El desarrollo sostenible en la Declaración del Milenio de 2000

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Ante la entrada del nuevo siglo, en el año 2000 se aprobó en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York la Declaración del Milenio. Esta Declaración proclama que determinados valores fundamentales son esenciales para las relaciones internacionales del siglo XXI: la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respecto de la naturaleza y la responsabilidad común.

En el año 2000 uno de los objetivos fundamentales en los que se puso el acento fue combatir la pobreza. Las Naciones del planeta se comprometieron entonces «reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y el de las personas que padezcan hambre».

Con la Declaración del Milenio también se consideró necesario continuar promoviendo el concepto de desarrollo sostenible y seguir incidiendo en aspectos fundamentales que ya fueron recogidos en Río 92, como son el valor intrínseco de la naturaleza, la gestión prudente de los recursos naturales y la necesidad de abandonar los modos insostenibles de producción y consumo. En concreto, la Declaración del Milenio proclama expresamente que:

«Es necesario actuar con prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y todos los recursos naturales, conforme a los preceptos del desarrollo sostenible. Sólo así podremos conservar y transmitir a nuestros descendientes las inconmensurables riquezas que nos brinda la naturaleza. Es preciso modificar las actuales pautas insostenibles de producción y consumo en interés de nuestro bienestar futuro y en el de nuestros descendientes».

Para plasmar en acciones los seis valores fundamentales citados la Declaración formula una serie de objetivos clave y acciones. En materia de protección de la naturaleza se presenta una serie de objetivos y compromisos que quedan recogidos en los siguientes puntos:

21. No debemos escatimar esfuerzos por liberar a toda la humanidad, y ante todo a nuestros hijos y nietos, de la amenaza de vivir en un planeta irremediablemente dañado por las actividades del hombre, y cuyos recursos ya no alcancen para satisfacer sus necesidades.

22. Reafirmamos nuestro apoyo a los principios del desarrollo sostenible, incluidos los enunciados en el Programa 21, convenidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.

23. Decidimos, por consiguiente, adoptar una nueva ética de conservación y resguardo en todas nuestras actividades relacionadas con el medio ambiente y, como primer paso en ese sentido, convenimos en lo siguiente:

  • Hacer todo lo posible por que el Protocolo de Kyoto entre en vigor, de ser posible antes del décimo aniversario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en el año 2002, e iniciar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Intensificar nuestros esfuerzos colectivos en pro de la ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques de todo tipo.
  • Insistir en que se apliquen cabalmente el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en África.
  • Poner fin a la explotación insostenible de los recursos hídricos, formulando estrategias de ordenación de esos recursos en los planos regional, nacional y local, que promuevan un acceso equitativo y un abastecimiento adecuado.
  • Intensificar la cooperación con miras a reducir el número y los efectos de los desastres naturales y de los desastres provocados por el hombre.
  • Garantizar el libre acceso a la información sobre la secuencia del genoma humano.

 

Para más información:

ONU: Declaración del Milenio de 2000

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El reciclaje en la Unión Europea durante el periodo 2007-2016

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Uno de los principales frentes de las políticas medioambientales es el de la gestión de los residuos que genera la actividad humana. Aplicando el principio de las 3R (reducir, reutilizar y reciclar), cuando no es posible evitar la generación de los residuos procedentes de nuestras actividades de producción y consumo, ni tampoco promover su reutilización, la respuesta ha de centrarse en maximizar el reciclaje.

Durante los últimos años el tratamiento de los residuos mediante el reciclaje se ha venido consolidando en Europa, como lo expresan los últimos datos disponibles sobre residuos municipales, es decir, aquellos que son generados por los hogares y por fuentes de residuos similares (comercio, oficinas e instituciones públicas). El reciclaje de este tipo de residuos abarca el reciclaje de materiales, el compostaje y la digestión anaeróbica.

Según Eurostat,  en la UE-28 la tasa de reciclaje de residuos municipales, es decir, el porcentaje de dichos residuos generados que son reciclados, ha mostrado de forma continuada una senda ascendente durante el periodo 2007-2016 .

En 2007 se reciclaban en la UE-28 unas 91,4 millones de toneladas de residuos municipales, es decir, el 35,0% de los residuos municipales generados. Diez años después, en 2016, cuando se reciclaron unas 112 millones de toneladas, la tasa de reciclaje se había incrementado hasta el 45,6%.

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En materia de reciclaje se aprecian, no obstante, marcadas diferencias por países en el seno de la UE-28.

De los 28 Estados de la UE, diez superaron en 2016 la tasa media comunitaria (45,6%). Las mayores tasas de reciclaje se registraron, en primer lugar, en Alemania (66,1%), seguida de Austria (57,6%), Finlandia (54,9%), Eslovenia (54,1%), Bélgica (53,5%) y Países Bajos (53,1%).

Por el contrario, los países europeos que presentan en 2016 las menores tasas fueron Malta (7,1%), Rumanía (13,3%), Grecia (17,0%) y Chipre (17,2%).

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Hay que destacar, asimismo, los significativos avances que han realizado algunos países europeos durante los últimos años. En el transcurso del periodo 2007-2016 los mayores incrementos en la tasa de reciclaje de residuos municipales se han dado en Lituania (desde una tasa del 7,5% a otra del 48,0%) y Polonia (del 7,7% al 44,0%).  Por el contrario, Bélgica, Grecia, Austria y España han reducido su tasa de reciclaje durante el periodo 2007-2016, si bien en no más de 3,5 puntos porcentuales, .

Para más información:

Eurostat

 

El desarrollo sostenible en la Declaración de Johannesburgo de 2002

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En 2002, diez años después de Río 92 y treinta años desde Estocolmo 1972, las Naciones Unidas celebran en Johannesburgo (Sudáfrica) la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Con esta Cumbre los Estados en ella representados reafirman su compromiso en pro del desarrollo sostenible y se comprometen a verificar regularmente los avances hacia los objetivos y metas de desarrollo sostenible.

Uno de los resultados de dicha Cumbre fue la conocida Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible, que consta de 37 principios, de los cuales destacamos aquí los siguientes:

Las generaciones futuras:

«…actuemos de manera tal que ellos [los niños] puedan heredar un mundo libre de las indignidades y los ultrajes que engendran la pobreza, la degradación ambiental y el desarrollo insostenible» (Principio 3).

El desarrollo sostenible:

«…promover y fortalecer, en los planos local, nacional, regional y mundial, el desarrollo económico, desarrollo social y la protección ambiental, pilares interdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible» (Principio 5).

Los objetivos primordiales:

«…la erradicación de la pobreza, la modificación de pautas insostenibles de producción y consumo y la protección y ordenación de la base de recursos naturales para el desarrollo social y económico son objetivos primordiales y requisitos fundamentales de un desarrollo sostenible» (Principio 11).

El deterioro del medio ambiente:

«El medio ambiente mundial sigue deteriorándose. Continúa la pérdida de biodiversidad; siguen agotándose las poblaciones de peces; la desertificación avanza cobrándose cada vez más tierras fértiles; ya se hacen evidentes los efectos adversos del cambio del clima; los desastres naturales son más frecuentes y más devastadores, y los países en desarrollo se han vuelto más vulnerables, en tanto que la contaminación del aire, el agua y los mares sigue privando a millones de seres humanos de una vida digna» (Principio 13).

Los servicios básicos:

«…aumentar rápidamente el acceso a los servicios básicos, como el suministro de agua potable, el saneamiento, una vivienda adecuada, la energía, la atención de la salud, la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad» (Principio 18).

Los medios:

«…la sociedad mundial tiene los medios y los recursos para responder a los retos de la erradicación de la pobreza y el logro del desarrollo sostenible que enfrenta toda la humanidad. Unidos redoblaremos nuestros esfuerzos para que esos recursos disponibles sean aprovechados en beneficio de todos» (Principio 21).

La unión:

«…aunar esfuerzos, resueltos a salvar nuestro planeta, promover el desarrollo humano y lograr la prosperidad y la paz universales». (Principio 35).

 

Con el fin de poner en práctica los compromisos asumidos se aprueba también en Johannesburgo el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Este Plan, que consolida los principios de la Declaración de Río, la aplicación del Programa 21 y su plan de ejecución, y la Declaración del Milenio, entre otros documentos, expone un listado de objetivos de carácter medioambiental en diversas áreas (energía, recursos hídricos, residuos, productos químicos, diversidad biológica, océanos, zonas costeras, cambio climático, desertificación, bosques…).

Otro de los aspectos en lo que se incide en Johannesburgo 2002 es en la necesaria integración medioambiental en todas las actividades económicas (turismo, agricultura, transporte, etc.).

Asimismo, se aboga por reforzar la aplicación del Programa 21, que fue uno de los principales resultados de Río 92.

Como en Cumbres anteriores se deja constancia nuevamente de la necesidad de modificar los modos de producir y consumir, que siguen siendo insostenibles. Textualmente, se expresa que «para lograr el desarrollo sostenible a nivel mundial es indispensable introducir cambios fundamentales en la forma en que producen y consumen las sociedades». Para contribuir a la modificación de estos patrones de producción y consumo imperantes, se propone la elaboración de planes nacionales y regionales de diez años de duración. De esta forma se aumentaría la eficiencia y la sostenibilidad de la utilización de recursos y los procesos de producción, y se reduciría la degradación de los recursos, la contaminación y los residuos, procurándose la desvinculación entre crecimiento económico y degradación del medio ambiente.

 

Para más información:

ONU: Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002)

La generación de residuos municipales en la Unión Europea (2004-2016)

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Los residuos es uno de los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta la sociedad moderna. Evitar o minimizar su generación es un objetivo básico si se pretende avanzar en la senda del desarrollo sostenible.

Los datos de Eurostat nos permiten evaluar los progresos de los países de la Unión Europea en materia de generación de residuos, en particular los residuos municipales. Por estos se entienden aquellos residuos producidos por los hogares y por fuentes de residuos similares tales como comercio, oficinas e instituciones públicas.

La generación de residuos municipales en la Unión Europea (UE-28) ha seguido durante el periodo 2004-2016 una evolución dispar. En el año 2004 se había generado un total de 253 millones de toneladas de estos residuos. Dicha cifra continuó creciendo hasta el 2008 cuando se situó en 261 millones de toneladas, periodo que coincide con la etapa de bonanza económica. Sin embargo, a partir de entonces con la irrupción de la Gran Recesión los hogares generaron menos residuos, tendencia descendente que se mantuvo hasta el año 2013 cuando se anotó su mínimo (242 millones de toneladas). A partir de entonces la generación de residuos retornó a su crecimiento, si bien a un menor ritmo, hasta cifrarse en 246 millones en 2016.

Para el conjunto del periodo 2004-2016, se ha anotado, por tanto, un descenso acumulado del 6,3% en la generación de residuos municipales en la UE-28.

Si analizamos la generación de residuos, no ya en términos absolutos sino relativos, en términos de kilogramos por persona, se constata una evolución similar, aunque no tan marcada. En promedio un ciudadano comunitario generaba en el año 2004 un total de 512 kilogramos de residuos municipales. Esta cifra alcanzó su máximo en 2007 (con 524 kilogramos).  A partir de este año dicha ratio siguió una tendencia decreciente hasta presentar su mínimo en el año 2013 (con 478 kilogramos). Finalmente, se registró un total de 480 kilogramos de residuos por persona en el año 2016.

Por consiguiente,  la ratio de kilogramos de residuos municipales per cápita  se ha reducido un 2,9% en el periodo 2004-2016 en la UE-28.

 

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Los datos parecen indicar que los mayores o menores niveles de generación de residuos vienen determinados por el consumo de los hogares, que en gran medida está condicionado por el ciclo económico.

En un análisis más detallado por países, se encuentran notables diferencias en el seno de la UE-28. En el periodo 2004-2016, 17 Estados miembros han visto aumentar la producción de residuos municipales frente a los 11 Estados restantes que han generado menos residuos.

Así, los países en los que el volumen total de residuos municipales generados ha crecido más son Eslovaquia (35,0%), Croacia (28,1%), República Checa (26,0%), Polonia (19,4%). y Dinamarca (18,4%). Por el contrario, las mayores reducciones en la generación de residuos municipales durante el periodo analizado se ha producido en Bulgaria (-37,6%), Rumanía (-31,4%), España (-20,0%), Hungría (-19,0%) y Estonia (-18,5%).

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Si consideramos la ratio de kilogramos de residuos generados por persona, las divergencias entre países son muy significativas. En el año 2016 el país que más generó residuos triplicó la cifra del que menos.

Así, frente a un promedio de 480 kilogramos per cápita de la UE-28, en 2016 los Estados con mayores ratios fueron Dinamarca (777), Malta (647), Chipre (640), Alemania (626) y Luxemburgo (614). Por el contrario, los Estados con menos residuos per cápita fueron  Rumanía (261), Polonia (307), República Checa (339), Eslovaquia (348) y Estonia (376).

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Para más información:

Eurostat: Database

El Convenio sobre la Diversidad Biológica de 1992

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en el año 1992, marcó un punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. En Río 92 se constató la especial preocupación por los impactos graves que las actividades humanas han ido produciendo sobre el medio ambiente, en especial dos: el aumento sustancial de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y la considerable reducción de la diversidad biológica. 

Ante el problema de la progresiva pérdida de biodiversidad en nuestro planeta, los Estados reunidos en dicha Cumbre internacional sacaron adelante un importante tratado, jurídicamente vinculante, que más de 25 años después sigue siendo trascendental: el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que entró en vigor el 29 de diciembre de 1993, lo conforman un Preámbulo, 42 artículos y dos anexos. Destacamos aquí algunos de sus puntos más relevantes.

En su Preámbulo se pone de manifiesto:

  • La toma de consciencia por «el valor intrínseco de la diversidad biológica y de los valores ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos de la diversidad biológica y sus componentes».
  • La preocupación por «la considerable reducción de la diversidad biológica como consecuencia de determinadas actividades humanas».
  • Que «es vital prever, prevenir y atacar en su fuente las causas de reducción o pérdida de la diversidad biológica».
  • Que «la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica tienen importancia crítica para satisfacer las necesidades alimentarias, de salud y de otra naturaleza de la población mundial en crecimiento…».
  • La necesidad de «conservar y utilizar de manera sostenible la diversidad biológica en beneficio de las generaciones actuales y futuras».

De su articulado destacamos los siguientes puntos:

El CDB tiene tres objetivos principales (artículo 1):

  • La conservación de la diversidad biológica.
  • La utilización sostenible de sus componentes.
  • La participación justa y equilibrada en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

Se entiende por «diversidad biológica» (artículo 2):

«la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres, marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas».

Se entiende por «utilización sostenible» (artículo 2):

«la utilización de componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las necesidades y las aspiraciones de las generaciones actuales y futuras».

En materia de planificación (artículo 6), el CDB establece  que cada Parte Contratante:

«a) Elaborará estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adoptará para ese fin las estrategias, planes o programas existentes, que habrían de reflejar, entre otras cosas, las medidas establecidas en el presente Convenio que sean pertinentes para la Parte Contratantes interesada.

b) Integrará, en la medida de lo posible y según proceda, la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica en los planes, programas y políticas sectoriales o intersectoriales».

Asimismo, el CDV invoca a los Estados a que adopten también otras medidas de especial importancia para el mantenimiento de la diversidad biológica (artículos 11-14), como las siguientes:

-Medidas económica y socialmente idóneas que incentiven la conservación y la utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica.

-Programas de educación y capacitación científica y técnica para la identificación, conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Fomento de la investigación que contribuya a la conservación y a la utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Promoción de la comprensión de la importancia de la conservación de la diversidad biológica, a través de los medios de información y de los programas educativos.

-Establecer procedimientos apropiados por los que se exija la evaluación de impacto ambiental de proyectos que puedan tener efectos adversos sobre la diversidad biológica.

Para más información:

ONU: Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992).

 

 

Los flujos de materiales de la economía española (2008-2016)

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La Contabilidad Medioambiental es una fuente valiosa para conocer cómo una economía emplea los recursos materiales que proceden del medio natural para sus actividades de producción, consumo y distribución. Así, como expresa el Instituto Nacional de Estadística (INE), la Cuenta de flujos de materiales «muestra los inputs físicos de materiales que entran en el sistema económico nacional y los outputs a otras economías o al medio natural en unidades físicas (toneladas)».

Los datos disponibles para España elaborados por el INE permiten analizar cómo ha evolucionado este país durante el periodo 2008-2016 respecto al consumo y extracción de materiales así como a la productividad de los recursos (eco-eficiencia) en términos de PIB y número de habitantes.

A continuación se exponen los principales resultados obtenidos para los años 2008-2016 (con datos provisionales de 2016), periodo marcado por la grave crisis económica.

El consumo nacional de materiales, esto es, la cantidad total usada directamente por la economía española, ascendió a 402,8 millones de toneladas. Ello supone, por tanto, una reducción del 50,4% respecto al año 2008.

La intensidad del consumo de materiales, en términos de PIB, ha descendido desde las 133,0 toneladas de 2008 hasta las 66,9 de 2016.

El consumo nacional de materiales por habitante se cifró en 8,7 toneladas en 2016, inferior a las 17,7 toneladas de 2008.

El principal componente del consumo nacional de materiales es la extracción nacional, con 330,7 millones de toneladas en 2016, es decir, el 82,1% del total. Este porcentaje ha aumentado ligeramente respecto al de 2008 (81,5%).

Por tipos de materiales extraídos en España, destaca el protagonismo que toman los minerales no metálicos (piedra caliza, yeso, arenas, grava…), que en el año 2008 representaban el 78,3% del total, si bien su peso se ha reducido hasta el 55,1% en 2016. A continuación se encuentra la extracción de biomasa (cereales, frutas, hortalizas, biomasa pastada…), cuyo porcentaje, en cambio, ha aumentado desde el 19,8% hasta 40,3% en el periodo analizado. A distancia se sitúan los minerales metálicos (cobre, níquel…), cuyo peso se ha incrementado, desde el 0,3% hasta el 4,1%, y los combustibles fósiles (hulla, antracita, petróleo, gas natural licuado…) que, por el contrario, han perdido importancia relativa, desde el 1,6% al 0,4% en 2016.

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Por su parte, el balance comercial físico fue de 72,1 millones de toneladas en 2016. Esta cifra es el resultado de unas importaciones que ascendieron a 257,5 millones de toneladas frente a los 185,4 millones de las exportaciones. El balance comercial físico ha experimentado, por tanto, una reducción del 52,1% respecto al año 2008. Hay que destacar, asimismo, la dispar evolución que siguieron las importaciones, que descendieron un 6,7%, y las exportaciones de materiales, que aumentaron un 47,6% durante el periodo.

Finalmente, el input directo de materiales (IDM) constituye también un indicador relevante como aproximación a evaluar el camino hacia la sostenibilidad de una economía. Como expresa el INE, el IDM «registra como recursos la entrada directa de materiales en el sistema económico procedente del medio natural nacional y del resto del mundo, es decir, extracción nacional e importaciones». Así, el IDM, en términos de toneladas de materiales empleados por unidad de PIB, tomó en España un valor de 531,9 en 2016 frente a las 836,5 toneladas registradas en 2008. El impacto de la crisis económica, por consiguiente, también se ha visto reflejado en este indicador al reducirse un 36,4% en dicho periodo, si bien en menor cuantía que el consumo nacional de materiales (-49,7%), que excluye las exportaciones del IDM.

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Para más información:

INE: Cuenta de flujos de materiales (2008-2016)

 

 

 

 

 

Principales conclusiones de Río 92 para la sostenibilidad

8. Cañón de las Cataratas_Smolyan. Bulgaria

Se cumplen veinticinco años desde que se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (junio de 1992). Esta Conferencia marcó un importante punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. A partir de Río 92 el concepto de desarrollo sostenible adquiere una proyección internacional hasta entonces desconocida.

Analizando los principales documentos aprobados, de principios (Declaración de Río), de carácter programático (Agenda 21) y de carácter ejecutivo (Convenios sobre el Cambio Climático y sobre la Diversidad Biológica), destacamos las siguientes conclusiones más relevantes para la sostenibilidad del desarrollo:

1. Entre los grandes desafíos a los que ha de enfrentarse la humanidad en el siglo XXI se encuentra el continuo empeoramiento de los ecosistemas de los que depende nuestro bienestar.

2. Se expresa el compromiso de luchar por el desarrollo sostenible. La protección del medio ambiente ha de ser una parte integrante del proceso de desarrollo de una sociedad.

3. Para alcanzar el desarrollo sostenible los Estados deben reducir y eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles, que son las principales causas del deterioro del medio ambiente.

4. Se han de promover modalidades de consumo y producción que reduzcan las tensiones sobre el medio ambiente al mismo tiempo que se satisfagan las necesidades básicas de la humanidad. Se han de considerar fórmulas que permitan compatibilizar el crecimiento económico con la reducción del uso de energía, materiales y de recursos naturales y con la mínima generación de residuos.

5. Hay que prestar especial atención a recursos críticos como el agua y la tierra, y a factores ambientales como el estado de los ecosistemas y la diversidad biológica.

6. La diversidad biológica presenta un valor intrínseco. Es importante para el mantenimiento de los sistemas necesarios para la vida, por lo que su conservación es un objetivo común de toda la humanidad. Se hace necesaria una utilización sostenible de la biodiversidad y evitar las causas de su reducción.

7. Se reconoce expresamente que las actividades humanas, principalmente de los países desarrollados, están haciendo aumentar sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero, lo que provocará un calentamiento adicional de la superficie y el clima de la Tierra, con potenciales consecuencias adversas para los ecosistemas naturales y la humanidad.

8. Debe procurarse la aplicación amplia del principio de precaución, principalmente cuando, en situaciones de falta de certeza científica, exista un peligro de daño grave o irreversible del medio ambiente.

9. Desde el punto de vista metodológico, se expresa la necesidad de fomentar la utilización de indicadores de desarrollo sostenible y de los sistemas de contabilidad ecológica y económica integrada, considerados estos últimos un complemento de los sistemas tradicionales de contabilidad nacional.

Para más información:

ONU (1992):

 

El desarrollo sostenible en la Declaración de Río 1992

27. S. Juan y  S. Pedro Atitlán. S. Pedro La Laguna. Guatemala

Hace 25 años, en el año 1992, se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Esta Conferencia marcó un punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. Fue la Cumbre sobre medio ambiente que reunió a un mayor número de Estados para debatir sobre los principales retos medioambientales del planeta. A partir de Río 92 el concepto de desarrollo sostenible adquiere una proyección internacional hasta entonces desconocida.

Uno de sus principales frutos de la Conferencia fue la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Declaración de Río), un documento de referencia clave para establecer las bases operacionales del concepto de desarrollo sostenible. De su Preámbulo y 27 principios que lo componen pueden extraerse las siguientes ideas fundamentales:

La Tierra (Preámbulo).

Se reconoce «la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar».

Los seres humanos (Principio 1):

«Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza».

Equidad intergeneracional (Principio 3):

«El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras».

Protección medioambiental (Principio 4):

«A fin de alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo».

Sostenibilidad (Principio 8).

“Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas”.

Criterio de precaución (Principio 15).

«Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberían aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente”

Criterio de quien contamina, paga (Principio 16).

«Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internacionalización de los costos ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el criterio de que el que contamina debería, en principio, cargar con los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés público sin distorsionar el comercio ni las inversiones internacionales».

Junto con la Declaración de Río se aprobaron en la misma Conferencia otros tres documentos de especial interés: el Programa 21 (Agenda 21) y los Convenios sobre el Cambio Climático y sobre la Diversidad Biológica.

Para más información:

ONU: Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo 1992.

La sociedad buena de John K. Galbraith

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El economista John Kenneth Galbraith (1908-2006), en su obra Una sociedad mejor, propone las condiciones socioeconómicas que debe reunir una sociedad factible -que no perfecta- para que sea considerada como «sociedad buena».

Galbraith admite que «en todos los países industrializados existe un firme compromiso con la economía de consumo -con los bienes y servicios de consumo- como fuente primordial de la satisfacción y el placer de los seres humanos y como la medida más visible de las consecuencias sociales».

No obstante, este objetivo debe ser complementado, a su juicio, con otros igualmente necesarios. Con las siguientes palabras, sintetiza Galbraith lo que entiende por buena sociedad:

«Una buena sociedad tiene tres requisitos económicos estrechamente emparentados, cada uno de los cuales es una fuerza independiente. Está la necesidad de proporcionar los indispensables bienes y servicios de consumo. Está la necesidad de asegurar que esta producción y su uso y consumo no tenga un efecto contraproducente sobre el actual bienestar del conjunto de la sociedad. Los dos últimos de estos tres requisitos entran con frecuencia en conflicto con el primero, conflicto que se manifiesta con fuerza en la economía y en la política cotidianas. La referencia más habitual es el efecto sobre el medio ambiente. Aquí, en suma, están los tres temas en cuestión tal como los define una sociedad buena».

Más adelante Galbraith nos recuerda algunos de los problemas medioambientales que soporta el mundo de hoy:

“Las manifestaciones de los deterioros contemporáneos son inquietantemente sabidas: la contaminación de la atmósfera y de las aguas, el considerable y creciente problema de la eliminación de la basura, el inmediato peligro para la salud que constituyen los productos y servicios que se administran, la contaminación visual derivada de la intrusión de las actividades de la producción y de las ventas, en especial la de las ventas al por menor, sobre el paisaje urbano y rural”.

Ante estas amenazas, Galbraith defiende la necesidad de proteger el medio ambiente, tal y como recogen las siguientes palabras:

“Deben protegerse los intereses generales de la comunidad lo mismo que también el clima y el bienestar del futuro, y debe haber preocupación por el agotamiento de los recursos. Puesto que hay que fabricar automóviles, proporcionarles combustible y conducirlos, y puesto que hay que suministrar y utilizar otros servicios y bienes de consumo similares, es esencial e inevitable un compromiso entre los actuales intereses financieros y los intereses públicos más generales. Por regla general, no obstante, este compromiso debe favorecer los intereses de la comunidad más amplia y los intereses de los por nacer”.

Para leer más:

John K. Galbraith (1996): Una sociedad mejor.

 

El valor del paisaje y su protección

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Parque Nacional Picos de Europa (España)

Si existe un patrimonio para el que es necesario no confundir valor y precio, ese es el paisaje.

Los países de Europa cuentan con un documento clave que, reconociendo el valor del paisaje, propone unas directrices básicas para su protección por parte de los Estados. Se trata del Convenio Europeo del Paisaje, hecho en Florencia el 20 de octubre de 2000.

Como punto de partida el citado Convenio establece en su artículo 1º la siguiente definición de paisaje:

«Cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción del factores naturales y/o humanos».

Esta definición nos lleva a interpretar que el paisaje constituye un sustrato natural (geológico y biótico) que está expuesto a la acción del hombre. Al mismo tiempo, el paisaje toma una base tangible pero también otra intangible o subjetiva que depende de la percepción que tengamos de él.

Desde su Preámbulo en el Convenio Europeo del Paisaje se expresa claramente que el paisaje presenta unas especiales características, un valor intrínseco, que es necesario salvaguardar.

El paisaje se convierte en un patrimonio natural y cultural que contribuye a forjar la propia identidad de un pueblo.

Desempeña un papel importante de interés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social, además de constituir un recurso que propicia la actividad económica y la creación de empleo.

Asimismo, el paisaje es un elemento importante para la calidad de vida de las poblaciones de todos los tipos de áreas: urbanas, rurales, degradadas, de gran calidad, de belleza excepcional y las más cotidianas. El paisaje contribuye, por tanto, al bienestar tanto individual como colectivo.

Por estas razones, y en aras de procurar un modelo de desarrollo sostenible que conjugue una relación equilibrada entre las necesidades sociales, económicas y medioambientales, se hace necesaria la salvaguarda de la calidad y diversidad de los paisajes europeos. Porque es ya una hecho constatado que los paisajes de Europa están experimentando transformaciones, en muchos casos aceleradas, como consecuencia de la evolución que están tomando las modernas técnicas de producción (agrícola, forestal, industrial…), el transporte, las infraestructuras, el turismo, y los cambios de la economía mundial, en general.

Como se recoge en su artículo 3º el objetivo principal del Convenio Europeo del Paisaje es:

«promover la protección, gestión y ordenación de los paisajes, así como organizar la cooperación europea en ese campo».

Se persigue, por tanto, no sólo reconocer el valor del paisaje sino emprender acciones para conservar y mantener sus aspectos más significativos, garantizar su mantenimiento, regularlo desde una perspectiva de desarrollo sostenible y mejorar, restaurar o crear aquellos paisajes que se requieran.

Más concretamente, en el capítulo II del Convenio, se establecen las medidas generales y específicas que han de aplicar los Estados europeos que suscriban el Convenio para la protección, gestión y ordenación de sus paisajes.

Las medidas generales (art. 5º) son las siguientes:

«a) reconocer jurídicamente los paisajes como elemento fundamental del entorno humano, expresión de la diversidad de su patrimonio común cultural y natural y como fundamento de su identidad;

b) definir y aplicar en materia de paisajes políticas destinadas a la protección, gestión y ordenación del paisaje mediante la adopción de las medidas contempladas en el artículo 6;

c) establecer procedimientos para la participación del público, las autoridades locales y regionales y otras partes interesadas en la formulación y aplicación de las políticas en materia de paisaje mencionadas en la anterior letra b);

d) integrar el paisaje en las políticas de ordenación territorial y urbanística y en sus políticas en materia cultural, medioambiental, agrícola, social y económica, así como en cualesquiera otras políticas que puedan tener un impacto directo o indirecto sobre el paisaje».

Las medidas específicas (art. 6) pueden agruparse en cinco áreas:

A) Sensibilización.

«…incrementar la sensibilización de la sociedad civil, las organizaciones privadas y las autoridades públicas respecto al valor de los paisajes, su papel y su transformación».

B) Formación y educación:

«a) formación de especialistas en la valoración de los paisajes e intervención en los mismos;

b) programas pluridisciplinares de formación en política, protección, gestión y ordenación de paisajes con destino a los profesionales de los sectores privado y público y a las asociaciones interesadas;

c) cursos escolares y universitarios que, en las disciplinas correspondientes, aborden los valores relacionados con los paisajes y las cuestiones relativas a su protección, gestión y ordenación».

C) Identificación y calificación:

-identificar los paisajes en todo el territorio.

-analizar sus características y las fuerzas y presiones que los transforman.

-tomar nota de las transformaciones.

-calificar los paisajes así definidos, teniendo en cuenta sus valores particulares.

D) Objetivos de calidad paisajística:

«…definir los objetivos de calidad paisajística para los paisajes identificados y calificados, previa consulta al público…»

E) Aplicación:

«…establecer instrumentos de intervención destinados a la protección, gestión y/u ordenación del paisaje».

 

Para más información:

Convenio Europeo del Paisaje, hecho en Florencia el 20 de octubre de 2000.