Una cita con el amanecer en la obra de Goethe

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La célebre obra de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), Fausto, está plena de imágenes poéticas, de cuadros literarios, que invitan a ver, sentir y pensar, como en la siguiente escena:

El doctor Fausto, tendido en un césped florido y rodeado de espíritus con graciosas formas, invoca a la naturaleza mientras nace un nuevo día.

“El pulso de mi vida late con viva frescura, saludando suavemente al etéreo amanecer; tú, tierra, también has permanecido fiel esta noche y alientas reviviendo de nuevo, a mis pies, y empiezas ya a rodearme de alegría; mueves y animas una poderosa resolución de esforzarme constantemente hacia la existencia suprema… En el fulgor del amanecer ya está abierto el mundo, el bosque resuena con vida de mil voces; valle arriba y valle abajo se extiende el roce de la niebla, pero la claridad celeste se hunde hasta lo profundo, y los troncos y ramas, con fresca vida, brotan del abismo perfumado, donde dormían sumergidos; también colores y colores se desprenden del fondo, y las flores y hojas gotean perlas temblorosas: en torno de mí se va haciendo un paraíso.

¡Miraré a lo alto! Las gigantes cumbres de las montañas anuncian ya la hora más solemne; pueden gozar muy pronto de la luz eterna, que luego se inclinará hacía nosotros. Ahora las praderas verdes e inclinadas de la ladera reciben nuevo fulgor y claridad, que poco a poco va llegando hasta abajo -¡cómo surge!-, y, con dolor ya cegado, me vuelvo y me aparto, penetrado por el deslumbramiento de mis ojos”.

Para leer más:

Johann Wolfgang von Goethe (1832): Fausto.

 

El desarrollo sostenible en la Declaración de Johannesburgo de 2002

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En 2002, diez años después de Río 92 y treinta años desde Estocolmo 1972, las Naciones Unidas celebran en Johannesburgo (Sudáfrica) la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Con esta Cumbre los Estados en ella representados reafirman su compromiso en pro del desarrollo sostenible y se comprometen a verificar regularmente los avances hacia los objetivos y metas de desarrollo sostenible.

Uno de los resultados de dicha Cumbre fue la conocida Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible, que consta de 37 principios, de los cuales destacamos aquí los siguientes:

Las generaciones futuras:

«…actuemos de manera tal que ellos [los niños] puedan heredar un mundo libre de las indignidades y los ultrajes que engendran la pobreza, la degradación ambiental y el desarrollo insostenible» (Principio 3).

El desarrollo sostenible:

«…promover y fortalecer, en los planos local, nacional, regional y mundial, el desarrollo económico, desarrollo social y la protección ambiental, pilares interdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible» (Principio 5).

Los objetivos primordiales:

«…la erradicación de la pobreza, la modificación de pautas insostenibles de producción y consumo y la protección y ordenación de la base de recursos naturales para el desarrollo social y económico son objetivos primordiales y requisitos fundamentales de un desarrollo sostenible» (Principio 11).

El deterioro del medio ambiente:

«El medio ambiente mundial sigue deteriorándose. Continúa la pérdida de biodiversidad; siguen agotándose las poblaciones de peces; la desertificación avanza cobrándose cada vez más tierras fértiles; ya se hacen evidentes los efectos adversos del cambio del clima; los desastres naturales son más frecuentes y más devastadores, y los países en desarrollo se han vuelto más vulnerables, en tanto que la contaminación del aire, el agua y los mares sigue privando a millones de seres humanos de una vida digna» (Principio 13).

Los servicios básicos:

«…aumentar rápidamente el acceso a los servicios básicos, como el suministro de agua potable, el saneamiento, una vivienda adecuada, la energía, la atención de la salud, la seguridad alimentaria y la protección de la biodiversidad» (Principio 18).

Los medios:

«…la sociedad mundial tiene los medios y los recursos para responder a los retos de la erradicación de la pobreza y el logro del desarrollo sostenible que enfrenta toda la humanidad. Unidos redoblaremos nuestros esfuerzos para que esos recursos disponibles sean aprovechados en beneficio de todos» (Principio 21).

La unión:

«…aunar esfuerzos, resueltos a salvar nuestro planeta, promover el desarrollo humano y lograr la prosperidad y la paz universales». (Principio 35).

 

Con el fin de poner en práctica los compromisos asumidos se aprueba también en Johannesburgo el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Este Plan, que consolida los principios de la Declaración de Río, la aplicación del Programa 21 y su plan de ejecución, y la Declaración del Milenio, entre otros documentos, expone un listado de objetivos de carácter medioambiental en diversas áreas (energía, recursos hídricos, residuos, productos químicos, diversidad biológica, océanos, zonas costeras, cambio climático, desertificación, bosques…).

Otro de los aspectos en lo que se incide en Johannesburgo 2002 es en la necesaria integración medioambiental en todas las actividades económicas (turismo, agricultura, transporte, etc.).

Asimismo, se aboga por reforzar la aplicación del Programa 21, que fue uno de los principales resultados de Río 92.

Como en Cumbres anteriores se deja constancia nuevamente de la necesidad de modificar los modos de producir y consumir, que siguen siendo insostenibles. Textualmente, se expresa que «para lograr el desarrollo sostenible a nivel mundial es indispensable introducir cambios fundamentales en la forma en que producen y consumen las sociedades». Para contribuir a la modificación de estos patrones de producción y consumo imperantes, se propone la elaboración de planes nacionales y regionales de diez años de duración. De esta forma se aumentaría la eficiencia y la sostenibilidad de la utilización de recursos y los procesos de producción, y se reduciría la degradación de los recursos, la contaminación y los residuos, procurándose la desvinculación entre crecimiento económico y degradación del medio ambiente.

 

Para más información:

ONU: Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible (2002)

La idea de progreso en «El camino» de Miguel Delibes

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La lectura de «El camino», la célebre novela de Miguel Delibes (1920-2010), nos hace reflexionar sobre la idea de progreso. En el mundo moderno de hoy el objetivo de progresar ha quedado con frecuencia vinculado exclusivamente a la idea de vivir en las ciudades. Frente a esta inflexible aproximación del concepto de progreso, Delibes se plantea, haciendo uso de su talento literario, la necesidad de reivindicar la vida en los pueblos, el valor de la naturaleza y una civilización rural.

El protagonista de «El camino» es Daniel, el Mochuelo, un muchacho de once años que se siente a gusto en su aldea, pues le permite disfrutar de las virtudes naturales del valle y de las correrías que comparte con sus amigos Roque, el Moñigo, y Germán, el Tiñoso. Sin embargo, el padre de Daniel, el Mochuelo, deseaba que su hijo fuera algo más que él, que trabajaba como quesero. Por eso había tomado la decisión de enviarlo a la ciudad para que estudie el bachillerato. Esta decisión supuso para Daniel muchas dudas; en el fondo presentía que ese no era su camino.

A continuación traemos hasta aquí tres extractos de la novela con los que Delibes describe lo que siente Daniel, el Mochuelo, por la naturaleza, frente a lo que pensaba que iba a ser la ciudad que le esperaba, y unas reflexiones finales ante la inminente despedida de su pueblo natal.

La naturaleza.

«Le gustaba al Mochuelo sentir sobre sí la quietud serena y reposada del valle, contemplar el conglomerado de prados, divididos en parcelas y salpicados de caseríos dispersos. Y, de vez en cuando, las manchas oscuras y espesas de los bosques de castaños o la tonalidad clara y mate de las aglomeraciones de eucaliptos. A lo lejos, por todas partes, las montañas, que según la estación y el clima, alteraban su contextura, pasando de una extraña ingravidez vegetal a una solidez densa, mineral y plomiza en los días oscuros».

La ciudad.

«Seguramente en la ciudad se pierde mucho el tiempo -pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles y poco prácticas».

La despedida.

«A Daniel, el Mochuelo, le dolía esta despedida como nunca sospechara. Él no tenía la culpa de ser un sentimental. Ni de que el valle estuviera ligado a él de aquella manera absorbente y dolorosa. No le interesaba el progreso. El progreso, en verdad, no le importaba un ardite. Y, en cambio, le  importaban los trenes diminutos en la distancia y los caseríos blancos y los prados y los maizales parcelados; y la Poza del Inglés, y la gruesa y enloquecida corriente del Chorro; y el corro de bolos; y los tañidos de las campanas parroquiales; y el gato de la Guindilla; y el agrio olor de las encellas sucias; y la formación pausada y solemne y plástica de una boñiga; y el rincón melancólico y salvaje donde su amigo Germán, el Tiñoso, dormía el sueño eterno; y el chillido reiterado y monótono de los sapos bajo las piedras en las noches húmedas; y las pecas de la Uca-uca y los movimientos lentos de su madre en los quehaceres domésticos; y la entrega confiada y dócil de los pececillos del río; y tantas y tantas otras cosas del valle. Sin embargo, todo había de dejarlo por el progreso».

Para leer más:

Miguel Delibes (1950): El camino.

La generación de residuos municipales en la Unión Europea (2004-2016)

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Los residuos es uno de los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta la sociedad moderna. Evitar o minimizar su generación es un objetivo básico si se pretende avanzar en la senda del desarrollo sostenible.

Los datos de Eurostat nos permiten evaluar los progresos de los países de la Unión Europea en materia de generación de residuos, en particular los residuos municipales. Por estos se entienden aquellos residuos producidos por los hogares y por fuentes de residuos similares tales como comercio, oficinas e instituciones públicas.

La generación de residuos municipales en la Unión Europea (UE-28) ha seguido durante el periodo 2004-2016 una evolución dispar. En el año 2004 se había generado un total de 253 millones de toneladas de estos residuos. Dicha cifra continuó creciendo hasta el 2008 cuando se situó en 261 millones de toneladas, periodo que coincide con la etapa de bonanza económica. Sin embargo, a partir de entonces con la irrupción de la Gran Recesión los hogares generaron menos residuos, tendencia descendente que se mantuvo hasta el año 2013 cuando se anotó su mínimo (242 millones de toneladas). A partir de entonces la generación de residuos retornó a su crecimiento, si bien a un menor ritmo, hasta cifrarse en 246 millones en 2016.

Para el conjunto del periodo 2004-2016, se ha anotado, por tanto, un descenso acumulado del 6,3% en la generación de residuos municipales en la UE-28.

Si analizamos la generación de residuos, no ya en términos absolutos sino relativos, en términos de kilogramos por persona, se constata una evolución similar, aunque no tan marcada. En promedio un ciudadano comunitario generaba en el año 2004 un total de 512 kilogramos de residuos municipales. Esta cifra alcanzó su máximo en 2007 (con 524 kilogramos).  A partir de este año dicha ratio siguió una tendencia decreciente hasta presentar su mínimo en el año 2013 (con 478 kilogramos). Finalmente, se registró un total de 480 kilogramos de residuos por persona en el año 2016.

Por consiguiente,  la ratio de kilogramos de residuos municipales per cápita  se ha reducido un 2,9% en el periodo 2004-2016 en la UE-28.

 

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Los datos parecen indicar que los mayores o menores niveles de generación de residuos vienen determinados por el consumo de los hogares, que en gran medida está condicionado por el ciclo económico.

En un análisis más detallado por países, se encuentran notables diferencias en el seno de la UE-28. En el periodo 2004-2016, 17 Estados miembros han visto aumentar la producción de residuos municipales frente a los 11 Estados restantes que han generado menos residuos.

Así, los países en los que el volumen total de residuos municipales generados ha crecido más son Eslovaquia (35,0%), Croacia (28,1%), República Checa (26,0%), Polonia (19,4%). y Dinamarca (18,4%). Por el contrario, las mayores reducciones en la generación de residuos municipales durante el periodo analizado se ha producido en Bulgaria (-37,6%), Rumanía (-31,4%), España (-20,0%), Hungría (-19,0%) y Estonia (-18,5%).

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Si consideramos la ratio de kilogramos de residuos generados por persona, las divergencias entre países son muy significativas. En el año 2016 el país que más generó residuos triplicó la cifra del que menos.

Así, frente a un promedio de 480 kilogramos per cápita de la UE-28, en 2016 los Estados con mayores ratios fueron Dinamarca (777), Malta (647), Chipre (640), Alemania (626) y Luxemburgo (614). Por el contrario, los Estados con menos residuos per cápita fueron  Rumanía (261), Polonia (307), República Checa (339), Eslovaquia (348) y Estonia (376).

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Para más información:

Eurostat: Database

El Convenio sobre la Diversidad Biológica de 1992

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en el año 1992, marcó un punto de inflexión en el camino hacia el desarrollo sostenible. En Río 92 se constató la especial preocupación por los impactos graves que las actividades humanas han ido produciendo sobre el medio ambiente, en especial dos: el aumento sustancial de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y la considerable reducción de la diversidad biológica. 

Ante el problema de la progresiva pérdida de biodiversidad en nuestro planeta, los Estados reunidos en dicha Cumbre internacional sacaron adelante un importante tratado, jurídicamente vinculante, que más de 25 años después sigue siendo trascendental: el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que entró en vigor el 29 de diciembre de 1993, lo conforman un Preámbulo, 42 artículos y dos anexos. Destacamos aquí algunos de sus puntos más relevantes.

En su Preámbulo se pone de manifiesto:

  • La toma de consciencia por «el valor intrínseco de la diversidad biológica y de los valores ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos de la diversidad biológica y sus componentes».
  • La preocupación por «la considerable reducción de la diversidad biológica como consecuencia de determinadas actividades humanas».
  • Que «es vital prever, prevenir y atacar en su fuente las causas de reducción o pérdida de la diversidad biológica».
  • Que «la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica tienen importancia crítica para satisfacer las necesidades alimentarias, de salud y de otra naturaleza de la población mundial en crecimiento…».
  • La necesidad de «conservar y utilizar de manera sostenible la diversidad biológica en beneficio de las generaciones actuales y futuras».

De su articulado destacamos los siguientes puntos:

El CDB tiene tres objetivos principales (artículo 1):

  • La conservación de la diversidad biológica.
  • La utilización sostenible de sus componentes.
  • La participación justa y equilibrada en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

Se entiende por «diversidad biológica» (artículo 2):

«la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres, marinos y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas».

Se entiende por «utilización sostenible» (artículo 2):

«la utilización de componentes de la diversidad biológica de un modo y a un ritmo que no ocasione la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta de satisfacer las necesidades y las aspiraciones de las generaciones actuales y futuras».

En materia de planificación (artículo 6), el CDB establece  que cada Parte Contratante:

«a) Elaborará estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adoptará para ese fin las estrategias, planes o programas existentes, que habrían de reflejar, entre otras cosas, las medidas establecidas en el presente Convenio que sean pertinentes para la Parte Contratantes interesada.

b) Integrará, en la medida de lo posible y según proceda, la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica en los planes, programas y políticas sectoriales o intersectoriales».

Asimismo, el CDV invoca a los Estados a que adopten también otras medidas de especial importancia para el mantenimiento de la diversidad biológica (artículos 11-14), como las siguientes:

-Medidas económica y socialmente idóneas que incentiven la conservación y la utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica.

-Programas de educación y capacitación científica y técnica para la identificación, conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Fomento de la investigación que contribuya a la conservación y a la utilización sostenible de la diversidad biológica.

-Promoción de la comprensión de la importancia de la conservación de la diversidad biológica, a través de los medios de información y de los programas educativos.

-Establecer procedimientos apropiados por los que se exija la evaluación de impacto ambiental de proyectos que puedan tener efectos adversos sobre la diversidad biológica.

Para más información:

ONU: Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992).

 

 

Una cita con Fausto y el sol en la obra de Goethe

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En la magistral obra de Johann Wolfgang von Goethe, mientras pasean, el doctor Fausto conversa sobre sus pesares con su alumno Wagner. Durante la caminata le expresa los sentimientos que le inspiran la naturaleza y el astro sol que todo lo ilumina:

“¡Oh, feliz quien todavía puede esperar emerger de este mar del error! Lo que no se sabe podía servir, y lo que se sabe no se puede usar. Pero no estropeemos esta hora de hermosa felicidad con tal turbación de los sentidos. ¡Observa cómo en el fulgor del sol poniente refulgen las cabañas rodeadas de verdor! El sol se aleja y cede, el día se extingue; allá se va, a estimular nueva vida. ¡Oh, si unas alas me levantaran del suelo para acercarme cada vez más a él! En el eterno resplandor del ocaso vería a mis pies el mundo quieto, encendidas las cimas, tranquilos los valles, fluir el río de plata en el brillo de la corriente. No estorbaría a mi divino caminar la áspera montaña con todos sus barrancos; ya el mar, con sus tibias ensenadas, se abre ante mis ojos admirados. Pero el dios sol parece hundirse por fin; despierta solamente la nueva turbación; me apresuro a beber su luz eterna; tras de mí el día, y detrás de mí la noche; encima de mí el cielo, y debajo de mí las olas. Un hermoso sueño, mientras el sol se deshace. ¡Ay, a las alas del espíritu no se unirán tan fácilmente otras alas del cuerpo! Pero a todos les está dado que sus sentimientos les lleven a lo alto y hacia delante, cuando, sobre nosotros, perdida en el ámbito azul, canta la alondra su canción gorjeante ensanchando sus alas, y sobre llanuras y sobre mares la grulla vuelve hacia su patria”.

Para leer más:

Johann Wolfgang von Goethe (1832): Fausto.

¿Importa realmente la extinción de especies?

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Durante el diálogo que mantienen sobre la situación medioambiental del planeta Tierra, un padre le pregunta a su hijo por la importancia de la extinción de especies. El primero se llama Miguel Delibes, el reputado novelista español, académico y Premio Cervantes de Literatura; el segundo, Miguel Delibes de Castro, reconocido científico, gran conocedor de los problemas ecológicos y Premio Nacional de Medio Ambiente.

«-Pero ¿no crees que ante problemas tan graves como el calentamiento de la Tierra, la escasez de agua dulce o el agujero de ozono, la extinción de unas cuantas especies tal vez no resulte demasiado preocupante? Nuestros coetáneos pueden lamentar que desaparezcan los osos pandas, pero una vez perdidos nadie va a echarlos de menos, y en cambio sí que sufrirán en sus carnes, cada día, la sed, la violencia de los tornados o la subida del nivel de mar.

-Entenderlo así es comprensible desde una perspectiva humana, pero radicalmente equivocado. Supongamos que mientras volamos en avión a once kilómetros de altura nos anuncian que está a punto de agotarse el combustible y que se han soltado algunos remaches del aparato. Probablemente la mayoría de los pasajeros se preocupará casi exclusivamente de la primera información, pues quedarse sin queroseno en pleno vuelo parece un peligro inmediato e irreparable. Al fin y al cabo, pueden pensar, ¿qué nos importan en estos momentos dramáticos unas tuercas de más o de menos? Pero es una cuestión de plazos y de proporciones. Si las tuercas y los remaches que se sueltan son tantos que algunas piezas esenciales del aparato se caen o dejan de funcionar, llegará un momento en que la segunda amenaza será tan grave, o más, que la primera. Los animales, las plantas, los hongos y los microorganismos, todo eso que hoy se conoce con el nombre de biodiversidad, son como las tuercas y los tornillos de la maquinaria de la vida. Trillones de individuos de millones de especies, interactuando de múltiples maneras entre sí y con el soporte físico de la Tierra, hacen que las condiciones del Planeta sean favorables para la vida, de tal manera que su ausencia pone en peligro nuestra propia supervivencia. Aunque no te lo parezca, es un problema gravísimo».

Miguel Delibes de Castro, citando al conocido científico Edward Wilson, nos recuerda que se están extinguiendo muchísimas especies, a un ritmo de 27.000 especies cada año,  lo que supone 72 diarias y 3 cada hora.

Para leer más:

Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro (2005): La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos.

 

 

 

Los libros y el bosque para José Saramago

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El escritor portugués José Saramago (1922-2010), Premio Nobel de Literatura en 1998, describe su iniciación a la lectura, empleando un símil inspirado en la naturaleza, con estas palabras:

«Empezar a leer fue para mí como entrar en un bosque por primera vez y encontrarme de pronto con todos los árboles, todas las flores, todos los pájaros. Cuando haces eso, lo que te deslumbra es el conjunto. No dices me gusta este árbol más que los demás. No, cada libro en que entraba lo tomaba como algo único».

Para más información:

El País Semanal, Madrid, 29 de noviembre de 1998.

Los flujos de materiales de la economía española (2008-2016)

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La Contabilidad Medioambiental es una fuente valiosa para conocer cómo una economía emplea los recursos materiales que proceden del medio natural para sus actividades de producción, consumo y distribución. Así, como expresa el Instituto Nacional de Estadística (INE), la Cuenta de flujos de materiales «muestra los inputs físicos de materiales que entran en el sistema económico nacional y los outputs a otras economías o al medio natural en unidades físicas (toneladas)».

Los datos disponibles para España elaborados por el INE permiten analizar cómo ha evolucionado este país durante el periodo 2008-2016 respecto al consumo y extracción de materiales así como a la productividad de los recursos (eco-eficiencia) en términos de PIB y número de habitantes.

A continuación se exponen los principales resultados obtenidos para los años 2008-2016 (con datos provisionales de 2016), periodo marcado por la grave crisis económica.

El consumo nacional de materiales, esto es, la cantidad total usada directamente por la economía española, ascendió a 402,8 millones de toneladas. Ello supone, por tanto, una reducción del 50,4% respecto al año 2008.

La intensidad del consumo de materiales, en términos de PIB, ha descendido desde las 133,0 toneladas de 2008 hasta las 66,9 de 2016.

El consumo nacional de materiales por habitante se cifró en 8,7 toneladas en 2016, inferior a las 17,7 toneladas de 2008.

El principal componente del consumo nacional de materiales es la extracción nacional, con 330,7 millones de toneladas en 2016, es decir, el 82,1% del total. Este porcentaje ha aumentado ligeramente respecto al de 2008 (81,5%).

Por tipos de materiales extraídos en España, destaca el protagonismo que toman los minerales no metálicos (piedra caliza, yeso, arenas, grava…), que en el año 2008 representaban el 78,3% del total, si bien su peso se ha reducido hasta el 55,1% en 2016. A continuación se encuentra la extracción de biomasa (cereales, frutas, hortalizas, biomasa pastada…), cuyo porcentaje, en cambio, ha aumentado desde el 19,8% hasta 40,3% en el periodo analizado. A distancia se sitúan los minerales metálicos (cobre, níquel…), cuyo peso se ha incrementado, desde el 0,3% hasta el 4,1%, y los combustibles fósiles (hulla, antracita, petróleo, gas natural licuado…) que, por el contrario, han perdido importancia relativa, desde el 1,6% al 0,4% en 2016.

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Por su parte, el balance comercial físico fue de 72,1 millones de toneladas en 2016. Esta cifra es el resultado de unas importaciones que ascendieron a 257,5 millones de toneladas frente a los 185,4 millones de las exportaciones. El balance comercial físico ha experimentado, por tanto, una reducción del 52,1% respecto al año 2008. Hay que destacar, asimismo, la dispar evolución que siguieron las importaciones, que descendieron un 6,7%, y las exportaciones de materiales, que aumentaron un 47,6% durante el periodo.

Finalmente, el input directo de materiales (IDM) constituye también un indicador relevante como aproximación a evaluar el camino hacia la sostenibilidad de una economía. Como expresa el INE, el IDM «registra como recursos la entrada directa de materiales en el sistema económico procedente del medio natural nacional y del resto del mundo, es decir, extracción nacional e importaciones». Así, el IDM, en términos de toneladas de materiales empleados por unidad de PIB, tomó en España un valor de 531,9 en 2016 frente a las 836,5 toneladas registradas en 2008. El impacto de la crisis económica, por consiguiente, también se ha visto reflejado en este indicador al reducirse un 36,4% en dicho periodo, si bien en menor cuantía que el consumo nacional de materiales (-49,7%), que excluye las exportaciones del IDM.

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Para más información:

INE: Cuenta de flujos de materiales (2008-2016)

 

 

 

 

 

El Che Guevara y el mar

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En diciembre de 1951 el joven Ernesto Che Guevara (1928-1967) de veintitrés años decidió emprender un largo viaje en moto por Latinoamérica con su amigo Alberto Granado.

En Notas de viaje el Che narra las vivencias adquiridas durante su recorrido por tierras de Chile, Perú, Colombia y Venezuela. Su relato permite acercarnos a una etapa de la vida, más bien desconocida, de esta figura histórica del siglo XX.

Reproducimos aquí un fragmento extraído de sus páginas dedicadas al océano Atlántico:

«La luna llena recorta sobre el mar y cubre de reflejos plateados las olas. Sentados sobre una duna, miramos el continuo vaivén con distintos ánimos: para mí fue siempre el mar un confidente, un amigo que absorbe todo lo que le cuentan sin revelar jamás el secreto confiado y que da el mejor de los consejos: Un ruido cuyo significado cada uno interpreta como puede; para Alberto es un espectáculo nuevo que le causa una turbación extraña cuyos reflejos se perciben en la mirada atenta con que sigue el desarrollo de cada una de las olas que van a morir a la playa. Frisando los treinta años Alberto descubre el océano Atlántico y siente en ese momento la trascendencia del descubrimiento que le abre infinitas vías hacia todos los puntos del globo».

 

Para leer más:

Ernesto Che Guevara: Notas de Viaje, Ediciones B, Barcelona, 2002.