuso un retorno al incremento del consumo de energía, hasta verse contraído de forma significativa en 2020 con la irrupción de la pandemia del COVID-19. Las necesarias medidas restrictivas sobre la movilidad y la actividad económica para afrontar la crisis sanitaria en los países de la UE explican el atípico descenso del 8,1% del consumo de energía final en dicho año (907 Mtep). A partir de entonces el consumo de energía final, tras reactivarse en 2021 después de la fuerte contracción del año anterior, podría estar iniciando una nueva senda de moderación, que, sin duda, tendrá que acelerar su ritmo de descenso si realmente se desea alcanzar el objetivo comprometido para el año 2030 (763 Mtep).

G_Energía final_1990_2022_UE

En un análisis por países, considerando el periodo 1990-2022, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía final se ha incrementado en 15 de los 27 Estados miembros, mientras que en los 12 países restantes se ha reducido.

Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Malta (105,9%), Chipre (65,5%), Irlanda (62,9%), España (41,8%), Portugal (40,1%), Austria (36,1%), Eslovenia (26,5%) y Polonia (21,0%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Estonia (-47,7%), Rumanía (-45,8%), Lituania (-44,3%), Bulgaria (-38,7%), Letonia (-38,3%), Eslovaquia (-29,1%) y República Checa (-23,6%).

G_Energía final_1990_2022_países

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023

El consumo de energía primaria en la Unión Europea (1990-2022)

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Ante los grandes retos medioambientales y de lucha contra el cambio climático, una de las metas energéticas principales que tiene fijadas la Unión Europea es la de avanzar en el campo de la eficiencia.

Para evaluar los progresos en eficiencia energética se dispone, entre otros, del indicador del consumo de energía primaria. Este tipo de consumo energético se refiere a la demanda total de energía procedente de fuentes primarias (petróleo, gas natural, carbón, nuclear, renovables…) de un país. De acuerdo con Eurostat incluye el consumo del propio sector energético, las pérdidas producidas durante la transformación (por ejemplo, de petróleo o gas a electricidad) y distribución de energía, así como el consumo de los usuarios finales. Quedan excluidos los consumos sin fines energéticos, por ejemplo, el petróleo no utilizado para combustión sino para la producción de plásticos.

Desde hace años sucesivas Directivas comunitarias vienen estableciendo y revisando objetivos cuantificados de reducción de consumo de energía. Así, la Directiva 2012/27/UE determinó el objetivo de reducir un 20% el consumo total de energía primaria de la UE en 2020 respecto a su proyección base, esto es, no superar el nivel de 1.312 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep). Habiéndose cumplido dicho objetivo, la actual Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023 ha fijado que “los Estados miembros se esforzarán por contribuir colectivamente a que el objetivo orientativo de consumo de energía primaria de la Unión no supere los 992,5 Mtep en 2030”. Ello supondría, de cumplirse, una disminución del consumo energético del 27% respecto al año 1990.

Analizando los últimos datos publicados por Eurostat, se concluye que el consumo total de energía primaria de la Unión Europea ascendió a 1.257 Mtep en 2022, de modo que se redujo un 4,1% respecto al año anterior. No obstante, dicho consumo sigue siendo claramente superior al objetivo marcado para 2030, en concreto un 26,7% por encima.

Como puede observarse en el siguiente gráfico referido al periodo 1990-2022, el consumo de energía primaria, que se cifró en 1.368 Mtep en 1990, ha seguido en general una senda de crecimiento continuado hasta alcanzar su máximo en el año 2006, con 1.511 Mtep. Posteriormente, durante los años 2008-2014 con la irrupción de la crisis económica de la Gran Recesión, el consumo energético inflexionó a la baja, llegando incluso a registrar niveles inferiores a los del comienzo de la serie en 1990. A continuación, la reactivación de la economía conllevó de nuevo una tendencia ascendente del consumo de energía hasta 2018. A partir de entonces el consumo ha tendido a moderarse, apoyado por los efectos de la irrupción de la pandemia del COVID-19.

G_Energía primaria_1990_2022_UE

En un análisis por países, considerando el amplio periodo de 1990-2022, se concluye que en el seno de la Unión Europea el consumo de energía primaria se ha reducido en 17 de los 27 Estados miembros, mientras que en los diez países restantes se ha incrementado.

Así, los mayores aumentos porcentuales se han anotado en Chipre (56,0%), Irlanda (48,8%), España (37,4%), Portugal (37,4%), Austria (27,2%) y Malta (1719%). Por el contrario, los mayores descensos relativos los han registrado Lituania (-58,9%), Estonia (-55,0%), Rumanía (-50,3%), Letonia (-45,2%) y Bulgaria (-29,3%).

G_Energía primaria_1990_2022_países

La lectura de los resultados hallados hasta ahora induce a pensar que solo la aplicación de medidas más decididas y extensivas de ahorro energético por parte de todos los agentes económicos de la UE y sus Estados miembros puede hacer que la senda de consumo de energía primaria dibuje una senda claramente descendente, tan necesaria en un contexto actual de crisis climática y medioambiental, de problemas de agotamiento de combustibles fósiles y de falta de soberanía energética.

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/1791 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de septiembre de 2023

La participación de las energías renovables en la UE (2022)

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En el ámbito de las energías renovables, la Estrategia Europa 2020 y la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo dejaron fijado como objetivo estratégico que para el año 2020 el 20% del consumo final de energía de la UE debe tener su origen en fuentes renovables (eólica, solar, hidráulica, maremotriz, geotérmica, biomasa…). De este modo se persigue favorecer el desplazamiento del consumo de los combustibles fósiles que propician el calentamiento global.

Los últimos datos de Eurostat siguen confirmando que dicho objetivo del 20% se cumplió en el horizonte marcado de 2020. Así, en el año 2022 el consumo final de energía en la UE-27 ascendió a 989 millones de toneladas equivalentes de petróleo. De este total el 23,0% provino de fuentes de energías renovables, porcentaje que se ha venido incrementado de forma continuada desde el año 2004.

G_UE_2004_2022

En un análisis por países, entre 2004 y 2022 la participación de la energía de fuentes renovables en el consumo final de energía se ha incrementado en todos los Estados miembros. Los mayores avances relativos se han dado en Suecia (27,6 puntos porcentuales más) y Dinamarca (+26,8 p.p.), y los menores, en Croacia (+6,0 p.p) y Eslovenia (+6,6 p.p.), si bien estos dos últimos países ya partían en 2004 con altos porcentajes de introducción de renovables.

Asimismo, se sigue observando, de acuerdo con los últimos datos publicados por Eurostat, que persiste la disparidad en el grado de implantación de las energías renovables.

En 2022 Suecia, con el 66,0%, es el país con el mayor porcentaje de energía de fuentes renovables en su consumo final bruto energético. Le siguen, a cierta distancia, los mayores porcentajes de Finlandia (47,9%), Letonia (43,3%), Dinamarca (41,6%), Estonia (38,5%), Portugal (34,7%) y Austria (33,8%).

Por el contrario, las menores participaciones de energías renovables sobre el consumo energético final se registraron en Irlanda (13,1%), Malta (13,4%), Bélgica (13,8%), Luxemburgo (14,4%), Países Bajos (15,0%), Hungría (15,2%) y Polonia (16,9%).

G_Países_2022

De cara al futuro, los nuevos objetivos de lucha contra el cambio climático han conducido a la Unión a revisar su objetivo general de impulso de las fuentes de energía renovables acelerando su implantación. La Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023 establece que los Estados miembros velarán conjuntamente por que en el año 2030 la cuota de energía procedente de fuentes renovables sea de al menos el 42,5% del consumo final bruto de energía de la Unión, y deberán esforzarse por alcanzar el 45%. Este ambicioso objetivo implica que la cuota de las energías renovables ha registrar un crecimiento medio entre 2022 y 2030 de 2,7 p.p. cada año, lo que supone un ritmo muy superior al registrado en el decenio anterior (0,8 p.p.).

Para más información:

Eurostat

Directiva (UE) 2023/2413 del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de octubre de 2023