Una cita con el desarrollo sostenible y la voz de Greta Thunberg

Isla de S. Miguel, Azores

Con 16 años, la activista sueca contra el cambio climático Greta Thunberg pronunció un discurso ante el Consejo Económico y Social de la Unión Europea durante el evento «Civil Society for rEUnaissance» (Bruselas, 21 de febrero de 2019).

Sus palabras fueron una llamada a la responsabilidad para garantizar el cumplimiento del Acuerdo de París de 2015, una exhortación a los dirigentes políticos para que hagan sus deberes en defensa del desarrollo sostenible, tal como se recoge en el siguiente extracto:

«Una vez que uno ha hecho sus deberes, se da cuenta de que necesitamos una nueva política, necesitamos una nueva economía en la que todo se base en el presupuesto de carbono, que es extremadamente limitado y disminuye rápidamente.

Pero eso no es suficiente. Necesitamos una forma de pensar completamente nueva. El sistema político que ustedes han creado se basa en la competencia. Engañan cuando pueden, porque lo único que importa es ganar, obtener el poder. Eso debe terminar, debemos dejar de competir unos contra otros, necesitamos cooperar y trabajar juntos, y compartir de forma justa los recursos del planeta. Necesitamos empezar a vivir dentro de los límites del planeta, centrarnos en la equidad y retroceder algunos pasos por el bien de todas las especies vivas. Necesitamos proteger la biosfera, el aire, los océanos, el suelo, los bosques».

Para leer más:

Greta Thunberg: «You’re acting like spoiled irresponsible children»

Greta Thunberg: Cambiemos el mundo. Penguin, Barcelona, 2019.

Siete respuestas a la situación del medio ambiente en Europa (2020)

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Como expresa la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) en su informe El medio ambiente en Europa: Estado y perspectivas 2020, Europa ha logrado avances significativos durante las dos últimas décadas en el ámbito medioambiental. Sin embargo, nos advierte de que la UE no alcanzará un futuro próspero y sostenible dentro de los límites ecológicos del planeta si continúa con sus mismas tendencias medioambientales y económicas. Son múltiples los desafíos que los europeos tienen por delante en materia de medio ambiente y sostenibilidad, entre ellos, la contaminación atmosférica, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, que están vinculados intrínsecamente a las actividades económicas y los estilos de vida .

Ante los retos medioambientales en Europa el informe de AEMA identifica siete ámbitos importantes en los que es necesario que la política europea actúe a partir de ahora para facilitar durante los próximos diez años la transición hacia una economía hipocarbónica:

1. Aplicar al máximo todo el potencial de las políticas medioambientales vigentes.

Europa adolece de carencias en la aplicación de su política medioambiental. No ha conseguido aplicar en su totalidad su legislación vigente, lo que está suponiendo un coste estimado para la sociedad de 30-80 de euros billones al año. Es necesario fortalecer la aplicación de la política medioambiental europea vigente, mediante el aumento de la financiación, haciendo partícipes de la misma a empresas y ciudadanos, y mejorando la coordinación de las autoridades nacionales, regionales y locales.

Según AEMA es esencial una mejor integración de los objetivos medioambientales en todas las políticas sectoriales. Así, por ejemplo, en el sector agrícola, la integración de la variable ambiental en la Política Agrícola Común (PAC) ha dado frutos limitados, puesto que no ha evitado la pérdida continua de biodiversidad y la degradación medioambiental.

Desde un punto de vista más global, la integración de los objetivos medioambientales en la toma de decisiones económicas debiera plasmarse en el uso de una contabilidad ambiental y económica integrada y de indicadores de progreso social que van más allá del Producto Interior Bruto.

Finalmente, otro aspecto relacionado con la aplicación de las políticas es la necesidad de mejorar su coherencia para lograr mayores avances. Por ejemplo, tenemos unos objetivos ambiciosos en materia de energía limpia y cambio climático, pero, sin embargo, persisten aún importantes subsidios a la energía basada en combustibles fósiles.

2. Convertir la sostenibilidad en eje clave de todas las políticas.

El enfoque de marcos de políticas de largo plazo sistémicas permite la coherencia en el objetivo de la sostenibilidad para el conjunto de la economía. Tal enfoque se ha aplicado en sistemas clave como energía y movilidad, o en herramientas como las estrategias para una economía circular y baja en carbono. Este enfoque habría que extenderlo a otros sistemas como el de alimentación, productos químicos y usos del suelo.

3. Liderar la acción internacional hacia la sostenibilidad.

Los problemas medioambientales y de sostenibilidad globales necesitan respuestas globales, como ha quedado de manifiesto, por ejemplo, con los esfuerzos internacionales que han sido necesarios para alcanzar el Acuerdo de París sobre cambio climático.

Antes los retos medioambientales globales, la Unión Europea, gracias a su influencia económica y diplomática, puede desempeñar un papel de liderazgo a la hora de ponerlos en lo alto de la agenda internacional para hacerlos frente. Así, por ejemplo, la plena aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en la UE y el apoyo activo para su implementación en otras regiones pueden ser esenciales para propulsar transiciones de sostenibilidad a nivel internacional que, al mismo tiempo, se traducirán en resultados positivos para la propia UE.

4. Fomentar la innovación en el conjunto de la sociedad.

La transición hacia la sostenibilidad sigue requiriendo la aplicación de las políticas medioambientales y de acciones que fomenten la innovación, por ejemplo, mediante incentivos que fomenten las inversiones sostenibles. Pero, además, desde un enfoque sistémico la innovación requiere que las contribuciones desde los distintos ámbitos de la política (I+D, industria y otros sectores, educación, bienestar, comercio, empleo) sean coherentes.

Es también fundamental fomentar la innovación en los distintos sectores de la sociedad, para facilitar el surgimiento de nuevas formas de pensar y de vivir, más sostenibles. Se ha de estimular la creación de entornos adecuados para que administraciones públicas, emprendedores, investigadores y empresas propicien formas sostenibles de producir y consumir. Es necesario que la innovación favorezca nuevas prácticas sociales, tecnologías, modelos de negocio y soluciones basadas en la naturaleza que favorezcan la transición hacia la sostenibilidad.

5. Aumentar las inversiones y reorientar la financiación hacia la sostenibilidad.

Para AEMA es urgente priorizar y redigirir las inversiones hacia la sostenibilidad. Ciertamente la transición hacia una economía europea sostenible exige cuantiosas inversiones. Sin embargo, las ganancias para los europeos son también grandes, si tomamos en cuenta la degradación evitada a la naturaleza y la sociedad, así como las oportunidades económicas y sociales que se crean.

Se estima que la modernización y descarbonización de la economía de la UE requiere una inversión adicional en el sistema energético e infraestructura vinculada que alcanza los 175 a 290 billones de euros cada año. Esto, no obstante, conllevaría importantes beneficios para la salud, por ejemplo, reduciendo los problemas de salud relacionados con las partículas finas que se estiman en alrededor de 200.000 millones de euros al año. Asimismo, se calcula que la reducción de las importaciones de combustibles fósiles sea de 2-3 billones de euros en el periodo 2031-2050. El cambio de modelo energético hacia otro basado en fuentes renovables abre también nuevas oportunidades para los países europeos en los mercados mundiales de energía limpia.

Son diversos los instrumentos, y en distintos ámbitos, que pueden emplear las administraciones públicas para reorientar la inversión privada en la senda de la sostenibilidad: vivienda, contratación, sector financiero, infraestructuras verdes, impuestos y subsidios medioambientales, etc.

6. Gestionar los riesgos y garantizar una transición socialmente justa.

Los procesos de transición nunca son ciertos y con frecuencia producen consecuencias imprevistas y no deseadas. Por eso para el éxito de la transición hacia la sostenibilidad es necesario que las sociedades reconozcan la existencia de riegos y oportunidades, y sean capaces de fijar vías para gestionarlos.

Las políticas nacionales y comunitarias han de desempeñar un papel esencial para asegurar “transiciones socialmente justas” que garanticen que empresas, trabajadores y regiones afectadas negativamente por la transición hacia la sostenibilidad encuentren las respuestas adecuadas para que nadie quede atrás, para que los beneficios y los costes sean compartidos de forma justa en toda la sociedad.

7. Crear nuevos conocimientos vinculados con la acción hacia la sostenibilidad.

La transición hacia la sostenibilidad conlleva la toma continúa de decisiones políticas que, para que tengan buenos resultados, ha de basarse en el conocimiento completo de una realidad compleja y en acelerado cambio. Se hace necesario profundizar cada vez más en la comprensión de los sistemas que originan las presiones medioambientales y, al mismo tiempo, generar nuevos conocimientos que faciliten soluciones de sostenibilidad.

Por eso han de explorarse nuevas vías de conocimiento vinculadas con la acción hacia la sostenibilidad: aprovechar las principales oportunidades que ofrece la digitalización para la producción de conocimiento y la comunicación; potenciar los enfoques anticipadores y transdisciplinares para comprender la realidad; considerar el conocimiento basado en la práctica; desarrollar nuevas capacidades, competencias y estructuras institucionales, y fomentar la innovación social, por ejemplo para involucrar a las partes interesadas.

Para más información:

The European environment -state and outlook 2020

AEMA: El medio ambiente en Europa: Estado y perspectivas 2020 (Resumen ejecutivo).

Una cita con el desarrollo sostenible y la niña Severn Suzuki

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En 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (también conocida como Cumbre de la Tierra), que marcó un hito histórico porque el concepto de desarrollo sostenible va a tomar una proyección internacional hasta entonces desconocida.

Durante la celebración de la Cumbre de la Tierra, el día 11 de junio una niña canadiense de doce años, llamada Severn Cullis-Suzuki, toma la palabra en representación de ECO, una organización infantil por el medio ambiente. 

Con el discurso de Severn Suzuki se alza la voz de los niños, de las generaciones futuras, de los animales y de los ecosistemas que se ven cada vez más amenazados.

«Al venir aquí hoy no escondo mis intenciones: estoy luchando por mi futuro. Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o perder puntos en bolsa.

He venido a hablar por todas las generaciones venideras.

He venido a hablar en nombre de todos los niños que pasan hambre en el mundo y cuyo llanto no oye nadie.

He venido a hablar por los incontables animales que están muriendo por todo el planeta, porque ya no tienen adónde ir».

(…)

«Todo esto ocurre ante nuestros ojos y, sin embargo, seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y todas las soluciones.

Yo soy solo una niña y no tengo todas las soluciones, pero ¡quiero que vean que ustedes tampoco! No saben arreglar los agujeros de nuestra capa de ozono. No saben hacer que los salmones remonten un arroyo muerto. No saben devolver a la vida a un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que crecían donde ahora hay desiertos.

Si no saben arreglarlo, por favor, ¡dejen de estropearlo!».

(…)

«Yo soy solo una niña, pero sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se gastara en buscar soluciones medioambientales, en poner fin a la pobreza y en lograr acuerdos, ¡la Tierra sería un lugar maravilloso!».

Para leer más:

Severn Cullis-Suzuki: Hagan que sus acciones reflejen sus palabras. Akiara, Barcelona, 2019.

 

 

Los 16 principios de la Carta de la Tierra: asignatura pendiente

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Han transcurrido dos décadas desde que en marzo de 2000 fuera aprobada en la sede de la UNESCO en París la Carta de la Tierra. Es un documento, tan imprescindible como poco conocido, que está lleno de principios orientadores para la vida en armonía dentro de nuestro hogar común, el planeta Tierra.

En su preámbulo la Carta de la Tierra proclama que vivimos en un mundo cada vez más interdependiente y frágil, lo que comporta grandes riesgos y promesas. Nos recuerda, asimismo, que somos una sola familia humana con un destino común. Tenemos el deber de «unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura en paz».

El contenido de la Carta de la Tierra abarca cuatro ámbitos de actuación: I) respeto y cuidado de la comunidad de la vida, II) integridad ecológica, III) justicia social y económica y IV) democracia, no violencia y paz. Estos cuatro ámbitos se desarrollan a través de la defensa de 16 principios básicos, que son los siguientes:

I. Respeto y cuidado de la comunidad de la vida

1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad.

2. Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.

3. Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas.

4. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes y futuras.

II. Integridad ecológica

5. Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.

6. Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y, cuando el conocimiento sea limitado, proceder con precaución.

7. Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.

8. Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la extensa aplicación del conocimiento adquirido.

III. Justicia social y económica

9. Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental.

10. Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.

11. Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.

12. Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.

IV. Democracia, no violencia y paz

13. Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de decisiones y acceso a la justicia.

14. Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida sostenible.

15. Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración.

16. Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.

En suma, la Carta de la Tierra es un llamamiento a la transformación de la sociedad para hacerla más justa, pacífica y sostenible.

Para leer más:

Carta de la Tierra

Liubliana, Capital Verde Europea 2016

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Liubliana, Eslovenia.

La ciudad de Liubliana, capital de Eslovenia, puede ser considerada como referente para otras urbes por sus avances hacia la sostenibilidad. Así lo ha reconocido la Comisión Europea, distinguiéndola con el título de Capital Verde Europea 2016.

Con una población de unos 290.000 habitantes, Liubliana cuenta con el 75% de su territorio (unos 275 km2) que es verde, incluyendo zonas agrícolas, forestales y acuáticas. Su PIB per cápita es un 43% superior al de la media del país.

Doce ciudades se presentaron para ser distinguidas como Capital Verde Europea 2016, un título que otorga cada año la Comisión Europea para premiar los esfuerzos de las ciudades en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible. De las doce urbes candidatas quedaron como finalistas cinco: Essen (Alemania), Liubliana (Eslovenia), Nimega (Países Bajos), Oslo (Noruega) y Umea (Suecia).

La capital eslovena resultó ser la premiada con el galardón de Capital Verde Europea 2016, al obtener la mayor puntuación global sobre la base de una serie de indicadores que permiten evaluar doce ámbitos medioambientales:

1. Cambio climático: mitigación y adaptación.
2. Transporte local.
3. Áreas urbanas verdes que incorporan el uso sostenible del suelo.
4. Naturaleza y biodiversidad.
5. Calidad del aire ambiental.
6. Calidad del ambiente acústico.
7. Producción y gestión de residuos.
8. Gestión del agua.
9. Gestión de las aguas residuales.
10. Eco-innovación y empleo sostenible.
11. Rendimiento energético.
12. Gestión medioambiental integrada.

El jurado destacó de Liubliana la significativa transformación hacia la sostenibilidad experimentada por la ciudad durante los 10 a 15 años anteriores, en especial en las siguientes áreas:

Transporte local

En materia de transporte, la ciudad de Liubliana ha centrado su acción en mejorar el transporte público, la peatonalización en el centro urbano y las redes de bicicleta, frente al dominio del coche privado, cuyo peso en la movilidad de los habitantes del centro urbano se ha reducido del 47% al 19% entre 2003 y 2013. Para 2020 Liubliana se ha propuesto que cada uno de los tres modos de transporte (público, tráfico no motorizado y vehículos privados) tenga por igual una participación de un tercio del transporte total de la ciudad.

Protección de áreas verdes

En la última década se han llevado a cabo en Liubliana numerosas medidas urbanas verdes, incluida la plantación de más de 2.000 árboles, la construcción de cinco parques y la revitalización de los terraplenes del río Sava.

Tratamiento de residuos

Se encuentra entre las primeras ciudades con mayor tasa de recogida selectiva de residuos de Europa. Cuenta con un Centro Regional de Tratamiento de Residuos, provisto de un sistema moderno de tratamiento para residuos orgánicos y mixtos. La ciudad se ha comprometido a perseguir el objetivo de cero residuos y a usar como recurso los residuos reciclados.

Tratamiento de aguas residuales

La ciudad cuenta con una planta de tratamiento mecánico-biológico para las aguas residuales. El biogás producido en el proceso es empleado como energía en la misma planta.

Intercambio de experiencias.

Liubliana ha sido reconocida como ciudad ejemplar por compartir sus experiencias y soluciones en la gestión de desastres naturales durante la crisis de las inundaciones acaecidas en la región de los Balcanes.

Gestión medioambiental integrada

La ciudad tiene aprobada desde 2007 su estrategia «Visión de Liubliana 2025: ciudad sostenible». Muchos departamentos y servicios de la administración local tienen sistemas de gestión medioambiental certificada. El 70% de las compras públicas son ecológicas.

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Para más información:

Green Capital 2016

La economía del bien común: tres ideas centrales

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Ante los síntomas de la crisis general del sistema económico capitalista (desempleo, desigualdad, hambrunas, cambio climático, crisis democrática y de valores…), en octubre de 2010 nace una alternativa: el modelo de economía del bien común, que es presentado por el economista austriaco Christian Felber. Esta alternativa al capitalismo de mercado y a la economía planificada se sustenta en las tres ideas centrales siguientes:

1. Quiere resolver la contradicción de valores entre economía y sociedad, incentivando y premiando en la primera los mismos comportamientos y valores que tienen éxito en las relaciones humanas: honestidad, empatía, confianza, estima, cooperación, compromiso con la naturaleza, solidaridad, voluntad de compartir.

2. El objetivo que nuestras constituciones prevén para la economía -el bien común- debe implantarse en el orden económico legal de forma consecuente. De la misma manera, el dinero, el capital y el beneficio financiero deben ocupar su lugar de meros medios económicos para conseguir el fin. Entonces, el orden económico cumplirá el espíritu de las constituciones.

3. El éxito económico deja de medirse por recursos para medirse por objetivos. Con vistas a poner este reajuste de «fines y medios» en práctica, la economía del bien común está desarrollando el «Producto del Bien Común», para medir el éxito de una economía nacional; el «Balance del Bien Común», para medir el éxito de una empresa, y el «Examen del Bien Común», para saber si una inversión concreta contribuye al fin de la economía o la contradice. En la economía del bien común, todo el sistema de incentivos inherente a una economía de mercado debe alinearse con estos resultados y rendimientos éticos en lugar de con los resultados monetarios, según el lema: «Con ética al éxito».

Para leer más:

Christian Felber: La economía del bien común. Ediciones Deusto, Barcelona, 2015.

 

España y las emisiones de gases de efecto invernadero (2008-2018)

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La economía española, muy dependiente de los combustibles fósiles, no es neutra ante la crisis climática que atraviesa nuestra planeta. Según los últimos registros publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2018, ha emitido a la atmósfera gases de efecto invernadero (GEI) que han ascendido a un total de 340,7 millones de toneladas de CO2 equivalentes. 

Por tipos de gases, el 83,3% de todas las emisiones generadas en 2018 en España corresponden a dióxido de carbono, seguido del metano (9,8%), óxido nitroso (5,3%) y otros GEI (1,6%).

Por origen económico de las emisiones, la actividad que ha emitido más GEI a la atmósfera ha sido la industria manufacturera (fabricación productos minerales no metálicos, refino de petróleo, metalurgia, etc.) que, con 81,3 millones de toneladas de CO2, concentra el 23,9% del total. Le siguen el consumo final de los hogares, con el 21,0%; la industria no manufacturera (energía, agua, etc.), con el 20,9%; transporte y almacenamiento, con el 15,1%, y el sector primario (agricultura, ganadería, selvicultura y pesca), con el 14,2%. Finalmente, las demás actividades económicas, pertenecientes a los sectores servicios y construcción, han emitido el 5% restante de GEI en 2018.

Desde una perspectiva temporal, durante el periodo 2008-2018 en España las emisiones totales de GEI han presentado una tendencia descendente. A pesar de los incrementos registrados en los años 2011, 2014, 2015 y 2017, para el conjunto del periodo analizado las emisiones se han reducido un 18,5%, al pasar de las 417,9 millones de toneladas de 2008 a las 340,7 millones de 2018.

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Por ramas de actividad, las reducciones de emisiones de GEI más destacadas se han producido en el subsector no manufacturero, con un descenso del 32,5% durante el periodo 2008-2018, seguido de la industria manufacturera (-25,8%). A continuación, las actividades de transporte y almacenamiento han permitido una reducción de sus emisiones del -10,5%, y el consumo de los hogares, del -4,6%. Por el contrario, el sector primario ha incrementado sus emisiones de GEI en un 8,4% durante los años 2008-2018.

Es de especial importancia conocer si la economía española se encuentra inmersa en el necesario proceso de desacoplamiento entre producción y emisiones de GEI. Del análisis de los registros publicados por el INE, se observa que durante el periodo 2008-2018 la reducción del 18,5% experimentada por las emisiones de GEI ha sido posible a pesar del incremento del 4,5% registrado por el PIB real, lo cual apunta a una tendencia de desacoplamiento de la economía española. No obstante, persisten aún dudas sobre si se ha alcanzado la consolidación de este proceso, ya que se siguen produciendo incrementos del PIB acompañados de aumentos de las emisiones. Así, en 2017 la economía española vio aumentar su PIB en un 2,9%, tasa de crecimiento que fue superada por la de las emisiones de GEI (4,3%). Por el contrario, en el pasado año 2018 se invirtió la tendencia: +2,4% de PIB frente a -2,3% de GEI.

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Para más información:

INE: Cuenta de emisiones a la atmósfera

La Carta Mundial de la Naturaleza: medidas para la conservación

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En octubre de 1982 vio la luz la Carta Mundial de la Naturaleza, un documento aprobado en en seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas que requiere un mayor compromiso por parte de los Estados y la sociedad en general. Hoy, casi cuatro décadas después, sigue siendo ineludible procurar la preservación de la Naturaleza ante las diversas y crecientes amenazas que atraviesa.

La Carta Mundial de la Naturaleza de 1982 nos aporta unas convicciones fundamentales sobre la necesaria armonía que ha de existir entre el hombre y la naturaleza, y una serie de principios generales de conservación. Para el adecuado cumplimiento de estos principios la Carta propone la aplicación de distintas medidas, entre las que se encuentran las siguientes:

1. Integrar la conservación de la naturaleza en la planificación y realización de las actividades del desarrollo social y económico.

2. Utilizar de forma eficiente los recursos naturales, evitar su despilfarro y fomentar el reaprovechamiento y el reciclaje.

3. Evitar la descarga de sustancias contaminantes en los sistemas naturales.

4. Incorporar los principios enunciados en la Carta, según corresponda, en el derecho y la práctica de cada Estado y adoptarlos también a nivel internacional.

5. Difundir ampliamente por todos los medios, en especial por la enseñanza ecológica, que será parte de la educación general, los conocimientos relativos a la naturaleza.

6. Incluir en toda planificación, entre sus elementos esenciales, la elaboración de estrategias de conservación de la naturaleza, el establecimiento de inventarios de los ecosistemas y la evaluación de los efectos que hayan de surtir sobre la naturaleza las políticas y actividades proyectadas, así como los procesos de información y participación de la población.

7. Asegurar la disponibilidad de los medios financieros, los programas y las estructuras administrativas necesarias para alcanzar los objetivos de la conservación de la naturaleza.

8. Trabajar para profundizar el conocimiento de la naturaleza mediante la investigación científica y divulgar ese conocimiento sin restricción alguna.

9. Seguir muy de cerca el estado de los procesos naturales, los ecosistemas y las especies a fin de que se pueda descubrir lo antes posible cualquier deterioro o amenaza, tomar medidas oportunas y facilitar la evaluación de las políticas y técnicas de conservación.

10. Evitar las actividades militares perjudiciales para la naturaleza.

11. Cooperar en la tarea de conservar la naturaleza con actividades conjuntas entre los distintos agentes (administraciones públicas, particulares, empresas…)

12. Establecer normas relativas a los productos y a los procedimientos de fabricación que puedan tener efectos perjudiciales sobre la naturaleza.

13. Aplicar las disposiciones jurídicas internacionales pertinentes que propendan a la conservación de la naturaleza o a la protección del medio ambiente.

Para más información:

Carta Mundial de la Naturaleza. 28 de octubre de 1982

La eficiencia económica en palabras de Max-Neef

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El economista chileno Manfred Max-Neef (1932-2019) defendió una nueva economía divergente del pensamiento económico hoy por hoy dominante que prioriza el crecimiento ilimitado de la producción de bienes. Su enfoque crítico aborda la cara adversa de una economía autocentrada en maximizar la eficiencia.

«La economía ha adorado la eficiencia y, en su nombre, hemos evolucionado de economías de escala a lo que quisiera llamar deseconomías de dimensiones incontrolables. La eficiencia económica de este proceso es indiscutible y otro tanto puede decirse de su poder para saquear los recursos naturales, de su capacidad de contaminar y de su contribución al aumento de los ataques cardíacos y de la hipertensión. Y cuando se han consolidado las dimensiones de gran escala, su evolución solo es posible en términos de crecer cada vez más. El sistema ya no se expande para servir las necesidades de consumo de la gente; es la gente la que consume para servir las necesidades de crecimiento del sistema. Mientras la alineación, el tedio, la insatisfacción, el deterioro urbano y rural, la inseguridad y, finalmente, la deshumanización no sean contabilizados como costes del proceso, este continuará pareciendo eficiente y de gran éxito de acuerdo a los criterios tradicionales que lo juzgan».

Para leer más:

Manfred Max-Neef: Economía herética. Icaria, Barcelona, 2017.

Evaluando los avances en economía circular dentro de la Unión Europea

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La Comisión Europea adoptó en 2015 una Comunicación que daba pasos importantes en el camino hacia una economía más circular: «Cerrar el circulo: un plan de acción de la UE para la economía circular».

Con las medidas establecidas en dicho plan de acción se opta por una economía en la que se persiguen dos objetivos principales: 1. Mantener durante el mayor tiempo posible el valor que poseen los productos, los materiales y los recursos, de modo que se ahorran materias primas al dejar de ser extraídas de la corteza terrestre, y 2. Reducir al mínimo posible la generación de todo tipo de residuos. El cumplimiento de ambos objetivos sostendrían una economía caracterizada por una mayor eficiencia en el uso de los recursos.

Para evaluar los avances alcanzados en la UE en su senda de fomento de la economía circular, se cuenta como indicador con la tasa de uso circular de los materiales (tasa de circularidad).

Dicha tasa se mide en porcentaje, expresado como la proporción de materiales recuperados y retrointroducidos en la economía, lo que evita la extracción de materias primas, sobre el total de materiales con uso general. Define, por tanto, la relación que existe entre el uso circular de materiales y el uso general de materiales(*).

Un valor de tasa de circularidad más alto indica que hay más materiales secundarios que sustituyen las materias primas extraíbles, es decir, que evitan los impactos ambientales de la extracción de materiales primarios.

Según los datos elaborados por la Oficina Estadística de la UE (Eurostat) en el año 2016 (último dato disponible) la tasa de circularidad en la UE-28 fue del 11,7%. Ello significa que del total de los recursos materiales que se utilizaron en la UE en dicho año el 11,7% provino de productos reciclados y materiales que han sido recuperados.

Desde una perspectiva temporal, durante el periodo 2004-2016 la tasa de circularidad se ha incrementado en el conjunto de la UE-28 desde el 8,3% hasta el 11,7%. Dicho incremento se ha debido principalmente al menor consumo de materias primas (materiales de la construcción, combustibles fósiles), mientras que el reciclaje sólo se ha incrementado ligeramente.

En general, durante estos doce años transcurridos se han producido avances, si bien cabe significar que han sido claramente insuficientes (3,4 puntos porcentuales), habiéndose observado, asimismo, un cierto estancamiento durante los últimos años del periodo analizado.

Hay que recordar la necesaria distinción entre la tasa de circularidad, que tiene un alcance material más amplio, y la tasa de reciclaje, que toma un valor muy superior (el 45,6% en residuos municipales en la UE en 2016) al referirse únicamente a los residuos que se recuperan.

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Por países se detectan diferencias importantes respecto a la tasa de circularidad. Así, en el último año 2016 los mayores registros se observan en Países Bajos (29,0%), Francia (19,4%), Bélgica (18,9%), Reino Unido (17,2%) e Italia (17,1%).

Por el contrario, las menores tasas de circularidad las presentan Grecia (1,3%), Rumanía (1,5%), Irlanda (1,7%), Portugal (2,1%) y Chipre (2,3%).

Estas importantes divergencias entre los países de la UE-28 se deben, según Eurostat, a la cantidad de residuos que se recicla en cada país y a factores estructurales de las propias economías nacionales. Así, las economías que tienen mayores importaciones de materiales (incluyendo los combustibles fósiles) y mayores extracciones interiores de materiales (relacionadas con minería, construcción, etc.) son las que presentan menores tasas de circularidad.

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(*) El uso general de materiales se mide sumando el consumo agregado de materiales domésticos y el uso circular de materiales. El primero queda definido en las cuentas de flujos de materiales para toda la economía. Por su parte, el uso circular de materiales se aproxima por la cantidad de residuos reciclados en las plantas de recuperación doméstica, menos los residuos importados destinados a la recuperación, más los residuos exportados destinados a la recuperación en el extranjero.

Para más información:

Eurostat